Traducido del inglés por Beatriz Morales Bastos
Este artículo es una introducción al nuevo ejemplar impreso de Boston Review, Forum I, titulado Race Capitalism Justice . Inspirado en la obra de Cedric Robinson sobre el capitalismo racial, esta cuestión temática es un manual crítico para la justicia racial en la era de Trump.
La muerte de Cedric J. Robinson este verano a la edad de setenta y cinco años pasó prácticamente desapercibida. Profesor emérito de ciencias políticas y de estudios negros en la Universidad de California, Santa Barbara, y posiblemente uno de los teóricos políticos más originales de su generación, ninguno de los principales periódicos de Estados Unidos consideró que el fallecimiento de Robinson merecía un solo párrafo. Aunque evitó deliberadamente los riesgos de la celebridad intelectual, su influencia fue mayor de lo que probablemente él imaginó. Actualmente los movimientos insurgentes negros en contra de la violencia del Estado y de los encarcelamientos masivos piden el fin del «capitalismo racial» y consideran que su trabajo es parte de una «tradición negra radical», unos términos asociados al trabajo de Robinson.
Nacido el 5 de noviembre de 1940, Robinson creció en un barrio obrero negro de West Oakland. Verdadero erudito educado en escuelas públicas, pasó muchas horas en la biblioteca asimilando todo, desde la filosofía negra y la historia mundial a la literatura moderna. De voz suave aunque nunca permaneció «callado», asistió a la Universidad de California, Berkeley, donde se especializó en antropología social y se convirtió en un destacado activista del campus. Contribuyó a traer a Malcolm X a la universidad y protestó por la invasión de la Bahía de Cochinos, por lo que estuvo suspendido durante un semestre. Después de graduarse en 1963 y de un breve periodo en el ejército, Robinson trabajó brevemente para el Departamento de Libertad Condicional del condado de Alameda donde se encontró con un sistema de justicia penal parcial desde el punto de vista racial y con unos compañeros de trabajo decididos a cambiarlo, incluida su futura esposa, Elizabeth Peters. Ya en 1967 la pareja, inspirada por las rebeliones urbanas y el movimiento contra la guerra, decidió unirse a aquellas personas decididas a cambiar el mundo y llevar una vida de activismo social y de trabajo intelectual.
En 1974 Robinson hizo el doctorado en teoría política en la Universidad Stanford. Su tesis doctoral, titulada «Liderazgo: un paradigma mítico», desafía los conceptos de las teorías liberales y marxistas del cambio político argumentando que el liderazgo (la idea de que la acción social efectiva está determinada por un líder diferente o superior a las masas populares) y el orden político son esencialmente ficciones. Al afirmar que «el pensamiento occidental ortodoxo no fue universal ni coherente», llega finalmente a la conclusión de que «la política es una […] ilusión histórica». Cuando en 1971 presentó el proyecto de su tesis la facultad no estaba preparada para firmar un proyecto que cuestionaba los fundamentos epistemológicos de toda la disciplina. Como nadie podía rechazar razonablemente una tesis tan bien documentada, elegante y erudita, algunos miembros del tribunal renunciaron afirmando ser incapaces de entender la obra. Le costó tres años y una amenaza de una demanda judicial aprobar la tesis y otros seis publicarla con el título de The Terms of Order: Political Science and the Myth of Leadership [Los términos de orden: Ciencia política y el mito del liderazgo] (1980).
La crítica de Robinson al orden político y a la autoridad del liderazgo anticipó las corrientes políticas de movimientos contemporáneos como Occupy Wall Street y Black Lives Matter, unos movimientos que se organizan de forma horizontal en vez de vertical. Su obra monumental Black Marxism: The Making of the Black Radical Tradition [Marxismo negro: La creación de una tradición radical negra] (1983) lee la cartilla a Karl Marx por no comprender los movimientos radicales fuera de Europa. Enfoca desde otra perspectiva la historia de Occidente desde los tiempos antiguos hasta mediados del siglo XX e investiga la idea de que las categorías de clase de Marx se pueden aplicar universalmente fuera de Europa. En cambio, caracterizó las rebeliones negras como expresiones de lo que él llamó la «tradición radical negra», unos movimientos cuyos objetivos y aspiraciones desconcertaron al análisis social occidental. El marxismo tampoco explicó el carácter racial del capitalismo. Como escribió gran parte del libro durante un año sabático en Inglaterra, Robinson se encontró con intelectuales que utilizaban los términos «capitalismo racial» para referirse a la economía de Sudáfrica bajo el apartheid. Lo desarrolló desde una descripción de un sistema específico hasta una forma de entender la historia general del capitalismo moderno.
Por consiguiente, ¿qué entendía Robinson por «capitalismo racial»? Basándose en la obra de otro intelectual radical negro olvidado, el sociólogo Oliver Cox, Robinson cuestionó la idea marxista de que el capitalismo era una negación revolucionaria del feudalismo. El capitalismo, en cambio, apareció dentro del orden feudal y floreció en el suelo cultural de una civilización occidental que ya estaba completamente infundida de racismo. En otras palabras, el capitalismo y el racismo no rompieron con el viejo orden sino que evolucionaron a partir de él para producir un sistema mundial moderno de «capitalismo racial» que dependía de la esclavitud, la violencia, el imperialismo y el genocidio. El capitalismo era «racial» no debido a alguna conspiración para dividir a los trabajadores o justificar la esclavitud y la desposesión, sino debido a que el racismo ya había impregnado a la sociedad feudal occidental. Los primeros proletarios europeos eran sujetos raciales (irlandeses, judíos, gitanos, eslavos, etc.) y fueron víctimas de desposesión, colonialismo y esclavitud dentro de Europa. De hecho, Robinson sugería que la racialización dentro de Europa era en gran medida un proceso colonial que involucraba invasión, asentamiento, expropiación y jerarquía racial. Al insistir en que el nacionalismo europeo moderno estaba estrechamente vinculado a los mitos racialistas, nos recuerda que la ideología de Herrenvolk (gobierno de una mayoría étnica), que provocó la colonización alemana de los territorios de Europa central y «eslavos», «explicó la inevitabilidad y la naturalidad de la dominación de algunos europeos por otros europeos». Reconocer esto no es despreciar el racismo antinegro o la esclavitud africana, sino reconocer que el capitalismo no fue el gran modernizador que hizo nacer al proletariado europeo como un sujeto universal y que, por lo tanto, la «tendencia de la civilización europea por medio del capitalismo no fue homogeneizar sino diferenciar, exagerar las diferencias regionales, subculturales y dialécticas en las diferencias ‘raciales’ «.
Black Marxism [Marxismo negro] fue ampliamente ignorada durante dos décadas hasta que su reedición en 2000 suscitó un renovado interés. Sin embargo, aunque Black Marxism y su discusión sobre el capitalismo racial y la «tradición negra radical» han ocupado el centro de atención, Robinson deja un vasto corpus de trabajo como teórico político y cultural, en especial Black Movements in America (1997), An Anthropology of Marxism (2001) y Forgeries of Memory and Meaning: Blacks and the Regimes of Race in American Theater and Film Before World War II (2007).
Robinson fue un pensador que cuestionó las ideas establecidas y que entendió que las verdades más graves y profundas tienden a desconcertar, a romper con los paradigmas heredados y con el «sentido común». Cuando se le pidió que definiera sus compromisos políticos, respondió: «Hay algunos ámbitos en los que es prematuro poner nombres. Solo soy leal a un mundo moralmente justo y mi mejor oportunidad y la más imponente de hacer frente a la corrupción y el engaño está con otras personas negras».
En ese espíritu, los ensayos que vienen a continuación centran las discusiones sobre el legado de la esclavitud racial en la obra de Robinson y ponen sus ideas al servicio de un mundo justo. Tal como hubiera esperado Robinson, el ámbito de su investigación es amplio, tanto geográficamente (desde San Luis a Sudáfrica y América del Sur) como conceptualmente ya que cuestionan todo, desde las interpretaciones ortodoxas de Marx hasta la genealogía del poder negro. Aunque las personas que contribuyen con sus ensayos a menudo no estén de acuerdo (tal como habría esperado Robinson), obtienen de sus perspicaces ideas los recursos intelectuales y éticos que se requieren en la búsqueda de la justicia racial y en la lucha global contra la explotación económica hoy en día.
Fuente: http://bostonreview.net/race/robin-d-g-kelley-what-did-cedric-robinson-mean-racial-capitalism
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