El diario The Washington Post pidió un recorte a los subsidios agrícolas, debido a los precios récord que alcanzaron los productos del campo y a que los productores lograrían este año el segundo mejor ingreso desde 1976. «Ahora más que nunca, los programas del campo merecen un recorte», consideró el periódico en su editorial, en […]
El diario The Washington Post pidió un recorte a los subsidios agrícolas, debido a los precios récord que alcanzaron los productos del campo y a que los productores lograrían este año el segundo mejor ingreso desde 1976.
«Ahora más que nunca, los programas del campo merecen un recorte», consideró el periódico en su editorial, en el que resaltó que los altos precios de los alimentos impactan al presupuesto familiar.
«Mientras la gente que cultiva materias primas disfruta de precios récord para la tierra y las cosechas, el Departamento de Agricultura proyecta un ingreso neto al alza para los agricultores en un 20 por ciento respecto al año anterior», señaló.
Añadió que no sólo los productores de maíz y trigo están «viviendo en grande», sino que se prevé que los productores de algodón que reciben subsidios federales aumenten sus ingresos en un tercio, impulsados por el aumento en las exportaciones del 31 por ciento.
El rotativo indicó que el florecimiento en la agricultura se debe a la fuerte demanda en los mercados emergentes, como India y China, y a una larga sequía en las zonas productoras de trigo en Australia.
«Pero las políticas del gobierno de Estados Unidos, incluyendo el apoyo a etanol, producido a base de maíz, y el dinero abaratador de la Reserva Federal ‘cuantitativamente facilitador’, han ayudado», enfatizó.
El diario cuestionó que los agricultores reciban cinco mil millones de dólares al año sin importar las condiciones económicas, un apoyo que los legisladores defienden argumentando que la agricultura es cíclica.
«¿Por qué los agricultores deben obtener subsidios? Después de todo, la economía entera es cíclica», puntualizó el periódico.
Añadió que cuando la economía pasa por malas épocas, como ahora, parece doblemente injusto esperar que los contribuyentes impulsen a quienes muy a menudo son «acaudalados agricultores» y mucho menos esperar a que los pobres sacrifiquen los beneficios de la nutrición.