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Franja de Gaza

«Mi niño se murió ante mis ojos»

Fuentes: The Electronic Intifada

Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández


Una niña palestina enferma de cáncer recibe t

Tratamiento en un hospital de Ciudad de Gaza el pasado mes de junio (Muhammad Asad/Apa images)

Wisam, un niño de seis años, tose fuertemente mientras su padre le observa junto a su cama. Wisam padece fibrosis cística pero los hospitales de Gaza carecen de los tratamientos enzimáticos que necesita para mantenerle con vida.

La incertidumbre sobre lo que va a pasar con Wisam le está creando a su padre, Bahjat Abu Rashid, una gran ansiedad. Hace dos años que murió el otro hijo varón de Bahjat, Muhammad. Bahjat dice que Muhammad tenía un problema de corazón y que no se permitió que pudiera salir de Gaza para ser operado.

«Si esta situación continúa, perderé a mi segundo hijo», dijo Bahjat. «Estamos pagando el precio de los conflictos políticos».

Wisam está siendo tratado en el hospital pediátrico Abdelaziz al-Rantisi, en Ciudad de Gaza. Los doctores le han dicho a Bahjat que su hijo puede morir en cualquier momento.

Como el tratamiento de fibrosis cística es caro, poder disponer del mismo para las necesidades médicas de la gente que tiene este desorden genético es difícil en cualquier circunstancia. Pero los problemas de los pacientes de Gaza se han agravado muchísimo recientemente.

La Autoridad Palestina, que tiene su sede en la Cisjordania ocupada, había estado dedicando a los hospitales de Gaza alrededor de 4 millones de dólares al mes hasta principios de año. Esa suma se redujo a 2,3 millones de dólares en abril y a sólo 500.000 al mes siguiente.

Las píldoras Kryon que necesitan las más de 300 personas en Gaza que padecen fibrosis cística, muchas de ellas niños, ya no están disponibles.

La AP ha introducido esos recortes al albur de las últimas fricciones entre Fatah, el partido que domina la Autoridad, y Hamas, que está a cargo de los asuntos internos de Gaza. Esos recortes están infligiendo un enorme sufrimiento a los palestinos de Gaza, que llevan más de una década bajo asedio israelí.

Ni siquiera los bebés han logrado salvarse. También se han agotado las existencias de leche terapéutica para alrededor de 240 bebés con deficiencias enzimáticas. La consecuencia va a ser que esos niños «sufrirán problemas de desarrollo toda su vida», afirma la organización Médicos por los Derechos Humanos-Israel.

«Vergonzoso»

Los recortes se superponen a la congelación de la financiación de la energía. En abril, la AP anunció que iba a dejar de pagar a Israel el suministro de electricidad a Gaza. Desde entonces, dicho suministro ha caído hasta mínimos históricos todo el tiempo. Desde hace muchos días, Gaza sólo está recibiendo tres horas diarias de electricidad, quizá menos.

Los hospitales han sido especialmente castigados por esa medida. Las operaciones que necesitan de un suministro continuado de energía durante varias horas han tenido que ser aplazadas. Además, las máquinas de diálisis renal no han podido funcionar.

Huda Abu Madlala, de 44 años, está entre las más de 300 personas que dependen de 45 máquinas de diálisis en al-Shifa, el hospital más grande de Gaza.

Abu Madlala tiene miedo de morir al tener que prescindir de la diálisis debido a los cortes de energía.

«Nos estamos muriendo porque no hay suficiente electricidad», dijo. «Esto es vergonzoso. Para los políticos, sólo somos números. No sé cómo mis hijos van a poder vivir sin mí en un lugar por el que nadie siente compasión, ni siquiera por los enfermos».

Ashraf al-Qidra, portavoz del Ministerio de Sanidad en Gaza, dijo que la AP en Cisjordania «se comporta con nosotros de forma maliciosa».

Cuando los pacientes de Gaza necesitan tratamiento fuera de la Franja, se da traslado de sus casos a la sede de la AP en la ciudad cisjordana de Ramala. Según al-Qidra, la AP ha dejado de autorizar cientos de esos casos a los largo de los últimos meses. Sin dar ninguna razón por tal conducta, añadió al-Qidra.

Veintidós pacientes han muerto hasta ahora en lo que va de año esperando el permiso para ser tratados fuera de Gaza, según los datos del Ministerio de Sanidad. Casi la mitad de ellos eran niños.

Sin embargo, es muy probable que la cifra sea más alta ya que el ministerio no tiene conocimiento de todos los casos.

Yara Ismail Bajit, de tres años, que padecía una cardiopatía, está entre los pacientes que han muerto porque no pudieron conseguir que la AP les sacara de Gaza.

Los pacientes que requieren un traslado fuera de Gaza tienen que lidiar con diferentes capas de la burocracia. Incluso cuando son transferidos a hospitales dentro de Israel, tienen que enviar primero su solicitud de permiso para viajar a la Autoridad Palestina.

Más del 90% de los pacientes de Gaza que remitieron sus expedientes a la AP el pasado mes de mayo, no han recibido aún respuesta, según Médicos por los Derechos Humanos-Israel.

«La vida en un cementerio»

Maysa Ashour está intentando que trasladen a su hija Liyan de Gaza a Jerusalén porque tiene cáncer de estómago. Tras varios meses de espera, Maysa ha agotado ya sus esperanzas.

«Parece que Liyan se morirá a menos que la operen», dijo Maysa. «Hemos apelado a todo el mundo, pero ha sido completamente inútil».

Faris Afana, que trabaja como paramédico, ha perdido a Anas, su hijo de nueve años. Anas murió a primeros de mes. Necesitaba una intervención quirúrgica para corregir una cardiopatía. Tampoco su familia pudo conseguir permiso para que le trataran fuera de Gaza.

«Anas se murió ante mis ojos», dijo Faris.

A pesar de haber pasado una década trabajando para el Ministerio de Sanidad en Gaza, Faris no pudo conseguir los permisos necesarios para el tratamiento de su hijo. «No pude salvarle», dijo.

«Estamos viviendo en un cementerio», dijo Inas al-Najar, la madre de Anas. «Mi hijo no fue el primero en morir. Y, desgraciadamente, no será el último.

Sarah Algherbawi es una escritora y traductora freelance de Gaza.

Fuente: https://electronicintifada.net/content/my-child-died-my-eyes/21236

Esta traducción puede reproducirse libremente a condición de respetar su integridad y mencionar a la autora, a la traductora y a Rebelión.org como fuente de la misma.