Recomiendo:
0

¿Pringados o fanáticos?

Fuentes: Rebelión

Se ha producido, desde hace décadas, una erosión del secularismo estatal y social. Cuando se dice que existe una crisis del secularismo en el mundo debemos pensar en el retroceso que, de una u otra forma, se ha ido produciendo en Estados que, tras la descolonización, se constituyeron como Estados seculares o laicos. Estamos pensando […]

Se ha producido, desde hace décadas, una erosión del secularismo estatal y social. Cuando se dice que existe una crisis del secularismo en el mundo debemos pensar en el retroceso que, de una u otra forma, se ha ido produciendo en Estados que, tras la descolonización, se constituyeron como Estados seculares o laicos. Estamos pensando en Estados laicos de nueva planta como Israel o en Estados como Túnez, Egipto o, como no, Turquía. En aquellos Estados que se constituyeron como estados anticoloniales y nacionalistas con ideologías seculares el retroceso es evidente. Y por supuesto se pueden buscar explicaciones a este fenómeno pero lo que es una realidad es que los elementos identitarios religiosos están en ascenso. El fracaso de la modernización, en la era de la globalización, ha traído consigo la emergencia de los arcaísmos religiosos en el primer plano de la política. El establecimiento de regímenes políticos teocráticos como Irán, el ascenso internacional del islam político y los movimientos ultra reaccionarios ligados a ellos, la aparición de un terrorismo político religioso y de unos ejércitos paramilitares como ISIS , son todo ello manifestaciones de lo que decimos por más que pensemos que algunas de estas manifestaciones son construidas o manipuladas por intereses nada espirituales y más bien están subordinadas a intereses de las multinacionales, de los Estados imperiales o de las alianzas militares internacionales y sus centros de espionaje.

En Europa se está produciendo, tanto en los países laicos como en los que no lo son, una ola de criminalización del islam como chivo expiatorio de los problemas sociales de integración y al tiempo de justificación para las intervenciones neo imperialistas que se dan África y en el Medio Oriente. El caso más grotesco es el de Francia donde la derecha y la extrema derecha están utilizando un laicismo falso para justificar un nuevo racismo.

Pero entonces, los jóvenes radicalizados que se asocian a los movimientos reaccionarios del islam político en Europa que son ¿pringados o fanáticos? Son, en su gran mayoría, las dos cosas; por un lado, son pringados porque son utilizados por los mismos que manejan, en el mundo, el llamado islam político y por otro lado, algunos-no todos- parecen ser también fanáticos del islam político. El terrorismo del islam político en Europa tiene un olor extraño y las investigaciones policiales y judiciales, tras los atentados, suelen acabar en un punto muerto que no logra desenmascarar a los autores intelectuales de los crímenes, ni el revés de la trama. Esto pasó el 11- M en Madrid y ha pasado en Londres, en París o en Berlín y también pasará en Barcelona como muy bien explica Manuel Domínguez Moreno en su interesantísimo artículo «Un caso curioso» publicado en Diario16 http://diario16.com/un-caso-curioso/

Pero no nos echemos las manos a la cabeza sobre las sospechas que puedan tener muchos ciudadanos. Desde el Irangate nadie se debería echar ninguna mano a la cabeza.

Aunque, en España ni en Cataluña, contra el terrorismo no podamos hacer demasiado si se pueden hacer muchas cosas contra el fanatismo; en primer lugar, estableciendo un sistema escolar laico y único; desgraciadamente vamos por un camino muy diferente; se sigue potenciando la enseñanza concertada como elemento esencial de segregación social. En vez de una escuela inclusiva se potencia una escuela segregacionista, sobre todo en las grandes áreas metropolitanas, donde cada vez más la escuela pública queda reservada a inmigrantes y a población de más bajos ingresos. En Madrid, por ejemplo, la educación concertada ya supone más del 50% de la población escolarizada y lo mismo pasa en Barcelona. En vez de utilizar los recursos públicos para la escuela única se potencian dos sistemas educativos en uno de los cuales se va a producir el fracaso escolar y exclusión social. Si no se comprende esto mucho menos se va a comprender que las autoridades civiles, para conmemorar o celebrar un acto oficial, un reconocimiento o lo que fuera, tendrían que organizar un acto civil y no una misa católica, reforzando así el carácter excluyente y no integrador del espacio público. El espacio público es de todos y no es de nadie. Esa es la máxima de la integración y del laicismo. Luchar por un espacio público incluyente e integrador es un nivel máximo de seguridad contra el fanatismo y la contra la xenofobia.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.