Traducido por Silvia Arana para Rebelión
Tarek Mehanna, un ciudadano estadounidense, fue sentenciado el jueves en Worcester, Massachusetts, a 17 años y medio de cárcel. Fue uno más de los sórdidos juicios-show contra activistas musulmanes desde el 11 de septiembre, una consecuencia de la criminalización gubernamental de lo que la gente dice o piensa. Estos juicios, en los que el secreto del proceso, hace posible que los abogados federales lleven adelante juicios basados en «evidencia» que los acusados no pueden examinar, son el presagio de un estado corporativo totalitario en el cual cualquier forma de disenso puede ser declarada ilegal. Lo que el gobierno hizo con Mehanna, al igual que con cientos de otros musulmanes inocentes en la última década, es lo que hará con el resto de nosotros.
Mehanna, un profesor en Alhuda Academy, Worcester, en un juicio que duró ocho semanas, fue sentenciado por conspirar para matar soldados estadounidenses en Irak y proveer material de apoyo a Al-Qaeda, al igual que por hacer declaraciones falsas ante oficiales de investigación antiterrorista. Su verdadero «crimen», sin embargo, parece ser el haber visto y traducido videos de la Jihad en contra de la política extranjera de EE.UU. en Medio Oriente y por negarse a ser un informante del gobierno.
Stephen F. Downs, un abogado de Albany, Nueva York, fundador del Proyecto Salam, y autor del folleto publicado en internet Victims of America’s Dirty War (Víctimas de la Guerra Sucia de EE.UU.), ha defendido activistas musulmanes desde el 2006. Ha realizado una meticulosa documentación de los cargos falsos usados para encarcelar a activistas musulmanes como si fueran terroristas. Debido a las previsiones que reforzaron las penas para actos terroristas, cualquier sentencia puede ser cuadriplicada -hasta cargos menores pueden conducir a varios años de encarcelamiento.
«Personas que no han cometido ningún delito son detenidas, aisladas sin la asistencia legal adecuada, son declarados culpables con cargos falsos o manipulados, y desaparecen en las prisiones diseñadas para aislarlos», me cuenta Downs cuando nos reunimos en Brown University, Providence, Rhode Island.
Downs califica el proceso de condenar a las personas antes de que hayan cometido un delito como «juicio preventivo». El concepto de juicio preventivo representa una burla de la ley nacional tan descarada como la guerra preventiva es una burla de la ley internacional.
Downs tomó conciencia de la corrupción del sistema judicial en 2006 cuando Yassin Aref, un refugiado kurdo de Irak que era el imán de una mezquita de Albany, fue atrapado en una operación gubernamental. Downs, quien tres años antes, se había jubilado como fiscal de la Comisión de Conducta Judicial del Estado de Nueva York, formó parte del equipo de defensa legal de Aref. Lo vio dos o tres veces por semana en la cárcel del condado de Rensselaer durante un periodo de seis meses.
«No estaba preparado para el hecho de que el gobierno armara un caso que fuera una mentira apilada sobre otra mentira», dice Downs. «Y cuando se los señalas, no les importa. Ni lo refutan. Saben que fue una mentira. Los hechos en la mayoría de estos casos preventivos no tienen correlación con los cargos. Pero los hechos son irrelevantes. El gobierno decidió que esas personas van a ser un blanco de ataque. Y los quieren destruir por razones ideológicas.»
«En el pasado, cuando el gobierno quería hacer algo ilegal, simplemente iba adelante y violaba la ley. Hicieron redadas de japoneses durante la II Guerra Mundial y los encerraron en campos de concentración. Sabían que estaban transgrediendo las leyes cuando decidieron perseguir a los activistas con COINTELPRO en los sesentas pero lo explicaban diciendo que el fin lo justificaba. Esto es diferente. El gobierno está destruyendo el marco legal de nuestro país. Lo está distorsionando de tal manera que ya es irreconocible para simular que lo que hacen es legal. No recuerdo ninguna situación similar en el pasado. Las opiniones de la corte son ahora meras excusas de por qué no pueden hacer justicia».
«Los abogados del gobierno deben saber que estos casos preventivos son falsos», dice. «Deben saber que están enjuiciando a personas antes de que se haya cometido un delito sobre algo que ellos piensan que los acusados podrían hacer en el futuro. Defienden lo que hacen con el argumento de que están protegiendo a la nación de personas que podrían hacerle daño. Estoy seguro de que han sido cooptados para creer al menos eso. Pero creo que saben que están distorsionando conceptos legales, que los están estirando más allá de los límites aceptables del marco legal. Están creando una cultura interna dentro del Departamento de Justicia que se caracteriza por un desprecio de la ley y del principio básico que sostiene que es preferible que un culpable quede libre a que un inocente sea condenado. Deben saber que no hacen justicia, y que solo actúan con fines ideológicos.»
Downs señaló que si el gobierno estuviera preocupado por el cumplimiento de la ley iniciaría juicios contra los políticos y otras figuras prominentes que han apoyado públicamente al grupo Mojahedin-e Khalq (MEK o Mujadines del Pueblo), un grupo armado que figura en la lista de terroristas del Departamento de Estado y es responsable de ataques terroristas en territorio iraní. Entre los políticos y personalidades figuran el ex alcalde de Nueva York Rudy Giuliani, el ex gobernador de Pensilvania Ed Rendell, el ex embajador ante la NU John Bolton, el ex gobernador Howard Dean, el ex Secretario de Seguridad Nacional Tom Ridge, el ex Fiscal General Michael Mukasey, la ex asesora de Seguridad Nacional Frances Fragos Townsend, el ex Director de la CIA Louis Freeh, el ex Jefe del Estado Mayor Conjunto (Joint Chiefs of Staff) General Hugh Shelton y el General James Jones, que fue el primer asesor del Presidente Obama en temas de seguridad nacional. Algunos de ellos expresaron su apoyo en discursos cuantiosamente remunerados.
«El apoyo que ellos dan a MEK es mucho más grave que cualquiera de los casos de juicio preventivo», afirma Downs. «Ellos están involucrados directamente en apoyo material al terrorismo. Pero, por supuesto, que no van a ser enjuiciados… Todo es un juego. Esto no tiene nada que ver con hacer justicia. Es una postura política. Esto conducirá a una denigración de la ley y de los mecanismos de los juicios, lo que destruirá el sistema legal.»
«Ahora, la justicia es la justicia de las corporaciones», continuó diciendo. «Cualquiera que interfiera con las corporaciones, que interfiera con sus ganancias, que interfiera con sus derechos, será rotulado ‘terrorista’. Se convertirá en alguien a quien hay que eliminar. Los jueces, los políticos y los abogados, todos llevan agua al mismo molino. Y es por eso que sus decisiones son, cada vez más, decisiones corporativas.»
Downs mantiene una débil esperanza de que sea posible forzar al Departamento de Justicia para que entregue evidencia exculpatoria -evidencia sobre la inocencia de un acusado que por ley los abogados del gobierno deben revelar al acusado pero que los fiscales con frecuencia no lo hacen. Dijo que está seguro de que existe evidencia exculpatoria en poder del gobierno que podría liberar a muchos de los acusados bajo juicios preventivos. Los abogados del gobierno, sin embargo, no sabotean sus propios casos entregando evidencia que podría exonerar a aquellos que ellos quieren condenar. Downs sabe que su lucha es quijotesca pero trabaja para conseguir que la evidencia exculpatoria mantenida en secreto en los casos de juicios preventivos sea entregada a los abogados defensores.
«Esa es mi única esperanza para sacar a esa gente de la cárcel. No veo ninguna otra manera de lograrlo», dice.
La corrupción del sistema judicial es tan profunda que probablemente es irreversible en el corto plazo, sostiene Downs. Disidentes, como activistas por la paz, el medio ambiente al igual que intelectuales comprometidos ya han sido tratados como terroristas. Downs piensa que en poco tiempo, sindicalistas y activistas del movimiento Ocupar van a ser tratados como terroristas, especialmente si se propaga el disenso. Y sin embargo, a pesar de su pesimismo, no tiene intenciones de darse por vencido.
«Me reconfortan organizaciones como la Rosa Blanca de Alemania», dice refiriéndose al grupo antinazi que desafió a Hitler, y la mayoría de cuyos integrantes fueron arrestados y ejecutados. «Estaban condenados desde el principio. ¿Por cuánto tiempo puedes desafiar a Hitler antes de que te detengan y te maten? Parece que el esfuerzo es inútil pero, después de la guerra, cuando el pueblo comenzó a reconstruir la nación alemana, pudieron ver a la Rosa Blanca como un ejemplo de lo que la cultura alemana era realmente. Hubo alemanes que valoraban la paz, la libertad y la tolerancia. Mi trabajo es tanto por el récord histórico como por aquellos que siguen en la cárcel.»
Mehanna dijo el jueves frente al tribunal que lo sentenció: «Cuando tenía seis años comencé una extensa colección de historietas. Batman introdujo un concepto en mi mente; el paradigma de cómo funciona el mundo: que hay opresores, que hay oprimidos y los que dan un paso al frente para defender a los oprimidos. Esto tuvo un impacto en toda mi niñez. Me sentía atraído por cualquier libro que reflejara ese paradigma – La Cabaña del Tío Tom, La Autobiografía de Malcolm X y hasta percibí una dimensión ética en El cazador oculto (The Catcher in the Rye ).»
Continuó: «En la escuela secundaria tomé una verdadera clase de historia, y aprendí lo real que era en el mundo ese paradigma. Aprendí sobre los indígenas americanos y lo que les aconteció en manos de los colonos europeos. Aprendí cómo los descendientes de aquellos colonos europeos fueron a su turno oprimidos por el Rey George III. Leí sobre Paul Revere, Tom Paine y como los norteamericanos iniciaron una insurgencia armada contra las fuerzas británicas -insurgencia que hoy conmemoramos como la Guerra Revolucionaria. De niño incluso fui en excursiones escolares a pocas cuadras de donde estamos sentados ahora. Aprendí sobre Harriet Tubman, Nat Turner, John Brown y la lucha contra la esclavitud en este país. Aprendí sobre Emma Goldman, Eugene Debs y las luchas de los sindicatos, la clase obrera y los pobres. Aprendí sobre Anne Frank, los nazis y cómo persiguieron a las minorías y arrestaron a los disidentes. Aprendí sobre Rosa Parks, Malcolm X, Martin Luther King y la lucha por los derechos civiles. Aprendí sobre Ho Chi Minh y la lucha de los vietnamitas durante décadas para liberarse de un invasor tras del otro. Aprendí sobre Mandela y la lucha contra el apartheid en Sudáfrica. Todo lo que aprendí en esos años confirmó lo que había empezado a entender cuando tenía seis años: que a través de la historia hubo una lucha constante entre los oprimidos y sus opresores. En todas las luchas mencionadas, sin excepción, yo me ubicaba del lado de los oprimidos, y valoraba a los que habían dado un paso adelante para defenderlos -sin importar nacionalidad ni religión. Nunca me deshice de mis notas. Mientras hablamos, siguen prolijamente apiladas en un clóset de mi dormitorio.»
Al fin de su declaración ante el tribunal dijo: «Para ustedes, yo soy un terrorista, y les resulta perfectamente razonable que esté parado aquí con un overol anaranjado. Pero algún día, Estados Unidos cambiará y la gente reconocerá el día de hoy en su dimensión verdadera. Verán cómo cientos de miles de musulmanes fueron asesinados y lisiados por los militares de EE.UU. en países extranjeros, y que sin embargo, soy yo el que va preso por «conspiración para asesinar y lisiar» en esos países -porque apoyo la lucha de los mujadines que defienden a su pueblo. Al mirar atrás verán que el gobierno gastó millones de dólares para encarcelarme como ‘terrorista’, pero si pudiéramos devolverle la vida a Abeer al-Janabi, que fue violada una y otra vez por un grupo de soldados estadounidenses, y le preguntáramos quiénes son los terroristas, ella, con toda seguridad, no me señalaría a mí.»
Fuente: http://www.truthdig.com/report/item/first_they_come_for_the_muslims_20120416/