El Secretario de Estado de Estados Unidos, Mike Pompeo, afirmó, repitiendo a su jefe, el Presidente Donald Trump, que lo sucedido en Bolivia no fue un golpe militar sino una «expresión de la voluntad del pueblo». Del oligarca presidente yanqui podría esperarse algo así, pero sorprende que su Secretario de Estado, que ha desempeñado otros […]
El Secretario de Estado de Estados Unidos, Mike Pompeo, afirmó, repitiendo a su jefe, el Presidente Donald Trump, que lo sucedido en Bolivia no fue un golpe militar sino una «expresión de la voluntad del pueblo».
Desconocer que la brutal represión emprendida por el ejército y la policía de la nación boliviana contra su pueblo desarmado, califica como un brutal golpe de Estado es tapar el sol con un dedo y una desvergüenza. Pompeo fue designado canciller, básicamente, por sus estrechos vínculos con la comunidad de inteligencia respecto al objetivo estratégico de hacer del Departamento de Estado una dócil dependencia de ésta y sucursal de la CIA.
En el caso del golpe en Bolivia, por ejemplo, EEUU solicitaba que las embajadas de los países que ellos controlan plantearan las quejas formales por un supuesto fraude en las elecciones, para hacerlas más creíbles y verosímiles que si lo hiciera aisladamente Estados Unidos, que se centraba en documentar supuestas irregularidades de la agencia del gobierno que regía el proceso electoral, que sirvieran para denunciar un hipotético fraude mientras su testaferro Mike Pompeo, jugaba el papel de director de orquesta aplaudiendo a los golpistas.
Nacido y educado en el sur de California, Pompeo se graduó en la academia militar de West Point en 1986, especializándose en ingeniería. Hizo el servicio militar durante cinco años (nunca en combate) y luego ingresó en la facultad de Derecho de Harvard. Más tarde fundó una empresa de ingeniería en Wichita, Kansas, con apoyo financiero de los hermanos Charles y David Koch, multimillonarios petroleros afiliados al Partido Republicano, cada uno de ellos con una fortuna por encima de los $40.000 millones.
La influencia electoral de los hermanos Koch está igualmente bien documentada. Su red político-empresarial ha ayudado a financiar el Tea Party y al Partido Republicano actual. Los Koch también apoyaron la exitosa campaña de Trump para entrar al Congreso en 2010 y la legislación que él promovió sobre la energía durante los primeros años en la Cámara baja.