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Por qué no participaré en la Feria del Libro de Turín

Fuentes: Counterpunch

Traducido del italiano por Gonzalo Hernández Baptista

Cuando acepté participar en la Feria del Libro de Turín, ya que otros años había asistido igualmente, no tenía idea de que el «huésped de honor» fuera Israel con su sexagésimo aniversario. Pero también este es el sexagésimo aniversario de lo que los palestinos llaman la Nakba: el desastre que se cernió sobre ellos aquel año, cuando fueron expulsados de su tierra, en algunos casos asesinados, y las mujeres fueron violadas por los colonos. Estos datos nadie los puede discutir.

Entonces, ¿por qué la Feria del Libro de Turín no ha invitado a israelíes y palestinos en igual número? La presencia, junto a treinta autores israelíes, de treinta autores palestinos (y os garantizo que existen: son poetas y novelistas de buena pluma) se habría visto como un gesto positivo y pacífico, y habría consentido un debate constructivo: una versión literaria de la West-Eastern Diwan Orchestra de Daniel Baremboim, mitad israelí y mitad palestina. Una elección de este calibre habría acercado a las personas. Pero así no se ha planteado. Los comisarios de cultura saben lo que se hacen. En otras ocasiones he discutido vivamente con algunos escritores israelíes presentes en la Feria del Libro, y lo habría hecho encantado de nuevo en esta, si las condiciones hubieran sido diferentes. Lo que han decidido hacer es una desagradable provocación.

Así las cosas, podría parecer que la cultura siempre ha estado unida a la prioridad política del dúo Estados Unidos – Unión Europea. Este Occidente está ciego frente al sufrimiento de los palestinos. La guerra israelí contra Líbano y las noticias diarias del ghetto de Gaza no conmueven a la Europa oficial.

En Francia, como sabemos, es prácticamente imposible criticar a Israel. Tampoco en Alemania, por motivos diferentes. Sería muy triste que Italia recorriera el mismo camino. ¿Cuántas veces debemos subrayar el hecho de que criticar las políticas colonialistas de Israel no es una forma de antisemitismo?

Aceptar este principio significaría convertirnos en víctimas voluntarias del chantaje al que el poder establecido israelí recurre para hacer callar las voces fuera del coro. Pero hay personas valerosas, como Aharon Shabtai, Amira Hass y Yitzhak Laor, entre otras, que critican a Israel y no permiten que sus voces sean amordazadas con tales formas. Shabtai se ha negado a participar en esta Feria. Como no podría haber hecho de otro modo.

Otra cosa es defender el derecho a existir de Israel, como hago y siempre he hecho. Pero de ahí a sacar la conclusión de que el derecho a existir de Israel se traduzca en la concesión de un cheque en blanco para que haga lo que le parezca con quienes ha expulsado, dándoles además un trato infrahumano (untermenschen), es inaceptable.

Personalmente, soy favorable a un único estado israelí-palestino en el que todos los ciudadanos sean tratados por igual. Ya me han dicho que esto es una utopía. Quizá, pero es la única solución a largo plazo.

A causa de los argumentos que tratan mis novelas, a menudo me preguntan (la última ocurrió en Madison, Wisconsin) si sería posible volver a vivir los tiempos dorados de Al-andalus y de Sicilia, en los que tres culturas coexistieron largo y tendido. Mi respuesta es siempre la misma: el único lugar en el que se pueden volver a vivir hoy es Israel-Palestina. Vivimos en un mundo de doble moralidad, pero no es necesario aceptarla. A veces sucede que individuos y grupos a los que se les daña, a su vez infligen el mismo daño. Pero lo primero no justifica lo segundo. Ha sido el antisemitismo europeo el que ha tolerado el genocidio de los judíos durante la segunda guerra mundial, genocidio del que ahora los palestinos se han convertido indirectamente en víctimas.

Muchos israelíes son conscientes de este hecho, pero prefieren mirar para otro lado. Y muchos europeos de hoy miran a los palestinos o a los musulmanes como hace años miraban a los judíos. Esta es la disparatada ironía a la que asistimos ante los artículos de prensa o los comentarios de la televisión, virtualmente en cada uno de los países europeos. Es una pena que la burocracia de la Feria del Libro de Turín haya decidido secundar los nuevos prejuicios que están barriendo el continente. Esperemos que otras Ferias no sigan este ejemplo

Fuente: http://www.counterpunch.org/tariq02052008.html