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Refugiados palestinos que no existen oficialmente

Fuentes: IPS

Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández

En el laberinto de sucias calles que se extiende desde la modernizada Ciudad Deportiva de Beirut a las degradadas barriadas Halabi, 20.000 refugiados se arraciman en lo que se conoce como el campo de refugiados palestinos de Bourj al-Barajneh. En una ciudad infestada de pobreza, muchas familias viven allí en la indigencia más extrema.

Esas gentes olvidadas han caído por las grietas de la legalidad y no pertenecen a ningún lugar: se les conoce como los palestinos sin documento de identidad.

Con el establecimiento del Estado de Israel en 1948, muchos palestinos huyeron de su patria hacia el Líbano. Actualmente, hay 400.000 refugiados viviendo en la «Tierra de los Cedros», algunos sin documentación y sin registrarse ni en la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados (UNRWA) ni con las autoridades libanesas.

«Me enamoré de un combatiente palestino que vino al Líbano en la década de 1970 para luchar con la OLP durante la guerra civil libanesa», informa una mujer que dice llamarse Manal y que no da su nombre real. Aquel matrimonio la trajo al final hasta este campo. «Estaba locamente enamorada. Mi padre se opuso a nuestro matrimonio. El combatiente había entrado a escondidas en el país, y por ello no tenía la documentación necesaria. Fue la primera vez que oí hablar de los no identificados.»

La UNRWA considera como refugiado palestino a «cualquier persona cuyo lugar de residencia fue Palestina durante el período entre junio de 1946 y el 15 de mayo de 1948 y que perdió su hogar y los medios de sustento como consecuencia del conflicto de 1948. Pueden disponer de los servicios de la UNRWA todos aquellos que estén viviendo en su zona de operaciones que se ajusten a la definición anterior, que estén registrados en la Agencia y que necesiten ayuda. La definición de la UNRWA de refugiado cubre también a los descendientes de las personas que se convirtieron en refugiados en 1948».

La categorización de la agencia de refugiado palestino no incluye a los clasificados como sin documento de identidad, dejándoles inhabilitados para beneficiarse de sus servicios, incluidos los sanitarios.

Los refugiados palestinos sin documento de identidad se enfrentan también a restricciones de movimiento fuera de los campos, y eso no es todo. «Además de las dificultades diarias se enfrentan con que, al ser refugiados de segunda y tercera generación de palestinos indocumentados, se ven asediados por otra serie de problemas, como por ejemplo la imposibilidad de graduarse en los colegios debido a la carencia de documentación adecuada o a la incapacidad de casarse e incluso participar en actividades normales», dice Mireille Chiha, del Consejo Danés para los Refugiados (DRC, en sus siglas en inglés).

Nawal vive en una de las muchas y diminutas casas de hormigón de Bourj al-Barajneh. Su padre, que es minusválido, tiene que permanecer sentado en la cama todo el día. El apartamento es húmedo y sombrío y las pocas ventanas que tiene dan a un callejón que se inunda a causa de una tubería de aguas residuales.

«Me casé con un refugiado palestino jordano que tomó parte en la guerra civil libanesa de 1975. Tuvimos dos hijas, que heredaron su situación de ilegal. Se supone que mi marido tenía que regularizar su situación, pero un día desapareció y ya no le volví a ver nunca. En la actualidad, mis hijas tienen 18 y 20 años; he estado varias veces en la Embajada de Jordania intentando conseguir una documentación oficial para ellas, pero parece que como si su padre fuera la única persona a la que se le permite hacer tal demanda.»

Nawal se preocupa por el futuro de sus hijas. «¿Cómo van a casarse? No están reconocidas por ninguna agencia gubernamental. Es verdad que la OLP puede proporcionar un documento oficial a los que no tienen documentación que es útil en casos específicos como el de matrimonio, pero preferiría que mis hijas no tuvieran que correr ese riesgo, porque la organización es considerada de forma negativa en ocasiones por muchos libaneses.»

Sobhi Hassan, un joven de unos veinte años que trabaja como dependiente en uno de los viejos almacenes del campo, ha heredado el estatuto de ilegal de su padre como refugiado indocumentado que llegó al Líbano en los años setenta. «Cuando murió, fue como si nunca hubiera existido; nunca existió en forma alguna a los ojos de las agencias oficiales. Tuve que dejar los estudios cuanto tenía quince años -al igual que mis hermanos y hermanas- porque no se me permitía acudir a los exámenes del gobierno sin los adecuados documentos de identificación».

El joven fue arrestado en varias ocasiones en los puestos de control del ejército, pero dice que se las arregló siempre para liberarse de los soldados. «Me he hecho a la idea de que sólo puedo vivir y trabajar en el campo; si no lo hago así, podrían arrestarme y tenerme detenido durante varios meses, como a otros muchos».

Aunque los refugiados indocumentados comparten un modelo socio-económico con otros palestinos en el Líbano, se encuentran más aislados que los refugiados normales.

La mayoría de los refugiados indocumentados tienen algún tipo de prueba de identidad que podría facilitar la legalización de su situación, porque su identidad palestina puede rastrearse hasta una autoridad que alguna vez fue responsable de su documentación, como Jordania o Egipto. Pero desde que las leyes sobre los refugiados palestinos han cambiado, los no identificados no pueden reivindicar un documento de identidad a esos países de origen.

El gobierno libanés actual, que dirige el Primer Ministro Fuad Siniora, ha creado un comité de diálogo palestino-libanés para abordar la cuestión de esos refugiados. Pero queda aún un largo camino por recorrer.

Gran parte de los refugiados no albergan muchas esperanzas. «He decidido que no me voy a casar nunca», dice Hassan. «¿Para qué voy a exponer a mis hijos a esta vida de privaciones y desesperación?»

Enlace con texto original en inglés:

www.ipsnews.net/news.asp?idnews=40588