El estallido social contra el racismo que sacude a Estados Unidos desde hace tres semanas ha transformado el debate nacional, provocado reformas y está por reinventar el futuro. Todos están asombrados por las dimensiones de este levantamiento cívico, el cual ya no trata sólo sobre el aparato de seguridad pública, sino que tiene que ver también con la violencia de la injusticia económica.
En la imagen, un mural con la consigna Las vidas de los negros valen, en Union Square, Nueva York. Foto Afp
El sismo social que sigue sacudiendo a Estados Unidos al manifestarse cientos de miles en más de 2 mil ciudades y pueblos al grito de no puedo respirar, en el transcurso de las últimas tres semanas, ha transformado el debate nacional, provocado reformas iniciales y está por inventar su futuro; y tal vez el de este país.
La cúpula política y sus intelectuales apuestan que esto de las protestas también pasará y ofrecen la invitación a los manifestantes a que se porten bien y regresen a participar por los canales institucionales, sobre todo en este año electoral. Pero todos están asombrados por las dimensiones de este levantamiento cívico, el cual está abordando ya no sólo la violencia del aparato de seguridad pública, sino sus vínculos con la violencia de la injusticia económica y política en este país.
Eso es peligroso para los administradores y dueños de este sistema. Es justo lo que llevó a que Martin Luther King, las Panteras Negras y Malcolm X (como a sus antecesores a lo largo de la historia estadunidense) fueran perseguidos y castigados como amenazas para la seguridad nacional del país.
Una de esos líderes perseguidos y encarcelados hace casi medio siglo fue Angela Davis. En entrevista reciente con Democracy Now la veterana de luchas por los derechos humanos comentó que éste es “un momento extraordinario, nunca he experimentado algo con las condiciones que estamos viendo, la coyuntura por la pandemia Covid-19 y el reconocimiento del racismo sistémico… He dicho con frecuencia que uno nunca sabe cuándo las condiciones pueden dar lugar a una coyuntura como ésta, que rápidamente cambia la conciencia popular y de repente nos permite proceder en la dirección del cambio radical”.
La ola sin precedente de protestas por la justicia racial está girando de manera radical a la opinión pública sobre la necesidad de abordar el racismo sistémico… Pero la nueva nación que está naciendo en nuestras calles tiene que enfrentar cuatro siglos de desigualdad sistémica, advierten los líderes de la Campaña de los Pueblos Pobres, el reverendo William Barber y la reverenda Liz Theoharis.
Muchos veteranos de luchas sociales y los que los estudian señalan que una razón por la cual este momento es diferente a otros es el carácter multirracial, multigeneracional y de diversidad de sectores sociales de este movimiento, lo cual es visible todos los días en las calles.
Por ejemplo, la próxima semana el legendario sindicato progresista de estibadores de la costa oeste, el ILWU, clausurará 29 puertos de la costa oeste en solidaridad con los manifestantes por la justicia racial. El dirigente del sindicato nacional siderúrgico, los Steelworkers, Tom Conway, declaró que la brutalidad policiaca y las disparidades económicas son sólo dos de los síntomas del racismo sistémico que se vierten sobre todas las áreas de la vida… y es esa la opresión que los manifestantes desean derrocar.
Enfermeras y otros trabajadores de salud, estudiantes, religiosos, jóvenes y veteranos de luchas se encuentran en las calles. Canciones del gran movimiento de derechos civiles de los años 60 se entonan junto con nuevos ritmos y se mezclan con el rock furioso de los 90 y el hip hop de ahora.
A la vez, se construyen o reconstruyen lazos entre los afroestadunidenses y latinos y otras minorías por todo el país. El diputado federal Jesus Chuy Garcia, de Chicago, afirmó que la pandemia y las protestas han hecho más evidente que nuestras comunidades deber estar unidas para luchar contra la injusticia social, economía y racial.
Asombra y asusta a las cúpulas que dos tercios (67 por ciento) de los estadunidenses expresan apoyo para el movimiento y su consigna de las vidas de los negros valen (sondeo del Pew Research Center), y que por ahora es una expresión horizontal y descentralizada (o sea, no hay forma de intentar someter a su liderazgo, porque no existe). Por ellos respira la esperanza en este país.