Victoria de Obama. Así ha sido calificada la aprobación por el Senado de EEUU del proyecto de reforma sanitaria promovida por Barack Obama. Y no sería justo negarlo en tanto el presidente estadounidense ha logrado sacar adelante su principal reto en política interior, a falta de la versión definitiva que deberán consensuar el Senado y […]
Victoria de Obama. Así ha sido calificada la aprobación por el Senado de EEUU del proyecto de reforma sanitaria promovida por Barack Obama. Y no sería justo negarlo en tanto el presidente estadounidense ha logrado sacar adelante su principal reto en política interior, a falta de la versión definitiva que deberán consensuar el Senado y la Cámara de Representantes. Y el reto era de tal magnitud que hasta ahora todos los intentos en ese sentido habían terminado en fracaso inapelable. No sería justo negar esa victoria incluso teniendo en cuenta que el proyecto de ley aprobado rebaja sustancialmente la propuesta inicial de Obama, pues el hecho de que nada menos que 30 millones de estadounidenses que carecían de cobertura médica la tengan o la prohibición a las aseguradoras de denegar la asistencia a personas con enfermedades suponen un avance social y humano muy a tener en cuenta.
Con todo, la reforma sanitaria, aún pendiente de aprobación definitiva, debería servir para reflexionar sobre varios aspectos éticos y políticos. En primer lugar, resulta incomprensible que la primera potencia económica mundial no garantice -y no por falta de capacidad- cobertura sanitaria a toda su población, sujeta a ese derecho no ya por tratarse de ciudadanos estadounidenses, sino por tratarse de seres humanos. Segundo -y explicativo del primero-, que cualquier avance social e incluso en materia de derechos elementales tenga que pasar el filtro de los grandes intereses privados, y que eso ocurra en la considerada como la democracia más avanzada del mundo, cuestiona la naturaleza democrática de ese país. Hasta la democracia más avanzada puede tener fallos, pero fallos tan evidentes como el indisimulado, desmesurado y por enésima vez demostrado poder de los lobbies que han obligado a rebajar el principal proyecto y promesa electoral del presidente de EEUU ponen en cuestión esa consideración de «la más perfecta democracia». ¿Tendrá algo que ver el hecho de que esos lobbies son los mismos que financian las campañas presidenciales?
Fuente: http://www.gara.net/paperezkoa/20091226/174070/es/No-era-eso-pero-es-una-victoria