Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens
La serie Untold History of the United States [Historia no contada de EE.UU.] de Oliver Stone en Showtime, es el programa más radical que he visto en mi vida en la televisión estadounidense. Escenas reveladoras, discursos espantosos de nuestros presidentes, una narración espléndida de Stone, todo compone una serie convincente. Un libro de 700 páginas de Stone y del historiador Peter Kuznick acompaña el programa en ocho partes; suministra más detalle y cubre más aspectos que las entregas en Showtime, y permite que los espectadores obtengan un entendimiento aún mejor de nuestra «historia no contada».
El Episodio 7, que trata sobre todo de la Guerra en Vietnam (o Segunda Guerra de Indochina como también la llaman), me fascinó. Stone expía cualquier culpa que ha sentido por haber sido soldado en Vietnam, presentando en vívido detalle los horrores de la guerra, su violencia asesina. Llegué a la edad política en esos años, y me volví a indignar al ver la caída de las bombas y del defoliante, las víctimas gritando, y los políticos y generales mintiendo. Será un día alegre cuando muera ese mentiroso magistral y criminal de guerra Henry Kissinger y se una a sus secuaces en la matanza masiva, Lyndon Johnson y Richard Nixon. Su nombre debiera convertirse en sinónimo de asesino.
La matanza llevada al Sudeste Asiático por EE.UU. es abrumadora, como documentan Stone y Kuznick:
· Casi cuatro millones de vietnamitas muertos.
· Más bombas lanzadas sobre Vietnam que por todas partes en todas las guerras anteriores en toda la historia, y tres veces más que las lanzadas por todos los participantes en la Segunda Guerra Mundial.
· 72.000.000 litros de herbicida envenenaron el país.
· 9.000 de 15.000 aldeas destruidas en el Sur de Vietnam.
· En el Norte, las seis ciudades industriales devastadas; 28 de 30 ciudades provinciales y 96 de 116 ciudades de distrito arrasadas por los bombardeos.
· EE.UU. amenazó trece veces con usar armas nucleares. Nixon regañó a Kissinger por ser demasiado aprensivo al respecto. Nixon dijo que a él le importaba un comino.
· Después de la guerra, bombas y minas sin explotar quedaron por doquier y costaron otras 42.000 vidas. Millones de hectáreas de tierra aún no están limpias de munición activa.
· El Agente Naranja y otros defoliantes han causado graves problemas de salud a millones de vietnamitas.
· Casi todos los bosques de triple cubierta fueron destruidos.
· 3.000.000 toneladas de munición cayeron en 100.000 sitios durante la guerra «secreta» en Camboya, causando una desarticulación social generalizada, la destrucción de cultivos y hambruna. La campaña de bombardeo de EE.UU. en Camboya fue directamente responsable del ascenso de los Jemeres Rojos bajo Pol Pot y el genocidio que tuvo lugar posteriormente (EE.UU. realmente se puso de parte de Pol Pot cuando tropas vietnamitas finalmente terminaron su reino de terror). Stone y Kuznick citan a un oficial de los Jemeres Rojos.
Después de cada bombardeo, llevaban a la gente a ver los cráteres, a ver lo grandes y profundos que eran, a ver cómo la tierra había sido arrancada y carbonizada… La gente común y corriente a veces se hacía en sus pantalones cuando caían las bombas grandes y los obuses. Sus mentes simplemente se paralizaban y andaban mudos durante tres o cuatro días. Aterrorizada y medio demente, la gente estaba dispuesta a creer lo que le decían. Fue a causa de su disgusto por los bombardeos por lo que siguió cooperando con los Jemeres Rojos, enviando a sus hijos para que se fueran con ellos… A veces las bombas caían sobre sus hijos pequeños y sus padres apoyaban totalmente a los Jemeres Rojos.
· 2.756.941 toneladas de munición se lanzaron en Laos en 113.716 sitios. Gran parte del paisaje laosiano resultó destrozado.
En una conferencia de prensa en 1977, respondiendo a la pregunta de un periodista sobre si EE.UU. tenía una obligación moral de ayudar a reconstruir Vietnam, el presidente Jimmy Carter dio la infame respuesta:
La destrucción fue mutua. Fuimos a Vietnam sin ningún deseo de capturar territorio o de imponer la voluntad estadounidense a otra gente. No pienso que debamos pedir disculpas o castigarnos o asumir el estatus de culpabilidad.
¿Mutua? La declaración de Carter refleja tanto la arrogancia del poder como un sentido vulgar del fariseísmo imperial. Hubo 58.000 soldados estadounidenses muertos durante la guerra, más de 300.000 heridos y mucha enfermedad mental y física, suicidios, familias destrozadas, y otros tipos de sufrimientos. Stone captura maravillosamente todo esto con una declaración hecha a un periodista por una madre cuyo hijo estuvo en My Lai: «Les di un buen muchacho y me devolvieron un asesino». Pero sea lo que sea lo que sucedió aquí, palidece en comparación con lo que pasó allá. No hubo absolutamente ninguna mutualidad, y es obsceno decir que la hubo. Lo que EE.UU. hizo en Vietnam, Camboya y Laos es una de las peores atrocidades del Siglo XX. Si los pueblos del Sudeste Asiático nos hubieran hecho a nosotros lo que nosotros les hicimos a ellos, y la misma proporción de nuestra población hubiese muerto como en Vietnam, el muro del Vietnam Memorial tendría unos 20.000.000 nombres.
Nuestros gobernantes políticos han continuado desde 1975, cuando el ejército norvietnamita y el Frente de Liberación Nacional liberaron con medios militares su país, no solo borrando los horrores de Vietnam de la memoria pública sino presentando la guerra como lo que el presidente Reagan llamó «una causa noble». Desde que asumió su cargo, el presidente Obama, admirador de Reagan, ha ido más lejos que ningún otro presidente al hacerlo, intentando perpetrar otra atrocidad estadounidense, pero de otra forma que la guerra, al proclamar la «Conmemoración de la Guerra de Vietnam». La Ley de Autorización de Defensa Nacional de 2008 autorizó al Secretario de Defensa para que organice eventos para conmemorar el 50 aniversario de la Guerra de Vietnam. Una conmemoración de trece años se prevé, desde Memorial Day 2012 hasta el 11 de noviembre de 2025.
En su Proclamación que nos insta a todos a participar en lo que equivale a una orgía de autocongratulaciones y olvido, el presidente Obama dijo:
Al observar el 50 aniversario de la Guerra de Vietnam, reflexionamos con solemne reverencia sobre el valor de una generación que sirvió con honor. Rendimos tributo a los más de 3 millones de soldados hombres y mujeres que dejaron a sus familias para servir valientemente, a un mundo lejos de todo lo que conocían y de todos los que amaban. Desde Ia Drang a Khe Sanh, de Hué a Saigón e innumerables aldeas entre ellas, presionaron a través de selvas y de arrozales, el calor y los monzones, combatiendo heroicamente para proteger los ideales que valoramos como estadounidenses. Durante más de una década de combate, por aire, tierra y mar, esos orgullosos estadounidenses defendieron las mejores tradiciones de nuestras Fuerzas Armadas.
Esto me dio ganas de llorar. Decenas de miles de vietnamitas sospechosos de insurgentes o simpatizantes asesinados en el Programa Phoenix de la CIA; el alejamiento por la fuerza de más de cinco millones de aldeanos de sus hogares a «Aldeas Estratégicas»; prisioneros políticos encarcelados y torturados en «jaulas de tigres»; el bombardeo intencional de diques y hospitales norvietnamitas; el asesinato de 500 mujeres, bebés, niños y ancianos (muchos fueron primero violados y masacrados después) por soldados estadounidenses en My Lai. ¿De qué clase de valerosos esfuerzos estamos hablando? ¿Qué clase de grandiosos ideales albergaban?
El Secretario de Defensa debe organizar todos los programas de la Conmemoración para satisfacer los siguientes objetivos.
1. Agradecer y honrar a los veteranos de la Guerra de Vietnam, incluidas personas mantenidas como prisioneras de guerra (POW) o mencionados como desaparecidas en acción (MIA), por su servicio y sacrificio por cuenta de EE.UU. y para agradecer y honrar a las familias de esos veteranos.
2. Destacar el servicio de las Fuerzas Armadas durante la Guerra de Vietnam y las contribuciones de agencias federales y gubernamentales y de organizaciones no gubernamentales que sirvieron en las Fuerzas Armadas o las apoyaron.
3. Rendir tributo a las contribuciones en el frente interior por el pueblo de EE.UU. durante la Guerra de Vietnam.
4. Destacar las progresos en tecnología, ciencia, y medicina relacionados con la investigación militar realizada durante la Guerra de Vietnam.
5. Reconocer las contribuciones y sacrificios de los aliados de EE.UU. durante la Guerra de Vietnam.
Son todos horrendos, pero el cuarto punto sería digno de los nazis.
El actual presidente de la Conmemoración es el exsenador por Nebraska y veterano de Vietnam Chuck Hagel. También está siendo considerado para ser el próximo Secretario de Defensa. Si es así, se convertirá en el principal organizador de todo lo relacionado con ella. Algunos progresistas afirman que Hagel será una de las pocas voces de razón y decencia en la cumbre de la máquina asesina de EE.UU. ¿Pero cuán razonable y decente puede ser un hombre que acepte presidir sobre ese montón de mentiras?
Espero que los radicales hagan todo lo que puedan para contrarrestar esa celebración de atrocidades. La revista Monthly Review, en la que participo, publicará una serie de ensayos de nuestros archivos, así como colaboraciones recientes sobre la guerra. La primera de ellas fue publicada en noviembre de 2012, una maravillosa reseña de la película de Oliver Stone, Platoon, por el exmarine Leo Carley, quien fue envenenado por Agente Naranja y murió demasiado joven por sus efectos. Es un buen antídoto para los intentos más recientes de reescribir la historia de la guerra en el Sudeste Asiático. No hay que olvidar jamás la Guerra de Vietnam. Fue una mancha sobre nuestro país y sobre la humanidad en sí. Glorificarla es un crimen ignominioso. En su lugar deberíamos honrar al pueblo vietnamita, que combatió con más valor y sufrió más por su liberación del dominio extranjero de lo que hicimos por la nuestra.
MICHAEL D. YATES es editor asociado de la revista Monthly review. Es autor de Cheap Motels and Hot Plates: an Economist’s Travelogue y de Naming the System: Inequality and Work in the Global Economy. Es editor de Wisconsin Uprising: Labor Fights Back. Contacto: [email protected]
Fuente: http://www.counterpunch.org/2013/01/10/oliver-stone-obama-and-the-war-in-vietnam/
rCR