Un inmigrante venezolano de Nueva York cuenta cómo Inmigración arrestó a su hijo y lo envió al CECOT en El Salvador
En el marco de las movilizaciones del Primero de Mayo en defensa de los derechos de los trabajadores y los inmigrantes, hablamos con un padre de familia de Nueva York acerca de la detención de su hijo de 19 años, Merwil Gutiérrez. A pesar de tener iniciado el proceso para solicitar asilo político en Estados Unidos, el joven fue arrestado en el barrio del Bronx y luego trasladado en avión junto con otros más de 230 venezolanos a una mega prisión en El Salvador, donde se encuentra incomunicado. Testigos de la detención de Gutiérrez dicen que las autoridades estaban buscando a otra persona pero, al encontrarse con el adolescente, decidieron arrestarlo simplemente por ser venezolano. No tiene antecedentes penales ni tatuajes, las características en las que el Gobierno de Trump se está basando para acusar a los inmigrantes latinoamericanos de ser miembros de grupos criminales y expulsarlos del país sin el debido proceso. El padre de Merwil, Wilmer Gutiérrez, dice que teme por la seguridad de su hijo. “Llegamos aquí con un sueño. Nunca pensamos que iba a suceder esta injusticia […] Nos rompieron el sueño que traíamos y todo se quedó atrás”, dice Gutiérrez. Wilmer Gutiérrez pide a los Gobiernos de Estados Unidos y El Salvador que faciliten la liberación de su hijo. “Mi hijo aún es un niño. Su mentalidad aún no ha madurado. Y ahorita le están estropeando su mente […] están violando todas las leyes y haciendo lo que les da la gana”. La historia fue publicada por primera vez en el medio Documented, el centro de investigación periodística sin fines de lucro que cubre las políticas y los temas que afectan a las comunidades inmigrantes en Nueva York. Para ver esta entrevista en inglés con Ethar El-Katatney, jefa de redacción de Documented, haga clic aquí.
Transcripción
Esta transcripción es un borrador que puede estar sujeto a cambios.
AMY GOODMAN: Esto es Democracy Now! Democracynow.org, el informativo de guerra y paz. Soy Amy Goodman, con Juan González.
Han pasado casi dos meses desde que el Gobierno de Trump detuvo y trasladó a más de 200 inmigrantes venezolanos desde Estados Unidos a una tristemente célebre megaprisión de máxima seguridad en El Salvador. Los inmigrantes están recluidos sin la posibilidad de contactar a sus abogados o familiares, languideciendo bajo lo que parece ser una detención indefinida en el Centro de Confinamiento contra el Terrorismo de El Salvador, o CECOT, conocido por sus abusos contra los derechos humanos, que incluyen el trabajo forzado, y donde los presos, docenas a la vez, están recluidos en celdas sin ventanas y no se les permite salir al aire libre ni recibir visitas.
Pasamos ahora a hablar sobre el caso de un adolescente venezolano de 19 años, quien habría sido detenido por el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) fuera de su casa en el Bronx, Nueva York, hace más de dos meses, y enviado a El Salvador, a pesar de tener un caso de asilo en curso en Estados Unidos. Merwil Gutiérrez no tiene antecedentes penales ni tatuajes, una de las características que los funcionarios de Trump han utilizado para acusar injustamente a inmigrantes venezolanos, y de otras nacionalidades, de ser miembros de pandillas y expulsarlos del país sin el debido proceso, en virtud de la Ley de Enemigos Extranjeros de 1798, promulgada en tiempos de guerra. El primo de Merwil, Luis Acosta, presenció el arresto ocurrido en febrero desde su ventana y describió haber visto al menos a diez agentes emboscar a Merwil e interrogarlo. Su primo dice que las autoridades estaban buscando a otra persona, pero de todos modos se llevaron a Merwil por la fuerza. Uno de los agentes agarró al adolescente por el brazo y lo metió en un carro.
Para más información nos acompaña Wilmer Gutiérrez, el padre de Merwil, quien dice que no ha podido comunicarse con su hijo desde que fue llevado a un centro de detención del Servicio de Inmigración en Texas y luego trasladado a El Salvador en marzo. La historia fue publicada por primera vez en un artículo del medio Documented, un sitio de noticias sin fines de lucro que cubre las políticas y los temas que afectan a las comunidades inmigrantes en Nueva York. El artículo se titula: ”ICE se llevó a su hijo de su hogar en el Bronx. y fue trasladado por error a la megacárcel de Bukele en El Salvador” y fue escrito por la periodista Paz Radovic.
Le damos la bienvenida a Wilmer a Democracy Now!, Wilmer. ¿Puede contarnos lo que le sucedió a su hijo el 24 de febrero?
WILMER GUTIÉRREZ: Buenos días. Mi nombre es Wilmer. Soy el padre de Merwill Gutiérrez. El día que a él lo arrestaron ahí entrando al edificio donde vivimos, ese día yo me encontraba trabajando y me llamó mi sobrino y me dice que a Merwil lo está agarrando la policía para llevárselo, sin ningún motivo. Al parecer estaban buscando una persona y a él lo agarraron, lo esposaron y lo metieron en el carro y uno de los policías le pregunta el nombre. El responde que es Merwill y el policía dice como que él no es. Y como entre los buenos están los malos también, el otro dijo: “No, déjalo ahí igual”. Y de todas formas se lo llevaron al precinto.
Al día siguiente, yo regreso y como yo sé que mi hijo no anda haciendo nada malo y el siempre ha trabajado conmigo, él venía entrando al edificio en ese momento, y yo pensé que lo iban a soltar esa misma noche y lo iban a dejar de regreso a su casa. Cuando al día siguiente llegué a la casa, agarré, me bañé y me fui al precinto. Cuando llegó al precinto, pregunto por mi hijo y me dicen que sí, que él estaba allí. En lo que me dicen que está allí, yo le respondo que como hago para saber sobre él y qué va a pasar. Entonces me dicen que llamara a eso de las cinco de la tarde porque a las tres de la tarde a él lo iban a llevar a una corte. Entonces, cuando se hicieron las cinco yo llamo, porque ellos me asignaron un número de la corte al que yo podía llamar y tener comunicación con ellos, para que me dieran algún tipo de información sobre mi hijo. Cuando yo llamo me responden y me dicen que no, que él no ha llegado por ahí en ningún momento, que llamara como a las diez a ver si en ese transcurso lo traían. Ese día no pude llamar a las diez porque ya me encontraba trabajando.
Al día siguiente regreso y regreso con la esperanza de que lo voy a encontrar en la casa, cuando regreso no está en la casa, vuelvo, me alisto y voy otra vez al precinto donde había ido. Cuando voy y llego al precinto, pido la información de él y me dicen que ya él no estaba ahí, que ya se lo han llevado unos federales. Entonces yo le digo: “Y ahora, ¿a dónde voy? ¿A quién acudo? ¿A quién le pregunto? ¿Dónde busco información de mi hijo?”. Entonces me responden que me dirigiera al Alto Manhattan, donde esta la corte. Agarro y me voy hacia allá. En ese momento entro a la corte, busco la información de él. Me dicen que no estaba allí, que tampoco lo habían traído en ningún momento para allá. Me dice que vaya al edificio de al lado y subo al piso dos en la ventana dos y busqué información sobre él. Voy y hago eso. Cuando llego al piso dos pido información. Le entrego la identificación de mi hijo a la persona que está ahí en la ventana, atendiéndome. Ella lo busca con su nombre y me dice que no, que él ahí no está, que no aparece en ningún lado. Entonces ella hizo todo lo posible para ayudarme, para ver si encontraba alguna información, para hacerme llegar la información para yo saber donde se encontraba. ¿No sabía nada de él? En ningún momento ella lo consiguió encontrar en el sistema, nada. Entonces ella me da un papel donde me dice que busque un número de detenido cuando a él lo llevaron a ese precinto. Yo agarro, me regreso y le digo a la persona que estaba ahí en la recepción que yo había ido a la corte y me habían dado ese papelito donde me decían que pidiera el número de detenido, para ver si ellos lo podían ubicar a través de ese número. Y me dijeron que no, que eso no se podía, que no me lo podían dar. Yo le digo, okey, no sabía, okey, no me lo pueden dar. Las personas que estaban ahí quisieron ayudarme. Me dijeron que me esperara un momento, que ahí trabajaban unos funcionarios federales, y que iban a buscar información para ver si ellos me podían ayudar y me podían decir algo sobre él.
Ahí me mantuve como una hora y algo. Y yo andaba con mi sobrino. Mi sobrino se había quedado afuera en el carro, y en ese transcurso de la hora y algo, él me llama y me dice: “Tío, estuve investigando y a Merwil lo tienen en Pensilvania”. Cuando yo le digo: “¿Cómo hiciste?”. Y él me dijo: “Me metí en una página y él aparece”. Entonces yo vengo y le digo a la señora que está ahí, que es el policía que está en la recepción. le explico lo que me dijo mi sobrino, que me habían comentado que él estaba en Pennsylvania, que si ella no podía hacerme el favor de conseguirme alguna información para confirmar que él estaba allí. Ella me dice que no podía hacer eso tampoco porque se podía meter en problemas. Y yo, okey, la entendí.
Entonces, como ya tenía mucho rato ahí y no me habían dado ningún tipo de respuesta ni me habían dicho nada, yo agarré, salí y me fui, con la esperanza de que él nos llamara y nos avisara. Entonces yo agarro… Ese día no tuvimos comunicación con él, no supimos nada de él. Me voy al trabajo. Cuando regreso el otro día siguiente, él se logra comunicar con nosotros y me dice que estaba en Pensilvania y que tenía que transferirle dinero para comer y para poder comunicarse con nosotros, para hacer su llamada. Okey, en ese largo proceso tuvimos comunicación…
JUAN GONZÁLEZ: ¿Cuándo supo usted que el Gobierno había mandado a su hijo a El Salvador?
WILMER GUTIÉRREZ: Yo me enteré cuando lo mandaron a El Salvador… Él se comunicó conmigo el día sábado, el día sábado en la mañana. Y de allí no tuve más comunicación con él. Nos enteramos cuando salieron los vuelos a El Salvador que habían llevado un grupo de venezolanos y en ese momento para Venezuela no habían mandado a ningún avión deportando a venezolanos. Estuvimos indagando y no tuvimos información hasta que salió una lista de todos los que fueron deportados y salía el nombre de mi hijo. Y de ese momento, que fue el día sábado que tuve comunicación, hasta ahorita no sé nada de él.
JUAN GONZÁLEZ: ¿Nos puede hablar un poco de su viaje de Venezuela a la frontera de Estados Unidos y de cómo usted logró conseguir libertad condicional humanitaria?
WILMER GUTIÉRREZ: Bueno, nosotros emprendimos el viaje el 19 de mayo del 2023. Yo vine con mi hijo porque como yo siempre le he tenido a él y a mi hija bajo mi control, o sea, yo siempre he sido su papá, siempre han vivido conmigo y siempre han estado bajo mi poder. Entonces, yo decidí traerme a mi hijo porque yo no lo iba a dejar allá y mi hija en ese momento se encontraba en Chile, la mayor. Entonces yo agarro y me vengo hacia los Estados Unidos con él. Pasamos lo que fue Colombia, la frontera de Panamá, la selva del Darién y todo los demás países, como toda la travesía que hicimos todos los venezolanos para poder llegar aquí.
Cuando pisamos tierra mexicana, nos metimos en la aplicación CBP One y allí hicimos el registro, que fue el de Merwil, mi sobrino Luis y yo. Seguimos avanzando y como a la altura de Ciudad de México, cuando llegamos más adelante nos metimos en la aplicación y nos salió la cita, diciendo que podíamos entrar a través de la cita. Cuando llegamos ahí entonces nos pidió el reconocimiento de rostro y entonces hicimos la aplicación y todo nos salió bien y nos tocaba entrar el 21 de junio a los Estados Unidos. Nosotros nos fuimos por Ciudad Juárez, frontera del norte. El 21 en la mañana nos presentamos allí, ellos tenían una lista de todas las personas que iban a entrar ese día a través de la aplicación, y ahí aparecían nuestros nombres. Llegamos a una sala donde nos hicieron reconocimiento facial, huellas, todo ese tipo de procedimientos. Se hizo todo, obviamente nosotros sin ningún tipo de problema, no tenemos problema con la justicia en ningún país, porque nunca habíamos salido de Venezuela, y en Venezuela tampoco, siempre hemos estado limpios. Entonces nos dicen: “ya pueden pasar, bienvenidos a los Estados Unidos”. Okey, pasamos, y de allí, ese día nos quedamos en… Como ya era tarde, porque mi sobrino fue el último grupo que salió y se hicieron como las 8 de la noche, ese día nos tocó quedarnos en como un refugio o algo así que da apoyo a las personas cuando salen de allí. De allí al día siguiente fuimos al terminal, compramos nuestro pasaje por nuestra cuenta y nos fuimos a Denver. De Denver, o sea, fue haciendo escala, de Denver llegamos a Nueva York. Cuando llegamos aquí a Nueva York, como obviamente aquí nosotros vinimos solos sin que nadie nos fuese a recibir, familia, nada, entonces fuimos al hotel Roosevelt, donde nos prestaron el apoyo y nos asignaron a un refugio. En ese refugio estuvimos allí mientras encontrábamos trabajo. Desde que entramos aquí siempre nos dedicamos a buscar empleo y lo logramos conseguir, que es actualmente donde estoy. Empezamos a trabajar y en seguida nos abrimos de eso y alquilamos y arrendamos nuestras cosas y pagándolo por nuestra cuenta, para no depender de nadie, ni tampoco ser una carga para ellos, porque eso es por un momento mientras uno se levanta de donde está. Y eso fue lo que hicimos. Y actualmente nos encontrábamos trabajando ahí cuando le hicieron esa injusticia al hijo mío, que lo mandaron allá donde es una cárcel de terroristas, una cárcel de pandilleros, cuando él no pertenece a ninguna banda, él llegó aquí siendo menor de edad, no tiene ningún tipo de tatuaje como ellos lo hacen nombrar, que tienen tatuajes y se definen a alguna banda. Mi hijo no tiene ni un tatuaje en su cuerpo y tampoco tiene problemas ni en Venezuela ni aquí. Y por tierra salvadoreña nunca hemos pasado, ni la pisamos, ni siquiera viniendo para acá. Entonces lo que ellos hicieron fue un secuestro, con todas esas personas que se encuentran ahorita allá en el CECOT.
JUAN GONZÁLEZ: ¿Sé siente traicionado por el Gobierno federal, el mismo Gobierno que les dio a ustedes libertad condicional humanitaria y ahora ha mandado a su hijo a una cárcel en El Salvador?
WILMER GUTIÉRREZ: Sí, efectivamente, porque nosotros vinimos para acá con un sueño. No [pensamos] que iba a pasar todo esto, porque nadie se lo imaginaba y menos con esa injusticia, donde mi hijo no ha cometido ningún delito, donde no él fue presentado a una corte, donde no lo llevaron a un juicio como para que le sacaran algún tipo de cargo, o algo así. No, ellos lo agarraron y se lo llevaron a toda [velocidad] a un avión y lo llevaron a El Salvador y ahí fue donde fueron y quedaron automáticamente secuestrados, porque ellos no pasaron bajo un procedimiento, tampoco firmaron un papel [diciendo a] dónde se iban. Ellos tenían la esperanza de que si lo montaban en un avión iban a regresar a Venezuela, donde se iban a encontrar con su familia. Y resulta que mira dónde fueron a parar, donde ahorita le violaron sus derechos como humano. O sea, nos rompieron el sueño que traíamos, y todo se quedó atrás.
AMY GOODMAN: Willmer, sé lo increíblemente duro que es esto para usted. Háblenos de su decisión de denunciar esto en público
WILMER GUTIÉRREZ: Bueno, yo estoy haciendo esto para que se haga sentir en el mundo entero la violación que les hicieron a todos los venezolanos, incluyendo a mi hijo, porque de verdad que es algo antihumano que agarren a las personas y las traten como les dé la gana, les violen sus derechos, y si ellos no nos quieren aquí, el deber es que los deporten a su país natal, no mandarlos a una prisión donde ellos no son terroristas, no son ningún tipo de banda, no pertenecen a nada de eso de pandilla, ni mucho menos. Entonces, le están violando sus derechos, le están estropeando la mente. Imagínese, mi hijo es un niño todavía, porque usted lo puede ver así, pero él es un niño y en su mentalidad tampoco ha madurado. Y ahorita le están estropeando su mente. Imagínese lo que él está sintiendo en ese momento allá, todos los días amanece y sabiendo que todavía no lo han sacado de ese lugar donde lo tienen secuestrado, donde están jugando ahorita con los derechos humanos, donde están haciendo un juego como si ellos fueran una mercancía. Entonces, yo decido hablar porque de verdad que yo quiero que esto se escuche y que llegue hasta los oídos del mismo presidente de El Salvador, donde le pedimos que respete a esos venezolanos, donde mi hijo no tiene nada que ver, donde ellos no han tenido ningún tipo de problema con ese país y el presidente de El Salvador no debería tenerlo allá por ningún motivo.
AMY GOODMAN: Wilmer, hable sobre el riesgo que corre al denunciar esto. ¿Tiene miedo de ser el siguiente, aunque se hayan llevado a su hijo por error?
WILMER GUTIÉRREZ: Bueno, el miedo es una cosa que nos inculcan, como quien dice, pero miedo no tengo porque si mira lo que le está pasando a mi hijo y si me llegara a pasar algo a través de esto, lo único que importa es que por lo menos hice sentir lo que esta pasando mi hijo y que ellos se den cuenta que están violando las leyes y todo lo que está pasando, están sobrepasando por encima de todo. Y si ellos hacen algo en contra de las personas que estamos hablando por nuestros familiares, ya se darán cuenta de que lo que hacen es un atropello contra los derechos humanos, porque no quieren respetar las leyes, están pasando sobre ellas. Les dijeron que no volara esos aviones, e igualito lo hicieron. Nos imaginamos que puede venir de aquí para adelante si no le ponen un parado a este gobierno, como tiene que ser, porque está violando todas las leyes y haciendo lo que le da la gana con el que quieran.
AMY GOODMAN: Wilmer, ¿qué quiere que la gente entienda en este momento?
WILMER GUTIÉRREZ: Bueno, a las personas en este país lo que deseo yo y me imagino que todos los familiares de las personas que se encuentran allá, en esa prisión, es que se haga justicia, primeramente que nada, y que nos regresen a nuestros familiares, porque de verdad que hay muchas personas inocentes que no han hecho nada, se lo llevaron solamente por presentarse una corte. Imagínense usted, siempre queriendo hacer las cosas bien, uno tiene una fecha en la corte, donde uno se presenta para estar bien y, como quien dice, alineado con la justicia, y lleva un proceso legal. Entonces ahorita si te presentas, te llevan preso, te deportan, si no te presenta te quedas como la orden de deportación, entonces ya uno tiene miedo y ya uno no sabe ni que hacer: “Será que voy y me presento, y si me presento tienes el miedo de que te van a deportar, vas a estar preso como que si hubieras cometido un delito.El único delito fue el estar aquí y que somos migrantes. Me imagino yo que es por eso nada más, porque de resto, por lo menos entre nosotros, pueden buscar cualquier tipo de prueba o algo así no van a encontrar nada de eso porque, por lo menos nosotros, desde que estamos aquí, yo no he salido nunca a una fiesta o he salido a beber por ahí, nada. Yo siempre me he dedicado a trabajar porque yo vine con un sueño y ese sueño como que dice siempre lo tuve en la mente para cumplirlo, no vine a perder el tiempo como lo hacen otros en algunos casos.
AMY GOODMAN: ¿Alguna vez ha estado separado de Merwil tanto tiempo como ahora, durante dos meses?
WILMER GUTIÉRREZ: Merwil y yo siempre hemos sido prácticamente como hermanos, siempre juntos. Ahorita fue que nos separaron.
AMY GOODMAN: ¿Tiene esperanza de que sea liberado, de que pueda verle de nuevo?
WILMER GUTIÉRREZ: Merwil y yo toda la vida hemos vivido juntos, él siempre ha andado conmigo y los únicos momento que no andábamos juntos es cuando él estaba en sus clases, en su liceo, en sus estudios. De resto, los días normales siempre andaba conmigo, trabajaba conmigo allá en Venezuela, siempre andábamos para arriba y para abajo. Y, por eso, como le estoy diciendo, nunca nos habíamos separado, ahorita en este momento fue que nos separaron y es algo demasiado fuerte.
AMY GOODMAN: Si pudiera hablar con su hijo Merwil ahora mismo, ¿qué le diría? Puede mirar directamente a la cámara.
WILMER GUTIÉRREZ: Bueno, mi mensaje para Merwil, si en algún momento me llega a escuchar, que sea fuerte, que Dios está con nosotros y que estamos haciendo todo lo posible para que él salga de allá pronto. Su familia en Venezuela esta haciendo todo lo que puede, al igual que yo aquí estoy haciendo sentir la voz para que se escuche y llegue a los oídos de todos y que se haga justicia, de verdad, de corazón, porque él no es como ellos dicen. No todos los venezolanos somos malos, no todos los venezolanos andamos haciendo lo que ellos dicen y lo que ellos hablan sobre los migrantes venezolanos. Y que tengan un poquito de respeto también sobre eso. Si quieren mandar a cada quien a su país, que lo hagan de verdad con un buen proceso, no que lo hagan como si fuéramos animales, y tampoco un animal se merece eso, pero que tampoco no nos traten como si fuéramos mercancía. Y de corazón le digo a Merwil que nosotros estamos haciendo todo lo posible y que pronto vamos a estar juntos.
AMY GOODMAN: Ojalá puedan estar juntos muy pronto, Willmer. Quiero darle las gracias por su valentía, por venir aquí hoy y contarnos su historia y la historia de Merwil. Wilmer Gutiérrez es el padre de Merwil Gutiérrez, un adolescente de 19 años que fue llevado por la fuerza por agentes federales y que ahora se encuentra en la tristemente célebre prisión conocida como CECOT, a las afueras de San Salvador, en El Salvador. Para ver nuestra entrevista en inglés con Ethar El-Katatney, jefa de redacción de Documented, el centro de investigación periodística sin fines de lucro que dio a conocer la historia de la detención de Gutiérrez haga clic aquí.
Soy Amy Goodman con Juan González, muchas gracias por acompañarnos.