Las elecciones presidenciales se acercan en Estados Unidos y cada día se convierte en un campo de batalla por ganar la predilección de los electores, pero esa alternativa no se limita a Norteamérica. Una reciente encuesta, llevada a cabo por algunos de los periódicos más influyentes del mundo, demuestra que Bush ha obtenido, en sus […]
Las elecciones presidenciales se acercan en Estados Unidos y cada día se convierte en un campo de batalla por ganar la predilección de los electores, pero esa alternativa no se limita a Norteamérica. Una reciente encuesta, llevada a cabo por algunos de los periódicos más influyentes del mundo, demuestra que Bush ha obtenido, en sus años de gobierno, un rechazo casi unánime de la población mundial.
Los diarios Le Monde de Francia, Asahi Shimbun del Japón, The Guardian de Gran Bretaña, La Presse de Canadá y Sidney Morning Herald de Australia y otros, de más de diez países, llevaron a cabo la consulta de opinión que demostró la creciente hostilidad contra Bush y su gobierno, e incluso contra Estados Unidos.
La muestra de opinión establece que el criterio prevaleciente en el mundo es que la guerra en Irak no hizo nada realmente útil para evitar el terrorismo y la mayor parte de los ciudadanos entrevistados rechazan el conflicto bélico como una agresión injustificada. La consulta revela, además, que nunca antes una administración estadounidense había estado tal aislada y tan falta de apoyo de opinión como la de Bush. Las únicas excepciones son Israel y Rusia donde una mayoría sí está de acuerdo con la actual presidencia y su política internacional.
El Guardian expresó que el público británico siente una profunda antipatía hacia Bush. Si las elecciones fueran en Gran Bretaña 50% de los electores votaría por Kerry y sólo 22% por Bush. En la población de 25 años o menos, el rechazo a Bush asciende al 77% de los consultados. En Francia la impugnación de Bush crece hasta un 72%. En Alemania el 74% de los germanos detestan al presidente norteamericano.
En Japón, España, Francia, Surcorea, y Canadá, el 60% de la opinión emitida coincide en que la imagen de Estados Unidos se ha visto fuertemente deteriorada. En Corea del Sur, un país tradicionalmente muy ligado a Estados Unidos, el 68% de la población confesó que votaría por Kerry. Otro dato de interés es que el 51% de los británicos estima que los usos y costumbres estadounidenses están deteriorando su propio nivel cultural, un temor compartido por países fronterizos como Canadá y México.
Al evaluar el criterio del ciudadano medio europeo se comprobó que el 76% de los ciudadanos del viejo continente repelen al mandatario tejano. El único país europeo donde Bush demostró tener gran arraigo fue en Polonia. En otras encuestas llevadas a cabo por el Pew Center para medir la opinión del orbe islámico se detectó que sólo el 7% de los pakistaníes aprueban a Bush y el 65% tienen un criterio favorable de Osama Bin Laden. Los atropellos a los derechos humanos, las torturas, la irrespetuosidad hacia la dignidad humana y el ultraje sistemático practicados por las fuerza armadas estadounidenses en las prisiones de de Abu Ghraib y Guantánamo, han influido mucho en los estados de opinión detectados, según evalúan los periódicos conductores de la encuesta.
Infortunadamente la opinión mundial no es la misma de Estados Unidos donde no cuenta para el triunfo la mayoría de votantes sino los votos electorales que aporta cada estado. Fue por ello que Al Gore fue derrotado pese a que tuvo medio millón de votos más que Bush. Esa triquiñuela de la legislación electoral, más el fraude en la Florida y la parcialidad del Tribunal Supremo condujeron a la actual catástrofe presidencial.
Por ello tienen tanta importancia los estados indecisos, especialmente Florida, Pensilvania, Ohio, Colorado, Wisconsin, Nuevo México, Nuevo Hampshire, Nevada e Iowa. Los tres primeros son básicos pues entre ellos suman 68 votos electorales. Los especialistas creen que quien gane dos, de esos tres, será el vencedor.
Ahora cada minuto cuenta, la campaña se hace más acerba y los discursos más ásperos. La intensidad y ardor de los partidarios está conduciendo la campaña hacia un espectacular final.