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Los sepultureros del Imperio

Si busca desacreditar a la política exterior de EE.UU., Ros-Lehtinen está en buen camino

Fuentes: Rebelión

Si su propósito es desacreditar la política exterior de Estados Unidos a escala del planeta y resucitar los conceptos más retrógrados de la Guerra Fría, lleana Ros Lehtinen y sus colegas del Comité de Asuntos Exteriores de la Camára de Representantes norteamericana realizan un trabajo de excelencia. Aparentemente afectados por la ola de calor tropical […]

Si su propósito es desacreditar la política exterior de Estados Unidos a escala del planeta y resucitar los conceptos más retrógrados de la Guerra Fría, lleana Ros Lehtinen y sus colegas del Comité de Asuntos Exteriores de la Camára de Representantes norteamericana realizan un trabajo de excelencia.

Aparentemente afectados por la ola de calor tropical que subió en los últimos días desde el Caribe hasta Canadá, el clan ultraderechista que controla el tema de la política extranjera en la cámara baja del Capitolio ha generado un número sin dudas record de resoluciones groseramente imperialistas inspiradas por un desprecio e incluso un odio de todo lo que no se arrodilla ante el poder imperial.

Empezando por Cuba, Ros-Lehtinen y su brazo derecho Connie Mack han sucesivamente votado a favor de secuestrar el derecho de los cubano-americanos a viajar a su país de origen, bajo el modelo de la era Bush, y de derogar los arreglos consentidos por Barack Obama que permiten a un cierto número de norteamericanos de visitar a Cuba, a ciertas condiciones.

En su delirio, Ros-Lehtinen fue hasta comparar a los cubano-estadounidenses que visiten a su familia con los defraudadores de la ayuda social y quiso prohibir a los aeropuertos de EE.UU. la salida de vuelos hacia Cuba, además de amenazar a los funcionarios para que detengan la expedición de licencias de viaje que permite la ley. La fiera de Miami ya había advertido las compañías petroleras que participan en Cuba en la perforación de nuevos pozos que se les quitaría sus negocios en los Estados Unidos.

EN AMÉRICA LATINA; QUIEREN CASTIGAR HASTA LA OEA

Con América Latina, ahora ubicada a las puertas del infierno por este clan que se crió en Miami, se votó a favor de cortar toda ayuda norteamericana a la Argentina, Ecuador, Bolivia, Nicaragua y Venezuela, salvo en el caso de la USAID y demás agencias de penetración cuyas tareas de inteligencia son imprescindibles. Sin embargo, la tropa de Ros-Lehtinen se pronunció en contra del financiamiento de USAID a los países que – nada menos que esto – «no votan con los Estados Unidos en la ONU». Se decidió además que se debía cortar toda ayuda a los países que están por encima de un cierto nivel autorizado de corrupción, entre ellos Haití y México, algo irónico de parte de congresistas cuya elección depende fundamentalmente de las contribuciones corporativas a sus cajas electorales, generalmente acompañadas de estímulos – una formula que permitió a Ros-Lehtinen viajar gratis repetidamente a Israel.

En este mismo acceso de fiebre fundamentalista, el núcleo de la también llamada Bruja del Capitolio votó para poner fin a la financiación de este apéndice del Departamento de Estado llamado Organización de Estados Americanos (OEA).

«No vamos a seguir financiando una organización que está empeñado en destruir la democracia en América Latina», repite Connie Mack, incondicional admirador y «supporter» del dictador hondureño Roberto Micheletti.

MEDIO-ORIENTE: UN SHISH-KEBAB DE AMENAZAS Y SANCIONES

Como si la política estadounidense hacia el Medio Oritente no fuera ya lo suficientemente despreciable con las múltiples agresiones a Irak, Afganistán y Libia así como las amenazas a diario contra Irán, Siria y Yemen, Ros-Lehtinen y su clan tiene una ración de amenazas y castigos.

Reclaman ahora una verdadera brocheta de condiciones a la asistencia estadounidense mientras apoyan con una firmeza culpable la tradicional asignación de ayuda militar y de préstamos multimillonarios a Israel, el país que dispone del mayor número de lobbyistas en los círculos del poder de Washington.

Hasta la polvorosa propuesta de trasladar la embajada estadounidense en Israel a Jerusalén se ha reanimada mientras se prohíbe, evidentemente para complacer a la nación sionista, la ayuda a Egipto y Yemen con la sospecha de que se encuentren bajo el control de una «organización terrorista extranjera».

En cuanto a Líbano y a la Autoridad Nacional Palestina (ANP), ambos son considerados parte de las redes Hezbolá y Hamás y deben ser excluidos de la repartición de las bondades imperiales.

Pakistán es por supuesto chantajeado con toda la sutileza a la cual Washington ha acostumbrada su clientela de beneficiados: la secretaria de Estado tiene que asegurar el Congeso que Islamabad coopera servilmente con las controvertidas operaciones «antiterroristas» de Estados Unidos.

«ESTAMOS EN EL PRECIPICIO DE SALIR DE ESTE PLANETA»  

«Estamos en el precipicio de salir de este planeta,» señaló el representante Gary Ackerman, al sacar el balance de los delirios de sus colegas.

La desesperación de Ros-Lehtinen, Mack y demás oficiantes de este ceremonial incomprensible para quién no anda por los pasillos del capitolio y no es familiarizado con su fauna, es puro fruto de la ideología cercana al fascismo de la extrema derecha del Sur de la Florida.

Las declaraciones abiertamente golpistas del ex Subsecretario de Estado para América Latina Roger Noriega, hacia Venezuela, viene completar el retrato de la emergencia en Washington de un círculo de fanáticos que pretenden tomar el control, ahora o con las próximas presidenciales, de la política exterior de un imperio en pleno declino.

Además de ser el alter ego del estafador Otto Reich, que irónicamente CNN usa de experto de América Latina, Roger Noriega es quién en el gobierno Bush se encargo de darle al terrorista internacional Luis Posada Carriles, la protección que le tocaba por sus años de servicios como sicario de la CIA.

Noriega se encargó de esta tarea desde la detención de Posada en Panamá, cuando iba a dinamitar un anfiteatro lleno de estudiantes y personalidades, para asesinar al Presidente cubano Fidel Castro, hasta su liberación a fuerza de trucos jurídicos y de medidas dilatorias, en El Paso, Texas, por una jueza vinculada a los Bush.

Noriega se encargo ahora de llamar a los opositores venezolanos, ya pagados por los organos de subversion y desestabilización, a «prepararse» para sacar provecho del estado de salud del Presidente Hugo Chávez, y robarse el poder con un nuevo intento de golpe de estado.

En Washington como en Miami, el espíritu golpista que lleva a proponer medidas extremas, es producto de un mismo pensamiento, el de conquistar el poder a fuerza de mentira y de engaño.

Un pensamiento que, al final, pudiera ser el de los sepultureros de un Imperio profundamente enfermo.