Nueva York. El anuncio del giro más dramático en medio siglo en las relaciones entre Washington y La Habana tomaron por sorpresa tanto a promotores como a opositores de la normalización detonando una vez más el debate sobre políticas que, como indicó el presidente Barack Obama, se implementaron «antes de que muchos de nosotros hayamos […]
Nueva York. El anuncio del giro más dramático en medio siglo en las relaciones entre Washington y La Habana tomaron por sorpresa tanto a promotores como a opositores de la normalización detonando una vez más el debate sobre políticas que, como indicó el presidente Barack Obama, se implementaron «antes de que muchos de nosotros hayamos nacido», incluido él.
La reacción de los políticos cubanoestadunidenses fue la esperada: denuncias del acuerdo y las medidas. El senador Marco Rubio advirtió que el Congreso -que estará en manos de su Partido Republicano- se opondrá a los cambios y denunció que el presidente «dio al gobierno cubano todo lo que pidió y no recibió ningún compromiso a cambio» y que estos cambios no son más que «una concesión a una tiranía».
Su colega demócrata Robert Menéndez acusó que fue un «canje» de espías cubanos por un «estadunidense inocente» y que las acciones de Obama han «vindicado el comportamiento brutal del gobierno cubano». Los representantes cubanoestadunidenses Ileana Ros Lehtinen y Mario Díaz Balart hicieron eco de estos sentimientos y el líder republicano de la cámara baja John Boehner denunció que era otra «concesión a una dictadura».
Sin embargo, el consenso sobre Cuba ha cambiado dramáticamente en Estados Unidos durante los últimos años. En las encuestas, mayorías (alrededor del 60 por ciento en las más recientes) favorecen un cambio hacia la normalización de la relaciones, incluso dentro de la misma comunidad cubanoestadunidense
Varios políticos de ambos partidos han viajado a la isla y/o se han pronunciado por un giro en la relación -incluyendo a algunos líderes cubanoestadunidenses. Uno de los legisladores que acompañó a Gross en el vuelo de regreso este miércoles fue el senador republicano Jeff Flake, quien ha abogado a favor de un cambio en la política hacia Cuba, junto con varios de sus colegas demócratas.
El ex presidente Jimmy Carter dijo estar «encantado con la decisión sabia y valiente del presidente Obama de mejorar las relaciones con Cuba», recordando que él había impulsado un aflojamiento del bloqueo y restricciones en los setenta.
Thomas Donohue, presidente de la Cámara de Comercio de Estados Unidos, quien visitó la isla este año, declaró que «la comunidad empresarial de Estados Unidos da la bienvenida al anuncio de hoy». Afirmó que «un diálogo abierto e intercambio comercial» entre los sectores privados de ambos países generará «beneficios compartidos».
El Consejo Nacional de Iglesias expresó su «júbilo» por los pasos anunciados por ambos presidentes y dio bienvenida a la noticia que ambos países «están poniendo fin a un medio siglo de hostilidad».
Líderes latinos difundieron un comunicado conjunto elogiando el anuncio de Obama. Antonio González, presidente del Instituto William C. Velásquez declaró que las medidas representan «un avance gigantesco» en poner fin al bloqueo injusto. Óscar Chacón, presidente de la Alianza Nacional de Comunidades Latinoamericanas y Caribeñas, dijo que el inicio de la normalización es un gran avance para las relaciones interamericanas.
Julia Sweig, directora de Estudios Latinoamericanos del Council on Foreign Relations, y una de las analistas más prominentes en el país sobre la relación bilateral con Cuba, comentó a periodistas que este anuncio es parte de un giro que se inició hace un par de años, después de que el caso de Gross trabó los esfuerzos iniciales de Obama al inicio de su gestión en la Casa Blanca.
Indicó que los factores clave para permitir este giro incluyen el hecho de que la comunidad cubanoestadunidense en Miami «ya no es monolítica», que el envío de aproximadamente 2 mil millones de dólares en remesas a Cuba por la diáspora está creando nuevas relaciones económicas, junto con el cambio en la opinión pública nacional, el impulso por abrir el comercio por sectores empresariales, entre otros, hacen que «ahora sea el tiempo indicado para esto».
Por otro lado, Sweig dijo que un factor también fue la exigencia de América Latina por un cambio, y que Obama «no deseaba que perder a América Latina fuera parte de su legado».
Sin embargo, advirtió que el giro anunciado no implica que todo cambia, señalando que los «programas de promoción de la democracia, en los que participaba Alan Gross, continuarán».
Wayne Smith, un ex jefe de la sección de intereses de Estados Unidos y experto sobre Cuba del Center for International Policy, afirmó que las medidas y acuerdos son «exactamente la cosa correcta en este momento crítico».
Como ha sido durante 50 años, es siempre sorprendente que una isla caribeña de 11 millones de habitantes siga teniendo tal impacto dentro del último superpoder del mundo.