A dos meses de las elecciones, todas las encuestas dan la victoria al candidato demócrata Joe Biden. Pero, no se fíen: si por un lado puede haber voto oculto o incluso no «diagnosticado», por otro Donald Trump, el candidato a presidente más impopular de la historia reciente de EE.UU. después de Gerard Ford, hará todo lo posible para permanecer en la Casa Blanca, sino quiere entrar y salir en los tribunales en los próximos años.
A este multimillonario manipulador, mentiroso y sin principios éticos convertido en un insólito presidente para 328 millones de seres humanos, sólo le puede derrotar un virus tan despiadado como él. Por lo que sí o sí, Donald Trump (DT) necesitará una «sorpresa de octubre» para ganar, un acontecimiento, verdadero o fabricado, que en la víspera de las elecciones diese vuelco a la tendencia y le dejase permanecer en el mando de la superpotencia para entregarnos el segundo capítulo de su mediocre Reality Show. En 2004, días antes de las elecciones, el canal de Al Jazeera, que con habilidad se presentaba como «anti-Bush» y progresista, emitió un video de Bin Laden (¡conseguido con la ayuda de los fantasmas!) en el que el terrorista asumía oportunamente la responsabilidad de los atentados del 11S. El hombre del saco de Bush le ayudó a subir varios puntos de ventaja en las encuestas de cara a las presidenciales de noviembre.
Hoy, entre los datos que le colocan a DT fuera de la Casa Blanca se encuentran:
1) Ser el presidente de EE.UU. que envió a la muerte a 160.000 compatriotas por su nefasta gestión de la propagación del coronavirus Covid-19; cifra que puede aumentarse con la llegada de otoño cuando este virus se junte con la de gripe, y cuando se abran los centros educativos y millones de estudiantes se contagien del bicho.
2) La crisis económica agravada por el coronavirus, que ya ha dejado a unos 45 millones de estadounidenses sin trabajo. Situación que puede ir a peor ahora que se ha expirado la moratoria federal de los desahucios aprobada en marzo para paliar el impacto de Covid19 sobre 12 millones de inquilinos, que si son desalojados e infectados contagiarán en la calle a otros tantos. A pesar de que Wall Street está contento con Trump y anuncia un posible repunte en el mercado de valores para octubre (¿verdadero o como propaganda política?), sería «una buena noticia» demasiado tarde para el desesperado presidente, y demasiado pronto para que su efecto, en caso de que sea real, sea notado por una sociedad traumatizada.
3) La destrucción de su imagen, mediante testimonio de personas llegadas, como los libros publicados por John Bolton o Mery Trump la sobrina del propio DT, por ejemplo, quien le llama «el hombre más peligroso del mundo»: vendió cerca de un millón de ejemplares el primer día.
Los apoyos que aseguran su reelección
1. La industria armamentística. DT ha reforzado el astronómico presupuesto militar del país de 600 a 720.000 millones de dólares, y sigue intentando sacar más dinero de los socios europeos de la OTAN. En diciembre pasado el Congreso aprobó un presupuesto INICIAL de 40.000 millones de dólares la «guerra de las galaxias» de DT que convertirá el propio espacio en un arma contra otras naciones. En la cabeza de DT, estos dólares militares se convierten en una póliza para asegurar su reelección. El escándalo Ucraniagate, en el que DT habia presionado a su homólogo ucraniano investigar a su rival electoral Joe Biden (JB) y a su hijo Hunter sino congelaría la ayuda militar de 250 millones de dólares aprobada por el Congreso de EEUU a Ucrania, es una manifestación de la mentalidad feudal del magnate. Aunque ha presentado la venta de armas como una magnífica forma de crear empleo, sólo el 0.03% de la fuerza laboral estadounidense trabaja en el sector. Según el propio Pentágono menos del 3% de la economía está ligada a la producción de armas, mientras el Proyecto de Costes de la Guerra elaborado por la Universidad de Brown revela que sacando 125.000 millones por año del Pentágono e invertirlos en la industria ecológica crearía unos 250.000 empleos al año. Y un dato mientras el complejo industrial-militar sigue recibiendo miles de millones de dólares de la Administración Trump, poco importa que los altos mandos militares se hayan opuesto al presidente por negarse a lanzar guerra. Ahora bien, si la paz en la era Trump ha sido muy positiva para la industria armamentística de EEUU, el negocio de la guerra (con Irán, por ejemplo) sería fabulosa.
2. La industria petrolífera. Hasta hoy, unos 10 multimillonarios del sector han donado cerca de un millón de dólares a la campaña electoral del 2020 del DT. Biden ha recibido el dinero de solo uno, George Kaiser, aunque en el cumplimiento de su promesa de no aceptar dinero de las petroleras, se lo ha devuelto. El candidato demócrata ha prometido promover la energía renovable, poner fin a la extracción de petróleo en tierras públicas y volver a los acuerdos climáticos de París. En julio, DT, que se presenta como el salvador del sector petrolífero de EEUU, anunció una bajada de impuestos para los productores, permisos para la construcción de gaseoductos y ferrocarriles a lo largo de la frontera con México e incluso la exportación de crudo de Texas a éste país, mientras advertía que la «izquierda radical» de JB pretende desmantelar la extracción por la fracturación hidráulica (fracking), destruyendo miles de puestos de trabajo: obviamente miente, y no solo por llamar «izquierda» a un millonario neoliberal sino en que JB ni pretende cerrar la industria del fracking, sino que no permitiría nuevos arrendamientos en terrenos federales. Sólo en Texas, al menos 46.000 trabajadores del sector han perdido sus trabajos, cerca de la mitad de las plataformas han cerrado, y DT no podrá reducir esta cifra, de ninguna manera (ni con su inaudita política petrolera); por si fuera poco, la crisis en esta industria ha generado un déficit de 4.6 mil millones de dólares en el presupuesto del estado.
Claro que la manipulación de unas elecciones antes, durante y después de la votación popular incluye el trabajo sucio de los servicios de inteligencia, la compraventa de votos, la manipulación informativo, y en el caso de DT no aceptar los resultados y a pesar de perder presentarse como el ganador: su homólogo iraní, Mahmud Ahmadineyad hizo lo mismo en las elecciones del 2009, apoderándose de unos 6 millones de votos ajenos haciendo que decenas de millones de iraníes ocupasen las calles con el grito de ¿Ray-e man kojast? «¿Dónde está mi voto?». La intervención de los militares aplastó aquel movimiento por los derechos civiles, dejando decenas de miles de detenidos y cientos de muertos a su paso. Hasta Obama le felicitó su reelección. ¿Que eso pasa en una teocracia totalitaria de Tercer Mundo y no en una «democracia» como la estadounidense? Veremos.
¿Con qué Trump puede sorprendernos?
El hecho de que el electorado puede empezar a votar por correo a partir del 24 de septiembre permitirá a los «topos» del presidente en los servicios secretos conocer la intención del 75% de los votantes. «Trump no intenta, de vez en cuando, engañar a todos. Tiene una estrategia muy clara de engañar a un sector de la población todo el tiempo«. En caso de haber perdido, podrá:
– Anunciar el descubrimiento de una vacuna (¡preelectoral!) contra el COVID-19. Con la Operación Velocidad de la Luz (Operation Warp Speed), ha destinado unos 1.600 millones de dólares a la farmacéutica Novavax, para que haga un imposible milagro. «Pero… lo hago, no por las elecciones. Lo quiero rápido porque quiero salvar muchas vidas», dijo DT, cuando le traicionó su subconsciente a este hombre impasible ante la muerte (y a no de miles de yemenís, libios, afganos o palestinos sino) de sus propios compatriotas. Seguir hablando de la vacuna le permite a Trump «comprar el futuro», mantener la esperanza entre sus votantes desesperados y desinformados, que siguen teniendo fe en él y en su receta de «inyectarse lejía»: él mismo es un fiel reflejo de esta sorprendente ignorancia estadounidense, blanqueada por personas como el doctor Anthony S. Fauci, director del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas de EEUU que en un gesto de complicidad con un presidente que es igual de peligroso para la salud pública que el famoso virus, afirma «nos sentimos cautelosamente optimistas de que tendremos una vacuna para fines de este año», creando falsas expectativas. Estos señores son capaces de manipular el proceso de la creación de la vacuna para conseguir sus objetivos políticos. Hizo algo parecido Henry Kissinger en 1972 con la famosa frase de «La paz [con Vietnam] está cerca», que anunció a dos semanas de las elecciones ante un electorado que exigía acabar con aquella carnicería: la paz se firmó dos años después. Pasan casi 40 años del descubrimiento del VIH, y aun no hay una vacuna contra él. El equipo de Trump además proyecta la impresión de que una vez fabricada la vacuna contra la Covid19 la pandemia desaparecerá.
– Provocar disturbios, aprovechando el aumento del actual conflicto social en el país. Trump, que acusa a los manifestantes de ser de extrema izquierda, así aterrorizará a los blancos y acomodados y movilizará a sus partidarios e indecisos para que voten al presidente de la «ley y orden».
– Restringir las oportunidades de votar: cerrando algunos colegios electorales en barrios o estados demócratas, a causa de los «desordenes» callejeros, o a través de sus medios de comunicación haciendo que los porpios votantes, por el temor a contagio, se queden en casa.
– La renuncia de DT a pocas semanas de las elecciones (bajo las presiones de su partido), que convertiría en presidente al vicepresidente Mike Pence de forma automática. Con esta maniobra, y siendo Pence una figura nada polarizaste, el partido atraería el voto de las familias influyentes que han anunciado su rechazo a Trump (George Bush, Colin Powell, Mitt Romney, etc.), el de los evangélicos molestos por las actitudes inmorales del presidente, y resolvería la preocupación social por la edad de los candidatos septuagenarios con este «joven» de 61 años. En cambio, otorgaría a DT la inmunidad en sus procesos judiciales. Hizo lo mismo Richard Nixon: renunció de su cargo en agosto de 1974 por el escándalo Watergate, cediendo su cargo al vicepresidente Gerard Ford, quien una vez convertido en jefe de estado le indultó, impidiendo que el Congreso siguiera adelante con la acusación de obstrucciona a justicia a Nixon. En 2015, cuando DT se presentó para las elecciones, ni en sus mejores sueños se imaginaba ganar: sólo pretendía conseguir una publicidad gratuita para sus hoteles y sus clubes. Ahora sabe que dejando de ser presidente podrá ganar más (haciendo de bufón en la tele) y trabajando aún menos.
– Que los votantes izquierdistas del Partido demócrata no acudan a las urnas, al considerar a JB un hombre de establishment, un «neoliberal mediocre, militarista». Aunque para evitarlo, JB y Bernie Sanders formaron un comité conjunto que incorporó algunas propuestas progresistas en la agenda de Biden, y nombró a una mujer y de piel oscura Kamala Harris como su vicepresidenta. Pero, JB no aboga por una sanidad pública para todos ni apoyará la desfinanciación de la policía. Nina Turner, copresidenta de la campaña de Sanders muestra esta desgana: es como ofrecer un plato de mierda a alguien y darle la opción de comerse solo la mitad «sigue siendo comer mierda».
– Sabotaje en los Servicios Postales, o entorpecer el acceso del electorado al voto por correo, que con la pandemia es el método favorito de los electores. Los intentos de DT en desacreditar este servicio se debe a que en un país donde casi todo está privatizado, que el Servicio Postal siga siendo publico además eficiente, molesta al Partido Republicano.
– Un atentado «musulmán» o incluso chino, de falsa bandera. Imagínense un adolescente chino, harto de chinofobia y ataques racistas coge un fusil y va a una guardería a matar a bebés estadounidenses. DT que, ya en sus discursos ha cambiado la palabra «China» por «El Partido Comunista Chino» oculta a los ciudadanos que quienes les arrebatan los puestos de trabajo son las propias empresas estadounidenses que subcontratan a las empresas chinas y de otros países para ganar más y pagar menos impuestos.
– Descubrir un complot contra el presidente, un «autoatentado» para declarar estado de sitio, detener a miles de votantes demócratas y retrasar las elecciones.
– Un ataque militar limitado contra Irán. A sabiendas que el electorado estadounidense nunca votó un cambio del presidente en tiempos de guerra, DT puede ver una acción militar contra Irán que tuviera como consecuencia una brutal represalia de los iraníes -por ejemplo matando a muchos soldados estadounidenses o israelíes en la región-, beneficioso para su reelección. Por el momento, Teherán mantiene su «paciencia estratégica» y no ha respondido a numerosas acciones encubierto de EEUU-Israel en los meses pasados en el propio suelo iraní. Es posible que haya llegado a un acuerdo secreto con JB, que le ha prometido regresar al acuerdo nuclear y levantar las sanciones. Además, a la República islámica le interesa la permanencia de las tropas de EEUU en Iraq y en Afganistán (que Trump pretende retirar) por el temor a que el vacío que dejen se llenase con el «yihadismo sunnita» (lo cual muestra que la noticia aun no les ha llegado a Teherán).
Para Israel, el triunfo de JB es una pesadilla, y es capaz de cometer un gran atentado de falsa bandera, aunque lo reclamaría en 2070. En tal supuesto, ni los seguidores de Biden se atreverían a oponerse al castigo en honor a los muertos. De hecho, reemplazar al enviado de EEUU para Irán Brian Hook por Elliott Abrams, un implicado en las guerras sucias de EEUU, en la masacre de miles de campesinos pobres en América Latina, y un viejo conspirador (fue el artífice de la trama Iran-Contra, y la derrota electoral de Carter en 1980), muestra las presiones los halcones de la seguridad nacional y del lobby proisraelí, cuyos millones de dólares hacen falta para la campaña electoral de DT.
Una de las «sorpresas de octubre» más determinante tuvo justamente a Irán de protagonista: Lo que la película Argo no cuenta es que, en1980, el candidato republicano Ronald Reagan alcanzó un acuerdo en secreto con ayatolá Jomeini -en los hoteles de Washington, Paris y Madrid-, para que no liberase a los 52 rehenes de la embajada de EEUU y así derrotar a un Carter «incompetente»; a cambio le daría a los ayatolás dinero y armas para que continuasen, con tranquilidad, siete años más la guerra con Iraq, que dejó un millón de muertes y destruidos a ambos países a beneficio de Israel. Fue el ministro de Defensa israelí Ariel Sharon quien entregó a Jomeini los repuestos para los F-104, y misiles HAWK. Confiesa el almirante republicano retirado Robert Garrick, que habían creado una red en las bases militares de EEUU en Europa y Asia para poder detectar los intentos de Carter en lanzar una operación de rescate de los rehenes, y sabotearla ¡muy patriota, desde luego! Unos minutos después de que Reagan prestase juramento, los rehenes subieron al avión en Teherán rumbo EEUU. Tel Avive podría incluso haber chantajeado al propio Reagan ( y quizás también a G. W. Bush, su vicepresidente, cuando llegó a ser presidente) por el aquel acuerdo secreto: Consiguió el silencio de aquel presidente durante la ocupación de los Altos del Golán, la invasión al Líbano y la masacre de Sabra-Chatila y su Plan B.
El nuevo Madman de EEUU puede tener más ases en la manga.
Aunque una verdadera sorpresa -eso sí, de noviembre-, sería que ninguno de los candidatos se hiciera con el sillón presidencial. En el improbable caso de un empate en el Colegio Electoral o en el Senado, la línea sucesoria caería en la presidenta del Congreso, la demócrata Nancy Pelosi, convirtiéndola en la presidenta interina de EEUU: ha prometido fumigar la Casa Blanca, pero no lo hará.
Fuente: http://www.nazanin.es/?p=16421