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Siria en 2015

¿Punto muerto de nuevo o compromiso político?

Fuentes: Carnegie Middle East Center

Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández.

2015 ha empezado con tres nuevos propósitos para resolver el conflicto sirio. El Enviado Especial de la ONU, Staffan de Mistura, continua poniendo en práctica su propuesta de «congelar en conflicto en Alepo», que EEUU y la UE han endosado mediante consultas con diversas partes sirias -incluyendo el régimen, la principal oposición política y los grupos rebeldes- y con los actores externos implicados. Rusia albergará a finales de enero las conversaciones formales, denominadas «Moscú I», entre el régimen de Asad y una amplia delegación de la oposición. Y como revelaba recientemente el diario árabe «Al-Hayat«, varias de las más importantes coaliciones de la oposición han acordado un plan de acción conjunto para la transición en Siria a partir de un marco diplomático que implica a todos los actores externos importantes, incluyendo especialmente a Irán, país al que la oposición había anteriormente insistido en excluir por su papel militar directo en apoyo del régimen de Asad.

La reavivación de la actividad diplomática debería ser una buena señal para Siria. Algunas personalidades de la oposición sospechan que las iniciativas para la «congelación del conflicto en Alepo» y «Moscú I» se limitan a suspender meramente el conflicto de forma tal que dejan a Asad en el poder. Pero la nueva «hoja de ruta para la salvación de Siria» de la oposición no pide explícitamente tampoco la salida inmediata de Asad, en línea con la propuesta originariamente presentada el 9 de febrero de 2014 por la Coalición Nacional Siria de las Fuerzas Revolucionarias y de la Oposición. En cambio la «hoja de ruta» se centra en líneas generales en el reparto del poder entre el régimen y la oposición, mientras los representantes de la sociedad civil no alineada desempeñarían un papel de monitorización.

Sin embargo, la brecha entre las posiciones sigue siendo fundamental. En teoría, podría cambiar la situación si se produjeran nuevos desarrollos sobre el terreno, al obligar a una parte o a la otra -o a ambas- a aceptar compromisos serios. Pero el precedente de 2014 muestra que aunque mucho puedan cambiar las cosas a nivel militar y geopolítico -en algunos aspectos de forma radical-, sin embargo, no se altera la dinámica del conflicto ni se rompe el punto muerto a nivel político.

El agudo deterioro de las relaciones entre EEUU y Rusia por la crisis de Ucrania fue el desarrollo geopolítico más notable de 2014: casi un año de cooperación diplomática respecto a Siria acabó en febrero con el fracaso de las conversaciones de paz Ginebra II, no quedando perspectiva alguna para la diplomacia conjunta. Del mismo modo, el año empezó con un optimismo considerable acerca de las conversaciones del grupo P5+1 con Irán sobre su programa nuclear, en la esperanza de que un resultado favorable suavizara otras tensiones regionales -especialmente en Siria-, que acabó esfumándose al no alcanzarse un acuerdo general en el mes de noviembre.

La rivalidad entre Irán y Arabia Saudí, que se había relajado en la primavera de 2014, resurgió durante el verano cuando se hizo evidente que no se iba a alcanzar un acuerdo en la cuestión nuclear, volviendo más improbable un acuerdo político sobre Siria, así como en los casos de Iraq, Líbano y el Yemen. Y los enfrentamientos dentro del Consejo de Cooperación del Golfo por el apoyo prestado por Qatar a la Hermandad Musulmana devinieron en una «guerra fría» árabe, con impactos directos en la oposición siria, así como en países más lejanos como Egipto y Libia. La posterior reparación de las relaciones en el Golfo suavizó las rivalidades que habían dejado paralizada previamente la Coalición Nacional Siria y su gobierno interino en el exilio, pero las persistentes tensiones dividieron a finales de año la rebelión armada moderada dentro de Siria entre los grupos apoyados por EEUU y Arabia Saudí y los apoyados por Qatar y Turquía.

Desde luego, el cambio militar y geopolítico más importante fue la aparición y expansión del Estado Islámico en Iraq y Levante (EIIL) en Siria. En el primer semestre del año, barrieron a todos los demás grupos rebeldes y de la oposición de toda la zona noroeste -excepto de las áreas kurdas- apoderándose de los campos de petróleo y de las rutas comerciales de las que aquellos habían obtenido ingresos anteriormente, reduciéndose drásticamente la población que habían controlado previamente. Por otra parte, las fuerzas del régimen de Asad establecieron un corredor seguro a Alepo y poco a poco fueron rodeando completamente la ciudad, mientras reducían su población civil a unos 150.000 habitantes mediante el uso masivo de bombas de barril. En paralelo, el régimen tomó gran parte de la región de Qalamun -aunque no pudo conseguir el control total y es poco probable que lo logre- y endureció su asedio contra Ghuta Oriental, cerca de Damasco.

Como consecuencia, la rebelión armada siria se ha visto empujada principalmente hacia tres bolsillos: uno centrado en la provincia de Idlib y en la zona rural occidental de Alepo, con partes del norte de Hama y la zona rural de Homs; un segundo en al-Ghuta; y un tercero en las provincias meridionales de Daraa y Quneitra. De hecho, los rebeldes se expandieron significativamente en esta última zona durante los últimos cuatro meses de 2014, mientras reaparecían en Qalamun, en reflejo de una mejora relativa en su cohesión, capacidades y coordinación; en parte gracias al programa de entrenamiento y asistencia dirigido por los Centros de Operaciones Militares en Turquía y Jordania, dirigidos por EEUU. Pero el problema de la fragmentación de los rebeldes prosigue, ahora agravado por la reaparición de Yabhat al-Nusra como principal fuerza rebelde, su competición con el EIIL y las nuevas divisiones de al-Nusra y otros grupos salafistas, que están emprendiendo campañas contra quienes consideran «corruptos» y blasfemos, como ocurrió en la provincia de Idlib en noviembre y en el este de Ghuta a primeros de enero de 2015.

Cada una de esas trayectorias de cambio es importante, pero ninguna ha resultado ser decisiva. Colectivamente, han renovado el estancamiento estratégico en Siria, mientras los diversos combatientes locales y sus apoyos externos han tratado de equilibrar cada cambio sobre el terreno con las correspondientes contramedidas. Poco ha cambiado en sus objetivos o incentivos, con una excepción importante: el desafío lanzado contra todos por el EIIL. Pero esto puede también servir para reforzar el punto muerto en vez de para romperlo.

Una mayor expansión del EIIL podría sencillamente endurecer las actitudes de todas las partes. Turquía intensificaría su demanda de establecer zonas seguras a lo largo de su frontera con Siria, la administración Obama se vería sometida a crecientes presiones en casa para que comprometiera los recursos militares necesarios para esa tarea, y Rusia e Irán seguirían reforzando su apoyo al régimen de Asad como respuesta.

Sólo si la campaña militar en curso contra el EIIL se debilita significativamente en su base de operaciones, en Iraq, podría llegar a ser posible un entendimiento más amplio respecto a Sriia. Pero eso haría que todos volvieran a la misma gama de posibilidades políticas y diplomáticas que ya están sobre la mesa. Ninguna de las partes fundamentales tiene capacidad para imponer un cambio de condiciones, por tanto, a menos que se comprometan seriamente ya, condenarán a Siria a un año más de penoso estancamiento.

Este artículo se publicó originariamente en árabe en el periódico Al-Hayat.

Yezid Sayigh es miembro asociado destacado del Carnegie Middle East Center en Beirut, donde centra sus trabajos en la crisis siria, el papel político de los ejércitos árabes, la transformación del sector de la seguridad en las transiciones árabes, la reinvención del autoritarismo y el conflicto israelo-palestino y el proceso de paz.

Fuente: http://carnegie-mec.org/2015/01/08/syria-in-2015-political-stalemate-again-or-compromise/hz21