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Militantes de IU piden la palabra ante la próxima asamblea federal

Fuentes: tercerainformacion.es

Militantes de base de Izquierda Unida lanzan un manifiesto pidiendo la palabra para el próximo proceso asambleario. Llaman a la renovación, al debate sosegado para un proceso asambleario sin prisas, y a «una transformación radical en el funcionamiento de Izquierda Unida, en la que los tratos en los pasillos y las intrigas cortesanas sean sustituidas […]

Militantes de base de Izquierda Unida lanzan un manifiesto pidiendo la palabra para el próximo proceso asambleario. Llaman a la renovación, al debate sosegado para un proceso asambleario sin prisas, y a «una transformación radical en el funcionamiento de Izquierda Unida, en la que los tratos en los pasillos y las intrigas cortesanas sean sustituidas por democracia, participación y transparencia.»

Para ello han habilitado el siguiente blog, Pedimos la palabra: y ahora, las bases, donde han colgado el siguiente manifiesto y piden la firma de los militantes.

Pedimos la palabra: y ahora, las bases.

Los abajo firmantes, militantes de Izquierda Unida en sus diversas tendencias, creemos que la situación que atraviesa IU es el resultado de diferentes y variados factores, tras los cuales casi siempre hay un denominador común: los interminables conflictos enconados entre aparatos y las prácticas contrarias tanto al espíritu democrático de nuestra organización como a los propios estatutos que regulan su vida interna. Estas luchas, además, se complementan peligrosamente con la escasísima renovación de los órganos de dirección, que contribuye a la perpetuación de viejas y estériles disputas con mayor contenido personal que político.

Tras la debacle electoral sufrida y después de haber realizado una rápida autocrítica, parece que, una vez más, los representantes de esos aparatos desean aferrarse a las mismas posiciones y pretenden reproducir dicho enfrentamiento en una Asamblea ‘express’ a celebrar en un plazo de tres meses, que aporte varias caras nuevas pero supedite nuevamente el debate político al reparto de puestos, desviando la mirada de los problemas reales en una huida hacia delante con escaso recorrido.

Parece evidente que no se puede seguir en esta línea; nosotros pensamos que ha llegado la hora de una renovación real. El contenido de esa renovación está abierto y deberá tomar forma en el debate colectivo. Pero para empezar debe producirse una transformación radical en el funcionamiento de Izquierda Unida, en la que los tratos en los pasillos y las intrigas cortesanas sean sustituidas por democracia, participación y transparencia.

Si verdaderamente apostamos por la renovación real de Izquierda Unida y queremos llevar a cabo una democratización de su funcionamiento interno, no podemos aspirar a cerrar el proceso asambleario a la velocidad vertiginosa que implicaría celebrar una Asamblea dentro de tres meses. Por el contrario, necesitamos un debate largo y sosegado en el que sea posible discutir sin las presiones de las luchas personalistas, tanto de las estrategias políticas que consideremos más adecuadas para Izquierda Unida, como de los cambios organizativos que nos permitan implantar internamente la democracia participativa que defendemos para el resto de la sociedad.

Por todo ello, pedimos:

· Un proceso asambleario más pausado, que incluso podría realizarse por etapas diferenciadas para tratar con la suficiente calma asuntos diferenciados (como el proyecto político, la democracia interna y la renovación de la dirección) e impedir que los cambios necesarios se cierren en falso. Por otro lado, para favorecer el proceso renovador debe tenerse cierta sensibilidad para evitar que coincida con los períodos típicos de exámenes de los estudiantes, como es el final de curso lectivo, facilitando así la incorporación de los jóvenes a la renovación de Izquierda Unida.

· Se deben actualizar, coordinadamente con las federaciones, los censos de afiliados y afiliadas, adecuándolos a nuestra normativa y ajustándolos a la realidad. Para ello sería importante buscar acuerdos unánimes en comisiones plurales, cuya composición (al menos en parte) podría decidirse mediante sorteo ante notario entre la militancia, lo que favorecería la neutralidad y la legitimidad de sus resoluciones.

· Se debe garantizar la pluralidad, la publicidad y la transparencia del debate. Esa combinación de información plural, discusión pública y decisiones transparentes es tan necesaria como primer punto para profundizar y extender la participación de las bases en todas las decisiones de IU, que en el futuro debería ser garantizada estatutariamente, haciendo uso de las herramientas de comunicación disponibles.

· Debe producirse una renovación general: de las palabras a los hechos. Los compañeros que han personificado el conflicto en los últimos años deben dejar paso a gente que esté dispuesta a llegar a síntesis y acuerdos. Sólo de esta forma puede crearse el buen clima que posibilite un debate real y, sobre todo, una democracia participativa transparente sin los vicios adquiridos en el pasado.

· Izquierda Unida tiene una asignatura pendiente con los movimientos sociales, cuya invocación retórica en nuestro discurso no siempre se corresponde con una práctica real de colaboración. El proceso que ahora se abre es una buena oportunidad para comenzar a rehacer puentes con activistas, redes y organizaciones sociales. Por eso, debería abrirse alguna fase de la Asamblea a su participación, así como a la de formaciones políticas cercanas que deseen participar y a los nuevos afiliados que se están incorporando para ayudar en esta situación, siempre de un modo garantista y transparente, con la vista puesta en una refundación de IU abierta a las gentes de la izquierda.

· El debate político dentro de Izquierda Unida debería incluir también su forma de organización territorial y la relación con las diferentes federaciones, de modo que tras el proceso asambleario quede clara la estructura federal de IU y esa estructura sea el resultado del debate público y la decisión democrática. Por ello, sería lógico que las federaciones que participen en la Asamblea acepten el carácter vinculante de las decisiones que se adopten en ella.

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