Recomiendo:
0

Contra Obama

Partes desde el frente de guerra

Fuentes: Cubadebate

La prensa neoconservadora sigue escalando su tono en la guerra sin cuartel que libra contra la presidencia de Barack Obama. No hay argumento, por truculento que sea, que no se utilice con tal de demoler la imagen y obstaculizar la obra del «Presidente del Cambio». Precisamente por intentar serlo Obama estaba condenado de antemano: los […]

La prensa neoconservadora sigue escalando su tono en la guerra sin cuartel que libra contra la presidencia de Barack Obama. No hay argumento, por truculento que sea, que no se utilice con tal de demoler la imagen y obstaculizar la obra del «Presidente del Cambio». Precisamente por intentar serlo Obama estaba condenado de antemano: los neoconservadores pueden perdonarlo todo menos aquello que atente contra el sacrosanto orden establecido y la aparente paz social que ha construido el sistema sobre la base de engaños, manipulaciones y represión.

¿Cambios? Ninguno, ni aunque sean tímidas reformas, ni siquiera para la apariencia. Conservar el status quo y mantener intocable el pasado y los privilegios, he ahí la esencia de ser conservador libertario, paleoconservador o neconservador. A fin de cuentas, estos emperifollados herederos y continuadores de Edmund Burke, con más o menos glamour y Blacksberrys, más o menos atentos a la sensibilidad de nuestro tiempo, incuso, más abiertos a codearse con las minorías o a usar Internet, no son menos retrógrados ni cavernícolas que la turba de realistas y restauradores del Ancien Regime que desde Coblenza proyectaba hecatombes y matanzas expiatorias capaces de barrer del poder y del recuerdo a los jacobinos y demás revolucionarios franceses. Y eso que comparado con aquellos rabiosos sants culottes, Obama no pasa de ser un párroco rural bienintencionado.

Nada es más herético y punible a los ojos de los gavilanes neoconservadores que ese intento de Obama por cambiar las cosas en la política de la nación imperialista más poderosa del planeta, y no lo admiten aunque este y sus asesores se desgañiten explicándoles que lo hacen para sacar al país del pantano en que la sumieron las torpezas criminales del Bushismo, y salvar al capitalismo global de una bancarrota que sería el toque de clarín, ahora sí, para que apareciesen en la escena los tan temidos y nebulosos revolucionarios, a los que Burke llamó La Plaga, en un rapto de santa cólera clasista.

Pero es en vano: los neoconservadores ni entienden ni admiten nada que no sea reconquistar el poder, marchar en el 2012 hacia Washington y poner en vigor el remake del difunto Proyecto Para un Nuevo Siglo Americano, del que son vestigios aún latentes, y botones de muestra de lo que nos venía encima, las guerras de Afganistán e Iraq, la crisis y las amenazas contra Irán, el mantenimiento del bloqueo contra Cuba, las bases militares en Colombia y Panamá, el golpe de estado impune en Honduras, el infame Acta Patriótica, el campo de concentración de Guantánamo, y la legalización de las torturas y los asesinatos selectivos de oponentes.

Dos recientes artículos de columnistas neoconservadores en Townhall.com, publicados el pasado 7 de diciembre, confirman que en esta batalla despiadada no habrá cuartel ni merced para el contrario, y que solo terminará cuando lo que Obama representa sea llevado en triunfo hasta los altares neoconservadores para ser ejemplarmente sacrificado, y su triste destino sirva de escarmiento a futuras generaciones de soñadores y reformistas seráficos.
Para Terry Paulson, en «Time to Apologize for Future Generations» , la actual administración ha venido a empeorarlo todo, al extremo que está comprometiendo seriamente la existencia futura de la nación, su prolongación en el tiempo. Un desalentador panorama social al que caracteriza como «carente de religión, donde la incapacidad de inculcar fuertes valores en sus hijos ha llevado a los padres a delegar su educación en la televisión y en Hollywood; un gobierno que cuesta más de 13 mil dólares anuales a cada ciudadano, y que no promueve la responsabilidad individual ni la libre empresa; un déficit fiscal que supera los 12 trillones; una reforma de la salud pública que, de ser aprobada, obligaría a las personas a trabajar y pagar diez años para recibir cobertura médica solo en seis, en fin, una locura que debe ser detenida ya…»

Después de describir con tintes tan sombríos el panorama actual del país y recomendar a sus lectores activarse y presionar a los legisladores para que apoyen las políticas neoconservadoras de salvación nacional, Paulson considera que ha llegado el momento de… «pedirle perdón a las generaciones venideras por lo que le hemos hecho y estamos haciendo a los Estados Unidos», sin dudas el final preciso para este mal remedo de una ópera wagneriana.
Para Dick Morris y Eileen Mc Gann, en su artículo «The Black Caucus War Against Obama», las señales que presagian la debacle definitiva estriban en lo que consideran una inesperada y creciente oposición de legisladores demócratas y funcionarios gubernamentales negros contra el primer Presidente afroamericano en la historia del país. Desde las críticas a Obama de la Representante negra por California, Maxine Waters, debido a su escasa ayuda financiera a las pequeñas empresas, mientras destina prestamos astronómicos para «salvar» a los mismos grandes bancos responsables de la crisis, pasando por la negativa de 10 miembros del Caucus negro a participar en las sesiones y votaciones del importante Comité Bancario de la Cámara, hasta la citación forzosa a la Secretaria Social de la Casa Blanca, Desiree Rogers, para declarar ante una audiencia de un comité del congreso dedicado a temas de seguridad interna. En este caso, levanta la suspicacia de estos avispados guerreros neoconservadores del cotilleo político el hecho de que quien cita y la citada son ambos miembros activos del Caucus negro, y ambos demócratas.

«Una Guerra Civil acaba de estallar dentro del ala izquierda del partido Demócrata, enfrentando al Caucus negro con Obama-concluyen jubilosos los articulistas-¡Será muy divertido contemplarla!»

Por estos derroteros transcurre la confrontación entre quienes defienden lo inalterable del sistema, y aquellos que se han propuesto lo mismo, solo que mediante cambios cosméticos. Se atiza la división y la confrontación en momentos de crisis peligrosa. Se juega irresponsablemente con fuego destapando el baúl donde las Furias habían sido momentáneamente confinadas. No dudo que tales comentaristas y sus patrocinadores ya estén reservando balcones, como no se esconden para proclamar, con tal de presenciar como estallan los artefactos con que siembran el camino tortuoso por donde Obama carga su cruz.

En comentarios de los lectores a estos artículos, puede apreciarse el efecto que buscan. Un tal Jim de Virginia, se pregunta si la situación descrita en las filas del partido de gobierno, aunque preocupante, no sea más favorable para el país. «¿A quién conviene que un presidente socialista se rodee de asesores y colaboradores competentes». Para otro lector, que curiosamente también es de Virginia y se identifica como Paleocon, no hay que descartar que la actual crisis culmine en un conflicto armado global o en una insurrección interna, por eso recomienda a los de su generación que incineren sus cuerpos al morir,… «para evitar que sus cenizas sean mancilladas por las futuras generaciones».

Fuente: http://www.cubadebate.cu/opinion/2009/12/09/barack-obama-partes-desde-frente-guerra/