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Por qué Vox en Ceuta tiene posibilidades de gobernar y por qué no

Fuentes: El Salto

La extrema derecha fue la fuerza más votada en las últimas elecciones generales en la ciudad autónoma y confía en repetir el resultado en las elecciones del 28 de mayo.

Varias han sido las encuestas que, en los últimos meses, han dado a Vox como vencedor de las próximas elecciones autonómicas del 28 de mayo en Ceuta. No todas han apuntado en esa misma dirección, señalando la mayoría al Partido Popular como vencedor de nuevo, sin embargo, la última elaborada por la empresa demoscópica SyM Consulting para este mes de abril ha señalado de nuevo a la extrema derecha como primera fuerza, con un 31,76% en intención de voto, lo que supuestamente le otorgaría 8 escaños en la Asamblea de Ceuta. Al mismo tiempo, una encuesta realizada por GAD3 para RTVCE (la televisión pública de Ceuta) ha situado este mes al PP como primera fuerza con un 31,1% y a Vox como tercera fuerza, con un 22,4% en intención de voto.

Ya el mes de enero saltaba la sorpresa y de nuevo la misma empresa que ahora le da por vencedor a la extrema derecha anunciaba en la encuesta publicada ese mes que Vox se situaba en cabeza en la carrera para las próximas elecciones autonómicas, con una intención de voto del 32%, por delante del PP (25%) y el PSOE (20,17%).

Existen razones para creer que la extrema derecha podría obtener el primer puesto en Ceuta, y en última instancia, el Gobierno de la Ciudad si el PP apoya la lista más votada. Pero también existen razones para creer que Vox nunca podrá gobernar en Ceuta, a pesar de que ganara unas elecciones. Aquí van dos tesis que apuntalan la primera posibilidad, la de victoria electoral, y dos que indican por qué nunca podría gobernar en Ceuta.

Del “cordón sanitario” al “solo queda Vox”

Ceuta está siendo un laboratorio de experimentos políticos. Ha sido la primera comunidad (donde no hay fuerzas independentistas o regionalistas) donde el bipartidismo, PP y PSOE, se han puesto de acuerdo para gobernar, no en coalición, pero sí para que el PP en este caso continúe gobernando, la vicepresidencia de la Asamblea de Ceuta pase a manos del PSOE, haya un pacto de no agresión entre ambos, bajando el tono del presidente popular Vivas contra el Gobierno de Pedro Sánchez y empezando a hacer gestos de diálogo y acuerdos entre el PP autonómico y el PSOE nacional.

Sacar a la extrema derecha de la vicepresidencia y de las políticas de la Ciudad Autónoma era el objetivo, para el que se prestaron las otras dos formaciones localistas presentes en la Asamblea, el MDyC y Coalición Caballa (ahora refundada en Ceuta Ya!). De esta forma, el Partido Popular hace tres años accedió por primera vez a cercar un cordón sanitario a Vox.

Pero el cordón sanitario, que tanto ha pedido por ejemplo Unidas Podemos, en la práctica ha demostrado que tiene sus limitaciones a la hora de llevarse a cabo en el día a día de la política, sobre todo en los debates parlamentarios. Este cordón ha pasado a ser un “todos contra Vox” y está sobredimensionando la fuerza de la formación ultra, dibujando incluso dos nuevos ejes en el tablero político ceutí: los que combaten a Vox y Vox.

El eje dibujado ha desdibujado mucho otros ejes posibles y clásicos como el izquierda-derecha o arriba-abajo, ya que el gran partido de izquierdas del régimen del 78 no se encuentra en estos momentos en el eje de enfrente del gran partido de derechas del régimen del 78, el PP, sino que han acabado ocupando el mismo, junto a los otros dos partidos localistas, los más progresistas o de izquierdas de la Asamblea que con su abstención para echar a la ultraderecha han permitido al Partido Popular continuar en el poder durante dos años más hasta el final de la legislatura, eso sí, con más oposición de los localistas a sus políticas que el PSOE, que en los temas trascendentales para la ciudad, como el nuevo PGOU, se ha puesto de acuerdo con los populares para discriminar a las barriadas de la periferia, en una política ciertamente clasista.

Por tanto, sobre todo mediáticamente, a la izquierda se la ha visto, y la gente así lo ha percibido, que en lugar de estar combatiendo las políticas y recetas de derechas del Partido Popular se ha embarcado en la mayoría de plenos de los dos últimos años en una batalla sin cuartel contra la extrema derecha, sentándose en el mismo banco del Partido Popular, quien ha apostado decididamente también por combatir a Vox dialécticamente en cada ocasión que ha podido, picando en cada cebo que los ultras le han ido poniendo para, al final, salir ganando en esta política de la confrontación, donde el cordón sanitario les ha valido para incluso hacerse las víctimas y justificar en última instancia su discurso de “solo queda Vox” frente a todo el arco parlamentario, al que han metido en el misma barco de “promarroquíes” o “traidores de la patria”.

Una política de confrontación que además les ha hecho revivir, ya que Vox estaba completamente roto internamente a mitad de legislatura, con dos concejales de los seis que tenían que decidieron escindirse del partido y con cierto ruido interno en la formación que permitió que hubiera filtraciones interesadas a los medios donde se mostraba su lado más islamófobo y xenófobo.

Toda esta confrontación desmesurada contra la extrema derecha en los debates plenarios se ha dado por parte del resto de partidos debido al miedo infundado a que el Partido Popular se volviera a sentir solo y decidiera volver a apoyarse de nuevo en los ultras para gobernar, como hizo uno de los años de esta legislatura.

Además, hay un voto de derechas, en este caso en Ceuta, que no perdona que su casa común hasta ahora, el PP, haya llegado a acuerdos de gobernabilidad con el PSOE y otras fueras de izquierdas. Esa pata más derechista de los populares estaría en estos momentos pensándose seriamente en votar a Vox, no por las propuestas en positivo que pueda atraer su voto, sino más bien porque la ultraderecha está luchando más de frente en la “guerra cultural” que han construido. De ahí más bien la escisión que ha sufrido por la derecha el PP esta legislatura cuando su ex-consejero de Sanidad, Javier Guerrero, abandonaba el partido tras romper el pacto los populares con Vox. Una cuestión que no solo le disputa el liderazgo al presidente Juan Vivas, sino también que habla de su apuesta ideológica y estratégica diferente a la que está llevando el Partido Popular ahora mismo. Y prueba de ello es que la nueva formación derechista, Ceuta Avanza, tiene como principal asesora a una figura de la ultraderecha del otro lado del estrecho, María Villaverde, quien no permite ni un solo diálogo con el espectro a la izquierda del PP, criticando, por ejemplo, en el pasado a Casado por no apoyar la moción de censura de Vox.

El papel de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado en las autonómicas pasadas

Vox ganó las últimas elecciones generales en 2019 en Ceuta con un 35,29% de los votos obteniendo su mejor resultado en el distrito tres de la ciudad, donde hay un porcentaje más significativo de integrantes censados de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado. En ese distrito obtuvo la sorprendente cifra de un 46 por ciento de los votos.

Por tanto, en una ciudad con un alto número de funcionariado de las FyCSE, estos se han convertido en uno de sus principales bastiones electorales para poder llegar al poder. Ciudadanos votantes de Vox, en la gran mayoría no autóctonos, que han llegado a vivir a la ciudad desde diferentes puntos de la península y que no saben lo que es criarse junto a la población musulmana. Una realidad que se les escapa y que, por tanto, que les hace no comprender la idiosincrasia de Ceuta. O más bien, tienen una visión reaccionaria y xenófoba.

Además, Vox no ha dejado de hacer guiños constantes durante la legislatura a estos Cuerpos, pidiendo constantemente mejoras en los mismos o aumento de las dotaciones destinadas a los mismos, apoyando las reivindicaciones de asociaciones cercanas a la extrema derecha como Jucil.

¿Gobernar contra casi el 50% de Ceuta?: la xenofobia sectaria de Vox

El PP no rompió su pacto con Vox en noviembre de 2020, fue más bien la población musulmana y la tolerante que apostaba por la convivencia quien obligó al Gobierno de Vivas a romper su acuerdo de gobierno con la extrema derecha ceutí. La ruptura comenzó el 28 de febrero de ese mismo año cuando más de 5.000 personas salieron a las calles de Ceuta, en una marcha que recorrió las barriadas de la periferia, iniciándose en El Príncipe, el corazón de la pobreza, la exclusión social y de la precariedad en la ciudad, hasta el corazón de la sede de las soberanía popular, las puertas del palacio de la asamblea autonómica.

Un movimiento que se fue fraguando meses antes desde que Vivas firmó el pacto para los presupuestos de 2020 con los ultraderechistas y comenzaron a verse las primeras políticas xenófobas contra el colectivo musulmán, las mujeres y los de abajo en definitiva. Un pacto que elevó a la extrema derecha hasta la vicepresidencia del Gobierno de la Ciudad y que pretendió en última instancia acabar con las ayudas y subvenciones a ONGs y asociaciones en defensa de la cultura musulmana, feministas o de los derechos migrantes.

En otras comunidades autónomas es posible que si Vox quedara como primera fuerza y gobernara pudiera incluso acabar la legislatura, con gran oposición, pero acabarla. Sin embargo, en Ceuta se antoja casi imposible que la extrema derecha ceutí pudiera completar una legislatura: ni siquiera pudo sostenerse un año el pacto PP-Vox.

Si decimos que es posible que pudiera gobernar en otras comunidades es porque aunque encontrara una oposición frente a sus políticas, nunca habría un colectivo tan amplio, tanto cuantitativamente como cualitativamente, como el musulmán con un sentimiento de pertenencia tan fuerte como la clase o el feminismo, es decir, lo que Marx y Engels señalaban en el Manifiesto de convertirse de “clase en sí” a “en clase para sí”. Algo así sí ocurre en Ceuta con el colectivo musulmán, que aunque no es una clase, sí que es una cultura para sí, con fuertes lazos de pertenencia y de solidaridad entre sus miembros que les hace estar fuertemente unidos entre sí y fraternizados, conformando una fuerza política independiente. A tal punto que el eje “religión” en las elecciones ceutíes tiene un gran peso.

Y es que los líderes de Vox han demostrado ser incluso los más xenófobos y racistas de toda España, con audios filtrados a la prensa que se les atribuye a su líder, el templario Juan Sergio Redondo, y en los cuales se despachaba supuestamente contra el colectivo musulmán, llegando a hablar incluso de la necesidad de una cruzada contra ellos. Si de verdad aspiraran a ser fuerza mayoritaria en la ciudad, la extrema derecha debería mutar a un nuevo tipo en el incluso abrazara a los musulmanes autóctonos “frente a los invasores”, es decir, frente al migrante que viene de Marruecos y más lugares de África. La diferencia entre un “musulmán bueno” y un “musulmán malo” que viene “a quitarnos el trabajo”, por ejemplo. Sin embargo, Vox le ha declarado la guerra a la religión y cultura musulmana.

Por tanto, si Vox llegara a la presidencia de la ciudad, no tardaría en volver a sus políticas xenófobas y tampoco tardaría la población musulmana en salir de nuevo a las calles, en tejer comunidad y oposición para defenderse. El discurso y las políticas de Vox en un posible gobierno volverían a incendiar las calles y se volvería a vivir un ambiente casi irrespirable y de tensión constante como el que se ha vivido en algunos momentos de esta legislatura mientras ha existido el pacto PP-Vox. Algo que pondría en jaque la supervivencia de la extrema derecha al frente del gobierno autonómico. En Ceuta solo cabe o Vox y sus políticas xenófobas o la convivencia (o coexistencia como defienden muchos que hay en realidad) pacífica como defiende la mayoría de la sociedad. Los dos postulados no caben en 18,5 kilómetros cuadrados. Solo puede sobrevivir uno.

El papel del empresariado ceutí

La patronal ceutí, representada por la CEOE y la Cámara de Comercio en la ciudad, se siente de momento cómoda con un gobierno del Partido Popular, tanto en solitario como con el gran pacto de gobernabilidad con el PSOE. Y decimos de momento porque la patronal ceutí tiene en el PP a su gran representante político para que puedan continuar adelante sus recetas económicas que permitan seguir prosperando y aumentando su tasa de ganancia y beneficios fiscales los empresarios sin ninguna oposición, sumándose en esta última legislatura las casas de apuestas como nuevo sector empresarial que apoyará al Partido Popular, al introducir grandes rebajas fiscales para este sector y convertir a la ciudad autónoma en un paraíso fiscal del negocio del juego online.

Tanto es esto, que las empresas con sede fiscal en Ceuta que más facturan son de fuera de la ciudad autónoma y son todas casas de apuestas y juegos: según los últimos datos publicados, los del año 2021, Casino de Barcelona, Sportium, Luckia Euroapuestas y Bet On Red Digital, más conocida como Marca Apuestas, copan los cinco primeros puestos de empresas afincadas en Ceuta que más facturan, con un volumen que va desde los 304 millones de euros de la primera hasta los 112 millones de la quinta, por delante de empresas autóctonas ceutíes como Servicios Auxiliares de Puertos SA o la Empresa de Alumbrado Eléctrico, que ocupan el sexto y octavo puesto respectivamente de este ranking.

Y es que históricamente, la burguesía no ha apostado a las primeras de cambio por la extrema derecha para continuar aumentando su tasa de ganancia. Esto ha ocurrido en épocas de crisis, cuando la derecha autodefinida como liberal o las políticas neoliberales en esta época no han podido continuar perpetuándose en el poder y, por tanto, se abre una ventana de oportunidad para los movimientos anticapitalistas y de verdad ven amenazados sus intereses de clase por la elevación de la conciencia y organización obrera. Ahí es cuando han tenido que apostar definitivamente y decididamente por la extrema derecha como única vía para defender sus intereses de clase. Sin embargo, eso no está ocurriendo en Ceuta. Y prueba de ello la dan las siguientes declaraciones, que condensan y resumen a la perfección la apuesta del empresariado ceutí (de momento) porque nada cambie: “A mí me decían que si Javier Guerrero se iba con Vox ganaban y eso no veía que iba a suponer estabilidad para mis inversiones; aunque también es verdad que yo no tengo nada en contra de Vox”.

Estas palabras son de Juan Goñi, primer empresario de casas de apuestas que se instaló en la ciudad para beneficiarse de las rebajas fiscales impulsadas por el Partido Popular, y que se defendía así de una filtración del pasado mes de enero publicada por ‘El Debate’ en la que se le acusaba de chantajear a Javier Guerrero, ex-consejero del PP y líder del nuevo partido de derechas Ceuta Avanza, para que diera su apoyo tras las elecciones a Juan Gutiérrez, candidato del PSOE, en lugar de a Vox.

Todo ello no quita que el voto de Vox tenga un carácter marcado de clase y que influirá en las próximas autonómicas, ya que en las pasadas elecciones generales obtuvieron el primer puesto en el distrito uno de la ciudad, donde las rentas son más altas, por delante del Partido Popular. En contraposición, Vox fue rechazado por la clase trabajadora más precarizada de Ceuta y de mayoría musulmana: hablamos de la barriada con la renta más baja, El Príncipe, donde fue la última fuerza con sólo el 1,7 por ciento de los votos obtenidos.

En resumen, la política ceutí tiene sus propias dinámicas, muy diferentes a las de la política peninsular, donde los ejes son distintos, y más en el esta última legislatura, y donde hay una gran presencia de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado y de la cultura castrense en el paisaje ceutí, con todo lo que ello significa a la hora de generar ideología.

Fuente: https://www.elsaltodiario.com/elecciones/vox-ceuta-tiene-posibilidades-gobernar-no