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A propósito de “La Cataluña de abajo y a la izquierda” de Raúl Zibechi

¿Por qué no intentamos hablar de lo que conocemos bien?

Fuentes: Rebelión

Mi compañera está de los nervios. Ha leído esta mañana en Rebelión un artículo de uno de sus articulistas y activistas preferidos (a pesar de ser un hombrecito), Raúl Zibechi [RB], un trabajo publicado previamente en La Jornada, una publicación que se supone seria, rigurosa e informada, que no habla por hablar, y, por muchas […]

Mi compañera está de los nervios. Ha leído esta mañana en Rebelión un artículo de uno de sus articulistas y activistas preferidos (a pesar de ser un hombrecito), Raúl Zibechi [RB], un trabajo publicado previamente en La Jornada, una publicación que se supone seria, rigurosa e informada, que no habla por hablar, y, por muchas vueltas que le ha dado, no lo entiende. No entiende que alguien como su admirado RZ diga cosas como las que que dice en ese artículo [1]. Me ha pedido ayuda pero poco he podido hacer: yo tampoco lo entiendo. !No se entiende!

Les expongo sus discrepancias (que suscribo), las principales. Les hago un resumen. Me ha comentado también bastante indignada que, en su opinión, la izquierda latinoamericana, y no sólo la latinoamericana, está absolutamente confundida cuando habla del proceso secesionistas de .Cat pensándolo como un proceso o movimiento de emancipación social. Jamás hablarían, sostiene, en los términos que suelen utilizar si un colectivo importante de gente adinerada quisiera romper el demos común en sus respectivos países señalando que pagan muchos impuestos, que su «país» está oprimido por el gobierno central mediante diversos relatos-ficción y que ellos quieren ser los Estados Unidos de América del Sur pero que, el resto del país, no les deja. Por envidias, porque son zafios, perezosos e incultos (es lo que afirman de España los secesionistas .Cat)-

Me ubico en el artículo de RZ. Las quejas de mi compañera.

Desde la distancia las cosas se ven distintas, afirma el autor. Por supuesto. «Apenas se distinguen los contornos y los objetos grandes acaparan la visión, mientras los más pequeños resultan casi invisibles. Ni qué hablar de lo que sucede en el subsuelo». Sólo en la cercanía, sostiene RZ precipitadamente, «en el compartir vivencias y tiempos, sonidos y silencios, podemos aproximarnos a entender la realidad». Pues depende, es obvio que depende. Podemos estar muy cerca, muy metidas en materia, y no entender nada o casi nada. ¿Cuántas hombres y mujeres de clase alta entiende la situación de las mujeres trabajadoras peruanas, argentinas o uruguanas y las tienen bien cerquita? La cercanía no es garantía ni tampoco, por supuesto, condición necesaria o suficiente. Aunque puede ayudar, por supuesto que sí.

Tuve la inmensa fortuna, prosigue RZ, de participar en «el trigésimo aniversario de la ONG Entrepueblos, celebrado en Barcelona a comienzos de mayo, y reencontrarme con compañeros con los que habíamos militado juntos durante el exilio». Sin restar méritos a Entrepueblos miren, cuando consideren oportuno, la orientación políticas de esta ONG en el tema nacionalista .Cat.

Dedicó casi todo el tiempo, continúa RZ, «a conocer las realidades del mundo independentista de base, que es más anticapitalista y antipatriarcal de lo que sospechaba». Lo de antipatriarcal digamos que habría que verlo más de cerca y más a largo plazo (una ya tiene experiencia y mi compañera también: mucho decir y poco hacer). Las palabras se las lleva el viento. En cuanto a anticapitalista, difícilmente RZ podrá poner el ejemplo de una fuerza de esas características, oposición a la civilización del Capital, que haya apoyado en varias ocasiones a representantes del neoliberalismo y, más en concreto, que se haya abrazado con uno de los políticos neoliberales más duros e irresponsables del mundo secesionista catalán, Artur Mas, por una gesta nacionalista compartida el 9N. Nada que ver con el anticapitalismo. Nada.

Encuentros con miembros de los CDR, de las CUP (a veces, uno y lo mismo), prosigue RZ, «de colectivos territoriales, medios de comunicación, movimientos y centros sociales y culturales que, como archipiélagos, pueblan la geografía de Cataluña», es decir, la geografía secesionista de Cataluña, la que él ha visitado, por la que le han paseado. Pero hay más mundos como es obvio, ninguno de ellos nacionalista, y están en este. Ninguna organización afirma, «ocupa el centro, en un mundo de galaxias y archipiélagos. No estuve con dirigentes sino con militantes de base, y esto es más o menos lo que pude ver». Ninguna organización probablemente no (aunque los que mandan en la CUP y en algunas de sus organizaciones tienen mucho mando en su plaza, menos jerarquía de la que se dice), pero sí que mandan una ideología muy nacionalista y un lema: secesión, secesión y secesión. Lo demás, vendrá después afirman.

Lo que ha visto RZ. Sabadell, sostiene, es una ciudad obrera de 210 mil habitantes a media hora del centro de Barcelona (un poco más si no se va en coche). En 1934 (creo que habla de 1931) fue la primera ciudad de Cataluña en proclamar la república pero la república española, no una república catalana escindida del resto de las clases trabajadoras españolas a las que dedican el lema: «bon vent barca nova». A finales de la década de los 90, Sabadell «se caracterizó por luchas antifascistas, la ocupación de casas y la creación de ateneos». Como muchas otras ciudades obreras catalanas, no es singular la ciudad sabadellense (sin restar mértiso). Entre 2012 y 2014, sostiene RZ, Sabadell «protagonizó huelgas generales contra la derecha que buscaba descargar la crisis sobre los trabajadores», una derecha que caminaba por el mismo sendero de la derecha secesionista catalana (cosa que no dice). Y tampoco nada dice RZ de las luchas de los trabajadores sabadellenses o catalanes contra las medidas austericidas del gobierno Mas, un político neoliberal molt de casa nostra.

A lo que añade que existe un Movimiento Popular de Sabadell integrado por decenas de colectivos: «de obreros, de mujeres, por la potente Plataforma de Afectados por la Hipoteca que reúne 500 personas en asambleas, tiene cuatro edificios ocupados donde albergan a los desalojados y cuenta con banco de alimentos autogestionado. Además», hay «una decena de cooperativas de consumo no jerárquicas y medios libres». Muy bien, admirable como ocurre en otras ciudades catalanas y españolas. Por ejemplo, en Madrid, Sevilla o Cáceres por ejemplo. Meses atrás, prosigue,

nacieron siete CDR que se proponen, dicen los militantes, territorializar la defensa del referéndum por la independencia. Al principio la R era de Referéndum pero luego se trasmutó en República. En los primeros meses participaban hasta 8 mil personas en las asambleas, una cifra astronómica para una población pequeña, que ahora se redujeron a menos de mil entre los cuatro o cinco CDR que sobreviven.

Los CDR son un montaje de las CUP y de Junts per Catalunya, especialmente, y RZ debería saber que dos de sus principales figuras de los Junts tienen el siguiente curriculum: el ex presidente exiliado, el que para ellos es el presidente verdadero, es un político sionista neoliberal, y el actual presidente demediado de la Generalitat es un supremacista etnicista que ha insultado a millones de trabajadores catalanes (no nacionalistas). Otro político de Junts, Eduard Pujol, es la encarnación del político macho alfa que machaca a quien puede machacar a la primera ocasión.

RZ copia a continuación el mismo relato y habla con el mismo lenguaje con el que hablan los guías que le habrán conducido en este viaje:

En toda Cataluña surgieron 300 CDR que luchan por los presos y exiliados [políticos irresponsables huidos que viven a cuerpo de rey en Bruselas, Berlín y Berna], en defensa de los 150 imputados por acciones de calle y de los 700 alcaldes amenazados [¿de qué y por qué?] por la justicia española. La potencialidad, dice un compañero que no diré nombres ni señas porque la represión es real [otro relato secesionista], consiste en la capacidad de movilizar personas muy distintas [cosa absolutamente falsa: se movilizan solo los secesionistas, más homogeneidad imposible]. Se refiere no sólo a las diversas opciones políticas (desde anarquistas hasta socialdemócratas [pura invención, no hay apenas socialdemócratas en el movimiento, ni tampoco comunistas y anarquistas que no hayan perdido el juicio]) sino a las diferencias etáreas, donde los mayores juegan un papel decisivo frente a la represión: los yayos y yayas se colocan en primera fila para disuadir/desafiar a los policías. [los yayos y yayas secesionistas, no nosotras dos, que somos también yayas, personas mayores a las que utilizan los más jóvenes sin ningún miramiento, una prueba de su consistencia, bravura y honestidad políticas] Los límites, prosigue, consisten en la dificultad para mantener este nivel de movilización. Asegura que «el ciclo del procés está cerrado», que la gente no tiene miedo, que la organización de base es muy extensa y sólida, pero el proceso de independencia será muy largo. Nos toca picar piedra, concluye entre sonrisas [pues eso, eso, que piquen piedra pero a la gente le han engañado diciéndoles que en un par de años todo estaba solucionado y Cataluña sería un nuevo estado, avanzando socialmente añadían, de Europa. Quin riure, quin riure! ¿Por qué no dice nada RZ de esa manipulación abyecta?]

En una reunión con cuatro CDR de varias comarcas y barrios, aseguraron, apunta RZ, que el movimiento no tiene estructuras. ¡Que no tienen estructuras si van a golpe de pito de OC y ANC! Cada CDR, prosigue, «es soberano para hacer o tomar iniciativas por su cuenta, siempre bajo los principios de la no violencia, la resistencia activa y el rechazo a las jerarquías». Ya será menos en esto último y lo de la no violencia es otra historia que se han creído o quieren hacer creer y que no cuadra bien con amenazas y aciones que han realizado (por no hacer referencia a tuits y cartas amenazadoras y por no hablar de otro tipo de violencia). Uno de los grandes problemas, otro cuento que RZ se ha creído, «es que las organizaciones tradicionales del independentismo están paralizadas por la represión, por eso el protagonismo corresponde al movimiento territorial de base, cuya experiencia se remonta a finales de la década de los 90, en la lucha contra la globalización». Se une A con Z. Las organizaciones tradicionales del secesionismo, las últimas, siguen convocando cuando les da la gana y la lucha contra la globalización no fue, ni muchísimos menos, una lucha dirigida por fuerzas secesionistas. En el 15M, por ejemplo, los secesionistas no se acercaban a este porcentaje: 0,0000001%0. ¡Estaban muy lejos!

Los CDR, comenta RZ, realizan un conjunto de acciones muy diversas: colocan lazos amarillos en playas y calles (acciones a las que mucha gente se opone), cortan carreteras (también con oposición ciudadana) y levantan las barreras de los peajes, «se movilizan en apoyo de las feministas, los pensionistas, los desahuciados y los trabajadores». Falso, tan sólo se cuenta con el apoyo de algunos de ellos. Mi compañera y yo somos feministas y jubilados y no queremos que nos apoyen en nada. Somos charbegas, catalanas de tercera fila y condición.

Cada vez que hay represión, nos sigue contando RZ, «se suma más gente a las asambleas, asegura una joven de Rubí, en la periferia de Barcelona. A corto plazo, se proponen mantener la resistencia para mostrar que no hay normalidad, que el país está intervenido por el gobierno de Mariano Rajoy». Está lejos de ser así la realidad pero eso esconde uno de sus objetivos básicos: demostrar no que el gobierno Rajoy es un gobierno impresentable, o que el Estado (que no es homogéneo) tiene mucho que mejorar, sino que España (quien dice España, dice Argentina o Chile para comparar) es un país cutre y represor a diferencia de ellos, los catalanes-catalanes, que son la mar de demócratas, guapos y rebeldes

En paralelo, están dando pasos para crear otra economía, afirma RZ, «con base en la larga experiencia del cooperativismo libertario catalán, que busca la desconexión con el capitalismo. Coinciden en afirmar que es una lucha de carácter transversal: por la independencia, contra el capitalismo y el patriarcado». Es decir, juntan o aparentan juntar cosas que no tienen nada que ver. El secesionismo aquí, desune, no une.

Una de las experiencias más notables, sostiene RZ, «es Coop57, una cooperativa de servicios financieros que concede préstamos a proyectos de economía social. Nació en 1995 a raíz de la lucha de los trabajadores de la Editorial Bruguera, que crearon un fondo solidario con parte de las indemnizaciones recibidas (coop57.coop). Hoy tienen 800 entidades que apoyan el proyecto, con 4 mil socios y casi 20 millones de euros en préstamos sociales anuales». Coop57 es, actualmente, una cooperativa (interesante sin duda) en manos de secesionistas que tiene prácticas y delegaciones, el punto es importante, no sólo en Cataluña sino también en el conjunto de España. El movimiento cooperativista no es una característica singular del movimiento secesionista catalán y mucho menos del conjunto de ese movimiento que no se define como tal.

RZ destaca finalmente tres aspectos de este movimiento. El primero: «no nos dejemos cegar por la independencia (para los que vivimos lejos y no somos nacionalistas), porque es más complejo. El rasgo anticapitalista y antipatriarcal es tan potente como el independentista». De acuerdo, vale, es más complejo. Pero no es tan potente, es mucho mayor y si RZ no es nacionalista, como dice, debería mirarse las cosas con mayor espíritu crítico. Está hablando de un movimiento nacionalista donde los grupos adinerados son mayoría.

Segundo: «no miremos hacia arriba (Puigdemont o Torra, por ejemplo) sino abajo y a la izquierda. Ahí hay una fuente de enseñanzas bien importantes que nos deben llenar de esperanza, con las cuales podemos dialogar y aprender». ¿Qué enseñanzas importantes son esas que llenan de esperanza si la mayoría del movimiento apoya, precisamente, a esos dos políticos profesionales, neoliberales confesos, que ha citado? ¿Esperanza en qué?

Tercero: «el proceso será muy largo y no todos piensan así. He apreciado una tendencia a creer que habrá independencia sin grandes conflictos, algo imposible en una realidad marcada por un Estado centralista español que nunca rompió amarras del franquismo. Pero la prolongación del proceso puede fortalecer las opciones más antisistémicas». Otro inmenso error: la prolongación del proceso fortalece las opciones más nacionalistas, no las más antisistémicas en el sentido de opuestas al capitalismo, y el que la independencia se conseguía en una patada es algo que ellos han contado a sus fieles. Si decías algo, te insultaban: cenizo, español, que no te enteras, etc. Por lo demás, RZ, también es impropio de él, simplifica en exceso las características actuales del Estado español que no es equivalente, ni de lejos, al estado franquista (por muchas imperfecciones que la Monarquía borbónica constitucional española pueda tener, que las tiene sin duda).

En definitiva: ¿qué sentido tiene que un pensador de izquierdas no nacionalista, como RZ se declare a favor, implícitamente, de un movimiento nacionalista-secesionista, que aspira a romper amarras y relaciones con el resto de ciudadanos españoles, incluyendo a todas las trabajadoras (y trabajadores) que luchan por un mundo más justo, más equitativo, más libre y mucho más antipatriarcal? ¿Qué pensaría RZ si una de nosotras apoyara un movimiento nacionalista neoliberal, con bases nacionalistas que se declaran anticapitalistas (¿no ocurrió eso con el peronismo?), en algún país latinoamericano como Venezuela, Ecuador, Bolivia, Cuba, Argentina o Uruguay? ¿Nos miraría con tan buenos ojos? ¿Estaría por la labor de destrucción también?

En definitiva: conviene RZ vuelva a Cataluña y la recorra con otros guías, viendo otras realidades muy distintas. Por ejemplo, que alguien le hable de lo que fue el 15M, de sus finalidades no secesionistas, y de la represión ejercida contra ese movimiento, éste sí emancipador, por el conseller Felip Puig, un secesionista nacionalista, un hombre de negocios, con asuntos más que turbios en su familia, un conseller propuesto por Mas y apoyado por él.

Todo, además, muy de machitos, muy de hombres. Nada que tenga que ver con la lucha antipatriarcal y mucho con la falsa lucha nacionalista dirigida a día de hoy por sionistas y xenófobos.

Nota

1) http://www.jornada.unam.mx/2018/05/25/opinion/019a2pol

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de la autora mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.