Querido Michael: Te escribo -en castellano, disculpa- desde el ‘patio trasero’ de tu país. Un antiguo presidente tuyo, en 1913, aseguró que todo el Continente les pertenecía de facto y de iure. Aquí, en el 2008, aún seguimos luchando para que no sea así. Como imaginarás, el motivo de la presente es para referirme […]
Querido Michael:
Te escribo -en castellano, disculpa- desde el ‘patio trasero’ de tu país. Un antiguo presidente tuyo, en 1913, aseguró que todo el Continente les pertenecía de facto y de iure. Aquí, en el 2008, aún seguimos luchando para que no sea así. Como imaginarás, el motivo de la presente es para referirme a la situación que ustedes están atravesando.
Como no soy diplomático ni pertenezco a ninguna organización que me condicione, seré políticamente incorrecto. Tus artículos sobre la crisis financiera recorren el mundo y despiertan simpatías y consenso, por lo que, en este punto, no agregaré más que mi beneplácito por estas gratificantes lecturas. Sin embargo, quisiera escribirte ahora mirando las cosas desde otra perspectiva, para llamarte la atención sobre algunas consideraciones que me surgen a partir de tu propuesta acerca de ‘Cómo arreglar el lío en Wall Street’, que esbozas en un artículo.
Cuando mencionas a esos 400 desgraciados que acumulan una riqueza fastuosa, te refieres a ellos como apropiadores de ‘nuestro’ dinero, es decir, de tus compatriotas. No, querido Michael, tus compatriotas no han producido la totalidad de tamaña riqueza, sólo una parte. La riqueza acumulada por los más grandes capitalistas de EEUU está formada en su mayoría por la expoliación de las naciones dependientes, a costa del hambre, la miseria, la marginación de millones de seres humanos que no son norteamericanos. Nosotros, tercermundistas, podemos decir con más propiedad ‘nuestro dinero’. La sangría brutal e ilegítima de la deuda externa es un indiscutible testimonio.
Tranquilo, Michael, sé que eres de los buenos, sólo te puntualizó este hecho para que ajustes tu análisis, ya que nosotros también sufriremos las consecuencias de las decisiones que vuestros gobernantes tomen.
Hay algo que debes entender, asumir y decidir en consecuencia. La acumulación de riqueza en pocas manos, la corrupción para lograrlo, la injusta distribución de la riqueza creada y el limitadísimo acceso a la propiedad de medios de producción, son intrínsecos al capitalismo. Es un mal estructural insalvable. Tus interesantes propuestas, inteligentes y dignas de ser apoyadas por tus compatriotas, todo lo que lograrán será resolverle un problema al capitalismo, sacarlo de su crisis financiera para que el capitalismo imperial siga funcionando. Que paguen los ricos es una interesante consigna, pero los bienes que eventualmente venderán para efectuar ese pago no irán a manos de quienes no son propietarios. Los pobres de EEUU, todos los trabajadores que no tienen más que sus brazos para alquilar, no accederán a la propiedad de medios de producción que les permitirían independizarse de la explotación capitalista. Los trabajadores, gracias a tus propuestas, no se convertirán en los dueños de los bancos, ni en propietarios de fábricas. Y si así fuera, no habría resultado otra cosa que un cambio de nombre en los dueños del capital, para que la rueda siga girando y el capitalismo corrupto, injusto y expoliador reiniciara con más fuerza su ciclo destructivo. Ofertas como premio consuelo, una mínima base de confort y protección social. Sólo eso.
Además, la corrupción, el despojo, los abusos, transcurrieron todos estos años, en tu país y en nuestros países, sin que cupiese entre tus compatriotas la necesaria indignación y movilización por lo que el Gobierno de los EEUU estaba causando. Un poco por desconocimiento y hegemonía ideológica, otro poco por desidia, pero mucho por un complejo de superioridad estimulado desde los grandes medios de desinformación, las masas norteamericanas marcharon por este camino con cierto grado de complicidad. Tengo la sensación de que para ustedes el pecado no es la guerra, el pecado es perderla. La indignación popular de estos días parece surgir de la evidencia de un fracaso financiero. Esto, una mentalidad alimentada por el exitismo no lo perdona. Sobre todo, si debe hacerse cargo de las consecuencias.
Estás haciendo valientemente y con sagacidad la defensa del derecho de los norteamericanos a disponer de su casa, de su auto, de sus vacaciones y del crédito. Nosotros, desde aquí, tercermundistas por destino pero también por empedernida vocación antiimperialista, tenemos que defender el elemental derecho a la comida, porque en Argentina, por ejemplo, cada día muere un niño de hambre. Una buena parte de lo que tú llamas ‘nuestro dinero’ se consiguió gracias al hambre que asesina 30 niños por mes en mi país.
Querido Michael, no pretendo que te hagas socialista -ojalá fuera así- pero al menos pretendo que tu pensamiento sobre esta crisis desborde un poco los márgenes de lo puramente ‘norteamericano’, porque en este mundo tan interconectado por los intereses del Mercado las decisiones que tu Gobierno tome, como bien sabes, nos afectará a nosotros.
Tú aspiras, como lo dices en tu artículo, a ‘tener una vida más larga, gozar de nuestra pensión protegida por el gobierno, y viviremos para ver el día en el que los criminales corporativos que crearon tanta miseria salgan de prisión para que podamos contribuir a reacostumbrarlos a la vida civil -una vida con una linda casa y un coche que no use gasolina que haya sido inventado con ayuda del Banco Popular’. Debes saber que, en gran medida, esa vida confortable a la que aspiras se alcanzará, si no se da vuelta la tortilla, sobre la base de un modelo de explotación basado en una ilegítima deuda externa y la presencia succionadora en nuestros países de bancos y grandes corporaciones norteamericanas, que giran cantidades incalculables de dólares a tu país desde nuestros empobrecidos países.
Deseo fervientemente que tu pueblo trabajador no sufra demasiado por las consecuencias de esta crisis financiera, tanto como deseo que desaparezca el capitalismo norteamericano -el imperialismo yanqui- causante de tantas tragedias en el mundo y que nos empuja aceleradamente a la barbarie. Ojalá podamos contar con tu inteligente ayuda para cambiar el mundo.
Un cordial saludo desde Argentina.