Las Vegas es uno de mis lugares favoritos, pero por estos días hay un toque de tristeza en La Franja. No es la ausencia de multitudes o de atracciones. Las calles, espectáculos restaurants y casinos están llenos como siempre, de sol a sol. No, lo que ha entristecido tanto a la gente en Las Vegas […]
Las Vegas es uno de mis lugares favoritos, pero por estos días hay un toque de tristeza en La Franja.
No es la ausencia de multitudes o de atracciones. Las calles, espectáculos restaurants y casinos están llenos como siempre, de sol a sol. No, lo que ha entristecido tanto a la gente en Las Vegas es saber que, no importa cuánta diversión están ofreciendo hoy, no pueden competir con el espectáculo más divertido que existe; la primaria presidencial de 2012 del Partido Republicano, que se presenta en cada ciudad y pueblo a través de todo Estados Unidos. Es tan divertido que debieran cobrar la entrada.
Primero, hay tantos candidatos apretados en un escenario tan pequeño que no pueden evitar empujarse unos a otros. El mensaje de los llamados candidatos «serios –Mitt Romney, Tim Pawlenty y Jon Huntsman-sigue quedando enterrado bajo la perorata de los candidatos de «segunda fila» Rick Santorum, Ron Paul y Newt Gingrich. Los cuales, a su vez, tienen que competir con tres participantes «imposibles»: Herman Cain, Buddy Roemer y Gary Johnson. Y la reina del Tea Party, Michele Bachmann, sale de la torta y deslumbra a todos.
¿Aún no pueden decidirse? No se preocupen. Quedan al menos cinco candidatos esperando tras bambalinas y desesperados por salir a escena: Rick Perry, Rudy Giuliani, John Thune, George Pataki y la propia Mamá Osa de 800 libras, Sarah Palin. Algunos republicanos están tan desesperados por el reparto de personajes entre los que tienen que escoger que se han acercado a John McCain para que se postule otra vez.
Una vez que comienza el espectáculo, la diversión verdadera no es presenciar cómo compiten entre sí. Es verlos implotar, uno tras otro. Tim Pawlenty es esfumó rápidamente, con lo que demostró que no tenía las agallas para enfrentarse a Mitt Romney mientras estaba junto a él. El propio Romney brindó uno de los momentos más divertidos de la primaria hasta el momento: buscó un dólar en su billetera, pero encontró tan solo un montón de billetes de a $100. Rick Perry demostró que es George W. Bush Reducido al alentar a sus seguidores a seguirlo en «Tweeter». (¿Tontea él en Tweeter?) Y Michele Bachman quedó en evidencia ante los del Tea Party cuando se reveló que buscó y se embolsó $250 000 en fondos federales para la granja de la familia y ayudó a asignar más de $100 millones en subsidios federales para los criadores de credos de Minnesota. ¿Quién iba a pensar que la reina del Tea Party era en realidad una socialista encubierta?
Se suponía que Jon Huntsman salvara el día, pero en su lugar demostró que es el Fred Thompson de 2012: grandes expectativas, nada que dar. El día de su gran anuncio, ni quiera podía recordar en qué ciudad estaba, ya que alardeó de que estaba en la ciudad de Nueva York mientras se encontraba al otro lado del Hudson en Jersey City. También su equipo demostró que tampoco estaba listo para el horario estelar cuando escribió mal su nombre propio en las credenciales de prensa, puso que el número de teléfono del cuartel general de su campaña era «123-456-7890,» y luego llevó a los principales acompañantes de la prensa a un avión con destino a Arabia Saudí, y no a Nueva Hampshire.
Aún así, el debut de Huntsman no fue tan embarazoso como el de Newt Gingrich, cuya campaña completa, ahora que sus principales colaboradores han renunciado, consiste en él y su esposa Callista. (A ambos les resulta muy difícil explicar a los norteamericanos promedio de clase media por qué necesitaban una cuenta de centrífuga de $500 000 en Tiffany’s, además de una línea de crédito de $1 millón.) Al final, el gran error de Gingrich puede que no haya sido haberse embarcado en un crucero de dos semanas a las islas griegas a la semana siguiente de haber anunciado que aspiraba a la presidencia, sino haber vuelto a casa para sumarse a la contienda.
¿Entienden lo que digo? Es mucho más divertido que Las Vegas -y solo está comenzando. No hay duda de que nos esperan muchas carcajadas. Pero al mirar la actual colección de candidatos uno no puede menos que admirar la sabiduría de Haley Barbour, Mitch Daniels y Mike Huckabee. Cualquiera de ellos hubiera sido más fuerte que los anunciados contendientes. Pero hicieron un buen análisis de sus oportunidades contra Barack Obama, comprendieron que no podían ganar y decidieron que no iban a perder su tiempo jugando a que sí.
H.L. Mencken, el sabio de Baltimore al que le gustaba cubrir la política, escribió una vez: «Una campaña política nacional está por encima del mejor circo que haya existido, con el agregado de un bautizo masivo y un par de ejecuciones». Pobre Mencken. Murió demasiado pronto. Si hubiera podido ver la primaria republicana de 2012…