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Encuentro en un control israelí

«Sé que es una solución terrible»

Fuentes: CounterPunch

Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández

Control de Hawara, Palestina

Por debajo de su casco verde, sus ojos son claros, grandes y azules y cuando me cuenta cómo vio a su hermanito volar por los aires a causa de un suicida-bomba, no me mira. Le digo: «Lo siento tanto», y eso es lo que quiero expresar.

«Oh yeah, apuesto a que sí.»

Hemos estado toda la mañana en su control, negociando y rogándole a él y a sus compañeros soldados que permitan que las personas enfermas, las mujeres embarazadas y los niños pequeños pasen por delante de la larga cola de palestinos que esperan salir de Nablus, una espera que hoy supera las dos horas. Estamos molestándole. Sabe por qué estamos aquí, sabe lo que significa.

«No, de verdad, lo siento mucho, mi corazón se rompe por tu dolor». Lo digo y lo siento y mis ojos se llenan de lágrimas pensando en mis hermanitas, en todo lo que las quiero, en lo que sentiría si viera a alguien matándolas. Mis ojos se llenan de lágrimas cuando pienso en lo que le haría (en lo que querría hacer) a alguien que hiciera estallar a mi hermana por los aires.

Se sorprende un poco al verme llorar por él y dice: «Sé que es una solución terrible», hace gestos señalando el control donde unos cien palestinos están arracimados como ganado en estrechas pasarelas, esperando su turno para pasar el control de sus tarjetas de identidad, para que registren sus bolsas, para que les levanten las camisas, para que les cacheen los bolsillos. Algunos de ellos pasan por esto todos los días. Hoy llevan esperando dos horas. Hace mucho calor. Hay otro control en la carretera dos millas más allá.

«Sé que ésta no es la solución», dice de nuevo.

«Esto no os hace más seguros», le digo. «El 99% de la gente que pasa por aquí no tiene ninguna intención de hacerte daño, pero si los tratas de esta forma cada día, estás consiguiendo que deseen hacértelo».

«Lo sé. Sé que las condiciones son terribles. Sé que sienten frustrados. Sé que la gente no debería vivir de esta forma. Pero, ¿qué otra cosa podemos hacer? El mes pasado cogimos a cinco personas con paquetes-bomba.»

Dudo de esa afirmación, me parece totalmente imposible que un kamikaze intentara pasar precisamente a través del control de Hawara, famoso por sus minuciosos y extravagantes procedimientos de seguridad, sus inflexibles y despiadados soldados. Hay otros muchos controles fuera de la ciudad por los que es más fácil pasar, por no mencionar el sendero a través de las montañas. Pero no importa, él me está expresando que aunque es consciente de que esa gente inocente está sufriendo, no le importa, porque cree que el control les libra, a él y a su pueblo, del sufrimiento.

Es difícil discutir sobre esa cuestión. Es difícil poder razonar sobre sufrimiento con una persona judía. No puedo razonar con su corazón, por eso intento razonar con su cabeza.

Le cuento que las bombas representan una reacción, no una ofensiva. El perfil del kamikaze es muy similar a un activista de base: educado en la universidad, de clase media, futuro prometedor, interés por la política y la justicia social. Le hablo de una muchacha con cuya familia me entrevisté, una muchacha universitaria que estaba comprometida para casarse en un par de meses, una muchacha que entró en un supermercado en Tel Aviv y se hizo estallar. Su familia no tenía ni idea de que fuera a hacer eso. ¿Por qué quiso hacerlo? Pienso en ello todo el tiempo. ¿En qué me afecta eso?

Cuanto más tiempo vivo en Palestina, y voy asimilando lo que supone ser palestino, más les comprendo. Cuando eres palestino, sabes que nadie siente respeto por tu vida, y empiezas a perderlo tú también. Ves a los soldados matando y encarcelando a la gente sin dar ninguna explicación, sin que tenga ninguna consecuencia.

Sabes que te pueden hacer eso, a ti y a tu familia, en cualquier momento.

Sabes que pueden llegar y destruir tu hogar cuando quieran, porque conoces a un montón de gente a la que le ha sucedido eso.

Les ves cómo construyen un muro en tu país, y les ves confiscando ilegalmente la tierra de tus amigos y vecinos para apropiársela.

Les ves levantando controles en tu propio país, no en las fronteras sino dentro de tu país, y te dicen cuándo puedes y cuándo no puedes pasar.

Ves que el mundo se muestra conforme con eso, que parece que nadie les va a detener nunca, y que todo eso viene sucediendo desde hace 50 años.

Ves que todo el pueblo de Israel está obligado a servir como soldados, y ves una oportunidad no sólo de eliminar un poco de ese potencial o soldados que están cometiendo esos crímenes contra ti y tu pueblo, también piensas que, si haces eso, quizá el mundo preste alguna atención a lo que sucede en tu patria.

Ves que en modo alguno hay vida ni para ti ni para tus hijos.

Piensas que quizá eso es lo mejor que puedes hacer por tu pueblo. Quizá estás equivocado, pero no puedes seguir viviendo de esa forma. No puedes soportar siquiera el pensamiento de vivir siempre así.

El soldado está quieto. He estado hablando mucho rato. Está escuchándome. Se siente incómodo. Sigo hablando.

Le digo que no apruebo a los suicidas-bomba. Que pienso que es algo horrible. Pero que les comprendo. No creo que sea más horrible que lanzarle misiles a la gente, volar los hospitales o forzar a casi un millón de civiles a huir de sus casas. Pienso que los suicidas-bomba es producto de la Ocupación. No creo que la Ocupación esté motivada por la existencia de suicidas-bomba. Creo que si la Ocupación terminara, desaparecerían, porque los palestinos podrían tener esperanza. Tendrían algo por lo que vivir. Creo que si Israel concediera a los palestinos el derecho que tienen a una existencia justa y en paz, Palestina recompensaría a Israel con la paz. No puedes oprimir a un pueblo y esperar que no resista. Si utilizas la violencia para oprimir a un pueblo, ese pueblo utilizará la violencia para resistir.

Mi presidente me dijo que atacando y ocupando Iraq yo estaría más segura. Era mentira. Eso hizo que la gente me odiara más, hizo que más gente quisiera hacerme daño, porque he matado a miles de personas inocentes en aras de mi seguridad personal. No sé lo que habría que haber hecho después del 11-S. No sé lo que habría que haber hecho después del Holocausto, después de cualquiera de las tragedias de nuestra época. Pero sé que lo que hacemos, que lo que EEUU e Israel han hecho, no hace sino perpetuar el mal que provoca que esas tragedias ocurran.

No creo que mi presidente esté ocupando Iraq porque le preocupa mi seguridad; no creo que Olmert esté ocupando Palestina porque está preocupado por la seguridad de los israelíes. Creo que son otros los motivos por los que están actuando, hombres luchando por el dinero, el poder y la tierra, y todos nosotros somos sus víctimas. Nos dicen que tenemos que sentir miedo los unos de los otros. Nos dicen que hay gente que intenta matarnos, durante toda la vida nos han estado diciendo eso. Los árabes, los rusos, los japoneses, los nativos americanos: cambian cada pocos años a quienes nos dicen que tratan de matarnos. La gente que quiere matarte es espeluznante, por eso cuando alguien nos cuenta que pueden mantenernos seguros, le creemos y hacemos lo que nos pida. Le digo a este soldado que él es también una víctima, que está siendo utilizado, que su enemigo real no son los palestinos, sino más bien los hombres que ocupan el poder y que emprenden guerras por lucro. Le pregunto qué sucedería si todos nosotros sintiéramos miedo los unos de los otros. Si todos nos viéramos como hermanos en vez de cómo completos extraños (gracias, Tupac).

Me estuvo mirando durante un tiempo muy largo. Empecé a llorar de nuevo porque le acababa de decir todo lo que estaba en mi corazón y su cara seguía siendo dura como una piedra. Me sentí avergonzada y me fui. Volví la cabeza y todavía seguía mirándome.

Magan Wiles es un actriz que enseña a los jóvenes «Teatro de los Oprimidos» en el Centro para Supervivientes del Trauma de la Guerra y la Tortura, en Sant Louis, Missouri. Se puede contactar con ella en: [email protected]

Texto original en inglés: http://www.counterpunch.org/wiles08072006.html

Sinfo Fernández es miembro del colectivo de Rebelión.