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El movimiento contra la Escuela de las Américas en EEUU se mantiene firme

No podrán parar la resistencia

Fuentes: Rebelión

Hace semanas atrás fue arrestado Michael Walli en Estados Unidos. Walli, junto a la maestra Nancy Gwin, el sacerdote Luis Vitale y Ken Wayne ingresaron en noviembre pasado a las dependencias de la Escuela de las Américas. Por este hecho, fueron detenidos y sometidos a proceso judicial por violar la propiedad privada del Ejército de […]

Hace semanas atrás fue arrestado Michael Walli en Estados Unidos. Walli, junto a la maestra Nancy Gwin, el sacerdote Luis Vitale y Ken Wayne ingresaron en noviembre pasado a las dependencias de la Escuela de las Américas.

Por este hecho, fueron detenidos y sometidos a proceso judicial por violar la propiedad privada del Ejército de los Estados Unidos que paradojalmente ellos mismos pagan con sus impuestos.

En enero pasado, solamente tres de ellos se presentaron frente al juez Faircloth siendo condenados a seis meses de prisión federal por esta acción de desobediencia civil. Walli, no compareció al juicio quedando con orden de arresto.

El domingo 22 de noviembre ellos ingresaron a la Escuela de las Américas después de la procesión fúnebre en que miles de activistas llegan al límite de la base militar para recordar que la Escuela de las Américas ha sido efectivamente una Escuela de Asesinos.

Esa mañana, estuve siguiendo por radio la protesta desde Santiago de Chile. En la actividad, en las afueras del Fuente Benning, los activistas leían los miles de nombres de las víctimas asesinadas por los graduados de esa singular escuela. A cada nombre, se le agregaba: ¡¡Presente!! Entre ellos, escuché el nombre del cantante popular chileno Víctor Jara quien fue asesinado con 44 disparos luego de haber sido salvajemente torturado por los militares el 15 de septiembre de 1973.

Esa lista que leían esa mañana era interminable como el sufrimiento que han padecido nuestros pueblos como consecuencia de la Doctrina de Seguridad Nacional inoculada a los militares de América Latina: Made in USA.

Pero quiero volver a ese domingo 22 de noviembre. En la actividad también se encontraba presente la coordinadora del Comité de Familiares de Detenidos Desaparecidos de Honduras, Bertha Oliva, quien se encontraba allí para denunciar los abusos que se cometen en su país ya que, como todos saben, el 28 de junio del año pasado, los militares dieron un golpe de Estado contra el presidente Manuel Zelaya sin que la ONU ni el mismo gobierno de Estados Unidos lo impidiera.

No resulto novedad para el movimiento encontrar entre los cabecillas de esa acción a graduados de la Escuela de las Américas, entre ellos al manda más del Ejército, Romeo Vásquez, quien hoy es nada menos que gerente general de la Empresa Hondureña de Telecomunicaciones, Hondutel. Un premio a sus servicios golpistas.

A pesar que muchos han creído que la Escuela de las Américas terminó a fines de los ochenta porque tuvo que abandonar el Canal de Panamá. O que otros, tiempo después, ingenuamente, pensaran que finalmente había sido clausurada en el Fuerte Benning, Estados Unidos, porque la «inteligencia» no encontró mejor estrategia que cambiarle el nombre, para parar las continuas protestas que se venían desarrollando, la Escuela de las Américas ha seguido operando.

No importa que hoy tenga un nombre distinto. No importa que se llame hoy Instituto de Seguridad y Cooperación del Hemisferio Occidental o Whisec en inglés. Lo importante es que sigue siendo la temible Escuela de las Américas.

Por eso muchos compañeros en Estados Unidos resisten allí. Ellos dicen: «No en nuestro nombre». No quieren que en su patio trasero ni en ningún otro lugar se siga preparando a militares para la guerra y las violaciones a los derechos humanos de pueblos hermanos.

Ya suman miles los que en un acto de rebeldía, cruzaron la línea blanca o la alambrada que separa al regimiento de la vía pública. Es una forma de resistencia, de protesta, a la política exterior de la potencia estadounidense.

Centenares de ellos han sido condenados por estas acciones, entre ellos el fundador de este movimiento el sacerdote Roy Bourgeois que ha servido ya cuatro años en prisión.

Sin embargo, resulta curioso señalar que muchos de nuestros países siguen enviando militares a dicho regimiento conociendo la larga historia de intervenciones de Estados Unidos en los asuntos de América Latina y sus nefastas consecuencias. No solamente mandan soldados Colombia, Chile o Perú, sino también países como Nicaragua, El Salvador, Ecuador y Paraguay, entre otros más. Y esto es más curioso ya que se supone que estos países corren el claro riesgo de sabotajes y posibles golpes de estado por parte de quien se sigue creyendo el amo del mundo. El intento de golpe de estado en Venezuela tiempo atrás y el de Honduras, así lo demuestran.

Vale la pena recordar que solamente Bolivia, Argentina, Venezuela y Uruguay han tomado la decisión de retirar sus tropas de la Escuela de las Américas. Por lo menos ellos han tenido una actitud digna y soberana. También son dignos quienes en Estados Unidos no se suman a la maquinaria del terror.

Por eso, el 6 de abril cuando fue llevado frente a un tribunal Michael Walli y fue instado a declararse «culpable», para poder elegir en dónde servir sus meses de prisión, por razones de conciencia, Michael no lo quiso hacer. Walli arriesga a ser condenado a un año y medio por este tercer acto de rebeldía.

Es claro, como dicen en el movimiento contra la Escuela de las Américas en Estados Unidos, «podrán encarcelar a los resistentes pero no podrán parar la resistencia».

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.