En las libertades civiles, Obama ha cometido graves errores; para salvar su reputación, debería perdonar a los dos grandes filtradores de nuestra era
Con el fin de su presidencia, es el momento de que Barack Obama considere seriamente indultar a los filtradores Chelsea Manning y Edward Snowden.
La semana pasada, Manning cumplió su sexto aniversario entre rejas. Ya ha pasado más tiempo encerrada que ninguna otra persona que haya filtrado información a la prensa en la historia, y aún le quedan casi tres décadas de condena.
A estas alturas no debería haber dudas de que el archivo que Manning entregó a WikiLeaks -y que después publicaron en parte the Guardian y the New York Times- es una de las bases de datos más ricas y completas que ha existido nunca en asuntos internacionales; su aportación al dominio público es en este momento casi incalculable. Para hacernos una idea: solo en el último mes, the New York Times ha citado los telegramas del Departamento de Estado de Manning en al menos cinco noticias diferentes. Y eso casi seis años después de que empezara a llenar titulares.
Ahora sabemos que, a pesar de que fue embarazosa para Estados Unidos, la filtración no ha provocado ninguno de los enormes perjuicios que los altos cargos del gobierno estadounidense dijeron que llegaría a provocar. Incluso el Gobierno admitió en el juicio a Manning que nadie murió por culpa de sus revelaciones, a pesar de las exageradas declaraciones del Ejecutivo en aquel momento, que decía entre otras cosas que WikiLeaks tenía «sangre en las manos». Por cierto, las autoridades estadounidenses sabían que estaban exagerando en los medios en aquel momento.
Incluso si crees que merece algún castigo por incumplir la ley, seis años entre rejas (y torturas durante su encarcelamiento prejudicial) debería ser más que suficiente.
Mientras tanto, el exfiscal general Eric Holder provocó titulares este martes cuando dijo a David Axelrod que Snowden había hecho un «servicio público» al desencadenar un debate muy necesario sobre la privacidad y la tecnología que no se había dado antes de sus filtraciones sobre la NSA en 2013. Holder dijo:
«Desde luego, podemos debatir la forma en la que Snowden hizo lo que hizo, pero creo que realmente realizó un servicio público al plantear el debate que nos ocupa y por los cambios que hemos hecho» Es graciosa la afición que tienen los exaltos cargos de contar la verdad solo después de dejar sus responsabilidades. Holder cree que Snowden aún debería someterse a juicio, pero que el juez debería tener en cuenta el beneficio público a la hora de sentenciarlo. Este es un riesgo serio, considerando que la gente decía lo mismo de Manning en su momento y ella fue condenada a 35 años de cárcel. Esto también nos recuerda la injusticia inherente de la Ley de Espionaje bajo la que está acusado Snowden: tendría prohibido decir a un jurado por qué hizo lo que hizo o explicar los beneficios de sus filtraciones hasta después de ser condenado.
De forma similar al caso de Manning, no ha sucedido ninguna de las consecuencias terribles que se vaticinaron cuando Snowden filtró los archivos de la NSA a los periodistas. Y hemos visto enormes ventajas desde entonces: el Congreso aprobó una ley histórica de reforma de la NSA, un tribunal de apelaciones sentenció que la vigilancia masiva que él destapó era ilegal, Obama puso en marcha más cambios en las prácticas de la NSA y las empresas tecnológicas han utilizado la encriptación para proteger la intimidad de millones de personas donde la ley se queda corta.
Por desgracia, la Casa Blanca sigue difundiendo información en respuesta a Holder que se puede demostrar que es falsa. En referencia a sus declaraciones del martes, el portavoz de la institución presidencial, Josh Earnest, dijo lo siguiente: «Lo cierto en este asunto es que hay una vía a disposición de los filtradores que tengan preocupaciones legítimas por lo que estén viendo, en especial cuando se trata del tratamiento de información clasificada y sensible».
Earnest, por decirlo de forma benévola, no está diciendo la verdad. Snowden era un consultor externo y, como tal, por ley, no tenía ninguna de las protecciones para filtradores que tendrían los empleados de la NSA. Es increíble que la Casa Blanca siga repitiendo esta mentira años después de que se desacreditara.
Como si eso fuera poco, sabemos que en cualquier caso las protecciones para filtradores que había en aquel momento tampoco le habrían ayudado. No hay más que leer el contundente reportaje de investigación que Mark Hertsgaard publicó hace poco en the Guardian sobre un antiguo empleado de la NSA encargado de ayudar a los filtradores, que tuvo que convertirse él mismo en filtrador después de que el Pentágono intentara destruir la vida de Thomas Drake, quien denunció el espionaje de la NSA durante el gobierno de Bush.
Quizá la Casa Blanca sigue teniendo rencor hacia Snowden porque reveló su inacción sobre la reforma de la NSA a pesar de las promesas de Obama (la insinuación que hizo este martes el Despacho Oval de que muchas de estas reformas estaban en marcha antes de que Snowden saliera a la luz es ridícula). O quizá no quieren parecer «débiles» frente a la comunidad de la inteligencia.
Pero hay un precedente para el indulto: Samuel Morrison, el primer filtrador condenado en el marco de la Ley de Espionaje, fue perdonado por Bill Clinton durante su presidencia. Teniendo en cuenta cómo algunos personajes poderosos que también han manejado mal o filtrado información clasificada, como David Petraeus, han salido casi impunes, es el momento de que el Gobierno haga lo correcto y se asegure de que estos dos héroes estadounidenses puedan regresas del exilio y de la cárcel.
Traducción de Jaime Sevilla Lorenzo
Fuente: http://www.eldiario.es/theguardian/Presidente-Edward-Snowden-Chelsea-Manning_0_522498173.html