Lo que dio el triunfo a Nosferatu, el Señor de las Moscas y Rey de los Vampiros (los chupasangre de todo el mundo están contentísimos, como lo expresan los cursos bursátiles) no fue tanto un acuerdo con su política en Irak (aunque el mismo es real), sino la ignorancia, el chovinismo, el conservadurismo, la religiosidad […]
Lo que dio el triunfo a Nosferatu, el Señor de las Moscas y Rey de los Vampiros (los chupasangre de todo el mundo están contentísimos, como lo expresan los cursos bursátiles) no fue tanto un acuerdo con su política en Irak (aunque el mismo es real), sino la ignorancia, el chovinismo, el conservadurismo, la religiosidad de sacristía de la mayoría de sus compatriotas. Contra el Relecto (más que por Kerry) votaron los estados más cultos e industrializados (los de la costa Este, del Norte junto a los Grandes Lagos, los de la costa Oeste), y en favor de Nosferatu sufragaron en cambio los más conservadores y atrasados. Aunque se esbozó una división de clase, edad y sexo (contra el Siniestro votaron más mujeres y hombres jóvenes, más negros, más latinos, más sindicalizados que en favor de aquél y de su vice, Mr. Halliburton), en realidad la división real fue cultural: 40 por ciento de sindicalizados ignoraron su posición de clase votando por la derecha, al igual que una proporción similar de latinos y buen porcentaje de negros no tuvo en cuenta sus problemas como minorías, porque repudian la idea del matrimonio entre homosexuales, son partidarios de la libre venta de armas, inclusive de la guerra, o son fundamentalistas religiosos. El antintelectualismo de masas encontró a su líder, además, en un hombre que se jactó de no haber leído jamás un libro completo, y la encuesta según la cual sólo 7 por ciento atribuía importancia a la inteligencia de los candidatos refleja bien esa masa ignara de Homeros Simpson.
De modo que el Huno se legitimó al conseguir una mayoría importante en una elección muy concurrida, y logró un respaldo conservador y reaccionario, pero no un apoyo pleno para realizar una política nazi tanto en el plano interno (restringiendo los derechos democráticos) como en el plano internacional. El problema de la guerra pesó poco en su electorado, porque la población de Estados Unidos jamás sufrió una guerra en su territorio y es incapaz de imaginar que el conflicto contra China que prepara el establishment será incluso nuclear y golpeará su tierra hasta ahora inviolable. Pesó también poco, porque para los votantes del Descerebrado todos los otros pueblos son inferiores y algunos son incluso subhumanos, y porque el odio mundial a la prepotencia imperialista estadunidense es, para ellos, simplemente envidia. La tan sospechosamente oportuna grabación de Osama Bin Laden no aumentó tanto el miedo a nuevos atentados terroristas, sino sobre todo el patrioterismo y la reacción ovejuna, de grey, que llevó a cerrar filas detrás de la bandera y del comandante en jefe. Dicho sea de paso, algún día se conocerán los mecanismos que hacen aparecer y desaparecer a Bin Laden, como muñeco que obedece a los hilos del marionetista, tan a tiempo y en los momentos más oportunos para los petroleros y armamentistas que manejan al ex socio en negocios de Bin Laden, el actual inquilino de la Casa Blanca, y le hacen decir las palabras necesarias para reforzar al principal enemigo de la causa islámica que dice representar…
La base electoral del Flagelo Mundial no es estable y se basa en sentimientos y carencias culturales que pueden pasar a segundo plano en una futura situación grave de la economía y de la sociedad, o sea, precisamente ante lo que la conducción republicana está haciendo prever en el horizonte. En cambio, la campaña electoral dividió en dos al país. Y la parte que perdió en las urnas ganó en cambio en organización, porque por primera vez los movimientos sociales se unieron por razones políticas. Esa acción común continuará, porque siguen existiendo los problemas que la originaron. También seguirá la protesta de intelectuales y artistas, y con el desastre de las tropas estadunidenses en Irak aumentará también la resistencia a la guerra. Por otra parte, si El que Habla con Dios se ha legitimado y logrado un apoyo de masas, también ha construido un repudio de masas a su persona y su política, de modo que la sociedad se ha polarizado y politizado, y en la parte más avanzada no faltarán los que extraigan las consecuencias del haber tenido que depender de los demócratas y de las concesiones políticas de JF Kerry, que pareció siempre una mozzarella averiada.
Por consiguiente, ni el Innombrable tiene manos libres para hacer lo que quiera -por el contrario, deberá tener en cuenta el repudio internacional y el odio de la mitad de los votantes- ni estamos ante una máquina fascista, al estilo de la que tenía Hitler al emprender sus aventuras. Una mayoría reaccionaria y conservadora, una mayoría ignorante, provincial, no basta para la guerra preventiva. Ahora bien, ésta sigue siendo la política de los que manejan al Iluminado por Dios. Y los votos no resuelven los problemas económicos ni sociales. Hay que esperar, por tanto, cambios en un país que vive una intensa crisis política, una crisis de hegemonía, un proceso de polarización social, y los prolegómenos de una importante crisis económica. Y que, en América Latina, su patio trasero, no cuenta ya sino con muy pocos Mr. Amigou