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Paralelismos del Estado miniciudad del Vaticano

Fuentes: Rebelión

La historia se escribe muchas veces en renglones paralelos. En esos casos a los que se aprovechan del trabajo de la gente les encanta que se escriba como si fuese para lelos, o sea para tontos. Pero mire usted, ni los que se dicen gallardos son gallardos o simpáticos, ni mucho menos gallardones, simpatiquísimos. Querrán […]

La historia se escribe muchas veces en renglones paralelos. En esos casos a los que se aprovechan del trabajo de la gente les encanta que se escriba como si fuese para lelos, o sea para tontos.

Pero mire usted, ni los que se dicen gallardos son gallardos o simpáticos, ni mucho menos gallardones, simpatiquísimos. Querrán crearse a sí mismos una careta, y no pueden porque para creársela los demás tienen que aceptarla, y los demás no se la aceptamos, no queremos que nuestro dinero y el parque sirva a los aprovechados.

Gallardón el vaticanista, quita a los ciudadanos de bien para vestir al abispo Rouco y enjambre. ¡Lo que da el rezar!: rezando han conseguido tantas cosas en la tierra que hacen pensar. Los gallardos provenientes del fascismo vencedor, lo cuenta Haro Teclen en uno de sus libros, conocen bien el paño de cómo cambiar de manos lo que es de los trabajadores, porque estaban con el general aquél degenerado. Ahora, el de nuestro tiempo, gallardete, banderita pequeña de barco de guerra, en este caso papista, arzobispal, reaccionario hasta la nausea, le quiere dar el parque de La Cornisa, Las Vistillas, a la iglesia, para que Madrid respire peor y trague esos humus que embotan y hacen que adolezcamos de razón, polución beata que afecta a los seres humanos sin defensas.

Gallardón se encuentra tan a gusto y compenetrado con Rouco, el papa del minivaticano que pretenden crear, que vomita su desprecio sobre lo que diga la Comisión Europea o el Tribunal Superior de Justicia de Madrid, o el Colegio de Arquitectos, o el Ateneo de Madrid, o las asociaciones de vecinos, la población afectada en general, le da igual, el ejército de curos va a tomar al asalto Las Vistillas, como antes los ejércitos del general degenerado asaltaron Madrid resistente.

Impusieron un estado fascista y desde él enfermaron las mentes más inocentes. Por lo que respecta a Gallardón defiende en el callejero madrileño los homenajes a asesinos de Lesa humanidad, no consiente que se cambien los nombres de ciertas calles dedicadas a los hermanados con Hitler y Mussolini.

La Historia se escribe muchas veces en renglones paralelos, en esos casos a los que se aprovechan del trabajo de la gente les encanta que se escriba como si fuese para lelos, o sea para tontos.

Aunque, mire usted por dónde, un paralelismo con lo que va a hacer Gallardón y Rouco, un paralelismo, repito, que apenas se sabe: Mussolini, en su afán de acabar con la oposición, después del secuestro y asesinato de Giacomo Mattoti, dirigente socialista, desata una campaña de represión como no se había conocido antes contra toda opinión antifascista; la policía política y el tribunal de excepción arrasan toda la vida democrática. Es entonces cuando la iglesia católica, a qué nos recuerda, mejora sus posiciones políticas y apoya al criminal Mussolini; en compensación, el criminal firma con sus amigos y colaboradores abispos, curos y manjas, los llamados Pactos de Letran, en 1929, en ellos la iglesia católica reconoce al Estado Fascista y Mussolini impulsa la creación del Estado Vaticano; Gallardón impulsa la creación del minivaticano en Madrid con su amigo Rouco; El Ministro de justicia de Mussolini que implantó el estado de terror contra los antifascistas se llamaba Rocco, el papa de Madrid se llama Rouco. Cuantos acuerdos y coincidencias, paralelismos, para quitar El Parque de la Cornisa a los vecinos y madrileños.