Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens
El gobierno de EE.UU. está ahora tan absolutamente dominado por grupos de intereses organizados que ya no puede responder a las preocupaciones del pueblo estadounidense que elige al presidente y a los miembros de la Cámara y del Senado. Los votantes descargarán sus frustraciones por su impotencia sobre el presidente, lo que implica un futuro de presidentes de un solo período. Pronto nuestros presidentes serán tan inefectivos como los emperadores romanos en los últimos días de ese imperio.
Obama ya va camino a una presidencia de un solo período. Prometió el cambio, pero no ha hecho ninguno. Su ley de atención sanitaria es rehén de compañías de seguros privadas que buscan más beneficios. El resultado más probable serán recortes en Medicare y Medicaid a fin de ayudar a financiar las guerras que enriquecen al complejo militar y de seguridad y a las numerosas compañías creadas mediante la privatización de servicios que los militares solían proveer por sí mismos a costes mucho más bajos. Sería interesante saber el porcentaje de los más de 700.000 millones de dólares en gastos de «defensa» que va a compañías privadas. En el «capitalismo» estadounidense, una cantidad sorprendente de ingresos de los contribuyentes van a firmas privadas a través del gobierno. Sin embargo, los republicanos chillan sobre la «socialización» de la atención sanitaria.
Republicanos y demócratas vieron oportunidades de crear nuevas fuentes de donaciones electorales privatizando la mayor cantidad posible de funciones militares. Ahora existe una gran cantidad de compañías privadas que nunca ganaron un dólar en el mercado y que sin embargo se alimentan en el abrevadero público que quita dólares a los contribuyentes mientras carga a los estadounidenses con obligaciones de servicio de la deuda.
Obama heredó una excelente oportunidad para devolver a casa a los soldados de EE.UU. de las guerras ilegales de agresión del régimen de Bush. En sus últimos días, el régimen de Bush se dio cuenta de que podía «ganar» en Iraq colocando a los insurgentes suníes en la nómina militar de EE.UU. Una vez que Bush tuvo a 80.000 insurgentes cobrando la paga militar de EE.UU., la violencia, aunque seguía siendo elevada, disminuyó a la mitad. Todo lo que Obama tenía que hacer era cantar victoria y traer a casa a nuestros muchachos, agradeciendo a Bush por ganar la guerra. Habría hecho callar a los republicanos.
Pero ese camino sensato había afectado a los beneficios y a los precios de las acciones de las firmas que componen el complejo militar/seguridad. De modo que en lugar de cumplir lo prometido, para lo que fue elegido por los votantes, Obama reinició la guerra en Afganistán y lanzó una nueva en Pakistán. Pronto Obama se hizo eco de las amenazas de ataque a Irán de Bush y Cheney.
En lugar de atención sanitaria para los estadounidenses, habrá más utilidades de las compañías privadas de seguro.
En lugar de paz habrá más guerra. Los votantes ya empiezan a ver lo que vendrá y se están apartando de Obama y de los demócratas. Los independientes que dieron a Obama su confortable victoria se han vuelto en su contra y acaban de elegir gobernadores republicanos en Nueva Jersey y Virginia para reemplazar a los demócratas. Es un voto de protesta, no un voto de confianza en los republicanos.
La credibilidad de Obama se acabó. Y también la del Congreso, suponiendo que alguna vez la haya tenido. La Cámara de Representantes de EE.UU. acaba de votar para mostrar a todo el mundo que la Cámara de Representantes de EE.UU. no es otra cosa que el títere servil y venal del lobby de Israel. La Cámara de Representantes de la «superpotencia» estadounidense hizo lo que quería su amo, AIPAC, y votó 344 contra 36 para condenar el Informe Goldstone.
Por si no lo sabéis, el Informe Goldstone es el informe de la Misión Investigadora de Naciones Unidas sobre el Conflicto de Gaza. El «Conflicto de Gaza» es el ataque militar israelí contra el gueto de Gaza, donde residen 1,5 millones de palestinos desposeídos, cuyas tierras, aldeas y casas fueron robadas por Israel. El ataque fue contra civiles y contra la infraestructura civil. Fue sin lugar a dudas un crimen de guerra según el estándar de Nuremberg que EE.UU. estableció para ejecutar nazis.
Goldstone no sólo es un jurista judío muy distinguido que ha dedicado su vida a hacer rendir cuentas a gente por sus crímenes contra la humanidad, sino también sionista. Sin embargo, los israelíes lo han satanizado como «judío que se odia a sí mismo» porque escribió la verdad en lugar de propaganda israelí.
El representante estadounidense Dennis Kucinich, quien es ahora sin duda un hombre marcado en la lista de exterminación política de AIPAC, preguntó a la Cámara si sus miembros se daban cuenta de la vergüenza que la votación de condena de Goldstone significaría para la Cámara y el gobierno de EE.UU. El resto del mundo acepta el informe Goldstone.
La Cámara respondió con su desequilibrado voto que el resto del mundo no cuenta ya que no hace donaciones electorales a los miembros del Congreso.
Este vergonzoso acto servil de la «mayor democracia del mundo» ocurrió la misma semana en la que un tribunal en Italia condenó a 23 agentes de la CIA de EE.UU. por secuestrar a una persona en Italia. Los agentes de la CIA son ahora considerados «fugitivos de la justicia» en Italia, y por cierto lo son.
La persona secuestrada fue entregada a Egipto, Estado títere de EE.UU., donde fue retenida durante años y repetidamente torturada. El caso en su contra era tan absurdo que incluso un juez egipcio ordenó su liberación.
Una de las agentes condenadas de la CIA, Sabrina deSousa, una atractiva joven, dice que EE.UU. violó la ley al secuestrar a una persona y enviarla a otro país para ser torturada para fabricar otro «terrorista» a fin de mantener activa la patraña terrorista en casa. Sin ella, las guerras de EE.UU. por motivos de intereses especiales serían transparentes hasta para los fanáticos de Fox «News».
La señora deSousa dice que «todo lo que hice fue aprobado en Washington,» sin embargo el gobierno, que continuamente nos recrimina para que «apoyemos a los soldados,» no hizo nada para protegerla cuando ejecutó las órdenes ilegales del régimen de Bush.
Evidentemente, esto significa que el crimen ordenado por Bush, Cheney, el Pentágono y la CIA era demasiado monstruoso e inaceptable como para justificarlo, incluso mediante memorandos del despreciable John Hoo y la Sociedad Federalista Republicana.
Es obvio que la señora deSousa está preocupada por su persona. Pero, ¿dónde quedó su preocupación por la persona inocente a la que envió al infierno egipcio para que la torturasen hasta la muerte o admitiera que era terrorista? El remordimiento que expresa deSousa sólo se refiere a su persona. Hizo lo que le pedía su malvado gobierno y ese malvado gobierno, al que sirvió tan fielmente, le dio la espalda. No siente remordimiento por el mal que infligió a una persona inocente.
Tal vez deSousa y sus 22 colegas crecieron con videojuegos. Era tan divertido conspirar para secuestrar a una persona real y llevarla volando en un avión de la CIA a Egipto. ¿Fue como un pescador atrapando un pez o un cazador de venados matando un hermoso ejemplar? Evidentemente, lo pasaron bien a costa de su víctima ‘entregada’.
El dictamen del tribunal italiano, y tened en cuenta que Italia es un Estado títere comprado y pagado por EE.UU., indica que incluso nuestros títeres comprados descubren que EE.UU. va más allá de lo tolerable.
Bajando de la punta del iceberg, tenemos al embajador Craig Murray, rector de la Universidad de Dundee y hasta 2004 embajador del Reino Unido en Uzbekistán, que describe como Estado totalitario estalinista cortejado y apoyado por los estadounidenses.
Como embajador, Murray vio los informes de inteligencia de la CIA del MI5 que describían los más horribles procedimientos de tortura. «La gente era violada con botellas quebradas, torturaban a los niños delante de sus padres hasta que ellos [los padres] firmaban una confesión, hevían a personas vivas».
La «inteligencia» de esas sesiones de tortura era pasada por la CIA al MI5 y a Washington como prueba de la vasta conspiración de al Qaeda.
El embajador Murray informa de que a los entregados por vuelos de la CIA a las prisiones de tortura de Uzbekistán «les decían que confesaran que eran miembros al Qaeda. Que confesaran que habían estado en campos de entrenamiento en Afganistán. Que confesaran que habían visto a Osama bin Laden en persona. Y la inteligencia de la CIA se hacía constantemente eco de esos temas.»
«Me quedé completamente conmocionado,» dice el embajador británico, que pensaba que servía a un país ético que, junto con su aliado estadounidense, tenía integridad moral. El gran bastión anglo-estadounidense de la democracia y los derechos humanos, las fuentes de la Carta Magna y de la Declaración de Derechos, las grandes democracias morales que derrotaron al nazismo y enfrentaron los gulag de Stalin, estaban dispuestas a cometer cualquier crimen con tal de maximizar los beneficios.
El embajador se enteró de demasiado y fue despedido cuando lo vomitó todo. Vio los documentos que demostraban que la motivación para la agresión militar de EE.UU. y el Reino Unido en Afganistán tenía que ver con los depósitos de gas natural en Uzbekistán y Turkmenistán. Los estadounidenses querían un gasoducto que evitara Rusia e Irán y pasara por Afganistán. Pare conseguirlo se necesitaba una invasión. Al público idiota de EE.UU. se le podía decir que la invasión era necesaria por el 11-S y para salvarlo del «terrorismo» y los tontos redomados se tragarían la mentira.
«Si se considera el despliegue de las fuerzas de EE.UU. en Afganistán, en comparación con otras fuerzas de países de la OTAN en ese país, se verá que indudablemente las fuerzas de EE.UU. están posicionadas para proteger la ruta del gasoducto. De eso se trata. Tiene que ver con dinero, tiene que ver con energía, no tiene que ver con democracia.»
Adivinad quién fue el consultor que organizó con el entonces gobernador de Texas George W. Bush los acuerdos que darían a Enron los derechos de los yacimientos de gas natural de Uzbekistán y Turkmenistán y a Unocal, el desarrollo del gasoducto trans-Afganistán. Fue Karzai, el «presidente» impuesto por EE.UU., quien no cuenta con apoyo dentro del país aparte de las bayonetas estadounidenses.
El embajador Murray fue despedido del Foreign Service británico por sus revelaciones. Sin duda por orden de Washington a nuestro títere británico.
Paul Craig Roberts fue secretario adjunto del Tesoro en el gobierno de Reagan. Es coautor de The Tyranny of Good Intentions. Para contactos, escriba a: [email protected]
Fuente: http://www.counterpunch.org/roberts11062009.html