Ignoro si ha habido en la historia de la humanidad un presidente más mentiroso que G.Walker B. A los historiadores les dejo la tarea, ardua por cierto, de confirmar mis sospechas, pero de lo que no me cabe ninguna duda es de que jamás en la historia ha existido un mentiroso tan desmentido como el […]
Ignoro si ha habido en la historia de la humanidad un presidente más mentiroso que G.Walker B. A los historiadores les dejo la tarea, ardua por cierto, de confirmar mis sospechas, pero de lo que no me cabe ninguna duda es de que jamás en la historia ha existido un mentiroso tan desmentido como el presidente de los Estados Unidos.
La última mentira que le revienta en la cara acaba de hacerse pública en su país. Resulta que sí, que G.Walker B sí fue advertido de la catástrofe que se avecinaba sobre Nueva Orleans, que el presidente estadounidense sí sabía la tragedia que podía desatarse sobre esa y otras ciudades de su país como consecuencia del paso del huracán Katrina. Se lo habían manifestado en vídeoconferencia los metereólogos de la Florida y el propio responsable de la defensa civil.
Bush lo negó siempre. Declaró no haber sido advertido, no estar al tanto de lo que podía ocurrir. Juró ignorar las dimensiones de una tragedia que treinta horas más tarde provocó más de mil muertos y dejó un saldo de tres mil desaparecidos a los que también puede darse por muertos.
El mismo responsable de la defensa que le avisara la víspera de lo que podía ocurrir se veía obligado a callar unos días más tarde de consumada la tragedia, tras ser cesado por inepto por el más inepto presidente que haya tenido ese país, no obstante la feroz competencia.
Y sólo porque hay imágenes es que, a un año del drama, cuando todavía siguen sin desenterrarse centenares de muertos, se termina conociendo que en esta ocasión, también G.Walker B mintió.
Mintió para hacerse con el poder tras un fraude electoral en la Florida en el que contó con la ayuda de su hermano, el gobernador Jeb Bush; mintió cuando aseguró la existencia de armas de destrucción masiva en Iraq; mintió cuando afirmó tener pruebas de la vinculación de Sadam con Al Qaeda; mintió cuando aseguró tener pruebas de que en la bombardeada fábrica de Sudán se almacenaban armas químicas en vez de fármacos; mintió cuando negó no estar utilizando fósforo blanco en Iraq y, una vez descubierto, volvió a mentir cuando confirmó que sólo se utilizaba contra los «enemigos», luego de bombardear Faluya y denunciar la Cruz Roja y la Cruz Verde el masivo exterminio por fósforo de cientos de personas, en su mayoría niños; mintió cuando negó la existencia de torturas a cargo de sus hombres en Iraq, Afganistán y Guantánamo; mintió cuando rechazó tener nada que ver con secuestros de personas, vuelos secretos y cárceles secretas; mintió cuando afirmó que el espionaje del correo de sus ciudadanos contaba con el visto bueno de su propio Congreso; mintió cuando comprometió el retiro de sus tropas de Iraq tras la primera pantomima electoral llevada a cabo en ese país; mintió cuando justificó un hematoma en su rostro como consecuencia de una caída al atragantarse con una galleta «prezzler»… hasta el pavo con el que posó para la posteridad tras su primera visita a la Iraq invadida resultó ser de plástico.
Y me he referido sólo a aquellas mentiras descubiertas por la aparición de vídeos o fotografías y cuando, en cualquier caso, recordar los engaños, los embustes de semejante personaje, autor de espantoss delitos de más hondo calado, es casi favorecer sus culpas, relajar sus crímenes.
Lo peor, de todas formas, no es que G.Walker B haya vuelto a quedar, otra vez, en evidencia. Lo peor es que todavía, a estas alturas, 3 de cada 10 estadounidenses creen y apoyan al más grande terrorista de la historia.