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Acerca de Hajah Zainab

¿Sigue siendo Palestina la cuestión fundamental para los árabes?

Fuentes: The Palestine Chronicle

Traducido del inglés para Rebelión por Beatriz Morales.

Palestina está cada vez menos presente en la conciencia árabe, cuando menos en los ámbitos oficial y mediático. Durante años la discusión ha virado hacia otra partes, hacia otras zonas y otras preocupaciones diferentes debido a que «la cuestión de Palestina» ya no impulsa las alianzas regionales árabes.

Tanto si se culpa de ello a las llamadas Primaveras Árabes como si se explica en el contexto de la rivalidad regional, los hechos no se pueden negar, ni siquiera se pueden ignorar. «Palestina ya no es el punto principal de la agenda de la mayoría de los intelectuales árabes», me dijo recientemente un querido amigo saudí y escritor respetado. «Pero los pocos para quienes sigue siéndolo, seguiremos luchando por Palestina», insistió.

Esta afirmación confirmaba mi propia lectura y la de muchas otras personas referente a la importancia cada vez menor de Palestina en el discurso político árabe actual. Lo peculiar es que aunque Palestina ha quedado relegada al final de la lista, ahora atestada de guerras y conflictos en Siria, Libia, Yemen y por todas partes, de hecho sigue siendo la principal condición previa para la paz y la estabilidad en la zona.

Esta paz y estabilidad no es meramente un imperativo moral para acabar con décadas de colonialismo y ocupación militar israelíes, sino que Israel ha demostrado ser la amenaza más común para la zona. Su pasado y su presente están llenos de ataques militares, ocupación e intervenciones constantes en los asuntos ajenos. Por lo tanto, «la cuestión de Palestina» de hecho es «la cuestión de la paz» también en toda la zona de Oriente Próximo.

Pero, ¿cómo hemos llegado a esto, al punto en el que Palestina ya no es el problema principal? ¿Es un problema de la historia, de la Primavera Árabe o de la rivalidad regional?

Todos somos Hajah Zainab

A la edad de 21 años salí de Gaza y fui a Egipto para seguir los estudios de ciencias políticas. El momento no podía ser peor. La invasión de Kuwait por parte de Iraq en 1990 había provocado una coalición internacional encabezada por Estados Unidos y una guerra importante, que acabó preparando el camino para que Estados Unidos invadiera Iraq en 2003. Me dijeron que en Egipto se «odiaba» a los palestinos porque entonces Yasser Arafat apoyaba a Iraq. Simplemente yo no conocía alcance de este supuesto «odio».

Fue en un hotel barato de El Cairo, en el que poco a poco me fui quedando sin las escasas libras egipcias que tenía, donde conocí a Hajah Zainab, una amble y anciana limpiadora que me trató como un hijo. Tenía mal aspecto, se tambaleaba al andar y se apoyaba en la pared para recuperar el aliento antes de seguir con sus interminables tareas. Los tatuajes de su cara, que en algún momento habían sido dibujados primorosamente, se habían convertido en una mezcolanza de tinta arrugada que le desfiguraba el rostro. Aún así, seguía teniendo una mirada dulce y siempre que me veía me abrazaba y lloraba.

Hajah Zainab lloraba por dos motivos: se compadecía de mí porque luchaba para no ser deportado por la simple razón de ser palestino en un momento en que Arafat apoyaba a Saddam. Yo estaba cada vez más desesperado y tenía pavor a enfrentarme a la inteligencia israelí, el Shin Bet, que con toda probabilidad me citaría en su sede en cuanto volviera a cruzar la frontera de vuelta a Gaza. El otro motivo era que el único hijo de Hajah Zainab, Ahmad, había muerto luchando contra los israelíes en el Sinaí.

La generación de Zainab consideraba las guerras de Egipto contra Israel, las de 1948, 1956 y 1967, unas guerras en las que la causa principal era Palestina. Ningún político con intereses particulares ni medio de comunicación condicionado habría podido cambiar eso. Pero la guerra de 1967 fue una derrota rotunda. Con el apoyo directo y generalizado de Estados Unidos y de otras potencias occidentales, los ejércitos árabes fueron derrotados de forma contundente en tres frentes diferentes. Se perdieron Gaza, Jerusalén Oriental y Cisjordania, junto con los Altos de Golán, el valle del Jordán y el Sinaí.

Fue entonces cuando empezaron a cambiar las relaciones de algunos países árabes con Palestina. La victoria de Israel y el apoyo incondicional de Estados Unidos y Occidente convencieron a algunos gobiernos árabes de rebajar sus expectativas y esperaban además que los palestinos hicieran lo mismo.

Egipto, antaño abanderado del nacionalismo árabe, sucumbió al sentimiento colectivo de humillación y a continuación redefinió sus prioridades para liberar su propio territorio de la ocupación israelí. Sin el liderazgo fundamental de Egipto, los países árabes se dividieron en bandos diferentes, cada gobierno con su propia agenda. Como Palestina, toda Palestina, estaba bajo control israelí, los árabes se alejaron paulatinamente de lo que antaño habían considerado la causa principal de la nación árabe.

Finalmente Egipto luchó y celebró su fragmentada victoria de la guerra de 1973 que le permitió consolidar su control sobre la mayor parte de sus territorios perdidos. Unos pocos años después los Acuerdos de Camp David en 1979 dividieron aún más las filas árabes al tiempo que concedían al Estado árabe más poblado un control condicionado de su propio territorio en el Sinaí. No se pueden exagerar las consecuencias negativas de este acuerdo. No obstante, a pesar del paso del tiempo el pueblo egipcio nunca ha normalizado verdaderamente sus relaciones con Israel.

Un abismo

En varios países árabes sigue existiendo un abismo entre el gobierno, cuyo comportamiento se basa en la urgencia política y en su propia supervivencia, y un pueblo que a pesar de una clara campaña antipalestina en diferentes medios de comunicación está cada vez más decidido a rechazar la normalización de relaciones con Israel hasta que Palestina sea libre.

A diferencia del bien financiado circo mediático que ha criminalizado Gaza en los últimos años, las personas como Hajah Zainab tienen muy pocas plataformas en las que puedan expresar abiertamente su solidaridad con los palestinos. En mi caso tuve la suerte de encontrarme con esta anciana limpiadora que lloraba por Palestina y por su único hijo hace muchos años. Con todo, este mismo tipo de persona como Zainab se reencarnó una y otra vez en cada uno de mis viajes. Me la encontré en Iraq en 1999. Era una anciana vendedora de verdura que vivía en la ciudad iraquí de Sadr City. Me la encontré en Jordania en 2003. Era un taxista que llevaba una bandera palestina colgada en su desvencijado retrovisor. También era un periodista saudí jubilado que conocí en Jeddah en 2010 y una estudiante marroquí que conocí en una gira por París para dar charlas en 2013. Después de la charla sollozaba al decirme que para su pueblo Palestina era una herida ulcerada.

Así pues, ¿los árabes han traicionado a Palestina? Se oye a menudo esta pregunta y a menudo la respuesta es afirmativa. Como ejemplos de esta traición se suele citar la criminalización de Gaza en algunos medios árabes, el ataque a los palestinos de Yarmuk, Siria, y el hambre padecida, la pasada guerra civil en Líbano y el maltrato a los palestinos en Iraq en 2003. Algunas personas insisten en que la «Primavera Árabe» fue la puntilla definitiva a la solidaridad árabe con Palestina.

Siento disentir. El resultado de la desventurada «Primavera Árabe» fue una decepción generalizada, si no una traición, no solo para los palestinos sino para la mayoría de los árabes. El mundo árabe se ha convertido en un enorme terreno para la política sucia entre antiguos y nuevos rivales. Aunque las víctimas han sido los palestinos, también lo han sido los sirios, los libios, los yemeníes y también otros pueblos.

Es muy probable que Hajah Zainab lleve mucho tiempo muerta, pero millones de personas como ella siguen existiendo y ellas también anhelan una Palestina libre al tiempo de que siguen buscando su propia libertad y salvación.

Dr. Ramzy Baroud lleva más de veinte años escribiendo sobre Oriente Medio. Es un columnista internacional, consultor de medios, autor de varios libros y fundador de PalestineChronicle.com. Su último libro es My Father Was a Freedom Fighter: Gaza’s Untold Story (Pluto Press, Londres). Su página web es: www.ramzybaroud.net

Fuente: http://www.palestinechronicle.com/hajah-zainab-palestine-still-central-issue-arabs/

Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, a la traductora y Rebelión como fuente de la traducción.