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Notoriedad y popularidad

Fuentes: sinpermiso.info

La decisión del periodista Herbert Matthews [1] de encontrar y entrevistar al líder guerrillero rebelde Fidel Castro en su guarida montañesa, al mismo tiempo que el dictador militar Fulgencio Batista apoyado por los Estados Unidos negaba que hubiera serios disturbios, fue valiente y con visión de futuro. La primicia de Matthews en 1957 mostró tal […]

La decisión del periodista Herbert Matthews [1] de encontrar y entrevistar al líder guerrillero rebelde Fidel Castro en su guarida montañesa, al mismo tiempo que el dictador militar Fulgencio Batista apoyado por los Estados Unidos negaba que hubiera serios disturbios, fue valiente y con visión de futuro. La primicia de Matthews en 1957 mostró tal como fue la caída en barrena de Batista. También alertó a Washington sobre la evidencia de que éste no podía permanecer en el poder mucho tiempo.

Cuba tiene un pasado turbulento. La isla «siempre fiel» [en castellano en el original] del folklore imperial español, bajo el liderazgo de la aristocracia terrateniente, se había unido contra la férula española en 1860. La revuelta fue aplastada después de una década de salvaje represión, pero una bajada de los precios del azúcar desencadenó un nuevo levantamiento en 1895, y los propietarios de las plantaciones se unieron una vez más por la independencia. Los españoles combatieron bestialmente y establecieron campos de concentración (que hacen su aparición allí, por primera vez en el mundo). A lo largo de tres décadas de conflicto, cientos de miles de cubanos y españoles murieron. La entrada en guerra de Estados Unidos condujo a la derrota española en 1898, pero la dura experiencia había debilitado seriamente a los terratenientes cubanos, que se volvieron incapaces de resistir el establecimiento de un protectorado de facto de Estados Unidos con la base naval permanente de Guantánamo.

Los ricos de las ciudades carecían de cohesión y fueron felices lacayos de las corporaciones de Estados Unidos que se establecieron en la isla. Los regímenes parlamentarios que nominalmente tuvieron el poder durante unas pocas décadas posteriores fueron venales -los políticos saqueaban regularmente el tesoro público del país-, y la mafia militar dominaba las ciudades. Cuando Batista montó el golpe en 1952, no se encontró con ninguna resistencia por parte del establishment político; pero nadie le dio pleno apoyo: era visto como un aventurero (en 1933, cuando era sargento del ejército, había organizado una revuelta contra su propio alto mando) y a causa de su piel oscura no se le permitió entrar en el Havana Club donde los ricos hacían negocios placenteramente. La situación del país se deterioró y el régimen de Batista rápidamente fue aislado. Era detestado por la población y archidependiente de Washington y de la mafia, que era la propietaria de una red de casinos y hoteles de la isla. La dictadura de Batista era sin duda el eslabón más débil en la cadena de los regímenes militares que jalonaban la América latina.

El 26 de julio de 1953, un enojado y joven abogado, Fidel Castro, condujo a un pequeño comando de hombres armados que intentaron hacerse con los barracones del cuartel de Moncada en Santiago de Cuba. La mayor parte de los guerrilleros perdieron la vida. Castro fue preso, y, defendiéndose a sí mismo, hizo una disertación magistral, repleta de referencias clásicas y citas de Balzac y Rousseau, rematada con estas palabras: «Condénenme. No importa. La historia me absolverá». Lo que le reportó notoriedad y popularidad.

Amnistiado en 1955, pronto abandonó la isla y empezó a organizar una rebelión en México. Por un tiempo estuvo en la hacienda que una vez perteneció al legendario revolucionario mexicano, Emiliano Zapata. A fines de noviembre de 1956, 82 personas, Fidel Castro y el che Guevara entre ellos, se embarcaron desde México en un pequeño navío llamado Granma e hicieron tierra en la provincia de Oriente. 12 supervivientes alcanzaron Sierra Maestra, y empezó la guerra de guerrillas.

En enero de 1961, los Estados Unidos rompieron las relaciones diplomáticas en respuesta a las nacionalizaciones de las plantaciones de azúcar de propietarios estadounidenses, de bancos y de negocios. Tres meses después, exilados cubanos armados por la CIA lanzaron una invasión de la isla cerca de la Bahía Cochinos. Fue derrotada. En 1962, el presidente Kennedy amplió un embargo comercial primerizo decretado por su predecesor, presidente Eisenhower, hasta convertirlo en un bloqueo económico total, lo que acabó de empujar a los cubanos hacia Moscú. El resto es historia. Pero cuando Matthews llegó a Sierra Maestra, la dirección que la revolución podía tomar no estaba definida. Castro no había sido nunca un socialista, y las relaciones con el partido comunista oficial eran tensas. Fue la reacción del estruendoso y poderoso vecino del norte lo que ayudó a decidir la orientación de la revolución.

Los resultados fueron ambivalentes. Políticamente, la dependencia de la Unión Soviética condujo a la imitación de las instituciones soviéticas con todo lo que ello conllevó. Socialmente, la revolución cubana creó un sistema de educación y un servicio sanitario que siguen siendo la envidia de gran parte del mundo neoliberal. La historia será el juez postrero, pero Fidel Castro ya ha sido elevado por un gran número de latinoamericanos al pedestal ocupado por Bolívar, San Martín, Sucre y José Martí.

NOTA:

[1] Herbert Lionel Matthews (1900-1977, en Australia) fue un periodista del New York Times que adquirió renombre internacional al publicar en 1957 una entrevista a Fidel Castro en su campamento guerrillero de Sierra Maestra, considerada como una de las más famosas entrevistas en la historia del periodismo.

* Tariq Ali es miembro del Consejo Editorial de SINPERMISO