El día 30 de septiembre pasado me sorprendió el artículo «Una línea roja une la invasión sionista con la agresión contra Irak» del Sr. Stan Goff. Digo me sorprendió debido a que el autor para fundamentar sus posición contraria a la criminal alianza Israel – EE.UU recurre a argumentos favorables a Israel, contrarias y tergiversadores […]
El día 30 de septiembre pasado me sorprendió el artículo «Una línea roja une la invasión sionista con la agresión contra Irak» del Sr. Stan Goff. Digo me sorprendió debido a que el autor para fundamentar sus posición contraria a la criminal alianza Israel – EE.UU recurre a argumentos favorables a Israel, contrarias y tergiversadores de la realidad palestina, también de varios de sus argumentos emana une especie de tufo racista, un cierto olor a argumentos tanto de la derecha sionista como de la nueva derecha en el poder en Washington. Y lo planteo sin ninguna afirmación tajante, en la medida en que nunca había leído nada de los trabajos del Sr. Goff y por lo tanto no tengo ninguna referencia ni positiva ni negativa y como es lógico habrá que darle derecho a la duda.
En primer lugar quisiera expresar mis coincidencias parte del planteamiento del autor, especialmente en la parte final de su artículo, sobre la estrecha relación que une la política y estrategia de la Administración Bush con Sharon, el Likud y la amplia amalgama de fuerzas de derecha y extrema derecha israelíes, incluidos los colonos que se oponen a la retirada unilateral de Sharon, aunque esto último, el Sr. Stan Goff no lo menciona. Una matización al respecto es que las bases y los motivos de esta relación que menciona el autor, independientemente de su veracidad no son las únicas, hay otras. Y muchas veces lo que se omite puede ser más substancioso que lo que se explicita. Pero este no es el tema por el momento. Lo que pretendo es puntualizar ciertos datos y enfoques del autor.
Antes de entrar en el tema quisiera expresar ciertas dudas que tengo. Dado que es un artículo traducido el hecho me hace dudar de achacar ciertas afirmaciones al autor o a errores en la traducción o a otro tipo de errores; los que se llaman errores de imprenta, imprenta virtual en este caso. Por ejemplo; en el texto hay solo dos citas finales que no aparecen al final del artículo. Se cita un texto a Schoenman, pero en ninguna parte se define el documento, el artículo o la conferencia de Schoenman. Lo mismo se puede decir respecto a las referencias que el autor hace respecto a Gassan Kanafani. Y reitero que no sé achacar esto al autor, al traductor o a un error de imprenta virtual.
Bien, ahora podemos empezar por los errores;
PRIMERO; El Sr. Goff afirma «Para ser precisos: La invasión sionista de Palestina comenzó con la ayuda de acaudalados terratenientes absentistas palestinos. Aunque esto puede ser (y ha sido) sobrestimado como un modo de justificar el asentamiento sionista en Palestina, fue un mecanismo pragmático que permitió que los sionistas obtuvieran un punto de apoyo».
El autor se olvida que la invasión sionista empezó con la Declaración Balfour en 1917, prometiendo la creación de un estado nacional judío en palestina, promesa hecha de parte del Reino Unido, el otorgamiento del Mandato sobre Palestina al Reino Unido por parte de la Sociedad de Naciones, antecesora de las Naciones Unidas y la incorporación de la Declaración Balfour al texto del Mandato por parte de la misma Sociedad. El autor debe de recordar que el primer mandatario inglés en Palestina fue Herbert Samuel, dirigente del Movimiento Sionista inglés, y que tenía a la administración colonial como al ejercito colonial, ambas británicos e instalados en Palestina, puestos al servicio de la colonización sionista. El hecho de qué algún palestino haya vendido su tierra al movimiento sionista no se puede interpretar como un punto de apoyo para la colonización sionista del país como veremos más adelante. Sino que habrá que interpretar este dato dentro del contexto real del proyecto colo
nial británico de destinar a Palestina como la ubicación geográfica del proyectado Estado Sionista.
SEGUNDO; A continuación el autor nos ofrece un pretendido análisis sobre la estructura de clases de la sociedad palestina y su carácter semifeudal que permitió tal venta afirmando «Desde este punto de apoyo en la tierra comprada a terratenientes absentistas, los sionistas continuaron con su expansión. Según Ralph Schoenman: 1917, había 56.000 judíos en Palestina y 644.000 árabes palestinos. En 1922, había 83.794 judíos y 663.000 árabes. En 1931, había 174.616 judíos y 750.000 árabes».
Aquí el Sr. Schoenman está hablando del aumento poblacional de los colonos sionistas dado que el aumento poblacional aquí corresponde en pequeña parte a los nacimientos, y el resto es debido a la inmigración sionista, fomentado y protegida por el Mandato británico. Schoenman no se refiere en nada a la venta de tierras de parte de palestinos feudales o no. Como ya dijimos, más adelante examinaremos este punto.
TERCERO; A continuación el autor cita; «El poeta Gassan Kanafani escribe: La propiedad de tierras urbanas y rurales por grupos judíos aumentó de 300.000 dunums en 1929 [27.000 hectáreas] a 1.250.000 dunums [113.400 hectáreas]. La tierra adquirida era insignificante desde el punto de vista de la colonización masiva y de la solución de la «cuestión judía». Pero la expropiación de un millón de dunums – casi un tercio de la tierra laborable – llevó a un severo empobrecimiento de los campesinos árabes y de los beduinos.
En 1931, 20.000 familias campesinas habían sido expulsadas por los sionistas. Además, la vida agrícola en el mundo subdesarrollado, y en el mundo árabe en particular, no es sólo un modo de producción, sino también una forma de vida social, religiosa y ritual. Por lo tanto, además de la pérdida de tierra, la sociedad rural árabe estaba siendo destruida por el proceso de colonización.»
En primer lugar Kanafani, ha escrito alguna que otra poesía, ha sido un intelectual palestino prolífero, pero no es poeta, es autor de cuentos cortos y largos y ha incursionado en obras teatrales como en la poesía entre otras cosas. Ha sido considerado la promesa del la novela árabe, no solo la palestina. El hecho es que todo se truncó debido a su asesinato en Beirut (cuando tenía sólo 37 años) junto con su sobrina de parte del servicio de inteligencia israelí, el Mosad, con una bomba instalado en su coche. Esto no lo menciona el Sr. Goff.
Pero volvamos a nuestro tema de la tierra, aquí Kanafani pone en claro que la tierra adquirida era insignificante en relación con la expropiada.
De todas las anteriores afirmaciones del autor estoy de acuerdo con una, el carácter semifeudal de la sociedad Palestina en aquel entonces. Y esto hace suponer que el autor tendría un mínimo conocimiento del régimen de propiedad de tierra de esta misma sociedad. Pero sus afirmaciones, suponiendo la buena intención (que según Oscar Wilde, el camino del infierno está lleno de buenas intenciones), demuestran lo contrario.
Durante el dominio otomano, que es el que antecedió al Mandato inglés en Palestina la propiedad de tierra, se la puede clasificar, sintetizando, del siguiente modo; 1- Tierra «miri» que sería la equivalente a la propiedad pública y cuyo titular era el sultán turco. 2- Tierra «mashaà» una especie de propiedad comunitaria que los campesinos labraban rotativamente. 3- Propiedad «awqaf» dedicadas a fines benéficos, religiosos y sociales y que sería equivalente a las tierras de la iglesia en el sistema occidental. La propiedad privada era residual y de las que había, pocas tenían su título formalizado de acuerdo a los cánones del capitalismo occidental.
A finales de la vida de este Imperio, la presión de las potencias coloniales, que estaban fomentando la penetración capitalista en el Imperio Otomano, condujeron a los varios intentos de parte de Estambul de imponer el «Tabo», la Oficina del Registro de Propiedad. Dicho de otro modo la tierra mashaà, la comunitaria no podía continuar como tal, se imponía la obligación de registrarla como tierra privada, ya que las otra dos clases de propiedad, la miri y la awqaf, no tenían problemas en registrarse como tales.
Dividiendo la tierra comunitaria de mutuo acuerdo entre los campesinos de una aldea, el registrarla implicaba graves peligros para el campesinado (obviamente algunos feudales aprovecharon para apropiarse de extensiones de tierra pero en general en un porcentaje mínimo). Este registro facilitaba la labor del recaudador en dos funciones; una era la de recaudar los impuestos y la segunda, llevar a los hijos del campesino a cumplir el servicio militar en alguna parte de los extensos dominio del Imperio Otomano. De hecho muy poca tierra, no solo en palestino, también en los demás dominios otomanos, se registró en el «Tabo». Los campesinos se negaban a hacerlo por los mencionados motivos.
En este contexto el Gobierno Mandatario inglés heredó las tierra miri en su calidad de propiedad pública y gran parte de la tierra que en su origen era mashaà y que el campesino no pudo registrar como suya y que ha ido a engrosar las propiedades públicas que terminaron bajo la titularidad del Mandato. Es de estas propiedades públicas de donde el Gobierno Mandatario inglés otorgaba y donaba al movimiento sionista y con excesiva generosidad.
Lo anterior no pretende negar la venta de tierras por parte de ciertos feudales a los sionistas, claro que la hubo. De lo que se pretende es situar este hecho en su contexto real. Esta venta era y sigue siendo el alegato sionista para justificar su invasión y es grave que se recurra a este argumento dentro de un planteamiento contrario a Israel y al Imperio norteamericano. Pero examinemos este hecho.
A excepción de ciertas ventas individuales e insignificantes fueron dos familias de grandes propietarios los que vendieron parte de sus tierras; una familia de carácter feudal propiamente dicho, la familia Sursuq que vendió la llanura de Marj Beni Àamer (Israel lo llama llanura de Djisrael). Ahora bien la familia Sursuq no es familia palestina, sino libanesa de Beirut. La otra familia Abdelhadi, si es palestina y tenía propiedades, no tan extensas, en el norte de la actual Orilla Occidental del Jordán, parte de estas propiedades las vendió a los sionistas.
Ahora bien, en la Guerra de 1948 se crea Israel en el 80% del territorio histórico de Palestina, la propiedad israelí en esta porción era del 5,67% de acuerdo con los datos de las Naciones Unidas. Este pequeño porcentaje incluye tanto las tierras otorgadas por el Gobierno Mandatario, como las tierras compradas y la expropiada. De allí queda claro que la afirmación de Goff de que la venta de tierras haya sido «el punto de apoyo» para la invasión sionista no es más que acusar a la victima de ser el culpable del crimen que padece. Además de ser una reiteración del argumento sionista para justificar su invasión, una reiteración de un autor que se supone progresista en un artículo dirigida a lectores progresista. ¡Que mejor servicio puede esperar un Sharon o un Bush!
CUARTO; El Autor queriendo explicarnos la relación de Israel y EE.UU. con el fundamentalismo islámico, nos aclara la oposición de ambas a todo tipo de corriente nacionalista árabe y en este contexto fomentan las corrientes fundamentalista. Esto está claro. Pero para el Mundo Árabe, esto hace bastante tiempo que dejo de ser una novedad, ya casi todos lo saben y lo experimentan en carne propia. Quizás este dato sea novedad para Occidente. Pero el caso es que a partir de este punto que está fuera de discusión, lo que sigue es una tremenda confusión de datos erróneos y me queda la duda si esta confusión la tiene el mismo autor o la crea.
Veamos algunos de sus planteamientos; «Harakat al-Muqawama al-Islamiyya, o sea el Movimiento Islámico de Resistencia (Hamas) es un buen ejemplo. Este año, un helicóptero Apache israelí fue utilizado para asesinar al jeque Ahmed Yassin, el líder espiritual parapléjico postrado en su silla de ruedas de Hamas. Pero Hamas fue registrado por el propio Yassin en Israel como una organización legal en 1978. Fue posible, porque israelíes y estadounidenses consideraban a Hamas como un antagonista clerical contra el nacionalismo laico de la Organización para la Liberación de Palestina.
Es la misma estrategia que creó a los talibanes».
. «Los islamistas del gobierno iraní actuaron para apoyar al islamista Hamas en Palestina así como a Hezbolá en Líbano, y hubo un desplazamiento tectónico en las fuerzas regionales. Hubo que decir que los amigos eran enemigos y los enemigos, amigos.
Hamas fue atraído a una órbita anti-estadounidense contra sus antiguos amigos en la CIA al transformarse, como resultado de los acontecimientos, las fuerzas anticomunistas en anti-estadounidenses».
. «Hamas logró su efectividad primero a través de la provisión de servicios sociales desesperadamente necesitados en Gaza. Estos servicios han sido fundamentales en la expansión de la influencia y del prestigio de Hamas entre los palestinos. El otro evento que contribuyó a su expansión fue la decisión de la OLP, bajo extrema presión, de transferir su sede de Palestina a Líbano en los años 80, cediendo efectivamente Palestina geográfica a Hamas.
Hay un factor, sin embargo, que ha contribuido más que ningún otro al aumento de la influencia de Hamas en los últimos años. Ha sido la permanente perfidia y traición del gobierno israelí en cada negociación con la OLP y la Autoridad Palestina. Con el lanzamiento de la Intifada en los años 90, las filas de Hamas se llenaron de nuevos combatientes, atraídos por el lenguaje inequívoco de Hamas sobre un estado palestino independiente y la necesidad de realizar una prolongada lucha armada contra Israel».
Primero aclararemos los datos históricos; Hamas nace del seno de la Hermandad Musulmana, y en 1978 todavía no existía para que se la pueda registrar como organización legal dentro de las leyes israelíes. El otro error histórico es el que se refiere a la salida en los 80 de la OLP de Palestina cediendo el país a la influencia de Hamas.
Respecto a la OLP se le tiene que recordar al Sr. Goff que en lo referente a sus estructuras formales fue creada fuera del territorio palestino, debido precisamente a la ocupación israelí contra la cual consagró sus fuerzas. Su presencia en el territorio palestino, siempre fue clandestina, aunque profunda y arraigada. En este sentido nunca ha tenido su sede en el territorio palestino.
Lo que ocurrió en los años 80 son dos procesos; uno se refiere a la Hermandad Musulmana, que siendo Ariel Sharon Ministro de Defensa en el Gobierno de Menahem Begin, era por su cargo ministerial, el gobernador de los territorios palestinos ocupados. Por su maniático deseo de frenar al nacionalismo palestino encarnado en la OLP, cierra sus ojos y oídos sobre la actividad de la Hermandad Musulmana y le deja campo abierto para la actuación (no que se haya registrado como organización política legal, con esta falsa afirmación el autor solo pretende glorificar la democracia del ocupante) con la esperanza de que su posible crecimiento pueda frenar el liderazgo de la OLP. Al mismo tiempo Sharon invade El Líbano con el fin declarado de aniquilar las estructuras de la OLP que tenía su sede en El Líbano. Al final de esta invasión la OLP tuvo que trasladarse a Túnez en 1982. No ha sido «extrema presión», sino una guerra atroz y criminal y como tal no se la puede embellecer con sutilezas lingüísticas.
Este alejamiento de la OLP de las vecindades del territorio ocupado palestino es el que desemboca en que la OLP vuelva al escenario pero ya dentro de estos territorios a través de la 1ª Intifada que estalló en diciembre de 1987.
Desde el inicio de la resistencia armada palestina contra la ocupación israelí hasta el estallido de la Intifada, la Hermandad Musulmana consideraba que las organizaciones de la resistencia, todas integradas en el seno de la OLP, no representaban más que un aventurerismo militar y se negaba a la práctica de la lucha armada. Esta postura era coherente con su trayectoria si tenemos en cuenta los servicios que había prestado al presidente egipcio Sadat como al monarca jordano Husein en las represiones que ejercieron contra las corrientes nacionalistas.
La cada vez más activa participación de las generaciones jóvenes de la Hermandad en la Intifada y su correspondiente reclamo de participar en las decisiones políticas es lo que da pie al surgimiento de Hamas, dado que no toda la Hermandad Musulmana estaba de acuerdo con la resistencia armada y con la creación de Hamas.
Como se ve, un proceso de lucha no puede ser tan confusamente simplista como lo plantea el Sr. Goff y de paso nos endilga un cúmulo de falsedades o errores históricos y argumentos propios de Sharon y Bush.
En estas citas que estamos comentando como en varios puntos de su artículo, el autor deja traslucir, sublimanlmente, dos ideas; una se refiere a la influencia que ejerce el fundamentalismo iraní en Hizbolah y en Hamas y la otra el surgimiento de un sentimiento anti-estadounidense o ani-occidental en Oriente Medio gracias a la influencia de este fundamentalismo. Esto es lo que se puede llamar, (paralelamente al proceso del blanqueo de dinero), blanqueo de conciencias.
En nuestro mundo globalizado, son bien tupidas y de variada índole las relaciones que se entablan entre las fuerzas políticas, movimientos sociales, sindicatos, movimientos de liberación nacional, etc. Pero para el autor una relación entre Hamas y Teherán ha de llevar su carga de misterio y de morbosidad. Además el paralelismo que hace entre la relación de Teherán con Hizbolah y la que mantiene con Hamas no solo refleja esta tendencia que raya con el racismo, sino que refleja un graso desconocimiento de la realidad de la que habla.
Hamas como la Hermandad Musulmana reflejan un fundamentalismo Sunita, en cambio el actual Irán como Hizbolah reflejan otro fundamentalismo Sheíta. La diferencia no es de credo solo, sino de concepción política también. El hecho no implica que sean enemigas pero si incide en el tipo de relaciones que puedan mantener. Dicho de otro modo, como el resto de fuerzas políticas en el mundo pueden mantener relaciones de coyuntura, de coincidencias marginales o estratégicas, estas mismas leyes se aplican a las fuerzas del fundamentalismo del tipo que sea. En este sentido la relación Teherán – Hizbolah es de tipo estratégico en cambio la de Teherán – Hamas, no lo es ni lo puede ser tanto por este factor como por otros.
El sentimiento anti-occidental y anti-estadounidense, entendiendo a Occidente como el bloque formado por Europa Occidental y Estados Unidos, no es nuevo ni exclusivo de Oriente Medio. Es una data que arranca desde el inicio del proceso colonial. Es un sentimiento común y no se motiva ni por el factor religioso ni por el cultural aunque pueda reflejarse, como parte del proceso que genera, en modos de expresión culturales o/y religiosos.
Lo que el mundo ha sufrido de parte de este Occidente es tremendo y horrendo. Veamos; Largos siglos de guerras coloniales, destrucción, sangre, muerte y hambre en los demás continentes, saqueo de sus riquezas y materias primas, la esclavitud, el Holocausto, el antisemitismo, el nazismo, la discriminación racial, dos guerras mundiales, el armamentismo nuclear y el uso de esta terrorífica arma, etc. La lista es demasiado larga. Achacar, en este contexto, los sentimientos anti-occidentales y anti-estadounidenses a Teherán, solo se puede llamar «un bordo blanqueo de conciencias».
Marwan Tahbub es especialista en Relaciones Internacionales y ex representante de la OLP
[email protected]