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¿Se puede reconstruir mejor? Todavía no

Fuentes: International Socialism Project / Correspondencia de Prensa

Covid-19 y la situación de la clase trabajadora desde la llegada de las vacunas

Sería fácil pensar que pronto dejaremos atrás la pesadilla del Covid. El 22% de la población ha recibido una dosis de la vacuna y el 12% ya ha recibido las dos. La tasa nacional de positividad ha bajado al 4,7%. Cada noche, los telediarios muestran los centros de vacunación masiva en funcionamiento. La calma paternal de Fauci [reconocido inmunólogo estadounidense, director del Centro de alergias y enfermedades infecciosas] ha remplazado la agitación perversa de Trump. Los comentaristas nos dicen que con el descenso de las tasas de Covid, la economía no puede sino mejorar. Sin embargo, para gran parte de la clase trabajadora, no estamos en absoluto fuera de peligro. El propósito de este artículo es examinar algunas de las formas en que se siguen sintiendo los efectos de la perturbación masiva de la economía.

La pérdida de terreno durante la pandemia

Los estadísticos del centro de investigación AP-NORC han realizado recientemente un importante estudio. Los resultados muestran la difícil situación a la que se ven enfrentados muchos trabajadores.

– El 53% de las personas afirman que los ingresos familiares disminuyeron durante la pandemia.

– El 30% dice que sus ingresos actuales son menores que antes de que empezara la pandemia.

– El 44% afirma que la situación del virus sigue teniendo un impacto financiero sobre ellos.

– El 25% no ha podido pagar al menos una factura.

– El 11% afirma no haber podido pagar al menos una factura relacionada con la vivienda.

Hay dos razones principales que explican esta pérdida de ingresos de la clase trabajadora. La primera es la disminución de las horas de trabajo remunerado. El 31% de las personas encuestadas por AP-NORC afirman que al menos una persona de su hogar tuvo que trabajar menos horas durante el año pasado. Es una cifra que aumenta hasta el 40% en el caso de los trabajadores menores de 30 años.

La segunda causa principal son los despidos. El 25% de los encuestados dijo que había habido al menos un despido en su hogar. Como siempre en este país, la situación de los trabajadores negros y latinos es peor. La cifra es del 29% para los negros y un alarmante 38% para los latinos. Un total de 9,5 millones de empleos se han perdido durante la pandemia.

¿Es posible recuperar los puestos de trabajo perdidos?

La pandemia no ha sido solamente un largo periodo “normal” de despidos después del cual, por lo general, se recuperan los puestos de trabajo y la vida retoma su cauce habitual. La cifra más citada es que el 30% de los puestos de trabajo perdidos nunca volverán. Los economistas Stephen Davis, José María Barrero y Nick Bloom estiman que la cifra es mucho mayor, entre el 32 y el 42%. McKinsey &Co. prevé la pérdida de 4,3 millones de puestos de trabajo teniendo en cuenta sólo los servicios de consumo y alimentación.

Pero, por supuesto, todas esas cifras son sólo proyecciones. Muchos factores van a incidir en el resultado final. ¿Cuánto durará la pandemia? ¿Qué alcance tendrá el trabajo desde casa? ¿En qué medida cambiarán los hábitos de consumo en cuanto a viajes, entretenimiento y comidas fuera de casa? Hay que integrar los factores específicos del Covid en un análisis económico general que tenga en cuenta los ciclos de prosperidad y decadencia del sistema capitalista. Sin embargo, parece claro que la «cicatrización» post-Covid va a tener un serio efecto en el desempleo.

La situación en las fábricas y en los depósitos

Los trabajadores tienen que recuperar mucho terreno perdido a nivel económico. También en términos de salud y seguridad laboral, algo que es especialmente cierto en lo que respecta a la protección frente al Covid en los grandes centros de trabajo de tipo industrial. Warehouse Workers for Justice elaboró un informe importante sobre ese tema. El informe se centra en un solo estado, Illinois, en el que se produjeron 207 brotes de Covid en ese tipo de lugares de trabajo.

Quizá la parte más relevante del informe sean los resultados de la encuesta a los trabajadores.

– El 65% afirmó que alguien en su lugar de trabajo había contraído Covid.

– El 85% informó que, cuando los trabajadores presentaron a la empresa su preocupación por el Covid, ésta no tomó ninguna medida, tomó medidas inadecuadas o tomó represalias contra los trabajadores que plantearon su inquietud.

– El 61% informó de que no había recibido subsidio por enfermedad o cuarentena.

– El 83% de los que habían estado enfermos por Covid no recibieron ni el subsidio por enfermedad ni la ayuda del gobierno.

Estas cifras demuestran la degradación de las condiciones en la industria. Será necesario tomar una serie de medidas para revertir esta situación. Será necesario realizar una amplia remodelación para instalar equipos de distanciamiento social y anticontaminación. Este tipo de medidas pueden implicar cambios en el espacio de las líneas de producción y las cintas transportadoras, pero eso es responsabilidad del empresario, independientemente del costo.

Los sindicatos y los comités de seguridad laboral deben tener derecho a interrumpir el trabajo si constatan que no se aplican las precauciones necesarias. Los empleadores deben proporcionar PPE [equipos de protección personal, por sus siglas en inglés] y hacerse cargo de los subsidios por enfermedad, la asistencia sanitaria y la formación en materia de seguridad. Estas medidas son necesarias para evitar que la reapertura de la economía cree otra oleada de contaminaciones.

Los trabajadores de plataformas y precarios

Podría creerse que al menos a un sector de la clase trabajadora, los repartidores y trabajadores de plataformas “autónomos” [la “economía gig”], le había ido mejor durante 2020. ¿Acaso no hubo un «giro hacia el reparto (delivery)»? ¿No estamos viviendo en el mundo de DoorDash, Instacart y Amazon Prime? ¿La explosión del reparto a domicilio provocada por el Covid no ha ayudado a los trabajadores autónomos? La respuesta es un claro y rotundo “no”.

El problema es que el importante aumento de trabajadores desesperados por ganarse la vida en este sector ha servido para reforzar la posición de los empresarios. Por ejemplo, en muchos servicios de transporte compartido, los conductores compiten entre sí para ofrecer a un pasajero potencial la tarifa más baja por un viaje. A medida que hay más conductores compitiendo entre sí, aumenta la presión para ofrecer una tarifa más módica. De esta manera, los trabajadores se encuentran en una carrera a la baja de sus propios ingresos.

El aumento de la demanda de servicios de tipo “gig” no se ha traducido en una mejora correspondiente de los salarios y las condiciones de los trabajadores. He aquí algunos ejemplos que demuestran lo dicho. Lyft [plataforma de transporte de pasajeros] ordenó recientemente que los conductores con coches más nuevos tuvieran una reducción de puntos de recompensa del 10%. ¿Por qué? Lyft sostenía que los pasajeros querrían ir en coches más nuevos; por lo tanto, los conductores de esos coches podrían conseguir más clientes y ganar más dinero. Para muchos conductores que trabajan con esa aplicación, el seguro que proporciona el empleador sólo comienza en el momento en que el pasajero pone un pie en el coche. Por lo tanto, si un conductor se dirige a recoger a un pasajero y en el camino tiene un accidente con otro coche, no hay seguro. Muchos conductores consideran que la patronal no hace ningún esfuerzo por ayudar a los conductores que se enfrentan a delitos violentos. Por ejemplo, se pide que Uber aumente los procedimientos de verificación de la App para ayudar a prevenir las agresiones a los conductores y los robos de coches. Por otra parte, el distanciamiento social ha sido una pesadilla para los conductores de viajes compartidos durante la pandemia al estar encerrados en espacios reducidos junto con los pasajeros.

Los conductores no son los únicos trabajadores precarios que se encuentran en una situación difícil en estos momentos. En una reciente reunión de la Justice Workers Rights Board (http://www.chicagojwj.org/workers-rights-board) con Chicago Jobs, una estilista explicó que a menudo no hay un salario de base y que los peluqueros sólo cobran si hay un cliente, a pesar de que tienen que permanecer en la peluquería durante todo el turno de trabajo. Por lo tanto, los ingresos diarios pueden ser ínfimos. Esa es la realidad cotidiana de muchos trabajadores.

Conclusión

Los ejemplos presentados en este artículo llevan a una clara conclusión. La clase obrera estadounidense sigue atravesando una situación muy difícil. Tiene un gran combate por delante para mejorar su calidad de vida. Los socialistas tienen que ocupar su lugar en esa lucha.

Adam Shils es miembro de International Socialism Project.

International Socialism Project (ISP), 19-3-2021

https://internationalsocialism.net/

Traducción de Correspondencia de Prensa