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Entrevista a Alain Ménargues, vicedirector de Radio France Internationale

Soy y seré un hombre libre

Fuentes:

Traducido para Rebelión por Germán Leyens

La vida de Alain Ménargues – vicedirector de Radio France Internationale – se vino abajo de un día al otro, en octubre de 2004. En efecto, apenas apareció su libro «El muro de Sharon», se convirtió brutalmente en el objeto de una de esas campañas ideológicas en las que la mentira se mezcla con lo irracional. Acusado de «antisemitismo», Alain Ménargues fue destituido de sus funciones. La sospecha de antisemitismo – con todas las manipulaciones resultantes – es una amenaza permanente para las personalidades públicas que critican a Israel. Puede destruir carreras, destrozar vidas. Alain Ménargues es la prueba viva más reciente.

¿No rompió a sabiendas un tabú al afirmar que Israel es un Estado racista?

Los textos existen. No he inventado nada. El Estado judío de Israel es considerado jurídicamente racista por Naciones Unidas.

Usted lo ha pagado caro. ¿Lo afecta?

Estoy resuelto a batirme contra todos los que acusan injustamente a personas honestas. Usted sabe que me ocupo desde hace tiempo de la información sobre Medio Oriente. Sé perfectamente, por haberlo observado de cerca, cómo Israel ejerce su control sobre la información. Desde los años 70 existe un servicio de inteligencia militar. Hay un departamento que se ocupa exclusivamente de la prensa. Todo periodista que va a Israel recibe una tarjeta de prensa entregada por un servicio de prensa que depende del ejército. Por lo tanto es precisamente el ejército israelí el que está a cargo, entre otros, de conformar la imagen de Israel en el mundo. Todas las embajadas israelíes tienen un servicio de comunicación, diplomáticos que deben cuidar que se proteja la buena imagen de Israel. En el asunto que me concierne, intervinieron las embajadas de Israel en París y Bruselas. Han presionado a periodistas utilizando a lo que se califica de agentes de influencia; para que digan que soy antisemita, o sea para desacreditarme y para disuadir a los periodistas de reflejar sus opiniones.

¿Recibió esa información de buenas fuentes?

S, puedo probarlo. Hay periodistas que pueden confirmarlo.

¿Cómo puede intervenir tan abiertamente un Estado?

Es lo que se llama, en comunicación, la manipulación. En mi caso se ha hecho sobre un eje bien preciso. Represento un caso ejemplar. Con mi último libro (1) toco un punto delicado. Tanto más por cuanto la imagen de Israel se deteriora cada vez más. Hay un informe del Ministerio de Asuntos Exteriores, de agosto pasado, que analiza la imagen de Israel. Ese informe revela que Israel ha realmente perdido la batalla mediática mundial. Que Israel arriesga ser clasificado, pronto, al mismo nivel que África del Sur en tiempos del apartheid. Mi libro viene de perilla

¿Por qué se desencadenan en su contra cuando se ha escrito tanto al respecto en los medios especializados o en los sitios de Internet?

No tengo la reputación de ser alguien que transija en la exigencia de informar correctamente. En lo que concierne a la política israelí, soy bastante riguroso en lo que escribo. Hablo del derecho del niño, de la mujer y de los abusos que sufren en lo que concierne a Israel como a otros países. Israel no es un país aparte. Llamo, por lo tanto, simplemente a la aplicación de las resoluciones de la ONU, que Israel ignora. En consecuencia, eliminarme, echarme del puesto de responsabilidad que tenía, un puesto mediático, permite a mis detractores matar dos pájaros de un solo tiro. Preparo un documento al respecto.

¿Así que no va a bajar los brazos?

Voy a luchar. No voy dejar que hagan conmigo lo que les dé la gana.

¿Va a luchar para que lo reintegren a RFI?

No, volver a RFI es imposible. Voy a luchar para que me hagan justicia.

¿Tiene un proyecto concreto?

Sí. Estamos organizando una fundación que agrupe a por lo menos 100 periodistas, que tendrán la tarea de verificar que los que son acusados de antisemitismo lo sean por motivos correctos.

¿Periodistas que están dentro de las redacciones en Francia?

Sí. Periodistas que tienen un prestigio profesional en Francia y en otros países. El objetivo es que cada vez que se sospeche a una persona de antisemitismo y sea condenada como tal por los medios, su caso sea sometido a examen por nuestra fundación. Si resulta que esa persona es acusada equivocadamente, vamos a intervenir para exigir que se restablezca la verdad de lo ocurrido. Una manera de decir que no seguiremos aceptando la manipulación.

¿Piensa intervenir únicamente cuando se acusa a una persona de antisemitismo o en todos los casos de racismo?

Parto de la idea de que existen en Francia un racismo antiárabe y un racismo antijudío latentes. Negarlo sería deshonesto. A partir de ahí, puede haber desviaciones de una y otra parte. Sin embargo, en la mayoría de los casos esas acusaciones son infundadas. Se utiliza el término de antisemitismo, como en mi caso, para quebrar las voluntades, las carreras o para apartar a los «molestos». Por lo tanto el comité que establecemos tendrá la tarea de denunciar las manipulaciones. Desde el momento mismo en que se presenta un caso, será inmediatamente considerado por nuestro «comité de cien».

¿Cuándo iniciarán sus actividades?

Pronto. Espero que antes de diciembre de 2004.

¿Piensa que su acción recibirá una repercusión consecuente en los medios?

Sí, lo creo. Creo en la honradez de la gente. Hace 30 años que ejerzo esta profesión. Ninguno de mis colegas hubiera podido imaginar, antes del comienzo de esos ataques en mi contra, que podría llegar a ser tratado algún día de racista o antisemita. Esos calificativos no tienen nada que ver con mi carrera y mi intención de informar. Tengo amigos que, como yo, trabajan sobre el terreno como corresponsales de guerra y que están siempre presentes. Todos esos profesionales que me conocen, saben que digo la verdad. Y no pueden hacer otra cosa que apoyarme.

¿No esperaba semejantes ataques?

En mi libro «El muro de Sharon», página 11, presentía lo que me iba a suceder. Pero no en tales proporciones. Curiosamente, no han atacado mi libro. Lo que cuestionan es lo que declaré en una conferencia.

¿También le ha perjudicado que haya mencionado temas religiosos?

Trabajo, en efecto, sobre la influencia de las religiones en el mundo. En Irak, se puede hablar de diferentes tendencias religiosas. Bush ha hecho entrar lo religioso en todas sus declaraciones. Pero desde el momento en que se dice que Israel es lo que es, un Estado teocrático, se suman las protestas. He hablado en efecto del «Levítico», de lo impuro y de lo puro, que separa y que tiene un vínculo con el muro. Para mí es un elemento constitutivo. Basta con que se evoque eso en una emisora para que las cosas degeneren en un verdadero pugilato. Si, al comienzo, los teóricos del Estado sionista eran laicos, y los religiosos habían condenado el concepto mismo del sionismo, lo religioso ha tomado ahora un peso extremadamente importante. Sobre todo desde 1987. Todas las leyes pasan por lo religioso. Se trata además de una religión que se considera superior a las demás. Yo, me siento libre de hablar de todas las religiones. La propia gente de confesión judía habla de «pueblo elegido». ¿Por qué no iba a tener yo, derecho a evocar esa noción de «pueblo elegido»?

¿Al insistir en expresarse de esa manera no arriesga de empeorar su caso?

Lo que usted sugiere es que me calle, que no luche. Hay gente que manipula la información en Francia. El diario «Libération» me ha asesinado. ¿Y debiera callarme? Comencé mi vida profesional en Vietnam. Pasé por muchas dificultades. Tengo la costumbre de relativizar. Mi caso no es nada comparado con lo que ocurre en otros sitios y sobre todo en Palestina. No soy un hombre con poder. En una entrevista con un periódico belga «Le Soir», he dicho que mi libertad de expresión no vale unos galones sobre los hombros. Soy y seré un hombre libre. Ni los honores, ni el dinero, ni la función, me impedirán decir lo que quiero. Cuando firmé mi contrato con RFI, había una cláusula de reserva que hice suprimir. Que se espere que muestre discreción sobre los asuntos internos es normal, pero, en lo demás, no se puede exigir a un periodista que se calle.

¿Se sintió herido cuando le prohibieron que trabajara?

Herido no es la palabra exacta. Me siento fuertemente irritado al ver que en Francia hay una libertad fundamental que está desapareciendo. Y es un hecho que tiene que llevarme a reaccionar, a luchar. En mi país, Francia, no llego a concebir que haya un terrorismo intelectual que obligue a la gente a callarse so pena de ser completamente aplastados. Me siendo indignado al constatarlo. Por lo tanto, herido a título personal, no. Sabía que existía esta presión. Pero recién mido toda su importancia desde que ocurrió en mi caso.

¿Se refiere usted a campañas destinadas a exculpar a Israel y a vilipendiar a los árabes musulmanes que se desatan, sobre todo desde el 11 de septiembre?

Sí. Creo que procede de la manipulación pura en el sentido de la comunicación. Israel se ha podido desarrollar, desde más de medio siglo, sobre una imagen de víctima. Pero esta imagen de víctima ha comenzado a desmoronarse fuertemente. Sobre todo desde 1982, después de las matanzas de Sabra y Chatila. Desde ese momento, los responsables de la propaganda israelí se han visto obligados a financiar campañas para no perder ese estatuto de víctima. Para lograrlo, han utilizado todas las técnicas de comunicación posibles e imaginables. Por ejemplo: mientras que en Francia y sobre todo en Estados Unidos, se prohíbe a las cadenas televisivas que muestren cadáveres, féretros y entierros de soldados en caso de conflicto, las televisiones israelíes, cuando hay un atentado en su propio país, hacen todo lo contrario. Cada vez que hay un atentado en Israel, su servicio de información difunde de manera ininterrumpida imágenes de cuerpos despedazados, para espantar y movilizar a la opinión pública. Es la técnica de la manipulación por la imagen. Los palestinos hacen lo mismo. No hago distinción. Pero, en el caso de Israel, esas imágenes de autobuses destrozados, abundantemente difundidas, son distribuidas gratuitamente a todas las cadenas del mundo. Por lo tanto, mientras en este país mostramos los cadáveres de modo muy difuso, justamente para disminuir el choque, en Israel, se comenta ese choque psicológico.

¿Cómo lo hacen en realidad?

Hay algo extraordinario en su modo de comunicación. Israel cuenta, en cada embajada, con encargados de comunicación que intervienen sistemáticamente, con la ayuda de agentes de influencia. Esto sucedió en mi caso. La embajada israelí interviene ante los periodistas para señalarles que tal cual es antisemita, que hay que silenciarlo. Aquí, en Francia, el abogado Goldnadel, (2) es uno de esos agentes de influencia que actúan por cuenta de Israel. Ese abogado me ha reprochado que haya hablado del «Levítico» en Radio Courtoisie. Pero el «Levítico» es el cuarto libro de la Tora en el que se trata de la separación de lo puro y de lo impuro. La Tora que forma parte de la Biblia. ¿Qué puede impedir que hable de la Tora?

¿Pero ir a Radio Courtoisie, teñida políticamente, no era presentar más flancos a la crítica?

Se trata de una radio católica situada en la extrema derecha. Pero, cuando M. Goldnadel me acusó, no mencionó que él mismo se ha expresado cuatro veces por radio Courtoisie. No se privó de hacer asociaciones como «Ménargues habla del «Levítico» en una radio de extrema derecha, por lo tanto es de extrema derecha». Todo eso, ese tipo de amalgama, tiene el fin preciso de mantener la confusión. Las cosas se produjeron de la misma manera en Bélgica, cuando fui a hacer promoción para mi libro. La embajada de Israel llamó por teléfono a un periodista para decirle que no me entrevistara, porque yo era «antisemita». Pero, ¿de qué me acusan? Cuando hablo del sionismo me refiero al sionismo como teoría política colonial. Una política que quiere crear un Estado judío para los judíos en una zona que ya está habitada. Decirlo no es una mentira. Por desgracia es la verdad. El sionismo nació en Basilea en un contexto de expansión colonial. El mundo ha cambiado de visión frente al colonialismo. Cuando Sharon dice que la «guerra de independencia de 1948 no ha terminado y que cada metro que se ha ganado es una ganancia para Israel» es un actitud colonial. Pero la gente que denuncia ese tipo de afirmación es vilipendiada. Para mí, Israel es un país como cualquier otro. No veo por qué haya que reservarle un tratamiento especial. Hay que decir lo que sucede. Lo repito. Por las ondas de esa radio asociativa, que tiene una connotación de derecha muy marcada, se exprime toda clase de gente. Monsieur Philippe de Saint Robert, que me entrevistó por radio Courtoisie, es un gaullista de izquierda.

¿Por lo tanto los que se han lanzado contra usted, después de su declaración en radio Courtoisie, han participado en una manipulación?

Por supuesto. Una manipulación dirigida sobre todo por un hombre como M.Goldnadel, que también había intervenido muchas veces en esa radio. Todo el mundo puede ver ahora cómo se presentan amalgamas para destruir a un hombre. M.Goldnadel ha hecho una amalgama al poner en la misma nota mi nombre, el Levítico, Gollnish, que es el número dos del Frente Nacional, la Shoah. Todo esto con la evidente intención de difamarme y de sembrar la confusión. Entre los ciudadanos de confesión judía hay dos mundos: Los que se sienten sobre todo como franceses de religión judía. Y los que se sienten sobre todo judíos, israelíes y luego franceses. Son dos mundos totalmente diferentes. Hay que determinar quién tiene un espíritu nacionalista, exacerbado y quién considera su religión como una simple religión. Al respecto hay toda una ambigüedad del mensaje y del lenguaje.

¿Por qué no hay más periodistas que digan las cosas tal como son?

Porque, para algunos, hay que llegar a los fines de mes. Hay muchos periodistas que comparten la misma comprensión de las cosas que yo. Pero no son libres. Los patrones de la prensa tienen miedo de perder abonados, los ingresos de la publicidad.

¿En su despido, no lo ha perjudicado la actitud de la Sociedad de Periodistas?

Radio France Internationale son 400 periodistas en París y 300 corresponsales dispersados por el mundo. Esa Sociedad de Periodistas comprende 15 personas, de las cuales sólo 3 son activas. Es lo que sucedió. Yo había lanzado una reforma de fondo que daba prioridad a los más meritorios. Esto afectó las costumbres. Ya existía malestar.

¿Por lo tanto algunos han aprovechado para tomar su revancha?

En cuanto me acusaron de antisemitismo se expresó el descontento latente.

¿Por qué hay tan pocos periodistas que se diferencian?

Tiene que ver con lo que, en los medios, corresponde a «políticamente correcto», y lo que es en realidad la expresión de una intolerancia total. Francia ha caído en la intolerancia intelectual. Lo que es extraordinario es que cuando, se mira la televisión, la gente que encarna lo «políticamente correcto» es gente inculta. Mi abuela solía decir «la cultura es como la mermelada. Mientras más se reparte, menos hay». Pasó el tiempo en el que había discusiones, en el que la gente se enfrentaba con argumentos. Actualmente ya no se enfrenta. Ya no hay discusiones de calidad. Es una lluvia continua de anatemas a la que se asiste en todas las cadenas televisivas y en los medios en general. El «políticamente correcto» no reflexiona, no lee, no tiene referencias. Mire lo que le pasó a Dieudonné que es un artista. ¿Fue demasiado o demasiado poco provocador? Pero, ¿no constituye la provocación una parte integral del intercambio de argumentos? ¿No hay que provocar para obtener una reacción? El papel de los medios no es condenar. Cuando Tariq Ramadan desarrolla una idea, ¿por qué agobiarlo? Si no se está de acuerdo con su persona, se inicia un debate. Pero no un linchamiento. ¿Y si le escucharan? Sería más constructivo que calumniarlo y rechazarlo.

Usted evoca personalidades sobre las cuales llueven continuamente acusaciones de antisemitismo. ¿No es lo que le va a ocurrir a usted?

En cuanto se critica a Israel llega la acusación de antisemitismo. A fuerza de acusar a todos terminan por trivializar el término de antisemitismo. Esos excesos terminarán por volverse contra el Estado de Israel y, por desgracia, contra los ciudadanos de confesión judía que aceptan todos estos abusos. Después de lo que me ha ocurrido, he recibido miles de correos que me expresaban su simpatía y también su exasperación. La intolerancia de algunos puede preparar el terreno para una ola de odio contra otros. Todo eso debe llevarnos a reflexionar.

¿Piensa que esa intolerancia es amañada y el antisemitismo exagerado?

No creo en la espontaneidad de las reacciones. Existe, evidentemente, una manipulación. Mire lo que ha ocurrido en Francia durante los últimos meses. Ha habido actos atribuidos al antisemitismo que han resultado ser actos organizados por personas de confesión judía. Existe un fondo de antisemitismo que se inscribe en la tradición cristiana. Un fondo que es mínimo. Pero, es seguro que a fuerza de movilizar a diestro y siniestro a toda la sociedad sobre el tema del antisemitismo no logran otra cosa que exasperar a la gente. Hemos visto durante estos últimos meses a ministros que se desplazaban y se emocionaban por lo menos cuatro veces por actos provocados, contra ellos mismos, por ciudadanos de confesión judía que decían ser víctimas. Hubo el caso de un rabino que se auto-apuñaló, de una sinagoga incendiada porque un judío ebrio le prendió fuego. Y todo el mundo se excitó sin verificar la veracidad de los hechos.

¿Cómo se puede terminar con esas manipulaciones?

Por la razón y la tolerancia. Cada uno debería verificar mejor, distinguir mejor entre lo verdadero y lo falso y condenar sólo si hay motivo para hacerlo. Pero no como lo hacen actualmente, cuando primero se moviliza toda la sociedad, alrededor del antisemitismo. Porque es una pendiente muy peligrosa. La gente acusa demasiado rápido y los periodistas no realizan su trabajo de verificación y de explicación. Es una situación peligrosa.

¿Por lo tanto, usted atribuye la responsabilidad, por una parte a los que agitan el espectro del antisemitismo y por otra a la ignorancia?

Sí. Y a la cultura de los periodistas y de los formadores de opinión. Creo que existe una voluntad de manipulación. Cuando Bernard Henri Levy se permite jugar con las palabras para demostrar que ser antisionista quiere decir ser antisemita, es una estupidez. Es falso. ¿Eran antifranceses los antigaullistas? ¿Eran antieslavos los anticomunistas? Es agitar y confundir inútilmente.

¿Le ha sorprendido el informe Ruffin que hunde aún más profundamente el clavo del antisemitismo?

El informe Ruffin es un escándalo. Ya no se podrá tener derecho a criticar a un solo país, por lo tanto ya no se podrá pensar. Un aspecto debería interesarnos en este caso. El único país que tiene como genitor legal al Consejo de Seguridad de Naciones Unidas es Israel. Naciones Unidas ha aprobado una cantidad de resoluciones que jamás han sido aplicadas. ¿Por qué? ¿Es tolerable algo así en un mundo que necesita justicia y equilibrio? Es un gran problema.

¿Mientras más le escucho más siento que está decidido a reaccionar. Por lo tanto no han logrado quebrantar su voluntad?

Vaya, vaya. No. Estimo que lo que me sucedió es un accidente de ruta. No me han quebrantado. No me van a acallar. Voy a continuar expresando para decir, con los medios que tenga a mi disposición, simplemente lo que yo veo. Si cometo errores estoy dispuesto a aceptar todas las condenas. Pero mis declaraciones jamás han sido desmentidas. Me han condenado porque he hablado.

¿No se ha hecho un vacío a su alrededor?

No. No. Al contrario. Hay muchísima gente que se han puesto en contacto conmigo para pedirme que continúe.

¿Siente resentimiento hacia los que lo han atacado?

No, ninguno. Los medios son algo colectivo. Tengo eventualmente algo en contra de los redactores en jefe que dejan difundir textos sin verificar su contenido. No contra los periodistas. Ellos, hacen su trabajo lo mejor posible. Si son manipulados, les corresponde saber cuáles son los límites. Los verdaderos responsables son los redactores en jefe.

¿Lo que le ha sucedido no lo ha vuelto pesimista?

De ninguna manera. Va a haber inevitablemente una evolución. Por cierto, Israel hace todo lo posible por evitar que la gente sepa lo que ocurre. Es lo que hacen las embajadas israelíes y sus agentes de comunicación o de influencia: impedir que la base sepa y reaccione ante sus dirigentes. No se puede mentir permanentemente. Israel ha perdido la batalla mediática. Israel ya no se puede hacer pasar por víctima. Israel es el agresor. La gente va a comprender pronto quiénes son los asesinos. A pesar de todos los medios empleados para asfixiar la verdad, los relatos de los testigos terminarán por salir a la luz del día. Estoy convencido de que en Europa los políticos terminarán por ser presionados por su base. Se verán obligados a tomar decisiones el día que la gente se movilice realmente. En la democracia, mientras la gente no se moviliza, el poder no actúa.

¿Cómo es posible que se ejerza un poder semejante sobre las reacciones y durante tanto tiempo?

Haciendo lo que han hecho hasta ahora: campañas mediáticas basadas en la mentira. Utilizan los medios y tienen el dinero necesario para hacerlo.

¿Tiene algún ejemplo?

Hay una persona que redacta una noticia que acusa a alguien de «antisemitismo». Esa noticia es reproducida por periodistas que no verifican de dónde procede esa información. Es así de simple. Hay evidentemente temas que reciben un eco particular.

¿Pero esas noticias, fruto de una manipulación, de dónde provienen?

Hay una organización no-gubernamental que se llama «Abogados sin fronteras». Creada por M.Goldnadel, esta ONG es una especie de engaño, porque en Francia ya existe otra ONG llamada «Abogados sin fronteras de Francia». Cuando M.Goldnadel envía una noticia en nombre de «Abogados sin fronteras» el periodista no va a verificar si proviene de esa ONG. Por lo tanto el nombre escogido por M.Goldnadel se presta a la confusión. M.Goldnadel ha acusado a todo el mundo de antisemita: Daniel Mermet, Pascal Boniface, y tantos otros. Todos los medios han hablado abundantemente de las acusaciones que ha proferido, pero cuando M.Goldnadel pierde los procesos que ha iniciado contra ellos, los medios no publican la información. Así son las cosas.

¿Cree que es posible que haya alguna evolución en la manera de informar?

Si todo el mundo dijera lo que sabe, la verdad, no estaríamos donde estamos. Si todos los periodistas hicieran verdaderamente un trabajo honesto, podríamos detener la inundación de mentiras que ocurre sobre todo lo que toca al mundo árabe. Lo que es tranquilizador es que los lectores y los auditores son más inteligentes y cultos que los que los informan. Lo descubro con satisfacción en los encuentros que tengo y los correos que recibo.

Notas

(1) Le mur de Sharon. Presse de la Renaissance, Paris, 2004.

(2) La asociación » Avocats sans frontières » dirigida en Francia por M. Goldnadel, se lanza contra los que la critican.

Entrevista realizada por Silvia Cattori, Paris, noviembre de 2004. [email protected]