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Las fronteras interiores

«Si alguien no puede votar, no les importa»

Fuentes: Diagonal

Los manteros critican las políticas laborales y de fronteras europeas, tras el fallecimiento en Salou (Tarragona) del senegalés Mor Sylla durante una redada de los Mossos d’Esquadra.

Antes de acabar la entrevista con Dauda, cuando le preguntamos si quiere añadir algo para un reportaje sobre la situación de los trabajadores del top manta en Barcelona, nos dice que «si no fuera por los blancos, no estaríamos aquí».

La lectura de este mantero del expolio y la explotación cometida durante siglos por los países occidentales en su país y el resto de África convierte en irrelevante el debate sobre el mediático problema de orden público en torno a la venta callejera de películas piratas o productos textiles falsificados que ha tenido lugar este verano.

Las palabras de Dauda al otro lado del teléfono devuelven la mirada sobre las fronteras, sobre el control, el mercado de trabajo y la política migratoria europea. Porque, como dice este mantero que tras varios años de residencia perdió sus papeles de la noche a la mañana por no poder acreditar un contrato laboral ante la administración, son las políticas de la «fortaleza Europa» las que convierten el día a día en una oportunidad para una nueva dosis de exclusión, maltrato y violencia institucional.

Ese día a día, que comienza con el expolio en el país de origen, continúa -o termina trágicamente- en el trayecto hacia Europa y prosigue en las calles de una gran ciudad como Barcelona, se ha visto alterado en las últimas semanas por las protestas de los manteros.

La muerte en Salou (Tarragona) del senegalés de 50 años Mor Sylla, precipitado al vacío desde un tercer piso durante una redada de los Mossos d’Esquadra contra trabajadores de top manta, ha sido el detonante de protestas en Salou, Barcelona y otras ciudades del Estado. Con las protestas y los pequeños altercados asociados a la rabia por la muerte de Sylla, se ha abierto un debate en el marco de «una oleada mediática que trata de reforzar la idea de vincular migración a la violencia», explica César, integrante del Espacio del Inmigrante.

Este colectivo, punto de encuentro surgido en el barrio del Raval a raíz del decreto 16/2012, el de ‘apartheid sanitario’, es uno de los focos desde los que ha surgido la respuesta contra esa campaña de criminalización durante la crisis de este verano.

Agitada desde el sindicato mayoritario de la Guardia Urbana, la campaña ha estado unida a un argumento antiguo: vincular el trabajo a mafias, algo que para César es una «estrategia perversa» con la que «se vende que los manteros no son sujetos activos, que carecen de criterio».

César explica que en el Raval se celebró un encuentro entre manteros y otros vecinos de Barcelona para conocer de primera mano los testimonios y desmontar «las mentiras» de varios días de campaña contra los trabajadores del top manta.

Los vecinos, explica César, «preguntaban cómo ayudar, hacer contrainformación y apoyar de manera pacífica» a los manteros en caso de hostigamiento por parte de la policía. Así, se formaron brigadas que pasan un par de veces al día por los puntos de venta callejeros y se comunican por Whatsapp cualquier incidencia.

Desde el Ayuntamiento de Barcelona se ha insistido en dar una respuesta social «no sólo policial» a la situación de los manteros tras la campaña de este mes de agosto. Fuentes del Gobierno municipal anuncian próximas reuniones con asociaciones y organizaciones, pero también con manteros a título personal.

La violencia, explican, es «la línea roja» marcada por el Ayuntamiento, que tiene pendiente revisar el protocolo de actuación en situaciones en las que se busca «evitar la actividad, decomisar la mercancía y asegurar la integridad» de todas las personas afectadas.

«Cambió el Gobierno pero no la policía», resume César, para quien la transformación de Barcelona en el plano de la seguridad ciudadana será un proceso lento. La Guardia Urbana de Barcelona «tiene un historial largo de abusos», recuerda, «para recuperar la confianza tendremos que ver otro comportamiento».

Dauda prefiere no centrarse en la policía, «que sólo hace su trabajo», para apuntar a aquellas leyes que recortan la libertad de los africanos en Europa: «No digo que todos los que están en los Gobiernos sean malos, pero no les importan los migrantes: si alguien no tiene derecho de voto, no les importan», concluye.

Fuente: http://www.diagonalperiodico.net/global/27568-si-alguien-no-puede-votar-no-les-importa.html