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El silencio de Europa ante la Revolución ha sido tan criticado como la situación vivida por el pueblo tunecino durante las últimas dos décadas

Por qué la UE se calló cuando estalló la revuelta tunecina

Fuentes: Periodismo Humano

En 1967, durante su discurso de oposición a la guerra de Vietnam impulsada por Estados Unidos, «Martin Luther King dijo: ‘Llega la hora cuando el silencio se convierte en una traición». En este caso concreto, observamos que ha llegado esa hora», expuso Marietje Schaake, parlamentaria del Grupo de la Alianza de los Demócratas y Liberales […]

En 1967, durante su discurso de oposición a la guerra de Vietnam impulsada por Estados Unidos, «Martin Luther King dijo: ‘Llega la hora cuando el silencio se convierte en una traición». En este caso concreto, observamos que ha llegado esa hora», expuso Marietje Schaake, parlamentaria del Grupo de la Alianza de los Demócratas y Liberales por Europa, el pasado lunes 17 de enero durante un debate sesión plenaria del Parlamento Europeo en Estrasburgo (Francia). Esta joven holandesa, que entre 2008 y 2009 fue miembro del jurado del Premio Europeo Martin Luther King, hizo uso de las palabras de dicho activista de derechos civiles para los afroamericanos en Estados Unidos, para ilustrar el silencio y la pasividad que han caracterizado a la Unión Europea (UE) a lo largo de los últimos años y, concretamente, desde que estallaran las revueltas y la crisis política en Túnez.

Y es que desde que el Mohamed Bouazizi se inmolara 17 de diciembre 2010 en protesta contra por las condiciones económicas y trato recibido por la policía cuando esta le confiscó un puesto de frutas que constituía su único medio de subsistencia, hasta que la UE se pronunciara, tímidamente, a través de un comunicado de prensa en el que transmitía el mayor de sus pésames por el número de muertes, heridos y detenidos, ha transcurrido casi un mes. Fue el pasado 10 de enero, a la vuelta de las vacaciones de Navidad. Desde entonces, los comunicados se han ido sucediendo a cuentagotas y las intervenciones oficiales han brillado por su casi total ausencia.

La prudencia de la Vicepresidenta de la Comisión Europea y Alta Representante de la Unión para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, la Baronesa Catherine Ashton, y del Comisario europeo de Ampliación y Política Europea de Vecindad, el checo Štefan Füle, actores esenciales en la actividad internacional de la UE, ha sido casi tan criticada como el Gobierno de Zine el Abidine Ben Alí.

Daniel Cohn-Bendit, diputado del Grupo de los Verdes/Alianza Libre Europea que se sumó al debate en la eurocámara sobre la situación tunecina, lo resumió a la perfección: «La dictadura ha caído, pero la estructura, no. Los gobiernos europeos y la mayor parte de este parlamento han apoyado durante muchos años la estructura de la dictadura y al dictador».

Intereses comerciales y políticas de seguridad condicionan la respuesta europea

Con la firma del Acuerdo de Asociación en 1995, Túnez se convirtió en el primer país de la zona euro-mediterránea en entrar en un proyecto de zona de libre intercambio de bienes y servicios entre ambos territorios. Proyecto en el que Europa ha desembolsado decenas de millones de euros (hasta 240 millones de euros para el periodo 2011-2013) destinados a convertir al país magrebí en un socio digno de confianza: modernización de empresas, apoyo financiero para la gestión de recursos hídricos, para el desarrollo de I+D o para hacer frente a la crisis económica, entre otros. De hecho, el fuerte desarrollo económico y educativo, la defensa de los derechos de la mujer y el uso notorio del francés entre las distintas clases sociales hicieron que el gobierno de Ben Alí fuera presentado como un modelo ejemplar para sus vecinos.

Desde entonces Túnez ha ido abriéndose paso en el mercado comunitario mediante la exportación de diversos bienes de fuerte interés para el viejo continente, como el petróleo, y desarrollando un sector tan jugoso como el del turismo. Bruselas, por su parte, se ha convertido en el primer socio comercial del gobierno magrebí, con especial beneficio para países como Alemania, Italia, España y Francia. Precisamente, este último es el que más estrecha relación ha mantenido con el que fuera uno de sus antiguos territorios coloniales hasta 1956.

París, pieza clave en la construcción europea y peso pesado en la política comunitaria, agradece al territorio tunecino buena parte de su desarrollo económico. Los datos hablan: mediante la presencia de alrededor de 1250 empresas repartidas en distintos sectores, como el banquero con BNP, el de los hidrocarburos con Total, el agroalimentario con Danone y el de las grandes distribuciones con Carrefour, el país galo constituye el primer inversor en esta región, según reseñas ofrecidas por la Cámara de Comercio e Industria francesa.

Emilie Dromzée lo tiene claro cuando se habla del silencio entorno a la llamada Revolución de los Jazmines: «Se trata de una cuestión de los Estados miembros de la UE. No hay más que mirar el tiempo que ha tardado Francia en pronunciarse». Esta especialista francesa en Derecho Europeo de Vecindad es responsable de proyectos en la Red Euro-Mediterránea de Derechos Humanos (EMHRN, por sus siglas en inglés), viene denunciando las dudosas relaciones entre Bruselas y Túnez. Su organización, compuesta por alrededor de 80 ONG´s procedentes de ambas riveras mediterráneas, entre las que consta la Federación de Asociaciones de Defensa y Promoción de Derechos Humanos, fue fundada en 1997 como iniciativa del proceso de Barcelona, o comúnmente conocido como la Unión para el Mediterráneo.

La política comercial no es la única que ha situado a la UE en medio del conflicto magrebí. El control de las fronteras le ha cegado aun más: combatir los flujos migratorios y el terrorismo islamista también son bastiones indispensables en esta relación.

Y es que el Magreb constituye la principal ruta de paso hacia Europa: de Mauritania o Senegal hacia las islas Canarias, de Turquía hacia las islas griegas y de Libia hacia Italia. Y si hace tres meses se hablaba de un acuerdo bilateral ente la UE y Libia para detener la llegada de inmigrantes y evitar una «Europa negra» , hoy deberíamos apuntar a Túnez con el dedo. Según un estudio elaborado por EMHRN, este territorio, al igual que el resto de sus vecinos del Magreb, se ha convertido en uno de «los gendarmes de Europa», mediante el control de los pasos fronterizos de partida hacia Mediterráneo; el control de los extranjeros dentro del propio Estado y control de sus fronteras del sur.

En el caso tunecino, a pesar de ser uno de los países con menor presencia de refugiados (en 2010 contaba con 86 refugiados procedentes de países como Costa de Marfil, Irak y Argelia), el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados alarma ante la carencia de una legislación nacional que garantice los derechos de los demandantes de asilo.

Derechos humanos: un requisito de letra pequeña

Tanto Europa como Ben Alí se han puesto de acuerdo para esquivar el capítulo consagrado a los derechos humanos que Túnez se comprometió a respetar de conformidad con la Declaración Universal de los Derechos Humanos y la Carta de las Naciones Unidas. Un aspecto «tan legal como el resto de puntos», precisa Dromzee.

Pero, ¿dónde fue a parar este requisito? Quizá al pie de página o al final del texto, como una nota bibliográfica que se pasa por alto cuando no interesa. No hay más que comprobar cómo han sido los medios sociales los que han apoyado al pueblo tunecino en su victoria y no los medios de información convencionales – víctimas de la presión gubernamental – o cómo el gobierno ha ido congelando los fondos de financiación destinados a ONG como la de la Asociación Tunecina de Mujeres Demócratas o la Liga Tunecina de Defensa de los Derechos Humanos.

Raimon Obiols, parlamentario socialista catalán, miembro de la Subcomisión de Derechos Humanos en la Eurocámara y uno de los fundadores del Partido Socialista de Cataluña en 1978, fue uno de los pocos que aludió a esta situación cuando Bruselas, testaruda, pensaba en reforzar sus acuerdos con Ben Alí. Fue el pasado 14 de octubre de 2010, cuando se dirigió al Consejo de la UE (institución que agrupa y da voz a los intereses de los Estados miembros de la UE) para pedir una revisión de los acuerdos de asociación. Fue a raíz de una nueva enmienda en el Código Penal aprobada por la Cámara de Diputados de Túnez en junio de ese mismo año, según la cual, explicó Obiols, «los tunecinos que establezcan contactos con agentes de otro país o de una organización o institución extranjera para perjudicar los «intereses vitales» y la «seguridad económica» de Túnez serán sancionados. Con estos cambios […] se intenta criminalizar a los defensores de los derechos humanos por su actividad en este ámbito y se apunta en particular a aquellos de sus grupos más activos que se reunieron recientemente con representantes y parlamentarios europeos para examinar el alarmante expediente de Túnez en materia de derechos humanos mientras la UE negocia una intensificación de sus relaciones con aquel país».

Con esta pregunta, Obiols se sumó a la posición que EMHRN venía pidiendo desde junio de 2010: que las relaciones entre la UE y Túnez fueran revisadas en el marco del respeto de los derechos humanos y , más aun, que fueran congeladas. Cuestión que ha estado en boca de todos aquellos que han pedido explicaciones a las instituciones comunitarias. Pero que la responsable de prensa de Políticas de Vecindad, Anca Paduraru, a través de una entrevista telefónica, se ha dedicado a evadir mediante un «no, por el momento».

A la vista de los acontecimientos más recientes, la CE se ha comprometido a ofrecer todo su apoyo, financiero y técnico, a Túnez de cara a la organización de unas elecciones transparentes y la construcción de un Estado democrático. Las cosas han cambiado tanto en los últimos días, que «ya no pedimos que se congelen los acuerdos. La necesidad más inmediata es el apoyo de la UE en todos los sentidos para la reconstrucción del país», sentencia Dromwée quien reconoce quien hace una semana hubiera exigido una revisión completa de los textos.

Si Martin Luther King estuviese vivo, ¿habría empleado su idea sobre el silencio y la traición para condenar la actitud europea ante la Revolución de los Jazmines?

Fuente: http://periodismohumano.com/sociedad/libertad-y-justicia/por-que-la-ue-se-callo-cuando-estallo-la-revuelta-tunecina.html