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¿Qué sucedió realmente el dos de noviembre?

Fuentes: La Jiribilla

El martes dos de noviembre, cerca de las ocho de la noche, al conectarme a Internet leí entre decenas de informaciones, esta fechada en Washington: «La empresa encuestadora Zogby International prevé, de forma preliminar y antes del cierre de los centros de votación, una amplia victoria del candidato demócrata John Kerry frente al presidente George […]

El martes dos de noviembre, cerca de las ocho de la noche, al conectarme a Internet leí entre decenas de informaciones, esta fechada en Washington: «La empresa encuestadora Zogby International prevé, de forma preliminar y antes del cierre de los centros de votación, una amplia victoria del candidato demócrata John Kerry frente al presidente George W. Bush en el Colegio Electoral. ( ) Presidida por John Zogby y considerada como una de las encuestadoras con mayor credibilidad, aseguró en Internet que Kerry cuenta con un total de 311 votos electorales, frente a 213 de Bush. Los datos de Zogby se basan en un estudio realizado en las últimas 24 horas entre 955 posibles votantes. Para ganar la Presidencia de EE.UU. se requieren al menos 270 de los 538 votos del Colegio Electoral». Como yo, miles de personas se alegraron de esos resultados. ¡Cualquier cosa menos Bush!

Durante las jornadas anteriores la aplastante mayoría de los órganos de prensa, desde The New York Times hasta El Nuevo Herald, brindaban su apoyo al candidato demócrata. Lo de más valor en Hollywood se pronunciaba a favor del opositor a Bush, así como doscientos cincuenta expertos en política exterior, y por supuesto, la intelectualidad norteamericana progresista.

Los tres debates televisivos, según las encuestas, los ganó el demócrata, pero la intención de voto aunque pareja parecía favorecer al inquilino de la Casa Blanca. En el resto del mundo donde se realizaron encuestas por mayoría abrumadora se prefería a Kerry, y no por sus cualidades, sino por… cualquier cosa menos Bush.

Las elecciones fueron seguidas en todo el planeta a pesar de las diferencias de horario. La tranquilidad por las cifras durante el tiempo inmediato al comenzar el escrutinio invadió a todo aquel que estaba pendiente de los comicios; Kerry pegado a los talones de Bush. El senador Ted Kennedy, uno de los pesos pesados del Partido Demócrata, aseguró que Kerry derrotó a Bush. Tal declaración la hizo tras haberse encontrado con los Medias Rojas, el equipo del que el candidato demócrata es aficionado. «Tenemos ahora a John Kerry que ganó la Presidencia», dijo. Cuando un periodista lo interrumpió para decir que los resultados aún no fueron divulgados, el hermano del asesinado presidente John F. Kennedy señaló simplemente que «todo indica que las cosas van en la dirección de John Kerry».

La demora en el cómputo de la Florida hizo crecer la ansiedad, pues las encuestas daban intenciones bien similares, hasta que solo faltaba Ohio.

Sin conocer las cifras finales, George W. Bush había ganado, y esta vez tanto con el voto popular como con el de los colegios electorales. Este triunfo legitimó para muchos su fraude del 2000.

Pero ¿qué sucedió realmente el dos de noviembre?

Muchos analistas culpan a Kerry de no haber sido más agresivo con las fallas del gobernante, otros aseguran que la frialdad y su poco carisma decidieron en los comicios.

«Hubo tres razones para la derrota de John Kerry», resumió Larry Sabato, profesor de la Universidad de Virginia (este): «Está muy a la izquierda, más a la izquierda que la mayoría de los estadounidenses sobre temas esenciales como el aborto, los derechos homosexuales y el porte de armas de fuego. En segundo lugar, es muy poco expresivo; un demócrata moderado y expresivo habría derribado fácilmente al presidente George W. Bush en las elecciones del martes 2 de noviembre, era cambiante en sus opiniones y así desperdició sus mejores cartuchos: el tema de Iraq».

¿Serán estas las razones? Hay otros analistas convencidos de que quien venció el dos de noviembre fue el miedo. Desde un principio hasta ese mismo día por la madrugada, Bush dijo una y otra vez que él era capaz de enfrentar al terrorismo, el único que evitaría otro 11 de septiembre. No por gusto, ni por casualidad, días antes se difundió un video de Osama Ben Laden, esta vez en estudio y maquillado, como tendiéndole una mano a su amigo de hace años.

Una simple ciudadana norteamericana expresó lo que, en este sentido, siente la mayoría: «Pienso que (Osama) Ben Laden le tiene miedo a Bush. Es por ello que no nos ha atacado».

De cada cinco votantes uno dijo que los valores morales son el factor más importante que les influyó en el voto y casi ocho de cada diez respaldaron a Bush en este aspecto. ¿Cuáles valores morales? Los más conservadores: negación del aborto, rechazo a los gays, discriminación hacia negros y minorías.

Para el Premio Nobel José Saramago, con el triunfo electoral de Bush «gana la mentira como arma de destrucción masiva».

En nada hombre de izquierda, el escritor peruano Marios Vargas Llosa, afirmó: «Era preferible el triunfo de Kerry, aunque sin mucho entusiasmo, porque la verdad es que a mí tampoco el senador Kerry me parece una figura muy convincente. Pero creo que, entre los dos, Kerry representaba por lo menos, en las relaciones entre Estados Unidos y Europa, una mejora de la gran tensión, de la gran crispación que existe en la actualidad. Y sobre todo, en política interna norteamericana, la posibilidad de una acción más liberal, menos conservadora, menos determinada por consideraciones religiosas».

William Paterson, profesor de Ciencia Política de la Universidad de New Jersey sostiene: «Una victoria de Bush enviaría al mundo el mensaje de que el pueblo americano apoya la continuación de una guerra ilegal e inmoral, mientras que su derrota se vería como un rechazo de esa guerra, aunque sabemos que el actual enfoque de Kerry sobre Iraq no difiere mucho del de Bush».

Otro catedrático, Juan Cole, profesor de Historia de la Universidad de Michigan, vaticina: «Bajo la presidencia de Bush, EE.UU. se convertirá en una potencia permanente en el Golfo Pérsico, tras los imperios portugués, safawí, otomano y británico. Ahora, EE.UU. carece de una gran base terrestre permanente en la zona, aunque utiliza una base naval en Bahrein y otra aérea en Qatar. En esos pequeños países solo caben instalaciones reducidas. Pero con doce bases permanentes en Iraq, la situación de EE.UU. en el Golfo se hará hegemónica, quizá durante todo el siglo XXI. Al convertirse en una potencia iraquí, EE.UU. entrará en contacto militar y diplomático, permanente y activo, con los vecinos de Iraq, incluyendo Siria e Irán. Lo más probable es que el sendero de Bush sobre las bases iraquíes conduzca inexorablemente a más conflictos militares en esa región».

Esta vez un poco más del 60 % de los electores decidió sobre quién es el presidente estadounidense. La más alta concurrencia a las urnas en ese país fue la de 1960 en la que se alcanzó el 63,1%.

George W Bush obtuvo un buen respaldo popular a partir de los votantes. ¿Y el resto? ¿Por qué casi el 40 % no va a las urnas y muchos ni se inscriben? Algunos expertos consideran que una buena parte de los norteamericanos vive tan seguro de su sistema y sus derechos que no se interesan por las elecciones o quien gobierne. Actitud muy peligrosa en unos comicios como los de este año.

Los que votaron por Bush puede que lo hayan hecho impulsados por el miedo, pero sobre todo porque realmente se creen el pueblo elegido, los superdotados capaces de gobernar al mundo.

Pero ¿por qué la gran prensa apoyó en bloque a Kerry? ¿Alguien puede pensar que alguno de los grandes e influyentes periódicos expresa la opinión de sus periodistas? Todo el mundo sabe que el poder está detrás de cada campaña publicitaria. El poder hizo a Watergate y a la becaria de Clinton, entonces ¿quería el poder a Bush o prefería a alguien muy similar a él pero con una imagen aún limpia? ¿Qué se esconde realmente detrás de lo acontecido en los últimos meses de la contienda electoral? ¿Qué sucedió realmente el dos de noviembre? El futuro puede deparar alguna sorpresa. Si el mandatario causa molestias a quienes lo llevaron a la cúspide, cualquier cosa puede pasar, desde un disparo de un «loco» hasta una enfermedad de causa desconocida.

Lo tremendo es el resultado: un alcohólico fundamentalista gobernará por otros cuatro años la potencia más fuerte del planeta. Ya se sabe que no le será fácil: ni en el exterior, ni en el interior. Las últimas horas han sido testigo de protestas en diferentes ciudades con intervención de la policía. Si una buena parte de los norteamericanos está adormecida por las mentiras, hay otra, minoritaria aún, que puede y debe empezar a revertir el camino que lleva ese país directamente al fascismo.