En los días pasados y aún más hoy, luego de la holgada victoria de Barack Obama en las elecciones presidenciales de EEUU, se ha reproducido de forma continua y masiva una idea que puede sintetizarse de la siguiente manera: Obama=Cambio. Esta situación permite esgrimir una cantidad determinada de razonamientos que a continuación intentaremos transmitir de […]
En los días pasados y aún más hoy, luego de la holgada victoria de Barack Obama en las elecciones presidenciales de EEUU, se ha reproducido de forma continua y masiva una idea que puede sintetizarse de la siguiente manera: Obama=Cambio. Esta situación permite esgrimir una cantidad determinada de razonamientos que a continuación intentaremos transmitir de la manera más clara posible.
Barack Obama es demócrata: El primer cambio en cuestión es el traspaso de un gobierno republicano a un gobierno demócrata. Ahora bien, empíricamente, a partir de una retrospectiva de la historia de EEUU, resulta difícil sostener que el cambio de partido en el gobierno haya producido alguna modificación sustancial, particularmente, y basado en hechos objetivos, me atrevo a afirmar que tal cambio no es un cambio real. Es decir, la política de los EEUU, tanto interior como exterior varía, pero sólo en sus tonalidades, ya que su esencia es la misma, no existe cambio alguno. A modo de ejemplo práctico: Operación bandera falsa en Pearl Harbor: Presidente, Franklin Delano Roosevelt, demócrata; Bomba atómica arrojada a la población en Hiroshima y Nagasaki: Presidente Harry Truman, demócrata; Irangate: Presidente Ronald Reagan, republicano; primera invasión a Irak: Presidente George Bush (p), republicano; Genocidio en lo Balcanes: Presidente, Bill Clinton, demócrata; invasión a Irak, Afganistán: Presidente George Bush (h), republicano.
Estos son sólo algunos ejemplos, el análisis histórico permite apreciar que sin importar la tendencia partidaria, los presidentes en EEUU han intervenido y han ejecutado políticas de destrucción, yugo y expoliación en perjuicio de naciones libres. Demócratas o republicanos, no existen diferencias trascendentes.
Barack Obama es negro: Es un cambio, ya que se trata del primer mandatario de tez negra en la historia de esa nación. Ahora bien, ¿el color de piel del presidente trae aparejado de forma directa y automática un cambio en la vida de los habitantes del país del norte, y por correlato, -huelga decirlo- en la del resto de los habitantes del planeta? Personalmente creo que no, sobran ejemplos históricos y actuales para rechazar ese paralogismo.
Mucho se habló de un mundo mejor para todos a partir de la ginecocracia, -se utiliza este ejemplo para marcar el hecho de las minorías excluidas llegadas al poder- y de hecho se dio en muchos países, el gobierno de las mujeres no trajo consigo un cambio en la vida de la población, la actualidad lo demuestra y basta con apelar sólo al sentido común del lector, tal vez decir: Margaret Thatcher, Angela Merkel, Michel Bachelet pueda reafirmar esta idea. Pero claro queda que un sector de la sociedad, otrora oprimido y/o excluido, como puede ser en el caso, las mujeres o los hombres de color, una vez llegados al poder no han querido o podido, hasta ahora, instrumentar cambios determinantes en las bases estructurales de la sociedad; cabe aclarar, por el sólo hecho de ostentar estas características. Lo fundamental son las ideologías.
Volviendo a la cuestión étnica del flamante presidente electo, podríamos derrochar miles de caracteres para dar cuenta que el color de piel no determina un cambio per sé, o por lo menos de la forma en que los medios de comunicación plantean. Durante su etapa de senador -cargo no menor- Barack Obama no se diferenció de sus pares de tez blanca, es más, en el último suceso por todos conocido «la gran crisis financiera internacional», sus acciones fueron de la mano con las medidas y propuestas de los sectores más reaccionarios del capital estadounidense, obviamente en desmedro de las clases desfavorecidas de la población local y del mundo todo.
Entonces, un presidente demócrata y negro, ¿sólo ése es el cambio?
¿De qué cambio hablan Señores? ¿Qué cambio ha llegado, Senador Obama?
Nosotros, los habitantes de los países económicamente débiles podríamos arriesgar una idea de cambio. ¿Cuál sería el cambio real?, ese cambio del que hablan los medios a nivel global. Sr. Obama, usted dice «Change we need»; nosotros le decimos, desde el patio trasero, el cambio llegará cuando usted a la cabeza del país más poderoso del mundo, país que ha provocado guerras, masacrado millones de civiles, expoliado a los más pobres del planeta, que ha sido el único en arrojar bombas nucleares a la población, que ha invadido naciones soberanas en el siglo XXI, contrariando lo decidido por los organismos internacionales a los que debería someterse, que ha oprimido y desangrado a millones de personas con sus políticas económicas, entre tantas otras cosas, que el cambio llegará cuando usted se siente en su escritorio presidencial y adopte medidas «revolucionarias», utilizando este término casi en forma incorrecta. A modo de ejemplo usted podría empezar por:
1 – Retirar a todos los soldados estadounidenses diseminados en otros países, especialmente las tropas alóctonas de ocupación en Afganistán, Irak, Corea. Aunque un gobierno de cambio debería, en verdad, repatriar a todos los mercenarios integrantes de ese aborrecible ejército, desde los océanos libres del mundo hasta el gueto más recóndito del sur de África. ¿Lo hará Sr. Obama? ¿Terminará con más de una centuria de genocidio estadounidense?
2- Cerrar el centro clandestino de detención, conocido mundialmente como Guantánamo. Centro en el cual «el país de la libertad» aloja personas de distintos países, sometiéndolos a torturas y confinamiento indefinido; como así también el cierre de los centros clandestinos de detención en Europa y Asia.
3- Devolver la soberanía de Bahía Guantánamo a su legítimo país, revocando el increíble contrato suscripto entre los EEUU y el Sr. Tomas Estrada Palma por la irrisoria suma de 4085 dólares al año.
4- Promover la investigación, persecución y posterior enjuiciamiento de todos aquellos ciudadanos estadounidenses involucrados en delitos fuera de sus fronteras, especialmente -en virtud de su mayor responsabilidad- de políticos y militares en el ejercicio de sus funciones.
5- Reorganizar la estructura de su central de inteligencia, repatriando a todos sus agentes de las naciones soberanas.
6- Concluir con las acciones de hostigamiento y desestabilización de gobiernos no afines con sus teratológicas políticas. Como se pudo apreciar este último tiempo en los soberanos países de Bolivia y Venezuela.
7- Poner fin a sus protectorados en Oceanía.
8- Adoptar medidas económicas que no impliquen la expoliación de otras naciones.
Estas son sólo algunas acciones que debería adoptar, para que al menos pueda empezar a considerarse un cambio; sólo algunas y únicamente referidas a otros países.
Excedería el ámbito de análisis avocarnos a los cambios internos que también debería realizar.
Tampoco somos ajenos a la cuasi segura imposibilidad de practicar alguna de estas medidas, en virtud de los intereses de los grupos económicos que han determinado los destinos de las naciones; más allá de que tampoco parece existir una motivación tal en el presidente electo. Sin embargo, es necesario no caer en la «trampa informativa», en la idea de Obama=Cambio. Obama no cambia la historia al ser electo presidente, aunque eso nos pretendan transmitir; Obama podrá cambiar el mundo si ejecuta acciones radicales, si realmente realiza el cambio que el mundo necesita.
Si mantiene las políticas comunes a los dos partidos dominantes en aquel país, nosotros podremos decir que existió un cambio.
Sí, en EEUU fue electo presidente, por primera vez, un hombre negro, ¿y? ¿Qué cambio estructural podrá darnos su color de tez?