Necesitamos un nuevo secretario de Defensa». Ésta es la opinión del general retirado Charles Swannack y de un grupo cada vez más numeroso de altos mandos militares de EEUU, que están pidiendo a voz en grito la dimisión del jefe del Pentágono, Donald Rumsfeld, por la catastrófica gestión de la guerra de Irak. Ayer eran […]
Necesitamos un nuevo secretario de Defensa». Ésta es la opinión del general retirado Charles Swannack y de un grupo cada vez más numeroso de altos mandos militares de EEUU, que están pidiendo a voz en grito la dimisión del jefe del Pentágono, Donald Rumsfeld, por la catastrófica gestión de la guerra de Irak. Ayer eran ya seis los generales que protagonizan esta rebelión contra Rumsfeld, a quien la Casa Blanca sigue sin embargo defendiendo contra viento y marea.
«El presidente cree que (Rumsfeld) lo está haciendo muy bien durante un periodo muy difícil de nuestra historia», declaró el jueves el portavoz presidencial, Scott McClellan. «Somos una nación en guerra que está pasando por una transformación militar, y hay cosas que generan debate y desacuerdo», añadió el portavoz, tratando de quitar importancia a las exigencias planteadas por los generales para que Rumsfeld dimita.
SIN CONTACTO
En el Pentágono, el portavoz Eric Ruff clarificó que Rumsfeld ni siquiera ha hablado con la Casa Blanca de su posible dimisión, ni piensa presentarla por en momento. El secretario de Defensa ya dimitido en dos ocasiones, sin que el presidente de EEUU, George Bush aceptase la renuncia. «Rumsfeld ha estado controlando las decisiones de los generales que encabezan nuestras fuerzas» en Irak, criticó Swannack, quien, entre el 2003 y el 2004, fue comandante de la 82ª División Aerotransportada.
Pero los pecados del secretario de Defensa son todavía más graves para el general John Batiste, que mandó hasta su retirada la Primera División de Infantería en Irak. «Nosotros fuimos a la guerra con un plan lleno de defectos, que no contemplaba el arduo trabajo de construir la paz después de haber derribado al régimen» de Sadam, arremetió ayer.
ABUSIVO Y ARROGANTE
«Además, servimos bajo un secretario de Defensa que no entendía lo que es el liderazgo, que era abusivo, arrogante y no aglutinó un equipo fuerte», continuó. A pesar de su obvio resquemor por la marcha de la posguerra iraquí, Batiste no volvió su ira contra Bush, y recalcó que no había coordinado sus críticas con las planteadas por los otros generales.
La «arrogancia» de Rumsfeld molestó igualmente al general John Riggs, quien también encabezó una división de infantería antes de pasar a la reserva. «Sólo piden la opinión de los militares cuando coincide con lo que ellos quieren escuchar, y eso es un error; por eso pensamos que tiene que dimitir», declaró Riggs. Su petición se sumó a la de los generales retirados Anthony Zinni y Gregory Newbold, ambos del cuerpo de marines, y a la del general del Ejército de Tierra, Paul Easton, además de los dos antes citados.
Rumsfeld, que tiene 73 años, ha creado notable malestar en el Pentágono desde que tomó posesión de su cargo en el 2001, con la llegada al poder del presidente Bush. La cúpula militar le acusa de pasar por alto las opiniones de los altos mandos y de apartarlos cuando no están de acuerdo con él. Ése fue el caso del general Eric Shinseki, que en el 2003 fue cesado como jefe de Gabinete del Ejército de Tierra, porque se opuso a los planes de Rumsfeld para invadir Irak. Su pecado fue defender que hacían falta «varios cientos de miles de soldados» para llevar a cabo la guerra en el país árabe, frente al reducido volumen de tropas que proponía el jefe del Pentágono.
Y para rematar el malestar, la revista Salon, accesible en la red, desveló que Rumsfeld permitió un «degradante » interrogatorio de un detenido de Al Qaeda en el 2002.