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Somalia, sin lugar para palabras

Fuentes: Rebelión

En Somalia el año comenzó con nuevos focos de violencia. Tras el estallido de una disputa por la posesión de la ciudad de Laascaanood, que dejó al menos 30 muertos entre Somalilandia y Puntlandia -dos pseudoestados escindidos de Somalia en 1991 sin ningún reconocimiento internacional ni de las Naciones Unidas- se agrega un tono más oscuro a la ya trágica historia somalí, que no deja de sorprender al mundo cada vez con más muerte, cada vez con más violencia.

Más allá de esos enfrentamientos, el pasado miércoles día 4 en dos atentados suicidas con coches bombas al-Shabaab, la franquicia de al-Qaeda en Somalia, asesinó a 35 personas, entre ellas nueve miembros de una misma familia, e hirió a otras 80 de las que treinta han sido derivadas por avión a hospitales de la capital. Dicho ataque se ha convertido en el peor de 2023 y el más letal desde el atentado de octubre último, en el que murieron 120 personas en un ataque explosivo cuyo centro fue un importante cruce de avenidas de Mogadiscio.

El ataque del miércoles se entiende que fue en represalia de la ofensiva lanzada por el Gobierno del presidente Hassan Sheikh Mohamud, quien tras asumir el cargo en mayo del 2022 ha impulsado una campaña militar en lo que llamó una “guerra total contra el terrorismo”, tal como ya lo había implementado en su anterior presidencia (2012-2017).

La operación suicida, se produjo inmediatamente después del ṣalāt al-Fayr (oración del alba) en Mahas, una localidad ubicada a 300 kilómetros al noroeste de Mogadiscio en la región de Hiram, que se ha convertido en el centro de mando de la ofensiva gubernamental antiterrorista. Tras haber atacado la sala de operaciones, los atacantes se dirigieron a la vivienda particular del gobernador de Mahas, quien resultó ileso.

Según diversas fuentes, los vehículos cargados de explosivos habrían llegado desde Wahbo, una localidad de la región administrativa de Galgudud controlada por los fundamentalistas desde que el Ejército se vio obligado a replegarse a mediados de noviembre tras haber tomado su control por un breve lapso.

En el marco de la guerra contra al-Shabaab, Estados Unidos ha vuelto a operar en el país africano, colaborando con el gobierno somalí e interesado en evitar que la organización extremista continúe sus desbordes hacia Etiopía, donde opera la brigada Jaysh al-Usra, y hacia Kenia, donde actúa el subgrupo Jaysh Ayman.

En este último país al-Shabaab,por intermediode Jaysh Ayman, protagonizó múltiples ataques produciendo cientos de muertos, incluso llegando a operar en pleno centro de Nairobi, la capital, donde tomó el centro comercial Westgate en 2013, que dejó 67 muertos. En junio de 2014 atacaron la ciudad de Mpeketoni, donde fueron asesinadas 48 personas, todas cristianas; días después otras treinta personas fueron ejecutadas en el área de Hindi y a continuación atacaron el centro vacacional de Lamu, donde otras 100 personas fueron ejecutadas.

En 2015 en la universidad de la ciudad de Garissa ejecutaron a 148 personas entre estudiantes y docentes, y en 2019 asaltaron el complejo hotelero y de oficinas 14 Riverside, que se saldó con una veintena de muertos y docenas de heridos.

En el 2020 los integristas somalíes atacaron la base aérea de Manda Bay, en la costa norte de Kenia, con una khatiba compuesta por entre 30 y 40 militantes que consiguieron infiltrarse a través de un bosque desde donde lanzaron granadas propulsadas por cohetes, hacia el aeródromo de Magogoni, logrando asesinar a tres efectivos norteamericanos y la destrucción de diversos elementos.

Tras diferentes investigaciones se concluyó que el organizador del ataque había sido Maalim Ayman, líder de la unidad Jaysh al-Ayman, cuyo campo de operaciones además de Kenia abarca Uganda y Tanzania, por lo que el Departamento de Estado norteamericano, el pasado jueves día 5, anunció una recompensa de diez millones de dólares a quien dé información certera que conduzca al arresto y condena, en cualquier país, de Maalim Ayman, responsable de los ataques a la base aérea de Manda Bay.

El último viernes, día 6, se conoció qué militantes de al-Shabaab, mientras atacaban la aldea de Hilowle Gaab en el estado central de Hirshabelle, asesinaron al menos a seis personas, además de incautar una gran cantidad de vehículos militares y armas en el intento de recuperar un área de la que había sido expulsado la semana anterior tras una operación de tropas del Gobierno federal y fuerzas de las milicias de autodefensa creadas por los diferentes clanes.

Con la gran ofensiva, iniciada en agosto pasado, se ha conseguido expulsar a los muyahidines de importantes extensiones de territorio aunque al-Shabaab, más allá de sus repliegues, vuelve a atacar con mayor virulencia produciendo importantes bajas en la población civil.

Un paso en falso hacia la paz.

Un hálito de esperanza había comenzado a palpitar en el contexto de la tragedia somalí, que ya tiene demasiado tiempo como para no ilusionarse ante cualquier señal positiva, Algunos medios habían comenzado a insistir en que el Gobierno y dirigentes del grupo fundamentalista al-Shabaab estarían buscando contactos para establecer lineamientos que pudieran establecer acuerdo para negociaciones de un alto el fuego.

Ya en su visita a Washington el presidente Hassan Mohamud, en su visita a Estados Unidos en septiembre pasado, había declarado que los integristas “no están dispuestos a negociar”, al tiempo que subrayó que su Gobierno sí tenía la intención de hacerlo, por lo que les habían enviados mensajes en esa dirección.

Incluso explicaba que si bien podría ser una noticia trascendental para el país del cuerno africano, también se cree que esta versión podría estar señalando una división en la monolítica estructura de la organización wahabita, según había declarado en una rueda de prensa el Ministro de Defensa somalí Abdifatah Kasim.

El cisma se estaría produciendo entre los combatientes extranjeros y los nacionales y serían estos últimos quienes tendrían la voluntad de comenzar las conversaciones frente a la negativa de los muyahidines extranjeros.

La ilusión duró apenas nada, rápidamente desde ambos bandos han negado tener conversaciones, ya que tras los comentarios del ministro Kasim, el asesor de seguridad nacional Hussein Sheikh Ali negó oficialmente que se haya recibido una solicitud del grupo wahabita.

Al mismo tiempo al-Shabaab negó la existencia de conversaciones con el Gobierno somalí, señaló que cualquier información al respecto es “infundada”. Ya en 2018 el portavoz oficial del grupo, Ali Mohamud Rage -conocido como Ali Dhere- había declarado que el diálogo es “más peligroso que las armas de destrucción masiva”.

En el comunicado del grupo para negar las informaciones acerca de algún tipo de negociaciones explicó “Escuchamos de los infieles y apóstatas afirmar repetidamente que están abiertos a las conversaciones con los muyahidines. Los infieles usan el diálogo para desviar a los musulmanes y destruir las causas musulmanas”.

Quizás para refrendar el último comunicado de al-Shabaab, se conoció este lunes día 9 que más de 60 combatientes de la banda integrista habían sido neutralizados durante una operación conjunta lanzada en la región central del Medio Shabelle por el Ejército somalí y sus socios internacionales, entiéndase Estados Unidos, según informó el Ministerio de Información, Cultura y Turismo.

Según el comunicado la operación se produjo en la localidad de Hawadley, unos 40 kilómetros al norte de Mogadiscio, e iba dirigida contra unos 150 miembros del grupo. Según se informa, los integristas pretendían realizar ataques con dos coches bomba contra el Ejército en Mogadiscio.

No es casual que cuando se murmuraba, muy quedamente, que alguna oportunidad aunque remota se podría estar fraguando para acceder a alguna negociación, los “socios internacionales” del ejército somalí hayan podido localizar y asesinar una importante cantidad de muyahidines, lo que confirma la presunción de que “los infieles usan el diálogo para desviar a los musulmanes y destruir las causas musulmanas” y para que Somalia, siga sin lugar para las palabras.

Guadi Calvo es escritor y periodista argentino. Analista Internacional especializado en África, Medio Oriente y Asia Central. En Facebook: https://www.facebook.com/lineainternacionalGC.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.