Un huracán de intensa turbulencia se anuncia en la comunidad de espionaje de Estados Unidos. El nombramiento de Porter Goss, para dirigir la CIA, realizado por el Presidente Bush hace pocas semanas, fue mal acogido en esa agencia. Seis altos jefes han renunciado por inconformidad y muchos otros funcionarios de la cúspide se están acogiendo […]
Un huracán de intensa turbulencia se anuncia en la comunidad de espionaje de Estados Unidos. El nombramiento de Porter Goss, para dirigir la CIA, realizado por el Presidente Bush hace pocas semanas, fue mal acogido en esa agencia. Seis altos jefes han renunciado por inconformidad y muchos otros funcionarios de la cúspide se están acogiendo al retiro.
La semana pasada la Cámara de Representantes aprobó por 336 votos a favor y 75 en contra el proyecto de ley que aprueba la reestructuración de los servicios de espionaje de Estados Unidos. La nueva ordenanza crea el cargo de Director de Inteligencia Nacional, que dependería directamente del Presidente y coordinaría las otras catorce dependencias dedicadas a la indagación, el sabotaje y el terrorismo de Estado. El presupuesto total de estas oficinas es de 40 mil millones de dólares anuales y en conjunto disponen de 200 mil agentes.
Se espera que el Senado apruebe la ley, sin mayores dificultades, en el curso de esta semana. Esta nueva disposición pone en práctica la mayoría de las recomendaciones efectuadas por la comisión que evaluó el atentado del 11 de septiembre. Fue esa vulneración de la seguridad nacional, atentado del cual ninguna agencia advirtió a tiempo, el causante de esta enmienda monumental a un fallo colosal. Fue la propia CIA la que creó y financió a Osama Bin Laden para su lucha contra los soviéticos en Afganistán.
Algunos analistas encuentran que hay zonas confusas, expuestas a interpretación, dentro del nuevo código de ordenamiento. Se establece la intercomunicación de las pesquisas que hasta ahora estaban compartimentadas entre los diversos departamentos. El presupuesto para estas actividades quedará distribuido más homogéneamente pues hasta ahora el Pentágono controlaba el 80% de los recursos materiales. No obstante son los militares quienes seguirán controlando la información proporcionada por los satélites y los aviones de reconocimiento fotográfico. Con esta nueva legislación la CIA sufre un golpe que reduce su autoridad. Es el precio que ha debido pagar por no haber evitado el atentado contra las Torres Gemelas.
La Unión por las Libertades Civiles ha llamado la atención sobre una nueva reducción de la autonomía del individuo con la multiplicación de los servicios de escucha telefónica y la ampliación de las indagaciones personales. Muchos estiman esta nueva estructuración como un castigo merecido a la CIA por su fallo del 11-S. La CIA, por su parte ha aumentado su capacidad de reclutamiento pues espera renovar en breve lapso el 50% de su personal.
La Agencia Central de Inteligencia nació tras la Segunda Guerra Mundial mediante la transformación de la Oficina de Estudios Estratégicos creada por Roosevelt en 1942 para satisfacer las necesidades de información durante el conflicto bélico. En 1946 Truman creó un grupo de inteligencia que se convirtió en la CIA en 1947.
Allen Dulles, uno de los fundadores de la OSS, fue el animador principal de la expedición de Bahía de Cochinos que terminó en un desastre militar cuando una fuerza mercenaria integrada por exiliados cubanos trató de destruir el proceso revolucionario que comenzaba. Kennedy destituyó a Dulles y fue éste quien, probablemente, conspirando con la mafia norteamericana, mercenarios cubanos y agentes de la propia CIA, quienes asesinaron al Presidente.
Entre otros errores importantes se señalan los cometidos en la información, evaluación y recomendaciones erróneas realizadas durante la guerra en Vietnam. Su manejo ineficaz de las guerrillas colombianas, no haber prevenido el atentado contra los cuarteles de los marines en el Líbano. También se acusa a la CIA de haber estado involucrada en tráfico de drogas, lavado de dinero e intentos de asesinato a jefes de estado, como los múltiples atentados fallidos contra Fidel Castro.
Muchos ciudadanos responsables e instituciones avanzadas han pedido la disolución de la CIA por ser un órgano gubernamental que no está sometido al escrutinio de los cuerpos legislativos y las instituciones cívicas, y se desconoce el uso que realiza de los fondos públicos que le están destinados. Es probable que de esta crisis, debida a su ineficacia, los servicios de espionaje surjan con mayor volumen operativo.
En realidad la CIA no es solamente una agencia de espionaje del gobierno de Estados Unidos, es una de las maquinarias de narcotráfico, subversión y terrorismo de Estado más potentes que haya conocido la historia humana. Es una organización podrida por la corrupción, envilecida por el crimen y depravada por su falta de principios éticos.
Una de las epidemias sociales más graves de los tiempos modernos es la adicción al consumo de estupefacientes. La CIA ha sido determinante en la expansión del vicio y se ha convertido en una red de distribución de drogas más extensa que la propia mafia. La razón es que la CIA ha utilizado los fondos así recaudados para financiar la contrarrevolución, golpes de Estado y asesinatos en todo el planeta.
La contra nicaragüense, que logró desangrar el proceso sandinista, estuvo financiada por el expendio de cocaína organizado por la CIA a través de los conocidos narcotraficantes Danilo Blandon y Norvin Meneses. Ello fue denunciado en una investigación del diario San José Mercury News. Los narcos tenían su contacto en Estados Unidos a través de Ricky Donell, quien fue el introductor del crack en los guetos negros.
La cocaína siempre ha sido una droga de ricos por su precio promedio de dos mil quinientos dólares la onza. Pero el nuevo método de producción logró convertir cada kilo de cocaína en tres kilos de crack, cocinando la cocaína mezclada con procaína y convirtiendo el polvo en rocas que pueden ser fumadas en una pipa de cristal. El crack comenzó a difundirse en los barrios humildes, especialmente entre las comunidades negras. Ya en 1985 el New York Times informaba sobre la aparición del nuevo alcaloide en el mercado que fue conocido como «la droga de los pobres»
Ricky Donell compró armas y equipamiento para la llamada Fuerza Democrática Nicaragüense, ejército organizado por la CIA y ya en funciones en agosto de 1981. El jefe del FDN, Enrique Bermúdez, había sido el enlace ente Somoza y el Pentágono. Detrás de todo ello estaban las ganancias proporcionadas por el crack y el apoyo de la CIA. Por esa época Danilo Blandon estaba introduciendo una tonelada de cocaína en Estados Unidos con un valor de 54 millones de dólares. La documentación probatoria de estas aseveraciones se encuentra en poder del Tribunal Supremo de Estados Unidos. Este abrumador archivo puede ser hallado en el libro «Las cloacas del imperio», del periodista español Santiago Camacho, publicado por la editorial argentina Ateneo en 2004.
Tan grave como lo anterior es que la CIA utilizó la expansión del consumo de narcóticos dentro de los barrios negros como una manera de implementar una limpieza étnica. Mataban dos pájaros de un tiro: de una parte financiaban las guerrillas contrarrevolucionarias y de la otra embrutecían y anulaban a las minorías negras norteamericanas sumiéndolas en la narco adicción. Así han logrado que de los dos millones de presos en Estados Unidos más de la mitad de los reclusos sean negros y un sesenta por ciento de las mujeres presas sean negras.
Según Camacho, las grandes epidemias de drogadicción han coincidido con las guerras secretas que la CIA ha desarrollado en el Tercer Mundo. En los años sesenta y setenta el consumo de heroína se elevó superlativamente en el momento en que se desarrollaba la guerra en Vietnam, La CIA utilizaba a sus agentes asiáticos con el respaldo del Nugan Hand Bank, de Australia, que lavaba el dinero de esas operaciones.
En Laos y Tailandia la droga se transportaba en los aviones de Air America, una compañía fachada de la CIA, y el dinero recaudado servía para combatir a los movimientos de liberación nacional en aquellos países. Los ingresos de la heroína producida en Afganistán y Pakistán sirvieron para armar y organizar a los mujaidines que combatieron la ocupación soviética. Los barones de la droga afganos fueron los principales aliados de Bin Laden y Al Quaida, instrumentos de la CIA cuando iniciaron sus actividades.
En Kosovo las guerrillas albanesas kosovares, considerados como «combatientes por la libertad», los mismos que asesinaron mujeres y niños en una brutal limpieza étnica en los Balcanes, eran brazos activos de la CIA. Esos grupos armados traficaban con drogas y utilizaban sus ganancias para la subversión.
Esa organización abominable y bochornosa que ha ofendido al género humano con sus depredaciones y crímenes, con sus atentados y golpes de estado, la CIA, es la misma que ahora está siendo sometida a una reorganización para hacerla aún más agresiva, provocadora y violenta.