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Obama en la cuerda floja

Fuentes: Rebelión

Para una comprensión más profunda de lo que hoy acontece dentro de la sociedad norteamericana hoy, deben tomarse en consideración algunos asuntos que, en nuestra opinión, son de relevante importancia. Ante todo, es indispensable reconocer, que durante la década de los años ochenta y principios de los noventa, se produjo el tránsito de la economía […]

Para una comprensión más profunda de lo que hoy acontece dentro de la sociedad norteamericana hoy, deben tomarse en consideración algunos asuntos que, en nuestra opinión, son de relevante importancia.

Ante todo, es indispensable reconocer, que durante la década de los años ochenta y principios de los noventa, se produjo el tránsito de la economía norteamericana hacia un nuevo paradigma tecnológico. Es decir, hacia el predomio de un nuevo Modelo de Acumulación. Con el cambio que se produjo del paradigma productivo, caracterizado por la Industria metalmecánica- automovilística- Petroquímica, también llamado ciclo fordista – Keynesiano, vigente aun durante los años 60 y 70, al paradigma productivo caracterizado por la industria electrónico-informática.

La economía de Estados Unidos, en el tránsito de los años setenta a los ochenta, comenzó paulatinamente a caracterizarse por un paradigma tecnológico de predominio de la Industria Electrónico-Informática. Ello cambio la dinámica de comportamiento del ciclo económico, convirtiendo a la oferta en el centro integrador de la dinámica cíclica. A diferencia de lo que acontecía con el ciclo anterior, que tenía como centro integrador de su dinámica a la demanda. Hasta entonces, había regido la llamada tabla de Leontiev; cuando supuestamente, la oferta creaba su propia demanda (Ley de J.B. Say). Los desequilibrios económicos se comportaban entonces de manera menos aguda y más espaciados en su sentido temporal. Hasta que la economía norteamericana entro en el periodo en que comenzó el ciclo largo recesivo que la caracterizó durante los años de la crisis económica de 1969-1971, hasta la de 1980-1983.

Mientras que el Ciclo Fordista- Keynesiano integraba hacia atrás, haciendo de toda mercancía el resultado de una demanda productiva precedente; el Ciclo Electrónico- Informático integra hacia delante, haciendo de la oferta la dinamizadora del ciclo.

No quiere decir, bajo ningún concepto, que la producción metalmecánica, automovilística y petroquímica dejaran de tener importancia, pero ellas mismas, pasaban a ser dominadas por la industria Informático-Electrónica, por cuanto, la producción moderna, queda bajo el predominio de la computación, pasando a ser dominada por la automatización de todos los procesos.

El impacto que estos cambios tecnológicos tuvieron sobre la economía en particular y sobre la sociedad norteamericana en general, no fueron solo sobre el modo de producir, sino también sobre el modo de consumir, la velocidad del transporte y de las comunicaciones, del intercambio y circulación de la información en general, así como la complejizacion y aceleración de las relaciones sociales, generando sin duda un cambio sustancial en el modo capitalista de producción de la sociedad norteamericana.

La aplicación, en 1984, de una nueva política económica, enfocada desde la oferta ( Supply Sider Economic ) ayudada por el mas creciente y abrupto traslado de todos los subsidios, gastos sociales en educación, salud y otros, que fueron dirigidos a engrosar la inversión de capital privado y la acumulación financiera, que ya no se detendría.

Junto a eso, una fuerte disminución de los impuestos al capital, contribuyo a que la economía norteamericana, entrara, a mediados de los ochenta, dentro de un largo periodo expansivo del ciclo. Este crecimiento, a su vez, era impulsado también por el descomunal impacto que represento la ola especulativa, beneficiada por la eliminación de todas las regulaciones financieras adoptadas durante la Gran Depresión de 1929-36. Todo lo cual, devino, finalmente, (con posterioridad a la ocurrencia de la llamada Burbuja.com) en la conocida como Burbuja Inmobiliaria, también denominada como de las Hipotecas Subprime o basura, de principios del 2007. Esta ultima término convirtiéndose en una crisis financiera, que se transformo finalmente, en la crisis económica que comenzó durante el último trimestre del propio año 2008. Por demás, año electoral presidencial en los Estados Unidos. La banca europea en su mayoría, embullada por la ganancia que provendría de los paquetes de deudas formados por las hipotecas, acumuladas en la banca norteamericana , sería entusiasta compradora de estos paquetes y así se trasladaría el asunto de la crisis financiera norteamericana hacia Europa. Siendo este el escenario económico dentro del cual Obama gano la presidencia de Estados Unidos en noviembre del 2008.

Todo ello estaba ocurriendo ya bajo un dominio de la Informática que había pasado a liderar la Revolución Científico-Técnica y la automatización de todos los procesos Comenzó a ser lo característico, aunque de manera no simétrica ni equilibrada, pero si como predominante, para todos los procesos de la vida humana. Produciéndose una aceleración del ritmo de toda la actividad social, como no había tenido lugar nunca en la historia de la humanidad.

Sin embargo, una primera contradicción de estos procesos, más arriba enunciados, que no demoro en manifestarse, es su carácter asimétrico. Por cuanto el capitalismo ha sido capaz de producir un nuevo mundo, en el que los procesos de cambios han sido inéditamente acelerados, pero sin que podamos decir que todos disfrutan por igual de las ventajas de esos cambios.

El capitalismo globaliza pero no homogeniza, todo lo contrario. Es que el capitalismo no ha cambiado la naturaleza esencial de su desarrollo. El desarrollo del capitalismo (como ya Carlos Marx descubrió hace más de un siglo) no ha dejado de ser bipolar: en un polo continua acumulándose la riqueza y en el otro la pobreza. El enriquecimiento de unos ha crecido fuertemente y se ha acelerado mientras, el empobrecimiento del resto, de la inmensa mayoría, también.

Hay más riqueza que nunca antes en el mundo, generada por el capitalismo, pero también mucho más pobreza. Todo lo cual se expresa en un nivel de concentración de la riqueza sin precedentes en la historia del capitalismo. Ni aun la propia sociedad norteamericana, la más rica del universo conocido, ha logrado escapar de esa dialéctica. Es más, ella misma es condición de su existencia. Por lo que Estados Unidos es la sociedad más rica, pero también aquella en la que la riqueza social está peor distribuida. Asunto este último que no puede dejar de tomarse en consideración, si se desea entender a fondo la dinámica interna actual de la sociedad norteamericana. Así como la protesta

del 99%.Lo cual ha traído una toma de conciencia una cierta toma de conciencia dentro de la sociedad norteamericana, acerca de la responsabilidad del capital, la banca en particular y los ricos, en las serias dificultades económicas que hoy atraviesa la sociedad norteamericana.

En mi artículo titulado «La Pobreza en los Estados Unidos «, demostramos, como, a más de 200 años después de fundada la nación, esta no ha podido superar la estructura socio demográfica, heredada de un capitalismo, que no paso por el régimen feudal, que sitúa a los WASP (Blancos, anglosajones y protestantes) en el primer círculo de la cúspide social, dejándoles a otros blancos, algunos asiáticos, hispanos, negros, indios y esquimales, los círculos inferiores en ese orden. Generándose así un diseño de sociedad, que abarca, sobre la base mencionada, desde la posición de los diferentes grupos ante la riqueza, las clases sociales y la capacidad para integrarse a la sociedad norteamericana. Hasta de qué modo se comportan las estadísticas, cuando deseamos explorar el lugar de cada grupo social. Un ejemplo de ello, lo tenemos en el comportamiento del desempleo: cuando este a nivel federal es un 7%, podemos estar seguros que para los hispanos es de un 10, para los negros es de un 12 o un 15%; mientras que para los negros, entre 25 y 35 años, puede ser hasta de un 20 o 25%. Esa diferencia de comportamiento es observable prácticamente en todas las variables socioeconómicas.

Estados Unidos ha sido el escenario principal de todos esos fenómenos, por lo que como resultado de ello, la sociedad norteamericana requiere de cambios que permitan reconocerlos. Entonces, el cambio no fue un simple slogan de la campaña política de Obama para la presidencia, sino que reflejaba una necesidad real acumulada por la sociedad estadounidense.

En particular, ahora, ese cambio es reclamado con agresividad, fuerza y pleno conocimiento de quienes son los responsables de la situación. Por otro lado, la necesidad del cambio que Obama proclamara durante la campaña, lo ha sobrepasado, sin que en realidad haya hecho nada para llevarlo adelante .Obama acometió el cambio,

pero lo ha realizado en la dirección opuesta a lo que había proclamado: ha continuado las guerras en Irak y Afganistán, desato otra en Libia y amenaza a Siria, enrolo a Pakistán en el proyecto, no desata el nudo en Corea del Norte, amenaza a Irán, sigue todo lo permisivo con Israel y sus proyectos coloniales en la franja de Gaza, fortalece la alianza bélica con la OTAN, desatando lo que claramente se puede considerar como un «nuevo reparto» económico y territorial del mundo, que ha comenzado por África del Norte y Medio Oriente, pero que parece no tener límites. Es decir, Obama, ya sobrepaso el proyecto imperial de su predecesor y parece estarlo tomando como plataforma para su reelección a un segundo mandato en la presidencia. Campaña presidencial en la que Obama, sin lugar a dudas, no está trabajando por obtener los votos de los que logro engañar en el 2008, sino de aquellos, que han devenido en los beneficiados con las políticas, que muchos no imaginaron al principio de su mandato.

Sin embargo, ideológicamente hablando, la sociedad norteamericana aparece mas dividida que nunca. No todos los ciudadanos, de modo especial dentro de las elites de poder, asumen o no la necesidad del cambio del mismo modo. Generalizando, podemos decir que, unos consideran que Estados Unidos debe adaptarse inteligentemente a las nuevas condiciones de su supervivencia como imperio, que ya ha entrado en su madurez, aunque tenga que sacrificar algunos de sus privilegios; mientras otros, consideran que Estados Unidos lo que debe hacer es un rediseño en el que casi todo sea modificado, para no cambiar nada, manteniendo las viejas hegemonías, solo que modernizándolas un poco. Es decir, mantener intocables las viejas estructuras del poder imperial interno y externo, rediseñando, al mismo tiempo, un nuevo sistema neocolonial que, sin cambiar su vieja esencia, permita a Estados Unidos mantener, si posible fuera, un mayor nivel de control sobre sus intereses.

En general, paradójicamente, se lleve delante de un modo u otro, lo cierto es que casi nadie, dentro de Estados Unidos, en las elites de poder, se cuestiona el proyecto de nación imperial.

Lamentablemente, hasta ahora, aun en medio de las promesas de Obama sobre un posible cambio de política, la correlación de fuerzas internas de la sociedad norteamericana, se está inclinando más hacia un nacionalismo extremo, egocéntrico, que sobrepasa y sobredimensiona las viejas contradicciones entre liberalismo y conservadurismo, generándose fuertes tendencias hacia la derechización, principalmente dentro de las elites. Fenómeno que a la vez se va tragando paulatinamente a todos los factores de progreso subyacentes en la sociedad norteamericana, que pudieran definir un curso de acción más aceptable para todo Estados Unidos, visto de conjunto y para el mundo. Una de cuyas expresiones más peligrosas es el extraordinario ambiente de guerra que la política de Obama ha desatado, que amenaza, como nunca antes, con llevar al mundo a una conflagración nuclear. Así como las fuertes tendencias que han comenzado a cuestionar el poder del capital.

Es decir, no solo no se están dando respuestas a las viejas contradicciones económicas, políticas, sociales e ideológicas ya acumuladas dentro de la sociedad norteamericana y en su proyección externa, sino que tales contradicciones se agudizan, produciendo un paulatino, pero creciente, fenómeno de politización negativa de todos los rasgos de violencia, individualismo, mesianismo, intolerancia, racismo, egocentrismo, guerrerismo y xenofobia, entre otros, que han caracterizado históricamente a Estados Unidos como nación .Este fenómeno es aprovechado, por las elites de poder, convirtiendo en categorías políticas, los que antes solo fueron rasgos culturales de la sociedad norteamericana.

Junto a lo anterior, la actitud de las elites de poder, que predominan hoy en el ambiente político de estados Unidos, es más mesiánica, intolerante y agresiva que nunca antes. Solo que ahora, amparados bajo un ropaje, supuestamente flexible, aportado por la personalidad de B. Obama. Es decir, se está produciendo algo así como la marcha hacia lo que pudiera devenir como un «suicidio colectivo», que muchos observan, pero sin que se cuente aun con fuerzas suficientes para contrarrestarlo. Por lo que la salida de la encrucijada dentro de la cual se encuentra la sociedad norteamericana, se está moviendo hacia un callejón muy peligroso para la tranquilidad y seguridad tanto interna norteamericana como para el mundo.

La sociedad norteamericana muestra estar seriamente dividida, preocupada y asustada. Muchos, demasiados ya, están frustrados y se sienten engañados, pero en lugar de ello representar un estímulo para la búsqueda de un mejoramiento de la situación, se produce, que algunos ideólogos conservadores y extremistas, están logrando canalizar esas potenciales fuerzas de cambio positivo, hacia un espacio político que puede ser de autodestrucción, o al menos, hacia una aceptación de las salidas más negativas. Tal y como está ocurriendo con el llamado Tea Party (que le está sirviendo de sombrilla a los más disímiles movimientos conservadores y actitudes extremistas); al crecimiento de los llamados grupos de odio y un aumento, sin precedentes, de las organizaciones y grupos extremistas. Todo lo cual se expresa también en un incremento inusitado de las amenazas de muerte al presidente, gobernadores y congresistas. Fenómenos de los cuales, en su magnitud actual, la sociedad norteamericana no había conocido.

Se está produciendo un cierto movimiento pendular, yo diría demasiado acelerado, que parece estar llevando a la sociedad norteamericana, desde la euforia triunfalista y esperanzadora, que se apodero de ella con la elección de Obama, a finales del 2008, hacia el lado contrario, el del miedo, la desesperanza y las salidas negativas extremas. Por lo cual, podemos decir, que el movimiento hacia el cambio es real, pero aun no podemos definir, saber, en qué dirección este podría desembocar. Aunque parece estar apuntando hacia las soluciones más oscuras. Dentro de ese ambiente, hay sectores, principalmente, obreros, jóvenes, mujeres, intelectuales progresistas, que captan la gravedad y peligrosidad de los acontecimientos, pero que aun no lograr forjar una variante política coherente para lograr variar el rumbo de los acontecimientos.

En la Alemania de finales del 20 y principios de los años treinta, una situación parecida fue la que produjo el triunfo de un Adolfo Hitler, que llevo el mundo al desastre de la Segunda Guerra Mundial. Si antes nos podíamos preguntar si el fenómeno de la llamada socialdemocracia podía tener cabida o no dentro de la sociedad norteamericana , es legítimo preguntarse ahora, si en medio de la situación actual, Estados Unidos no se está acercando al fenómeno del fascismo; que como sabemos, broto de las posiciones más extremas generadas por los intereses del capital financiero, ahora por demás globalizado, fuertemente financiarizado, oligopólico y trasnacionalizado, como no se recuerda nunca antes. Todo lo cual transcurre en medio de una crisis económica del capitalismo internacional, que solo es posible compararla con la Gran Depresión de los años 30, superándola ya en algunas medidas y generando momentos muy similares a los que sirvieron de contexto histórico a la emergencia del fascismo en Alemania, Japón e Italia. Entonces, como diría un católico ferviente: «Que Dios nos coja confesados».

Desde el plano de análisis de la política exterior, esta se caracteriza hoy por un diseño en que la demagogia, se combina estrechamente, lo que sirve para ocultar su carácter agresivo, intolerante y destructivo, como no se recuerda dentro de la sociedad norteamericana ni siquiera en la época de Vietnam. Periodo este último, en el que Estados Unidos puso de manifiesto una capacidad de regulación y de autocorrección de sus tendencias destructivas, con las que hoy no parece contar .Lo cual se expresa en que a pesar del curso guerrerista de la actual política exterior norteamericana, no se observa un movimiento político interno dirigido a contrarrestar los focos de confrontación bélica que Obama está creando: Irak, Afganistán ,Irán, Siria, Pakistán, Somalia, las dos Coreas, Irán, Israel y la franja de Gasa, para destacar a los más conocidos.

Al parecer, con China y Rusia las cosas no apuntan en una buena dirección conveniente para Estados Unidos. Pues estas potencias, visto el ejemplo de Libia, no quieren que se repita el escenario y hacen todo lo posible por detener la mano agresora de Estados Unidos, Francia e Inglaterra.

Por su parte, en el orden económico, los llamados BRICS (Brasil, Rusia, China e India y Sudáfrica) tienden a presentar un frente común, que en el orden económico cuestionan el liderazgo de las potencias imperiales con Estados Unidos al frente.

Los movimientos contestatarios y revolucionarios, recientemente emergidos en Túnez, Egipto, Jordania, Yemen, hasta ahora, solo sirven para poner aun más tensa la situación a estados Unidos, en un área vital de sus llamados intereses estratégicos.

A todo ello se agrega, que el discurso político agresivo es más abierto, diríase «descarado» y desafiante de la verdad como nunca antes. Ello se expresa, como ya explicábamos en nuestro reciente artículo sobre Hilary Clinton, en que poco importa si afuera llueve o no, lo importante es hacer creer a los demás que afuera llueve. Diciéndonos que la política, para estas gentes, ha devenido más que nunca en un juego, en el arte de moldear la realidad, por medio del discurso, para adaptarla a sus intereses. Si el discurso no coincide con la realidad «allá que se la arregle la realidad «, por no ser ella lo más importante para hacer política. Tratándose de un desafió, que nos pone a todos al borde del abismo, incluido a los propios estados Unidos.

Los discursos tanto de Obama como los de la Clinton asombran por su desprecio de la realidad, la manipulación y la carencia de una ética aceptable. Ahora resulta que es posible para ellos pedir que Honduras ingrese en la OEA. Tanto Obama como el vicepresidente Biden defienden el llamado carácter defensivo de la agresión terrorista de Israel al navío que trasladaba ayuda solidaria a Gasa y manejan descaradamente la creación de un cordón militar agresivo alrededor de Venezuela, Bolivia y Ecuador. Como si fuera poco, insisten en el indemostrable acontecimiento de culpar a Corea del Norte por el hundimiento de la Cheonan y en culpar a Irán de pretender un proyecto de fabricación de armas nucleares. Más recientemente, pretenden manipular la situación de Egipto, para mantener un Mubarismo sin Mubarak. Sin dudas, las cosas se le han complicado mucho para defender a su aliado Israel.

Sin dudas, dentro de esa política, caracterizada por el engaño, a la Sra. Hilary le corresponde la parte mas cínica y torcida, al estilo del «Golum» del Sr. de los anillos.

Un ejemplo de esas actitudes engañosas la tenemos en lo ocurrido con la promesa de eliminar la cárcel de la Base naval de Guantánamo. En la que el Pentágono, según el Washington Post, ha gastado más de 500 millones de dólares, modernizándola y convirtiéndola en la cárcel más sofisticada segura del hemisferio.

El gobierno de Obama según el mismo medio periodístico mencionado, ha incrementado un 25% la presencia de fuerzas especiales de combate en más de 15 países para tenerlas en 75 al mismo tiempo, mientras Bush las tenía en 60.

No se han resuelto ninguna de las contradicciones y conflictos heredados de la administración anterior, ni los internos ni tampoco los externos. Produciéndose el peligroso fenómeno de que, entre finales del 2008 y principios del 2009, Estados Unidos exhibió un ambiente político esperanzador, que finalizando el primer mandato, de la elección de Obama, se ha transformando en una verdadera pesadilla; ante una crisis económica que no termina de resolverse, como resultado de una política económica que sobredimensiona la defensa de los intereses del capital financiero; guerras que no se solucionan, al contrario, se exacerban y aumentan; situaciones sociales que se agudizan, afectando más seriamente a aquellos que votaran por Obama; prestigio de la nación que no se recupera; intolerancias políticas que incrementan los conflictos a nivel internacional, junto a un extraordinario aumento del papel del dinero en la distribución del poder interno, producto de la más reciente decisión de la Corte Suprema al respecto. Desesperanza, agotamiento e incapacidad política, congresional y presidencial para solucionar los problemas. Tanto el congreso como el ejecutivo muestran niveles muy bajos de aceptación de su gestión, mientras que la popularidad presidencial esta no más arriba de un 40%.

Después de las recientes elecciones congresionales del 2010, la situación se complica para Obama, al haber perdido aparatosamente la supremacía en la Cámara de Representantes y haber quedado en una situación precaria en el Senado. Por lo que los dos años que restan al primer mandato presidencial, auguran ser aún más difíciles.

Como si fuera poco, las acciones de Wiki leads, complican aún más la situación a Obama en el manejo de la información, hasta ahora mucha de ella secreta.

En medio de todo lo antes expresado, la administración de Obama, ofrece ejemplos preocupantes y moralmente desastrosos, cuando no ha solucionado la problemática de las torturas ni de las cárceles secretas, se hacen los de la «vista gorda», ante el ataque criminal israelí a la flotilla de solidaridad con Gasa y provocan el incidente del hundimiento de la nave surcoreana para justificar la permanencia de las tropas norteamericanas en la base de Okinagua .Por otro lado, continúan en su loca carrera por preparar las condiciones para invadir a Irán. Junto a ello, justifican sin ambages la agresividad de Israel y el peligro que representa su poderío militar nuclear en el área.

El doble estándar caracteriza, más que nunca antes, a las posiciones de Estados Unidos en su política exterior. Pudiendo decirse, que ya la política exterior de Obama es más agresiva y errática que la de Bush, dado que mantiene la agresividad anterior y diseña otras acciones agresivas de mayor connotación. Por lo que puede observarse, con claridad, que el diseño de política exterior de Bush, no era para una administración en particular, ni para ningún partido, en especial, sino más bien, la estrategia de las elites de poder más reaccionarias, que no se conforman con que Estados Unidos pierda su hegemonía a nivel mundial. Desarrollando entonces una estrategia para recuperarla a todo costo.

En el hemisferio, estas elites mencionadas, piden descaradamente la entrada de Honduras en la OEA, protegiendo abiertamente a la dictadura existente, soslayando los abusos y crímenes que aún se cometen por una presidencia hondureña, santificada por unas elecciones amañadas, fraudulentas y carentes de toda justificación democrática. Situación que se complica aún más, a partir de una actitud del pueblo hondureño de permanecer en las calles y buscando alternativas para quitarse la dictadura de encima.

Como si fuera poco, Estados Unidos, aprovechan una presidencia aliada en Panamá (Martinelli) para reabrir las bases militares en el Istmo, las que junto a las bases en Colombia y la presencia de la IV flota paseándose por el hemisferio, les están sirviendo para tratar de reconstruir el mismo esquema agresivo que Estados Unidos ha mantenido por más de 100 años en su llamado histórico traspatio.

Es decir, Bush descuido América Latina, pero cuando Obama comienza a prestarle atención lo hace promoviendo un golpe de estado y manejando la variante de la agresividad militar contra todos aquellos procesos, como los de Venezuela, Bolivia, Ecuador, que considera contario a sus intereses en el área latinoamericana. Acciones que no guardan ninguna relación con la política que Obama anuncio hacia el área latinoamericana y caribeña durante su compaña.

La nueva Estrategia de Seguridad Nacional para el 2010, no cambio nada de eso, al contrario, lo encubre bajo un supuesto cambio que no modifica la ya clásica agresividad de la política exterior norteamericana.

El reciente discurso del estado de la Unión, de enero del 2011, no puede ser más cínico, manipulador e encubridor, pretendiendo dar una imagen de que las cosas le van bien a estados Unidos, o que no le van tan mal como algunos pudieran imaginar.

Pero Obama, además, tiene, como ningún otro, que enfrentar, el crecimiento del impacto ideológico interno de las acciones negativas de Estados Unidos por el mundo, dentro de una sociedad, en la cual, repercuten como nunca antes los fenómenos que se producen en el exterior. Si antes eran los Estados Unidos quien impactaba al mundo, ahora el mundo también impacta dentro de los Estados Unidos. Ya las elites políticas norteamericanas, en sus andanzas imperiales por el mundo, no están protegidas, como antes, por el aislamiento informativo del pueblo norteamericano. Por esa cobertura que les ha ofrecido siempre la capacidad para vender internamente una «verdad fabricada», por unos medios, que de supuesto cuarto poder, han terminado transformándose en lacayos manipuladores de lo que se quiere que la sociedad norteamericana asimile como explicación de los fenómenos mundiales en los que Estados Unidos se ve envuelto.

Pero por suerte y reto para Estados Unidos, Internet es para todos, y si acaso, muchos pueden ser manipulados por el hegemonismo norteamericano sobre los medios informativos, también otros, crecientemente, logran escapar de sus manipulaciones y enterarse de la verdad.

Estados Unidos pudo ocultar la masacre de diciembre de 1989 en Panamá, pero ya no pudo ocultar por mucho tiempo la verdad de lo que ocurre en Irak, Afganistán y Pakistán, lo que ocurrió en Honduras, sobre todo, los muertos resultados de sus aventuras bélicas y de su terrorismo de estado por el mundo.

A pesar del peso descomunal que el capital israelí tiene sobre los medios informativos norteamericanos, muchos estadounidenses, más de los aceptables por las elites dominantes, tienen conocimiento de lo que acontece en el Medio Oriente y con la política, siempre complaciente, de Estados Unidos para con su aliado Israel. Hermanos gemelos, que se perdonan mutuamente sus aventuras y que comparten un liderazgo excesivamente peligroso para la tranquilidad del mundo y de sus propias sociedades.

No ha sido posible ocultar el criminal atentado al medio ambiente provocado por la British Petroleum, ni tampoco la actitud corrupta de varios funcionarios norteamericanos con la transnacional. Obama no ha podido ocultar que sus supuestas intenciones de cambiar el modo de hacer política en Washington no son más que pura demagogia. Lo cual quedo probado con el generoso rescate entregado a las grandes compañías financieras, que se iban a casa con el dinero de los contribuyentes en los bolsillos y sin dar créditos, lo que ahora se reafirma en el caso de la petrolera. Que ha provocado un daño, casi irreparable, en un área geográfica Luisiana (a la que se agregan tres Estados más) que es la misma sobre la que ya las imprevisiones, la corrupción y el tráfico de influencias de la administración de G. Bush dejaron la huella irreparable de Katrina. ¿Volverán la inmensa mayoría de los negros a creer de nuevo en Obama, dándoles su voto en las próximas elecciones presidenciales? ¿Podrá Obama recuperar el prestigio ante una mayoría de negros que voto por él, casi masivamente, en las elecciones del 2008?

Sin duda, el modelo de país que fue Estados Unidos, hasta finales de los años ochenta se ha desdibujado, como resultado de que la nación que contiene ha sufrido fuertes embates y desequilibrios internos, así como en su proyección internacional. Lo cual no tiene aún, no solo reparación, sino, que ni siquiera existe todavía un consenso compartido, al menos por una significativa mayoría, de cómo repararlo. Esa es la encrucijada en que se encuentra actualmente la sociedad norteamericana. Mientras dure ese proceso, el peligro principal radica en que las salidas a una situación como esa pueden no ser positivas; pues se trata de experiencias ya vividas, de las cuales su «solución» fue la guerra. Esta última defendida ahora denodadamente por Obama.

Por su parte. América latina y el Caribe, desbarataron el llamado Consenso de Washington y cada día están más lejos de Estados Unidos. Viviendo, como ha dicho el Presidente Correa, no una época de cambios, sino un cambio de época. La reciente Cumbre en Cartagena de Indias, ha puesto de manifiesto como nunca antes, que ya Estados Unidos no tiene el control sobre el hemisferio y que cada día que pasa se aleja la posibilidad de recuperarlo. El modelo de dominación que Estados Unidos forjo después de la Segunda Guerra Mundial, ha quedado hecho añicos .Instituciones como la OEA, el TIAR, están cada día más desprestigiadas .El Área de Libre Comercio ya es un fantasma. Han emergido nuevas instituciones, como el Alba, UNASUR, Petrosur, Banco del Sur, Gobiernos de izquierda, progresistas, o arrastrados por la ola integracionista y de independencia que recorre el continente, parecen estarse sumando a lo que se reconoce como la segunda y definitiva independencia del continente, sin que Estados Unidos pueda hacer nada por evitarlo. El vuelco que representa para la política norteamericana el reclamo de que no puede haber una nueva Cumbre de las Américas, sin la presencia de Cuba y el consenso en contra de la política de bloqueo, por parte de todos los países latinoamericanos y caribeños, es más que un Girón.

En un artículo escrito en el 2009, decía que Obama tenía todas las características personales y políticas, para engañar a los demás y que fuera difícil descubrirlo. Ya no parece estar contando con esa capacidad. La dimensión de las diferencias entre lo que prometió y lo que realmente está haciendo parece ser excesiva. Las diferencias entre los que supuestamente serian sus futuras victorias y los fracasos que ha tenido, sobre todo en política exterior, son demasiados.

Sin embargo, todo ello, no quiere decir que Obama no tenga oportunidad de ser reelegido como presidente. Pero esos son otros asuntos , que requieren de un análisis diferente.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.