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Podemos y el ecosistema mediático español

Fuentes: Rebelión

En primer lugar, relatemos el acontecimiento de referencia que desató la polémica: hace pocos días, lo que iba a ser la presentación de un libro en un acto de la Universidad Complutense se convirtió en un plante por parte de algunos periodistas que asistían a dicho acto, tras las críticas de Pablo Iglesias a la […]

En primer lugar, relatemos el acontecimiento de referencia que desató la polémica: hace pocos días, lo que iba a ser la presentación de un libro en un acto de la Universidad Complutense se convirtió en un plante por parte de algunos periodistas que asistían a dicho acto, tras las críticas de Pablo Iglesias a la profesión periodística que lanzó el líder de la formación morada. Pueden ver el vídeo del momento en esta página del diario.es, para comprobar que la cosa no fue para que nadie se molestara. El contexto completo, y el sentido académico del acto, ha sido perfectamente descrito por Álvaro Mercado en este artículo. Básicamente, Iglesias no reveló nada que no conozcamos ya de sobra, que es el hecho tremendo de que los periodistas han de seguir las líneas editoriales de sus medios, si quieren continuar en ellos. Muchos entendieron esto como un ataque directo a los medios y a la profesión periodística, y de ahí el plante.

Y a pesar de las disculpas posteriores de Iglesias por haber personalizado en un periodista concreto del diario El Mundo, las críticas se sucedieron en tromba a partir de ahí, por parte de líderes del resto de fuerzas políticas (Pablo Casado, del PP, llegó a afirmar que Iglesias «detesta la libertad de expresión«). Pablo Echenique, Secretario de Organización de PODEMOS, por su parte, lo explicó muy bien por Twitter, donde dijo que «…Son asímismo hechos ampliamente conocidos y reconocidos en la profesión que cada medio de comunicación tiene su (legítima) línea editorial y que es en base a ella como se deciden aquéllos elementos que más impacto tienen en la opinión pública, como los titulares, las fotos o las portadas. En base a la línea editorial se modulan también los tonos y se decide sobre qué temas se les encarga escribir a sus periodistas…«. Como vemos, nada nuevo bajo el sol. Nada que no sepa cualquier persona mínimamente informada, y no demasiado ingenua. Bien, antes de continuar, es preciso hacer dos consideraciones iniciales en torno al acto y a la airada reacción de algunos periodistas:

1.- En primer lugar, es falso, tal y como se ha transmitido, que «la prensa» (así, en general) abandonara el acto de la UCM, sólo lo abandonaron algunos periodistas concretos de determinada prensa concreta, los medios de comunicación dominantes, que al parecer, se sintieron ofendidos. Pero seguro que los periodistas de medios alternativos (Rebelion, Kaosenlared, La Directa, La Marea, Diagonal, Tercera Información, eldiario.es, La Haine, IPS Noticias, y un largo etcétera, desconocemos en realidad los que estaban presentes) no abandonaron el acto.

2.- En segundo lugar, es curioso comprobar la diferente reacción que los periodistas tienen ante determinadas circunstancias. Por ejemplo, se levantaron ante las supuestas «acusaciones» de Pablo Iglesias, pero permanecieron en sus asientos, cuando en una rueda de prensa convocada por Alfonso Grau (entonces aún Vicealcalde de Valencia) en relación a la causa del Instituto Nóos, y ante la negativa a reconocer su imputación, cuando un periodista le cuestionó: «¿Entonces por qué nos ha convocado?«, Grau respondió en tono chulesco: «¡Porque me da la gana!«. En aquélla ocasión no hubo ningún plante…curioso, ¿no? Dejo las posibles conclusiones a la interpretación de los lectores.

Bien, en cualquier caso, la situación no sólo de la prensa, sino de los medios de comunicación en general en nuestro país, es ciertamente preocupante. Suponiéndosele el papel de «Cuarto Poder» en una democracia, pues son los agentes sociales que deben garantizar el derecho a la información (veraz, objetiva y contrastable) como derecho fundamental para la ciudadanía, el panorama real es bien distinto. El objetivo, como declara Santiago Alba Rico, debería ser poseer unos medios «…que sean un verdadero cuarto poder independiente de los otros tres, y de los grandes mercados económicos«, y ahí es donde fallamos estrepitosamente. Los discursos de nuestros líderes políticos nos colocan los llamamientos a la defensa de la «libertad de prensa» (al igual que lo hacen con la libertad educativa), pero en realidad se trata de otra falacia más de esta perversa democracia que sufrimos. CIUDADANOS, a través de su líder Albert Rivera, ha afirmado (demagógicamente, como siempre) que «a la política hay que venir llorado de casa«, y ha explicado los argumentos de Iglesias «desde el chavismo«.

Pues bien, vamos a exponer la situación de los medios de comunicación en Venezuela (nos lo explica Luis Britto García en este artículo), a ver si Albert Rivera y los suyos se enteran de una vez: en la actualidad operan en Venezuela 2.896 medios, de los cuales sólo el 3,22% son de servicio público, el 20,76% son comunitarios, y el 65,18% (unos 2.232) son medios privados, y casi unánimemente opositores. Los medios de carácter comunitario son de limitado alcance y efímeros, pero el porcentaje revela la aparición de un importante sector comunicacional popular de medios, como ellos mismos gustan llamarse, comunitarios, libres y alternativos. Los canales de servicio público pertenecen en buena medida a la Iglesia, tal como sucede con la Televisora Andina de Mérida, el Canal de los Niños Cantores en Maracaibo, Vale TV en Caracas, o a asociaciones privadas. Unos seis divulgan mensajes de organismos públicos. En cuanto a los canales de difusión, la derecha opositora detenta una brutal hegemonía. En vista de todo lo cual, se pregunta Luis Britto: «¿Por qué, en tal situación de inferioridad mediática, el bolivarianismo ha ganado 18 de 19 consultas electorales?«. De nuevo, dejo la reflexión a los lectores. En todo caso, creemos que el argumento de la derecha política y mediática española relativo al chavismo queda desmontado.

Pero volviendo a nuestro país, y como decíamos más arriba, el oligopolio mediático español padece una situación enormemente preocupante. El efecto de que la inmensa mayoría de medios (en prensa, radio y TV) pertenezcan a dos grandes grupos de poder mediático (A3Media y MediaSet) impide la necesaria pluralidad informativa a la que el conjunto de la ciudadanía tiene derecho. Veamos siquiera algunos ejemplos tomados de este artículo de José Manzaneda para el medio Cubainformación: si analizamos la cobertura informativa de la prensa española sobre la reciente visita del Presidente de Estados Unidos, Barack Obama, a Cuba, nos encontramos con los siguientes datos: los tres principales diarios españoles (El País, ABC, El Mundo) publicaron, en un intervalo de 10 días, un total de 80 piezas, en diferentes géneros periodísticos. Centrándonos en el diario «El País» (por elegir el más suave de los tres), publicó dos editoriales en su sección de Opinión, y tres artículos de opinión política acerca de la visita. Los cinco condenaban sin paliativos al gobierno cubano y a su sistema político. Y los cinco respaldaban sin ambages la política de la Casa Blanca hacia el país caribeño. En las 39 noticias y reportajes restantes se repetían los mismos mensajes, que eran reforzados con las opiniones intercaladas de varios «disidentes» políticos y otras personas duramente opuestas a la revolución cubana. A todas ellas, se añadían las opiniones de 8 políticos y representantes de varios centros de pensamiento de Estados Unidos, todos ellos, sin excepción, contrarios al gobierno cubano.

​ En todos los materiales publicados durante 10 días en los tres medios de comunicación no apareció ni una sola opinión posicionada a favor de la revolución cubana. Ni ciudadanos/as cubanos/as, ni turistas, ni militantes de cualquiera de las miles de organizaciones de solidaridad con Cuba en todo el mundo fueron entrevistados. Eso sí, la condena a Cuba era acompañada por la más descarada propaganda hacia el gobierno estadounidense, con claros halagos hacia la política de Obama. A la vista de todo este panorama…¿esta es la pluralidad informativa de los medios españoles? ¿Esta es la información veraz y objetiva, contrastada y creíble, que nos ofrecen los profesionales españoles del periodismo? Ciertamente lamentable. El ecosistema mediático español es un claro oligopolio dominado por las grandes empresas, por el gran capital, de ahí que la pluralidad informativa y el derecho a la información estén absolutamente ausentes. La uniformidad ideológica y el pensamiento único que muestran nuestros medios son claros y patentes. Pero no acaba aquí el diagnóstico.

Exponemos la opinión de Luis Maraña, de InfoLibre, quien en su magnífico artículo «Manos Sucias y ánimo de lucro», (en relación a la trama de extorsión de Ausbanc y Manos Limpias), asegura lo siguiente sobre nuestros medios: «Cabe preguntarse por qué en treinta años no ha habido una presión mucho mayor de los grandes medios de comunicación para desnudar el verdadero carácter mafioso de Ausbanc, y por qué Luis Pineda ha seguido hasta hace un cuarto de hora pisando todo tipo de moquetas, protagonizando desayunos informativos en el Ritz o paseándose por los platós de televisión. Quizás la explicación tenga que ver con un hecho poco conocido por la opinión pública: muchos medios de comunicación, en papel y digitales, no sobrevivirían si no fuera por los acuerdos comerciales opacos que mantienen con grandes bancos y empresas. Consisten precisamente en la inversión de decenas o centenares de miles de euros en un medio aunque su difusión e influencia no sea proporcional al coste de esa inversión. Es decir, se busca fundamentalmente mantener una relación «fluida» o «positiva» entre la gran empresa y el medio en cuestión, que a su vez adquiere el compromiso, explícito o implícito, de trasladar una buena imagen de su «cliente». Estos acuerdos son clave (…) para entender el ecosistema mediático español, que se desenvuelve en una competencia desigual y desleal, y con una opacidad casi total hacia los lectores, que desconocen los compromisos y fuentes de financiación de los medios«. Nosotros podríamos añadir, como buen ejemplo de ello, las jornadas de pura propaganda del régimen que organiza de vez en cuando el diario «La Razón».

Visto lo visto, desde la izquierda transformadora entendemos fundamental proceder, sin prisa pero sin pausa, a una profunda revisión del modelo comunicacional actual, para ir migrando hacia un nuevo modelo de gestión y licencias de medios de comunicación en nuestro país, tanto públicos como privados y comunitarios, como medida elemental de saneamiento democrático. Pablo Iglesias, por tanto, en su reciente charla en la UCM se limitó a exponer algunos ejemplos de esta «dependencia mediática» de los profesionales frente al gran capital, al cual hay que añadir también la evidente escalada de precarización laboral que sufre la profesión periodística en España. Domina la propiedad privada excesivamente concentrada de los medios, el hecho de pertenecer a grandes grupos de poder, lo cual les permite imponer sus intereses económicos, ideológicos y partidistas, e instalar un sistema de precariedad laboral que limita profundamente la libertad de expresión, y que evidentemente se traduce en un deterioro progresivo del derecho público y fundamental a una buena información. Los ERE, las reestructuraciones de plantilla, los cambios organizativos, los despidos masivos, o las becas, entre otros factores, conducen a una situación de vulnerabilidad a los profesionales de la información en nuestro país, y la conclusión está clara: no puede haber prensa libre sin periodistas libres, que trabajen sin presiones desde el rigor, la imparcialidad, la objetividad y la profesionalidad.

Tomamos para finalizar la exposición y el buen juicio del maestro Santiago Alba Rico, quien en este artículo razona en los siguientes términos: «Pero como ese impulso democrático implica democratizar nuestros medios de comunicación, partidistas, interesados y militantes, los medios reaccionan exactamente igual que los políticos: ¡un atentado contra la democracia! Una fuerza [se refiere a PODEMOS] que ha nacido con el único propósito de «representar» a esa mayoría social abandonada en las «afueras» del Parlamento y en los «arrabales» de los periódicos, se convierte lógicamente en la enemiga del Parlamento y de los periódicos. Mientras malas prácticas políticas y malas prácticas periodísticas degradan la calidad democrática e informativa de nuestro país, los políticos y los periódicos del bipartidismo se protegen detrás del carácter sagrado de las instituciones que ellos mismos amenazan para intimidar y golpear desde allí a los que quieren salvarlas«. Se podrá decir más alto, pero no más claro. Hay que romper el oligopolio mediático (al igual que hay que hacerlo también con el oligopolio eléctrico y energético), y hay que acabar con el intervencionismo estatal en los medios públicos. Nuestra frágil democracia nos lo agradecerá.

Blog del autor: http://rafaelsilva.over-blog.es

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