Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens
«Pienso que vamos a centrar la atención en algo que mucha gente no quiere considerar» es cómo lo describió el abogado de la Unión Americana de Libertades Civiles (ACLU), Denney LeBoeuf, según The New York Times on Saturday.
No hay problema, dice el Fiscal General Eric Holder, quien afirma que tiene «mucha confianza» en que otra evidencia -aparte de la que puede haber sido extraída de las 183 veces que Sheikh Mohammed fue sometido a la asfixia artificial por agua, por ejemplo- bastará para condenarlo.
Tal vez sea así, pero lo que los Medios Corporativos Aduladores (o MCA) han desatendido hasta ahora es la probabilidad de que el testimonio sea tan público que tengan que romper su estudiado silencio sobre por qué Sheikh Mohammed y sus asociados dicen que orquestaron los ataques del 11-S.
Por motivos dolorosamente obvios, los MCA han hecho lo posible por ignorar o enterrar el papel que la represión de Israel a los palestinos ha jugado en la motivación de los ataques del 11-S y otro terrorismo antioccidental.
No significa que no haya evidencia sobre este problema crucial. Más bien, parece que la conexión Israel-Palestina se mantiene fuera de los límites de la discusión.
Sin embargo, al ser enjuiciados Sheikh Mohammed y los otros presuntos conspiradores del 11-S, el tácito pero estrecho embargo de los MCA será sometido a mucha presión. Tendrán que apartar los ojos del delicado motivo israelí-palestino aún más que de la tortura, de la que saben la mayoría de los estadounidenses (y para la que, Dios nos ampare, están tratando de encontrar una explicación conveniente).
Los lugares comunes
Para refrescar nuestras memorias, recordemos los lugares comunes que nos presentaron gentes como el presidente George W. Bush sobre el motivo por el cual los terroristas atacaron el 11-S.
En lugar de mencionar antiguos agravios expresados por muchos árabes -como la intrusión occidental en su región, el refuerzo por Washington de autócratas que se enriquecen con acuerdos con compañías petroleras multinacionales, y la ocupación militar por Israel de territorio palestino – Bush dijo al pueblo estadounidense que «los terroristas odian nuestras libertades.»
El ex vicepresidente Dick Cheney retomó ese tema reconfortante en un discurso ante el Instituto de la Empresa Estadounidense el 21 de mayo. Cheney dijo que los terroristas odian «todas las cosas que nos convierten en una fuerza por el bien en el mundo -por la libertad, por los derechos humanos, por la solución de diferencias racional y pacífica.»
Algunos observadores podrán haber considerado que era extraño que Cheney citara esas cualidades, en vista de su papel en la violación de derechos constitucionales, en la tortura de cautivos y en la difusión de falsedades para justificar una guerra agresiva contra Iraq.
Pero Cheney también cometió un error en el discurso, presumiblemente porque había perdido a sus mejores escritores de discursos al abandonar su cargo. Reconoció inadvertidamente el lastre israelí que complica la política de EE.UU. en Oriente Próximo.
«Ellos [los terroristas] nunca han carecido de agravios contra EE.UU. Nuestra creencia en la libertad de palabra y de religión… nuestra creencia en la igualdad de derechos para las mujeres… nuestro apoyo a Israel… – son las verdaderas fuentes del resentimiento,» dijo Cheney.
Sin embargo, «nuestro apoyo a Israel» casi nunca se incluye en esas formulaciones, pero Cheney por lo menos tuvo razón en ese aspecto.
Pocas veces se encuentra en los MCA – y ni siquiera a menudo en la Red – la explicación de Sheikh Mohammed de lo que lo llevó a «ser el cerebro del 11-S». Aparentemente, pocos expertos han llegado a la página 147 del Informe de la Comisión del 11-S.
Los redactores estaban trabajando en el informe cuando supieron que Khalid Sheikh Mohammed había sido capturado. Sabían que obtuvo un grado en ingeniería mecánica en North Carolina A&T en Greensboro en 1986, antes de ir a Afganistán a combatir contra el ocupante ruso.
Y parece que su primera suposición fue que KSM había sufrido alguna vejación importante a manos de estadounidenses en Greensboro. De ahí, la extraña formulación de una importante conclusión en la página 147 del Informe de la Comisión del 11-S:
«Según él mismo, la animosidad de KSM contra EE.UU. no provenía de su experiencia como estudiante, sino más bien de su violento desacuerdo con la política exterior de EE.UU. a favor de Israel.»
Además, la sección de anotaciones revela que KSM no fue el único terrorista «cerebro» motivado por la «política exterior de EE.UU. a favor de Israel,» aunque en la nota la Comisión evita una referencia específica a Israel, dejando que el lector deduzca ese punto del contexto. Nótense las palabras que faltan en la nota al pie en la página 488:
«Respecto a la justificación de KSM para atacar EE.UU., vea informe de Inteligencia, interrogatorio de KSM, 5 de septiembre de 2003 (en este aspecto, las declaraciones de KSM se hacen eco de las de Yousef, quien hizo una amplia polémica contra la política exterior de E.UU. en su sentencia de enero de 1998),» decía la nota.
¿Estaba tal vez Yousef, sobrino de Mohammed, molesto por la política exterior de EE.UU. a favor de la expansión de la OTAN, o tal vez hacia GUAM? Obviamente, la inferencia no mencionada en la nota se refería a Israel.
El primer ataque
La conexión familiar entre Yousef y Mohammed tampoco era accidental. «La notoriedad instantánea de Yousef como cerebro del atentado contra el World Trade Center de 1993 llevó a KSM a involucrarse en la planificación de ataques contra EE.UU.,» señaló el Informe de la Comisión del 11-S en página 147.
El atentado contra el World Trade Center de 1993 ocurrió el 26 de febrero de 1993, cuando fue detonado un coche bomba bajo la Torre Uno. El artefacto de 680 kg de nitrato de urea y gas de hidrógeno debía lanzar la Torre Norte (Torre Uno) sobre la Torre Sur, derribando ambas torres y matando a miles de personas.
No lo logró, pero el atentado mató a seis personas e hirió a 1.042.
¿El motivo? Ramzi Yousef describió su motivo en una carta a The New York Times después del atentado:
«Declaramos nuestra responsabilidad por la explosión en el edificio mencionado. Esta acción fue realizada como reacción ante el apoyo político, económico y militar estadounidense a Israel, el Estado del terrorismo, y al resto de los países dictatoriales en la región.»
Yousef fue capturado en Pakistán en 1995, encarcelado en la Ciudad de Nueva York y retenido allí hasta su proceso. El 12 de noviembre de 1997, fue condenado por «conspiración sediciosa» y sentenciado en enero siguiente a cadena perpetua, sin libertad condicional. Está encarcelado en la prisión Supermax de alta seguridad en Florence, Colorado.
Respecto a la sensitiva conexión con Israel, la Comisión del 11-S asumió el reto en la sección de «Recomendaciones» de su informe final, que fue publicada el 22 de julio de 2004, pero luego señaló:
«Las decisiones políticas de EE.UU. tienen consecuencias. Tengan o no razón, es simplemente un hecho que la política estadounidense respecto al conflicto israelí-palestino y las acciones estadounidenses en Iraq son temas dominantes en el comentario popular en el mundo árabe y musulmán… Ni Israel ni el nuevo Iraq serán más seguros si el terrorismo islamista mundial se fortalece…» (pp. 376-377)
Un enfoque más convincente del tema apareció en un estudio desclasificado publicado por el Consejo de Ciencia de la Defensa nombrado por el Pentágono el 23 de septiembre de 2004, sólo dos meses después. El consejo declaró:
«Los musulmanes no ‘odian nuestra libertad,’ sino más bien odian nuestras políticas. La abrumadora mayoría expresa su opinión ante lo que ven como un apoyo unilateral a favor de Israel y contra los derechos palestinos, y el antiguo, incluso creciente apoyo a lo que los musulmanes ven colectivamente como tiranías, sobre todo Egipto, Arabia Saudí, Jordania, Pakistán y los Estados del Golfo.
«Por lo tanto, cuando la diplomacia pública estadounidense habla de llevar la democracia a las sociedades islámicas, esto se ve como hipocresía interesada.»
El informe contradijo directamente lo que Bush había estado diciendo sobre «por qué nos odian,» revelando la verdad.
Pero, diréis, ¿tampoco hemos oído mucho sobre ese informe, a pesar de «noticias» 24 horas al día y la importancia «que lo cambia todo» del 11-S en la justificación de las invasiones de Afganistán e Iraq por EE.UU.?
Redacción creativa
Si habéis leído hasta aquí, no os sorprenderá que los MCA hayan ignorado durante dos meses las conclusiones del Consejo de Ciencia de la Defensa. El 24 de noviembre de 2004, The New York Times, otrora «el periódico de referencia,» finalmente publicó un artículo sobre el informe – pero sólo después de una cirugía altamente instructiva.
Thom Shanker del Times citó el párrafo que comienza con «Los musulmanes no ‘odian nuestra libertad,'» (vea arriba), pero él o sus editores eliminaron deliberadamente la siguiente frase sobre a lo que objetan los musulmanes, es decir «lo que ven como un apoyo unilateral a favor de Israel y contra los derechos palestinos,» y el apoyo a regímenes tiránicos.
The Times incluyó la frase que venía inmediatamente después del texto omitido. En otras palabras, no se trató simplemente de acortar el párrafo. Más bien, la frase intermedia ofensiva fue víctima de la tecla «suprimir».
Una corrección comparablemente creativa se vio en la información del Times de finales de octubre de 2004 sobre un discurso grabado en vídeo de Osama bin Laden. Casi seis párrafos de la historia llegaron a la primera página, pero el Times se aseguró de que el punto principal que bin Laden destacó al principio de su discurso fuera relegado a los párrafos 23 a 25 al final mismo de la página nueve.
Ahí estaba enterrada la afirmación de bin Laden de que la idea para el 11-S germinó en principio después de que «presenciamos la opresión y tiranía de la coalición estadounidense-israelí contra nuestro pueblo en Palestina y el Líbano.»
Existe más evidencia sobre el motivo israelí-palestino tras el 11-S.
Aunque no se permitió que Khalid Sheikh Mohammed hablara con los abogados en el juicio en 2006 del co-conspirador del 11-S Zacarias Moussaoui, el juez permitió que se introdujera en el texto oficial una declaración de Mohammed sobre el «Propósito de los ataques del 11-S,» que fue extraída de «numerosos resúmenes escritos de declaraciones verbales de Sheikh Mohammed como respuesta a amplios interrogatorios.»
La siguiente declaración de Sheikh Mohammed aparece en la página 11 del Documento del Juicio de Defensa de «EE.UU. contra Zacarias Moussaoui, Criminal No. 01-455-A»:
«Sheikh Mohammed dijo que el propósito del ataque contra las Torres Gemelas fue ‘despertar al pueblo estadounidense.’ Sheikh Mohammed dijo que si el objetivo hubiera sido estrictamente militar o gubernamental, el pueblo estadounidense no se concentraría en las atrocidades que EE.UU. está cometiendo al apoyar a Israel contra el pueblo palestino y la política exterior interesada de EE.UU. que corrompe a gobiernos árabes y lleva a la mayor explotación de los pueblos árabes/musulmanes.»
Algunos recientes artículos sobre el próximo juicio de Mohammed también han mencionado el motivo Israel/Palestina tras el 11-S, aunque usualmente de pasada y oculto en lo profundo de los artículos. Por ejemplo el New York Times del domingo tiene un artículo de primera plana que hace «un retrato del ‘chacal’ del 11-S» Mohammed.
Pero hay que leer en lo profundo del salto a la página 26 para saber que el plan original de los ataques del 11-S preveían que Mohammed volara en uno de los 10 aviones que debían ser secuestrados y que «estaría en el avión que no se estrellaría, y después del aterrizaje del avión aparecería y pronunciaría un discurso condenando la política estadounidense respecto a Israel.»
Visión revisionista
Sin embargo, los Medios Corporativos Aduladores no dejan de realizar su revisión creativa -o composición creativa- para oscurecer este motivo. No importa lo que el Informe de la Comisión del 11-S haya dicho sobre el hecho de que Mohammed no fue impulsado por resentimientos de sus días de universidad en Carolina del Norte, el Washington Post presentó un punto de vista revisionista sobre ese punto el 30 de agosto:
«La limitada y negativa experiencia de KSM en EE.UU. -que incluyó una breve estadía en la cárcel por facturas impagadas- casi ciertamente lo impulsó al camino de convertirse en terrorista,» según un resumen de inteligencia, informó el Post. «Señaló que su contacto con estadounidenses, aunque mínimo, confirmó su idea de que EE.UU. es un país corrupto y racista.»
Una revisión contundente extraída tal vez de una de las 183 sesiones de tortura por asfixia simulada de Mohammed – y ciertamente más conveniente políticamente porque oculta la otra explicación de Mohammed que implica la «política exterior de EE.UU. a favor de Israel.»
Pero consideremos un momento la parte «corrupta y racista». ¿Es posible que haya algo de verdad en lo que dice Mohammed – y no sólo sobre sus días en la universidad en los años 80?
¿Apoyarían tanto los editores del Washington Post la «guerra contra el terror» si cautivos de un grupo étnico o religioso más favorecido fueran desnudados ante miembros del sexo opuesto, si se les colocaran pañales, se les inmovilizara con grilletes en posiciones de estrés durante largos períodos, se les negara el sueño y se les obligara a ensuciarse?
A mi juicio, el racismo tiene mucho que ver. Si Mohammed y otros detenidos se nos parecieran más, ¿sería tan fácil satanizarlos y torturarlos? [Vea por ejemplo: [en inglés Consortiumnews.com: «Bush’s Interrogators Stressed Nudity.»]
Momentos de descuido
En momentos excepcionales, sin embargo, se escapan duras realidades sobre las motivaciones del 11-S – aunque no en destacados discursos presidenciales o en artículos de opinión editorial en el Washington Post. Por ejemplo, en una audiencia pública en junio de 2004, el Comisionado del 11-S Lee Hamilton preguntó a un panel de expertos del gobierno: «¿Qué los motivo [a los secuestradores] a hacerlo?»
Se ve al analista de la CIA en un cierto estado de pánico, dirigiendo sus ojos hacia los otros panelistas en la esperanza demasiado obvia de que algún otro responda a la pregunta cargada políticamente. El agente supervisor especial del FBI James Fitzgerald estuvo a la altura de las circunstancias, y dijo:
«Creo que tienen un sentido de indignación contra EE.UU. Se identifican con el problema palestino; se identifican con gente que se opone a regímenes opresores, y creo que tienden a concentrar su cólera en EE.UU.»
Para Hamilton y sus colegas resultó ser una respuesta políticamente incorrecta. Por lo tanto, no encontraréis ese testimonio en el Informe de la Comisión del 11-S. Y notablemente ausente de las recomendaciones del informe está alguna sugerencia de cómo encarar el problema del tratamiento israelí de los palestinos y del apoyo de EE.UU. para ese tratamiento.
En su libro «Without Precedent: The Inside Story of the 9/11 Commission,» los presidentes Thomas Kean y Lee Hamilton se muestran extraordinariamente francos en la admisión de que ese problema era tan delicado y contencioso que eligieron el camino de la menor resistencia.
A pesar de las conclusiones del personal de la comisión -y del agente del FBI Fitzgerald- de que los secuestradores no fueron motivados por ideología religiosa, muchos de los comisionados prefirieron atribuir los ataques al Islam que a la política de EE.UU. hacia Israel.
Kean y Hamilton explican que esos comisionados estaban claramente predispuestos contra la identificación de Israel como un factor importante que motivó a los terroristas, porque alguien podría tener la idea de que Washington debería reevaluar su política.
Pero es una pregunta legítima y urgente: ¿Debilitaría el atractivo de al-Qaeda y otros grupos extremistas para jóvenes en el mundo musulmán un compromiso más determinado del gobierno de EE.UU. para asegurar un Estado independiente para los palestinos y aliviar sus sufrimientos?
O, dicho de otra manera, ¿por qué tienen que portarse los ardientes partidarios de Israel en el Congreso de EE.UU. de manera que hacen que el mundo musulmán vea a EE.UU. como desinteresado en los sufrimientos de los palestinos y aumentar así el peligro de futuros ataques contra EE.UU., así como contra Israel?
El Informe Goldstone
El resto del mundo y la mayoría de los estadounidenses se opusieron a los ataques israelíes contra Gaza en diciembre y enero pasados que dieron como resultado la muerte de 1.400 palestinos y 13 israelíes. Y hubo una amplia crítica del silencio no sólo del gobierno Bush/Cheney, sino también del presidente electo Barack Obama.
La investigación autorizada por la ONU del ampliamente respetado jurista sudafricano Richard Goldstone, él mismo judío, apuntó a crímenes de guerra de Israel y Hamás, aunque la crítica más dura fue para Israel por la inmensa cantidad de muertes de civiles.
Esta conclusión llevó al gobierno del Likud de Israel a activar su poderoso lobby estadounidense, que presionó a la Cámara de Representantes para que condenara el informe Goldstone, lo que hizo por 344 votos contra 36.
En un despliegue impresionante de hipocresía, miembros de la Cámara calificaron el informe Goldstone de «irremediablemente parcial.» El jefe de la mayoría demócrata en la Cámara, Steny Hoyer llamó al informe «tendencioso, injusto e inexacto.»
Estos llamados «amigos de Israel» o no saben o no les interesa que este tipo de resolución sólo empeora las cosas respecto a los intentos estadounidenses de desactivar la cólera explosiva que se acumula en Oriente Próximo. Es un regalo para al Qaeda.
Que EE.UU. haga el juego de esta manera al lobby del Likud -y la sugerencia implícita de que las vidas de 1.400 palestinos no tienen mucha importancia- también es malo para el pueblo de Israel. Por cierto, puede ser suicida, al retardar el imperativo geopolítico para que Israel haga la paz con sus vecinos árabes y así impida alguna futura catástrofe.
Más cerca de casa, al identificarse aún más con -y al justificar- la represión israelí contra los palestinos, EE.UU. ayuda a crear más Khalid Sheikh Mohammeds y Ramzi Yousefs, más jóvenes terroristas determinados a hacer que Washington y el pueblo estadounidense paguen un precio.
No se requiere ningún salto lógico para concluir que los legisladores amigos del Likud – los Steny Hoyers, los Howard Bermans, los Ileana Ros-Lehtinens de este mundo – difícilmente podrían imaginar una mejor manera de elevar el nivel de la amenaza de terroristas que se nutren con llagas supurantes como la calamidad en Gaza.
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Ray McGovern trabaja con Tell the Word, el brazo editor de la ecuménica Iglesia del Salvador en Washington, DC. Ex oficial del ejército y analista de la CIA, trabajó en Alemania durante cinco años, es cofundador de los Profesionales Veteranos de la Inteligencia por la Cordura. Pasó algunas semanas en Israel y en los territorios ocupados en el verano de 2008.