A partir del libro «Empire’s Workshop» de Greg Grandin
«A la gente no le importa un comino América Latina» decía Richard Nixon (1969-1974). Por otro lado, la historia registra que Estados Unidos (EEUU), el «campeón de la libertad», por medio de una innumerable lista de intervenciones y un sinfín de masacres, se ha esmerado en la norteamericanización de América Latina.
Durante el periodo de la guerra fría (1945-1991), EEUU hizo uso de paramilitares (escuadrones de la muerte, asesinos, violadores, mercenarios anticomunistas, torturadores…) para hacerles el trabajo sucio en dicho territorio. A inicios de 1960, agentes del Departamento de Estado, Boinas Verdes, CIA (Agencia Central de Inteligencia), y la USAID (Agencia para el Desarrollo Internacional) organizaron dos grupos paramilitares que se convertirían en la columna vertebral del sistema de escuadrones de la muerte de Nicaragua. La primera campaña en Latinoamérica donde escuadrones de la muerte realizaron desapariciones de disidentes políticos ocurrió en Guatemala en 1966 y fue llevada a cabo por una unidad creada y directamente supervisada por consejeros de seguridad norteamericanos. Multinacionales como Ford, Coca-Cola, Del Monte y Mercedes-Benz también trabajaron de la mano con escuadrones de la muerte.
En Nicaragua, los llamados Contras, obedeciendo a una estrategia de la CIA para «desgastar» a la Revolución sandinista (1979-1990), decapitaron, castraron, mutilaron, desollaron, sacaron ojos con cucharas, cortaron senos, secuestraron a jovencitas; mataron enfermeras, doctores, jueces… Para el año de 1985, los Contras habían ejecutado a cerca de 4 mil civiles, herido a un número similar, secuestrado a un promedio de 5 mil… Al final de la guerra habían muerto 30 mil civiles, la mayoría a manos de los Contras.
En El Salvador, Washington «invirtió» más de 6 billones de dólares durante 12 años de guerra civil, donde hubo de 50 a 60 mil civiles muertos, y de 20 a 34 mil militares muertos. Sólo en la Masacre de El Mozote en diciembre de 1981, 750 civiles salvadoreños incluyendo niños fueron apuñalados, decapitados, abatidos con ametralladoras cargadas con balas que fueran fabricadas para el gobierno estadounidense en Lake City, Missouri.
En Guatemala, donde EEUU dio asistencia económica a la fuerza armada genocida guatemalteca, entre noviembre de 1981 y comienzos de 1983, el ejército arrasó con comunidades indígenas, cometiendo más de seiscientas masacres. El ejército ejecutó a 100 mil campesinos mayas: apedreando niños hasta la muerte, tirándolos al rio, destripando a victimas vivas; amputando genitales, brazos, piernas; cometiendo violaciones masivas, quemando gente viva, extrayendo fetos a mujeres embarazadas…
EEUU en Latinoamérica ha cometido todo tipo de atrocidades en nombre de la libertad. Por medio de las elites privilegiadas de Latinoamérica, EEUU ha asesinado, torturado y desaparecido a cientos de miles. Tan sólo en los dos periodos de Ronald Reagan (1981-1989), las elites privilegiadas de Centroamérica, motivadas por sus amos imperiales, mataron a más de 300 mil personas, torturaron a cientos de miles y obligaron a millones al exilio.
A pesar de un siglo de agresiones y arrogancias, los movimientos sociales en América Latina están hoy a la vanguardia internacional. Los latinoamericanos conscientes comparten valores como resistencia, dignidad, autonomía, libertad, solidaridad e igualdad. Tenemos más en común entre ecuatorianos, guatemaltecos, venezolanos, cubanos…, de lo que podamos tener en común con franceses, alemanes, suizos, ingleses o estadounidenses.
La norteamericanización es como un tumor que debemos ir extirpando de nuestra política, de nuestra cultura y de Nuestra América.
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