Recomiendo:
0

Se tambalean los precandidatos favoritos; hoy, primarias en Wisconsin

Fuentes: La Jornada

La respuesta a la «revolución política» convocada por Sanders preocupa a Hillary Clinton. Trump vive la peor semana de su campaña; crece el rechazo por sus comentarios sobre el aborto

Los dos precandidatos punteros que parecían invencibles hasta ahora de pronto enfrentan no sólo dudas sobre su eventual triunfo, sino sobre si este momento podría marcar tanto una nueva etapa de la «revolución política» convocada por el insurgente demócrata como el principio del fin del republicano Donald Trump.

La «revolución política» convocada por el precandidato demócrata y senador Bernie Sanders de nuevo preocupa a Hillary Clinton. Después de sus triunfos del supermartes, ella y sus aliados, así como la gran mayoría de los medios, nuevamente habían impuesto la narrativa de que era casi imposible superar la amplia ventaja de la precandidata del establishment.

Pero Sanders ha ganado seis de las últimas siete contiendas desde el supermartes, algunas por márgenes aplastantes (en todas ganó con más de 67 por ciento del voto) y ahora goza de una pequeña ventaja en las encuestas en Wisconsin, que realizará elecciones primarias este martes.

Si gana ahí, será un golpe más a Clinton, que sufre un déficit marcado de entusiasmo popular en su campaña, sobre todo entre los jóvenes. Más aún, en otra medida de esta competencia intrapartidaria, por tercer mes consecutivo Sanders ha recaudado más fondos en contribuciones individuales que Clinton (44 millones contra 29.5 millones en marzo).

Hoy, en Wisconsin, Sanders apremió a sus seguidores a elevar la participación para ganar ese estado, y señaló que eso generaría mayor entusiasmo en las primarias del estado de Nueva York, el 19 de abril, para triunfar contra Clinton. «No le digan a ella, pero si ganamos aquí y ganamos en Nueva York, creo que estaremos en camino a la Casa Blanca.»

Aunque Clinton tiene una ventaja promedio de 11 puntos en Nueva York, analistas señalan que Sanders ha logrado superar esas diferencias muy rápidamente en otros estados, y que si lo logra en Nueva York, eso cambiaría radicalmente la narrativa de este proceso electoral.

El multimillonario

Trump, el insurgente republicano que parecía imparable hasta hace pocos días, de repente se ve vulnerable después de la peor semana de su campaña, en que varios incidentes generan especulación sobre si la campaña del multimillonario está al principio de su fin.

Al comentar, la semana pasada, que «si el aborto vuelve a ser ilegal, toda mujer que se someta a uno debería ser castigada», provocó no sólo una reacción masiva del lado demócrata, sino también entre las filas republicanas (eso se piensa, pero no se dice en público). Aunque intentó corregir casi de inmediato, era demasiado tarde.

Pero no fue todo. Después de semanas de ser criticado por fomentar la violencia contra opositores en sus actos proselitistas, su jefe de campaña, Corey Lewandowski, fue arrestado por haber jalado de manera brusca a una reportera de Breitbart News, un sitio de noticias ultraconservador, cuando ésta intentaba acercarse a Trump para hacerle una pregunta. Trump y Lewandowski negaron tajantemente que eso haya sucedio, y sugirieron que la periodista estaba inventando el incidente, hasta que la policía revisó video e imágenes que comprobaron su version.

A la vez, algunos de sus pronunciamientos sobre política exterior y política militar asustaron a generales del Pentágono, ex jefes de inteligencia y otros, varios de los cuales advirtieron públicamente que Trump no muestra suficiente juicio ni experiencia como para ser comandante en jefe.

Y esto después de un intercambio de nivel de secundaria durante más de una semana con su contrincante Ted Cruz sobre cuál de sus esposas era la más buena y/o cuál era fea.

Para colmo, Trump rehusó -al igual que sus dos contrincantes Cruz y el gobernador John Kasich- confirmar su compromiso de apoyar al que gane la nominación en la convención, lo que muestra el potencial de caos dentro del partido.

Ante todo esto, la dirigencia republicana sostuvo una reunión de emergencia con Trump para intentar calmar las cosas. Saliendo de ahí, Trump prometió que intentaría unir al partido. Pero obviamente nadie le cree.

Tal vez no tendrán que preocuparse, ya que algunos analistas y comentaristas políticos ven señales de que su campaña podría estar al borde de una implosión en el apoyo popular que hasta ahora había sostenido su camino hacia la coronación. Trump sigue siendo el favorito entre los precandidatos republicanos, según el promedio de encuestas calculado por RealClearPolitics, con 40 por ciento, pero aún no se miden los costos de esta última semana, y lo que implicaría una derrota este martes.

Por ahora, Trump va perdiendo frente a Cruz en las encuestas de la elección en Wisconsin. La cúpula de su partido hace todo lo posible para usar esta elección como un tope, si no más, para descarrilarlo, apoyando incluso a Cruz.

Mientras algunos pronostican que Trump acabará provocando aún más caos para los republicanos, dirigentes elaboran estrategias para negarle a toda costa la nominación en la convención nacional. Los costos de su campaña se registran ahora en las encuestas, incluido un creciente repudio no sólo entre las filas tradicionales del partido, sino entre las mujeres y obviamente entre latinos y afroestadunidenses.

Eso contiene implicaciones potencialmente desastrosas para el partido en la elección general, y no sólo en el concurso para ocupar a la Casa Blanca, sino para las curules legislativas, donde ya algunos empiezan a hablar de la posibilidad de que los republicanos pierdan el control de una y hasta ambas cámaras del Congreso.

Fuente: http://www.jornada.unam.mx/2016/04/05/mundo/028n1mun