Ronald Wilson Reagan, el hombre que pasó de oscuro actor de quinta categoría a gobernador de California primero y a presidente de Estados Unidos después, luego de su muerte, acaecida este sábado en Los Ángeles, deja una herencia de miles de viudas, huérfanos, extrema pobreza y muerte en varios países de Latinoamérica: Argentina, Grenada y […]
Ronald Wilson Reagan, el hombre que pasó de oscuro actor de quinta categoría a gobernador de California primero y a presidente de Estados Unidos después, luego de su muerte, acaecida este sábado en Los Ángeles, deja una herencia de miles de viudas, huérfanos, extrema pobreza y muerte en varios países de Latinoamérica: Argentina, Grenada y Nicaragua, sólo para mencionar los mas conocidos.
Reagan fue el hombre que olímpicamente menospreció a la Corte Internacional de Justicia de La Haya, para colocarse con sus «paladines de la libertad» de la genocida guardia somocista, no al margen de la ley, ni por encima de la ley, sino CONTRA la ley.
Violación tras violación
En efecto, las políticas de Reagan contra Nicaragua, constituían una violación a leyes estadounidenses como la Enmienda Boland, del senador Edward Boland, demócrata por Massachussetts, la cual prohibía toda ayuda oficial de Estados Unidos directa o indirecta, abierta o encubierta, que tuviera como objetivo el derrocamiento de la Revolución Popular Sandinista. El escándalo Irán-Contras, del cual jamás hablan los «sectores democráticos», que casi dio al traste con su presidencia, así lo confirma.
Las políticas de Reagan constituían una violación de la Ley de Neutralidad Nacional (National Neutrality Act), la cual prohíbe que Estados Unidos haga la guerra contra o intervenga en forma hostil contra otro país con el cual la Casa Blanca tiene relaciones diplomáticas, o contra el cual no existe una declaración de guerra por parte del Congreso norteamericano, único autorizado constitucionalmente para ir a la guerra.
El minado a los puertos nicaragüenses por parte de Reagan contra el gobierno sandinista de Nicaragua, ejecutado por hombres ranas de la Agencia Central de Inteligencia, CIA, constituía una violación al Tratado de Amistad, Comercio y Navegación de 1956, suscrito entre los dos países; igualmente constituía una violación del Derecho Internacional Consuetudinario.
Herederos patológicos del «prócer»
Ronald Wilson Reagan, el hombre que siempre hostigó a uno de los más ilustres ciudadanos de Estados Unidos como lo fue el Reverendo Martín Luther King, Premio Nobel de la Paz 1967, dejó un mal sabor en la boca de los verdaderos defensores de la democracia en América Latina.
Sólo las dictaduras militares de extrema derecha o los simpatizantes del fanatismo anticomunista, herencia ideológica patológica del somocismo nicaragüense y de sus autodenominados «sectores democráticos», vieron en Reagan al «prócer» que en realidad sembró de tumbas, de miseria y de lágrimas a la nación nicaragüense.
Miles y miles de nicaragüenses se abaten en la extrema miseria y sufrimiento luego que los «combatientes de la libertad» de Reagan retornaron a Nicaragua. Las miles de viudas, los miles de huérfanos, junto a la pobreza de los 80, que dejó de existir para dar lugar al hambre y la indigencia, así lo atestiguan.
Megasalarios de Administración inepta
Los megasalarios de una Administración inepta, en donde los flamantes ministros, graduados de las mejores universidades norteamericanas, no son capaces ni siquiera de agilizar la entrega de cualquier documento administrativo que el público demanda, sólo confirma que el retorno de la narco-democracia Arnoldo-somociana a Nicaragua gracias a la «revolución» Reaganeana, no ha significado ningún progreso para el pueblo nicaragüense.
Según el Índice de Desarrollo Humano de las Naciones Unidas, Nicaragua pasó de la posición número 60 en 1990 a la posición número 127 en 1997, muy por detrás de muchos países africanos. Las tasas de analfabetismo, delincuencia, prostitución y desempleo han retornado a los niveles históricos «normales» de antes de 1979.
En Nicaragua se ha recuperado la «libertad» y la «democracia». (Y) junto con el retorno de la ex-guardia de Miami, también han retornado el sarampión y la magia del mercado libre que tanto predicó Reagan.
Actual «libertad» trajo miseria y drogas
Ahora los nicaragüenses somos tan libres que la salud es una mercancía, la educación es una mercancía y nos parecemos al Este de Los Angeles, con pandillas en las esquinas de los restaurantes McDonald´s y hermosas muchachas en minifalda, ofreciendo sus encantos, cantándole una canción a una «economía social de mercado».
Ahora, los narcos que tenían luz verde para introducir cocaína a Estados Unidos desde el aeropuerto de Ilopango, para ir a venderla a Los Ángeles y financiar con sus ganancias la lucha por la «libertad» en Nicaragua, se pasean en Bluefields, como Pedro por su casa. Gracias, Ronald Reagan por lo que le hiciste a mi amada Nicaragua.
Ronald Wilson Reagan, el cuadragésimo presidente de Estados Unidos, ya se encuentra ante el gran juez del Universo. ¿Qué explicación le dará a Dios este hombre por el martirio que a sangre y fuego impuso contra el pueblo de Nicaragua? Ante Dios no podrá alegar que no reconoce la jurisdicción de la Corte Celestial como hizo con la Corte Internacional de Justicia en la ciudad holandesa de La Haya para evadir el veredicto del Derecho Internacional Consuetudinario.
De poco le servirá alegar ante Dios que Violeta Chamorro «me retiró los cargos y me perdonó los 17 mil millones de dólares que le debía al pueblo de Nicaragua». De nada le servirá decir: «pero Padre Eterno, luché contra el comunismo en Nicaragua. Ahora hay democracia en Nicaragua».
El Padre Eterno muy probablemente le dirá: «Esa fue la misma excusa que también me presentó un gran amigo tuyo de Nicaragua, cuando vino procedente de Asunción, Paraguay en 1980.»
El Padre Eterno, al igual que en la parábola del Rico y Lázaro de la cual nos habla Jesús («a Moisés y a los profetas tienen, a ellos oigan») quizá le riposte a Ronald Wilson Reagan: «Te envié a mi siervo, Martín Luther King, y en vez de escucharlo te dedicaste a calumniarlo en vida para luego declarar una vez muerto, su cumpleaños como feriado nacional».
Por otro lado, dirá el Padre Eterno: «La sangre de los inocentes clama a mí desde la tierra, pidiendo justicia». Luego Dios, quizá, proseguirá con su fallo implacable: «También les envié a mi siervo don Helder Cámara, de Brasil, para que les dijera mi posición sobre el comunismo: «SI LE DOY DE COMER A LOS POBRES ME LLAMAN SANTO; SI PREGUNTO POR LAS CAUSAS DE SU POBREZA, ME LLAMAN COMUNISTA.»