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Miente, miente, que al final algo quedará

Fuentes:

«Miente, miente, que al final algo quedará» Utilizo ésta frase, correspondiente a ese detestable personaje en la historia de la humanidad llamado Goebbels para comenzar el artículo, porque es la sensación que tengo cuando una empresa tan seria e importante, como lo es la multinacional energética Repsol-YPF, intenta tapar una mentira mediante el uso de […]

«Miente, miente, que al final algo quedará»

Utilizo ésta frase, correspondiente a ese detestable personaje en la historia de la humanidad llamado Goebbels para comenzar el artículo, porque es la sensación que tengo cuando una empresa tan seria e importante, como lo es la multinacional energética Repsol-YPF, intenta tapar una mentira mediante el uso de otra mentira.

A lo que asistimos estos días, fue a una de las tantas señales que día a día nos encontramos en cualquier parte del planeta. ¿De qué señales estoy hablando? Del abismo que depara a la civilización la insistencia de continuar anclada a la producción y consumo de combustibles fósiles (petróleo y gas).

La premisa del anuncio de Repsol-YPF, es la de cambiar su sistema de medición de reservas, a partir de ahora sólo contabilizarán las probadas, lo cual equivale a una reducción del 25% de sus reservas mundiales (el 41% de las disponibles en nuestro país). ¿Quién es el encargado de auditar a las grandes empresas energéticas? ¿Ellas mismas? ¿Cómo es que pueden trabajar con cifras estimativas?

La políticamente correcta «revisión negativa» de la empresa, no es más que una manera formal de afrontar sus mentiras pasadas. Tanto sus libros contables, como las supuestas auditorías realizadas, calculaban las estimaciones sobre reservas futuras (posibles y probables) dentro del total general de sus reservas probadas, las cuales estarían disponibles, supuestamente, hasta el año 2040… el anuncio del recorte en el 25% de las reservas cambiaría completamente el panorama a una disponibilidad tope en el año 2019. ¿Cómo puede una empresa energética trabajar con una premisa falsa, y luego recortar nada menos que el 50% de sus servicios en Bolivia y Argentina de la noche a la mañana? La culpa del motivo de esta medida, según la compañía, la tendrían sus víctimas: tanto el nuevo gobierno boliviano que aspira a crear una ley de hidrocarburos para poder controlar sus reservas de gas, junto con la no voluntad de reinversión en la Argentina, donde su plazo de concesión vence relativamente pronto (en el año 2017).

Señoras y señores, de lo que estamos siendo testigos aquí es de la acertada predicción, en cuanto al cenit mundial de producción de energía no renovable, hecha en 1956 por el geofísico norteamericano Hubbert… hecha realidad. Según la misma, arribamos al fin del «petróleo barato», y por ello, al comienzo de una nueva era de crisis político-financiera mundial por la apropiación de sus últimos recursos (cuyo puntapié inicial lo atestiguamos en la invasión en Irak, y las luchas en el Mar Caspio). La curva de producción ha alcanzado su pico máximo e irá decreciendo a gran ritmo en los próximos años. Esta verdad es ocultada por las compañías energéticas multinacionales que operan en el país, debido a que verían en peligro sus ganancias (Repsol-YPF ha sido calificada negativamente por los principales agentes indicadores internacionales, y sus acciones cayeron rotundamente en las bolsas de Madrid y Buenos Aires; esto podría significarle a la compañía una pérdida cercana a los 170 mil millones de dólares al año), y es vedada al mismo tiempo por el gobierno nacional, por ser cómplices del accionar antiecologicamente genocida del oligopolio energético.

Lo cierto es que: el cenit petrolero ha dado inicio en la Argentina hace unos años, que el país deberá pasar de ser productor de petróleo y gas, a ser un importador neto en los próximos años. ¿Esto qué significa? Que la creciente inflación que estamos soportando, debido al fuerte incremento del precio internacional del barril de crudo (actualmente en u$s 66,31 en New York), podría acelerarse aún más.

Nos encontramos en el medio de ésta situación, desde hace 200 años que somos educados en un sistema de relaciones basado en el uso y abuso de los combustibles fósiles, sin tomar conciencia del cambio climático que esto provoca, y sólo lo recordamos parcialmente cuando sentimos en nuestras pieles al huracán Katrina, o a las sequías en la zona Pampeana, o las inundaciones en Tucumán y Santa Fe, por dar un par de ejemplos… Mientras vemos sorprendidos cada día al precio del barril de crudo romper un nuevo récord en la bolsa neoyorquina (abultando los bolsillos de vaya a saber qué magnate de turno), somos llamados, caprichosamente, «ecologistas», «antinucleares», «globalifóbicos», y demás, cuando en realidad luchamos por la vida, a contrapartida de los que comercializan con la muerte.

Es hora que nos hagamos la pregunta sobre si estas señales (tanto las ecológicas, como las económicas) no son suficientes como para tomar conciencia sobre la necesidad de un plan nacional de desarrollo urgente de energías renovables; no sólo por ser limpias y durables, sino también por la sustentabilidad económica y social que posibilitarían al país. Porque si como habitantes de este planeta, no concebimos un plan alternativo, cuando se acaben los combustibles fósiles, todo va a acabar detrás de ellos…

…y no hay nada que vaya a poder hacer la solidaria fundación de Repsol-YPF por nosotros.