Recomiendo:
0

Entrevista al historiador George Corm sobre la agresión israelí a Líbano

«No es a Israel, sino a Líbano a quien hay que defender»

Fuentes: LHumanité

Traducida para Rebelión y Tlaxcala por Caty R.

Para el historiador Georges Corm, la guerra está vinculada al afán de hegemonía de Israel y Estados Unidos en la región. Economista, ex Ministro de Hacienda libanés, historiador y autor de numerosas obras (1), Georges Corm analiza para l’Humanité la nueva guerra de Líbano.

Después de tres semanas de bombardeos israelíes sobre Líbano, que ya han causado más de 1.000 víctimas civiles, Estados Unidos y Francia acaban de proponer una resolución a la ONU para «el cese de las hostilidades». ¿Qué opina usted?

Georges Corm. Pienso que es el horror total. Acaba de nacer una invención semántica aberrante para permitir que Israel siga con su campaña sin que parezca que se está fomentando. Estoy indignado y furioso. Sabía que Francia se adhería más de la cuenta a la política estadounidense, pero no pensaba que la diplomacia francesa caería tan bajo. ¿Cómo puede aceptar, el país que pretende acudir en ayuda «de su amado Líbano», el corte de las últimas carreteras que aún nos conectaban con el mundo exterior? Sólo desde el punto de vista humanitario, es el horror. En cuanto al plan geopolítico me confirma, como pienso desde hace algún tiempo, que las diferencias entre Francia y Estados Unidos sólo son tácticas, que las declaraciones de Francia no son más que falsas apariencias.

¿Cómo analiza esta crisis? Según muchos medios de comunicación franceses, se trata de una «guerra entre Israel y Hezbolá»…

Georges Corm. Eso es desinformación. Hay que considerar tres aspectos en esta guerra. Primero, el de la «seguridad israelí», en cuyo nombre Líbano sufre desde 1968 toda una serie de ocupaciones, bombardeos y violaciones casi diarias de sus espacios aéreo y marítimo. Hasta 1982 se debía a la presencia de la OLP en Líbano y llegó hasta la invasión, en 1982, de la capital, Beirut, y la tentativa de «satelización» de Líbano por Israel, que falló. Hezbolá no existía entonces. Precisamente nació de aquella ocupación.

El segundo es el afán de dominio de Israel y Estados unidos sobre todo Oriente Próximo. No es nuevo, pero se reafirma con más agresividad, si cabe, desde el 11 de septiembre de 2001: la guerra contra Afganistán, luego contra Iraq, hoy contra Líbano. Para Estados Unidos e Israel se trata de construir un «nuevo Oriente Próximo» libre de la influencia de lo que llaman «el eje del mal de Siria e Irán», dos Estados que son culpables de apoyar la resistencia palestina y la de Hezbolá.

El tercer aspecto es el de la guerra global contra el terrorismo islámico, considerado como una «internacional fascista islamista». Esa guerra se convirtió en la doctrina oficial de la administración Bush desde 2001 y luego en la de Occidente y mete en el mismo saco movimientos al estilo de Bin Laden y movimientos de resistencia como Hamás o Hezbolá.

Ustedes que son laicos de origen cristiano, ¿qué piensan de Hezbolá? Lógicamente, no deberían llevarlo en su corazón…

Georges Corm. Es un movimiento que ha experimentado un cambio totalmente positivo. Nació bajo influencia iraní, en las condiciones trágicas de la invasión israelí de junio de 1982. Primero estaban los pasdaran (Guardianes de la revolución iraní), que organizaron campos de entrenamiento en el [valle del] Bekaa. De 1982 a 1988, en el contexto de la guerra Irán-Iraq, Hezbolá tomó como rehenes a ciudadanos occidentales. Pero al mismo tiempo, desarrollaba la resistencia a la ocupación israelí que, en el sur de Líbano, duró hasta el año 2000. A partir del final de la guerra Irán-Iraq, Hezbolá evolucionó. Hay que señalar que Hezbolá nunca ha sido una milicia como las que definen «Los Acuerdos de Taef»(2); éstos se referían a las milicias confesionales que habían participado en la guerra civil, lo que no era el caso de Hezbolá, por lo que el Gobierno libanés nunca ha pensado en desarmarlo. Sobre todo teniendo en cuenta que en los años 90 comenzó a transformarse en un partido político con una orientación social y una acción benéfica muy fuertes, que no discriminan a ninguna comunidad. Hasta el punto de que en algunos pueblos donde conviven comunidades cristianas y chiíes, hay cristianos que votan a Hezbolá. Hoy se puede decir que Hezbolá es un partido político libanés de pleno derecho, especialmente desde que Nasralá lo independizó de Siria e Irán. Representa la tendencia genuinamente «libanista» que destaca sobre la inclinación pro iraní. Cada vez está más integrado en la actividad política libanesa. Además ha relegado el aspecto islámico de su discurso en favor de un planteamiento esencialmente patriótico, en primer lugar libanés y nacionalista árabe después. Habla mucho de la soberanía de Líbano, del honor de los libaneses, de los árabes frente a Israel y del final de la humillación, con una dura denuncia a la política estadounidense.

En resumen, ¿Hezbolá se ha convertido en el símbolo de la resistencia?

Georges Corm. Sí. Y se lo debe a Israel. Los israelíes crearon un vacío al decapitar a la resistencia de los partidos laicos y de la izquierda libanesa cuando ocupaban Líbano. Encarcelaron a muchos resistentes en el campo de Ansar. En 1985 se llevaron a más de 1.600 a Israel. Crearon el vacío y dejaron que Hezbolá se estableciera pensando que un partido que enarbola una bandera religiosa sería más provechoso para ellos.

¿Quiere decir más fácil de combatir ya que podrían zurrarlo sin provocar demasiadas protestas?

Georges Corm. Exactamente. Hicieron lo mismo con Hamás en la Palestina ocupada para anular a la OLP. Al extender ese concepto se llega a la guerra de las civilizaciones.

¿Qué piensa de las soluciones propuestas por Francia: la aplicación de la Resolución 1559 y el despliegue de una fuerza internacional?

Georges Corm. Pienso que la 1559 no tenía razón de ser. Dije inmediatamente que iba a desestabilizar Líbano y a crear las condiciones de un nuevo colonialismo. Es un grave error, cuya mayor responsabilidad le corresponde a Jacques Chirac, y estamos pagando el precio. Nos hablan del despliegue del ejército libanés a lo largo de la frontera israelí, pero ¿qué quiere decir eso? ¿desplegar un ejército que no tiene equipamiento, ni armas dignas de ese nombre, ni cobertura aérea? La máquina de guerra israelí se lo zamparía de un bocado.

Por mi parte, coincido con la posición del Primer Ministro libanés. Quiero que se aplique la Resolución 1559, pero a condición de obligar a Israel a aplicar todas las Resoluciones de la ONU que le conciernen, tanto las que afectan a Líbano, como a Siria o Palestina. Incluidas las que se refieren a los 400.000 refugiados palestinos que están en Líbano. En ese momento se acabará el problema y las fuerzas de Hezbolá podrán integrarse en el ejército libanés.

En cuanto a la fuerza internacional va a ser, sin ninguna duda, objeto de arduas negociaciones sobre sus facultades, su composición -ONU, OTAN, FINUL- y su posicionamiento. Pienso que debería desplegarse, lógicamente, en el territorio israelí, ya que se quejan de que los atacan, pero nos invaden a nosotros. Desde 1968, el ejército israelí se ha cobrado entre cincuenta y sesenta mil víctimas civiles en Líbano. Israel no necesita que le defiendan. Lo necesito yo, nosotros, Líbano.

(1) Le Proche Orient éclaté, Gallimard, 2005; Orient-Occident, la fracture imaginarie, (tr. española de María Cordón Vergara, La fractura imaginaria: las falsas raíces del enfrentamiento entre Oriente y Occidente, Tusquets, Barcelona, 2004), La Découverte, 2004; la Question religieuse au XXIe siècle, La Découvert, 2006.

(2) Firmados en 1990 en Arabia Saudí bajo los auspicios de Siria, ponían fin a quince años de guerra civil organizando el desarme de las milicias que habían participado.

Artículo original en francés: http://www.humanite.presse.fr/journal/2006-08-07/2006-08-07-834626

Caty R. es miembro de los colectivos de Rebelión y Tlaxcala , la red de traductores por la diversidad lingüística. Esta traducción es copyleft y se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, a la traductora y la fuente.